ANÁLISIS POLÍTICO Y SOCIAL, MANEJO DE CRISIS, MARKETING, COMUNICACIÓN Y ALTA DIRECCIÓN

Este es un espacio para conceptualizar, analizar, efectuar crítica y proponer estudios sobre política aplicada, marketing, comunicación, educación, métodos aplicados, alta dirección y proyectos sustentables. Contacto:baltasarhernandezgomez1@hotmail.com, baltasarhg@gmail.com

lunes, 29 de junio de 2009

AMOR Y PODER


AMOR Y PODER
Por Baltasar Hernández Gómez


CONCEPTUALIZACIÓN DEL AMOR
El concepto de amor que es fijado por el sistema de vida materialista está fundado en la dependencia sadomasoquista, mediante la cual los individuos sociales no son sujetos hacedores, sino simples medios para que alguien alcance un propósito. Así pues en los calendarios internacionales resaltan las conmemoraciones para festejar al amor dependiente y de autonegación, que fija la idea de brindarse hacia una persona, familia o proyecto sin tomar en cuenta las aspiraciones de comprensión propia ni la determinación para vivir en armonía. En la modernidad el amor es un ir a lo ideal enajenado, es decir, ajeno al sujeto que cree amar, porque el que se acerca a los otros lo hace para buscar afuera lo que en su interior no ha podido descubrir. Los otros responden al llamado porque también pretenden encontrar lo que no han descifrado en ellos mismos.

Mientras que la cultura capitalista ha recreado la ideología del altruismo y la patria, desechando el interés propio, ya que lo individual es una cuestión negativa que no permite la unidad; en la tangibilidad cotidiana el sentido del egoísmo es la base fundamental del bienestar. La contradicción no aparece visible ante los ojos de los sujetos que se han formado bajo el amparo de creencias religiosas sobre el bien común y con los preceptos del Estado para convivir en equilibrio y así obtener paz y desarrollo igualitario. Sin embargo, el amor y su némesis egoísmo-odio hacia lo que no es de uno, está apuntalado por el interés que produce la dinámica de competencia, que se aprecia en todo su esplendor en la fase globalizada de la economía.

Es por esto que el amor del siglo XX y XXI va dirigido a complacer a los otros que son el motivo de este sentimiento premeditadamente indefinido: los sujetos dejan de serlo para volverse objetos que buscan adecuarse a la aceptación de los demás. Amor hacia una persona y no hacia todos; amor a la familia y no a los demás genes; amor a la pareja o al amigo y no a los que comparten afinidades, horarios, actividades y objetivos; amor a uno mismo por encima de los demás y no en sentido amplio para constituir una sociedad justa y plena. El amor se convierte en poemas vendibles a través de libros o discos compactos; en regalos, flores, viajes, convivios y en todo lo que sea susceptible de colocar en el cuerpo o en algún lugar de la casa u oficina.

El amor es entonces el nuevo sentido de pertenencia a un mundo donde la propiedad privada es el pilar por la cual somos aceptados. Yo amo para pertenecer a otro(s) y espero me amen para que ella, él o ellos me pertenezcan. El amor así es un torbellino para encontrar en los otros lo que no se ha encontrado en sí mismo. El amor es un pacto mediante el cual el sujeto se brinda porque a cambio recibirá algo que llene expectativas. Amar significa, desde esta lógica, sufrir por las otras personas, aguantar, someterse a los tiempos y requerimientos ajenos, pero al mismo tiempo tratar de que los otros se sujeten a las necesidades propias. ¡Qué barbaridad! El amor que es considerado como el máximo sentimiento humano se metamorfosea en el egoísmo interesado para extraer de los otros lo que se necesita para ir armando la ilusión de éxito. La gran mayoría ama con la intención de tomar de los otros lo que no se ha podido tener.

El chantaje ha sido la mejor herramienta, el cómplice perfecto del amor materializado, que hace que aparezcan reproches, frases, poses y gestos para recordar a los otros que no pueden salirse del círculo vicioso de amar y ser amado con arreglo a pretensiones. La madre educa a sus hijos a quererla por encima de todo; el amante exige fidelidad absoluta y observación permanente de sus exigencias; la familia es el todo y que ruede el mundo; el amigo a ser incondicional de él mismo, pero de nadie más. Los organismos sociales como la iglesia, los partidos políticos, sindicatos y empleos laborales se erigen en centros acaparadores de amor: los sujetos deben brindarse desinteresadamente por el amor abstracto al crecimiento espiritual, político o material previamente dictaminado como norma de lealtad e incondicionalidad.

El amor que debiera ser una autodeterminación para desarrollar el potencial interno y vivir en un estado de felicidad, es cambiado por el egoísmo de sentir amor y sentirse amado para complementar planes personales de seguridad. La mujer y el hombre han hecho de sí un instrumento de la voluntad del modo de vida materialista y supuestamente espiritual del sistema valorativo de las cosas (gobierno, empresas, iglesias, familia, clubes y amigos).

Cuando una persona persigue el amor se afana en separarse de él mismo y sus seres queridos, para buscar a través de las cosas (trabajo y satisfactores) lo que supone no haber alcanzado u otorgado. Si consigue fama y dinero se percata que sus ausencias lo alejaron de la meta del amor, enterándose de la manera más perversa, que su universo más próximo demuestra amarlo en tanto es proveedor de sus intereses. El amor no es el fin último, sino un medio disimulado de tomar todo lo que hay en el ambiente -menos de sí mismo- los incentivos para sentirse feliz.

El mundo personal y global pretende amar por interés, pero no del interés real de conocer, vivir, sentir placer y satisfacción perdurable por lo que se realiza, o bien, crecer en paz y hacer crecer a los demás; sino de aquél que sólo quiere encontrar la meta del éxito. En el interior se piensa que amar y ser amado es un acuerdo no por lo que se es, lo que se piensa y siente, sino por lo que posee y puede brindar a los otros.

Los amantes (las personas que sienten amar y ser amadas) encuentran en las otras personas la capacidad de ser tomadas en cuenta, mediante la retribución de atención, cuidados y sometimiento. El amor en este entendido es regalar para que le regalen; es satisfacer para que lo satisfagan; es comunicarse para encontrar ecos falsos de preocupación y ocupación; es sufrir para merecer. El amor correspondido se despliega en una continua espiral de dar y recibir. El amor no correspondido es aquel que da sin recibir respuesta con la intensidad que se requiere.

EL PODER
Poder es la capacidad de un organismo o persona para dirigir a otras a pensamientos y acciones que de otra forma no se concretarían. Esto es diferente a la connotación del verbo poder que representa hacer algo. El poder es un proceso integral de dominación (consensual y/o coercitiva), que trae aparejado las categorías de autoridad y sujeción. En el caso del poder político sintetizado en el Estado y su clase dominante, se ha valido del amor para imponer su dominación en todos los ámbitos de la vida humana, creando y recreando leyes para incorporar a todos los ciudadanos a sus valores de aceptación o prohibición, teniendo en la cima los “altos designios” del bienestar común.

El Estado produce y reproduce las ideas del amor nacional, del amor familiar y del amor entre sujetos para situarse como el ente rector de la autoridad que juzga los actos sociales. Los individuos se sienten amados y capaces de amar sí sólo sí están bien con los detentadores de poder, investidos en su papel de gobernantes y jefes laborales. Posteriormente deberán comportarse como ciudadanos ejemplares con sus familiares, amigos, partidos, clubes de convivencia, etc.

La autoridad hegemónica que proporciona la posesión de los aparatos ideológicos (educación, creencias religiosas, valorizaciones económicas de progreso, cánones familiares, esquemas transmitidos por los mass media) y represivos (legislaciones, cuerpos militares y policiacos) somete al conjunto social a una serie de actitudes pensamentales y conductuales que reproducen las pautas a seguir para fortalecer el status quo de equilibrio y aumento de la dominación política y económica sin perturbaciones de riesgo. El poder hace que los individuos amen todo lo que es válido, pero no se amen verdaderamente ellos mismos. Ocupados en amar a la nación, amar a la historia y los héroes, amar las instituciones, amar a un ser supremo, amar a la familia y la belleza material de las aspiraciones económicas; los ciudadanos no voltean a su yo interno para encontrar lo lúdico en sus realizaciones.

El poder político despersonifica y vuelve autómata al ser humano que existe en el interior de los sujetos socializados, convirtiéndolo en objeto que debe comportarse de acuerdo a las normas y procedimientos impuestos por el Estado y todas sus instituciones. El poder es el que modifica el entendimiento y la acción de amar, poniendo énfasis en:

- Ama al Estado y sus realizaciones por sobre todas las cosas.
- Ama lo que tienes y no aspires a compararte con los poseedores del poder.
- Ama la familia como reducto íntimo que te hace sentir poderoso.
- Ama a tus hijos y familiares porque son sangre de tu sangre.
- Ama a los demás en la medida en que te otorguen algo útil.
- Ama tu trabajo porque es la fuente material que te da felicidad económica.
- Ama tu filiación política porque te garantiza sentido de pertenencia.
- Ama tus ideas de libertad en tanto no contradigan el establishment.
- Ama para que consumas las mercancías que produce el sistema de producción.
- Ama a las instituciones para sentirte amado y protegido por la generalidad.
- Ama aunque no te sientas suficientemente amado.
- Ama para que te sientas atrapado en la materialidad de tus pertenencias.
- Ama a tus líderes para que algún día lo puedas ser tú, aunque esto no sea cierto.
- Ama para que pertenezcas a los otros, aunque nunca te pertenezcas.

Dicha conceptualización del amor, propuesta desde la posición de poder, encasilla a los ciudadanos en una situación de sumisión a la autoridad. El amor se troca en temor a los gobernantes, militares, sacerdotes, partidos políticos, líderes y toda aquella figura que tiene un grado de incidencia en las realizaciones cotidianas. Este tipo de amor hace que los individuos perpetúen lo ya dado y que se sujeten a las aprobaciones del todo social.

EN PERSPECTIVA
Hay que analizar el yo y el entorno, para abstraer que lo más importante es alcanzar plenitud en todas las realizaciones humanas y no solamente en los profesional-laboral-material. Hay que sentir el amor como la capacidad personal y grupal de comulgar con afinidades y sistemas de pensamiento que hagan proliferar el compartimiento y crecimiento de los valores de libertad, fraternidad e igualdad.
Si esto ocurriera por decisión propia se entendería que amar no es someterse a los intereses de una persona posesiva, de la idea falsa de perpetuarse en lo genético, de guardar respeto absoluto a lo que no se entiende, de ser felices rodeados por la materialidad, de ser utilizado como proveedor económico o ser instrumento de legitimidad.

Así como suele suceder en el terreno romántico de empatarse con las personas que emiten mensajes de “protégeme, sálvame o ayúdame porque necesito de alguien como tú para seguir viviendo”, que luego termina en una relación de dependencia, chantaje y explotación, por medio de la sujeción sexual, de los hijos y hasta del ¡qué dirán! Así también ocurre con el amor político que tiene como destinatario a partidos y gobernantes, que utilizando los aparatos ideológicos y represivos inculcan pensamientos absolutos de comportamiento, de acuerdo al común denominador de la aceptación y conformidad.

El Estado, los partidos, líderes, gobernantes y legisladores no son inamovibles ni mucho menos seres extraterrenales a los que les debemos obediencia ciega y permanente por los siglos de los siglos. Por lo mismo tenemos que alejarnos de la idea de considerar divinidad a los diferentes formatos de autoridad y empezar a pensar, pero sobre todo actuar que la democracia no es un obsequio o que ésta es inalterable, sino una forma de convivencia social que podemos revolucionar bajo premisas diferentes a las ya establecidas.

La obligación de amar a los detentadores del poder y sus instituciones tiene que ser desechada para conformar nuevas vías democráticas alejadas de los baluartes electorales, partidocráticos y del culto a la personalidad hacia los gobernantes ¿Por qué seguir soportando un sistema político autoritario, elecciones concentradas en decisiones partidistas, direccionadas por el videns mercadológico, aderezadas de promesas no sustentables y de políticos y gobernantes que disfrutan las mieles del poder económico, mientras millones de personas no tienen una porción de comida que llevar a la boca?

Amar es defender los derechos inalienables del Hombre, luchar por lo que es nuestro, cuidar el medio ambiente, conseguir los satisfactores económicos, políticos, educativos, culturales, deportivos y de entretenimiento para nosotros, nuestros hijos y congéneres. Amar no es tener un sentimiento de sometimiento a la voluntad que desea perpetuar el sistema de cosas imperantes. Sólo de esta forma seremos libres, porque el amor es verdad y la verdad es realidad para vivir en armonía y plenitud de estar y ser siempre mejores. B.H.G.

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jueves, 25 de junio de 2009

SER Y DEBER SER DE LA POLÍTICA


SER Y DEBER SER DE LA POLÍTICA
¿Renovarse o morir?: el dilema de los partidos políticos mexicanos.
Por Baltasar Hernández Gómez


¿Por qué si la esencia humana aspira a vivir en plenitud y los partidos políticos existen para conquistar el poder para el bienestar común social, los resultados van en sentido contrario? La respuesta se halla en la alteración de la condición humana para volverla una cuestión cosificada (1). Las realizaciones humanas tienen un sentido íntimo que se despliega hacia afuera, ya que el Hombre no puede vivir solo y desvinculado de los demás, para satisfacer sus necesidades, pensamientos y aspiraciones. Por lo mismo la humanidad está basada en pensarse, saberse y sentirse, lo cual involucra a la razón y la pasión.

Todo lo que es humano lo es para el individuo que abstrae su condición de ser en sí mismo su propio universo interno en contacto directo con su realidad. Su existencia depende de la solidaridad de compartir o luchar con los otros igual que él que se identifican como un yo individual, pero también en el nosotros colectivo. Así pues, lo que debiera ser la meta de la vida, la felicidad, en tanto categoría que engloba conocerse-conocer, existir-perdurar, amor, comunicación (que no es otra cosa que ponerse en común), libertad, tolerancia, justicia, fraternidad y los modos prácticos para facilitar el disfrute de la naturaleza (natural, valga el pleonasmo en este caso, y social); se ha convertido en un precepto vinculado a las cosas, es decir a la materialidad.

La mujer y el hombre moderno dividen su interioridad, el empleo de los sentidos y la consecución de la felicidad, para suplantarla por una carrera de aceptación y reconocimiento público. La felicidad es ahora materia pura: comer en exceso y de todo; vestirse de acuerdo a la moda; trabajar para ganar dinero; comprar propiedades que destaquen; poseer el auto que deslumbre; casarse con la mujer u hombre que reúna los requisitos de la belleza occidentalizada; tener hijos que se ajusten a los cánones genéticos y de superación,; lucir joyas y aditamentos tecnológicos que lo identifiquen como alguien diferente, y guardar capitales para la vejez y la herencia.

La felicidad política persigue a su vez el utilitarismo, o sea, la búsqueda de opciones que materialicen las aspiraciones “cosificadas”, para atraer para sí mismo y sus allegados los bienes y servicios necesarios para fortalecer el ideal de progreso personal, familiar y profesional. En la era posmoderna los sujetos sociales se urbanizaron, dejando atrás lo rural-colectivo, la comuna compartida, la tradición convivencial que dotó al ser humano de un modo existencial colaborativo y de cercanía para ser y estar mejor.

La sociedad observa y piensa que un partido, candidato o gobernante es “bueno” en la medida en que supone que retribuirá programas y obras que beneficien su entorno. Este trasplante de valores y valorizaciones ha servido para que los partidos políticos se hayan vuelto fábricas generadoras de expectativas, aprovechándose de la felicidad cambiada a la obtención de lo puramente material, con el propósito de hacer pasar como legítimos sus estatutos, plataforma ideológica y proyectos que atesoren el sensus social. La felicidad que proponen los institutos políticos avalados por el Estado no está basada en la conquista del bien común, sino en la idea de ser un medio entre la aspiración humana y el sistema de vida capitalista, que impuso a la democracia como la mejor forma de gobierno.

El sistema de vida capitalista y sus Estados protectores manufacturaron una red de redes para aproximarse legalidad y legitimidad y así estar en perfectas condiciones para reproducir una conducta social ad hoc a los intereses de la clase dominante. En el campo político, el sistema de partidos concentró la voluntad nacional en la autoridad de seleccionar “lo que es mejor para todos” para después ser presentado como el elegido por las mayorías. A tal grado llega el monopolio que nadie por cuenta propia puede erigirse en representante de otros si no está adherido a un organismo registrado.

El líder natural de la comunidad o la persona que desea motu proprio mejorar la calidad de vida de su ambiente no puede candidatearse “por la libre”, porque primero tiene que ingresar, luchar con grupos e intereses internos, para luego ser tomado en cuenta y finalmente lanzarse a obtener el sufragio social. El humanismo de ser y estar mejor es convertido en procedimiento, en la persecución de metas de los grupos de poder. El bienestar común es sustituido por los objetivos y alcances partidistas para la concentración de puestos públicos que van a dar mayor fuerza de dominación a dirigentes y gobernantes.

La partidocracia ha moldeado la concepción de democracia, sumiendo al pueblo en una dinámica de sujeción. Así es como los partidos cosifican y dosifican el bien común, planificando los tiempos y formas en proporcionar ciertos requerimientos a la sociedad. Esta es otra vía de justificar la infelicidad material que se aprecia en desigualdad, injusticia e individualismo extremo. Los partidos políticos no parten del reconocimiento de que las cosas están de cabeza y sólo benefician a unos cuantos, porque esto sería admitir la ferocidad capitalista que arrincona a los ciudadanos en una espiral de competitividad, individualidad y egoísmo que provoca pobreza moral y material. Si hay pobreza a lo sumo propondrán una baja de penurias, pero no su erradicación. Si hay enfermedad no habrá atención abierta y suficiente, sino una selectiva a derechohabientes.

Si hay hambre, carencia de vivienda, falta de oportunidades en educación, trabajo y satisfactores, aprobará leyes y programas paliativos; aprobará la realización de concursos de entretenimiento para ganar dinero; teletones, cooperaciones para la Cruz Roja, despensas a comunidades marginadas y donaciones de todo tipo para que se reduzca insustancialmente el número de desafortunados. En lugar de que los partidos políticos sean un medio legítimo para luchar por más y mejores condiciones de vida en contra de la lógica de dominación de los Estados capitalistas, dichos organismos se pelean con sus homólogos para acumular poder, traducido en presupuestos, cargos administrativos y de elección popular.

Por muchísimos años la sociedad ha sido educada bajo la premisa que la felicidad es un horizonte a punto de ser alcanzado, pero que se necesita de perseverancia y aguante por medio del voto repetido a los partidos políticos para ir reduciendo la distancia entre lo real y lo ideal. El acto de votar se volvió en el nuevo ejercicio religioso, en la virtud patriótica y en la heroicidad de buscar el bienestar común. Lo mismo sucede con el concepto de felicidad materialista, pues ya que se consigue la tenencia de títulos académicos, prestigio, dinero, casa, auto, esposa o esposo e hijos, surge la tremenda crisis existencial por no haber nutrido el yo y el súper yo (2).

Cuando el ciudadano ya está convencido de que el voto es el boleto para alcanzar la tierra prometida, deposita su papeleta en la urna para luego refugiarse en su morada y esperar si el legislador o gobernante lo guiará al paraíso perdido. Más temprano que tarde se entera que su voto es cuantitativamente contabilizado para la elaboración de estadísticas de afluencia y participación democrática, pero al mismo tiempo que los partidos y candidatos triunfadores se convierten en amos y señores del qué, cómo, cuándo, dónde y cuánto se tiene que devolver como bien común a las zonas geográficas que los apoyaron y medirlas o negarlas en aquellas que votaron en contra.

Esta dicotomía vuelve a los partidos políticos y a la sociedad en dos entidades que transitan por caminos diferentes. La sociedad política (el Estado, sus instituciones, la clase dominante y los propios partidos) realiza sus planes en evidente confrontación con la sociedad civil. Luego entonces la sociedad y su felicidad no importan, ya que la meta es dar continuidad al equilibrio y fortalecimiento del poder y, por ende, del proceso de dominación para reproducir ad infinitum la estructura y supraestructura que sostiene el modo de vida capitalista.

En México la democracia fue metamorfoseada en partidocracia y mediocracia, las cuales impusieron formatos acríticos, receptivos y conformistas para decidir los destinos nacionales, haciendo que sobresalga la lógica de que “alguien” o “algo” vendrá algún día a sacar del atraso a las masas medias y desposeídas. Esos alguien y algo son el gobierno, congreso y los partidos políticos. Lo que ocurre es que después de ejercitar el voto, el mexicano vuelve a la inactividad, a la larga espera de suponer que los elegidos cumplirán sus promesas. De acuerdo a las evidencias analíticas con que se cuentan, el ciudadano ha empezado a rebelarse cada vez más con el abstencionismo electoral y con la poca participación y confianza a candidatos, reuniones, mítines y campañas (físicas y mediáticas). Hoy más que antes los ciudadanos se sienten utilizados y defraudados, pero están saliendo a manifestar su desacuerdo.

He aquí una punta de madeja para transformar el estado de cosas existentes en el ámbito político. Ante el sentimiento de abandono, de burla y control autoritario, la sociedad está moviéndose por vías alternas que brotan en comunidades indígenas, campesinas, en la clase media, sindicatos, en las escuelas de educación media superior-superior y en el medio vecinal. La realidad que se está viviendo coadyuva mucho a que los ciudadanos tomen consciencia y peleen por lo que tienen derecho. La ficción y mediatización caen ante la cadena de hechos que suceden en la realidad. Ni el Estado, medios masivos de comunicación y partidos políticos pueden contener las contradicciones que producen pensar y afrontar el ser y el deber ser, entre la riqueza de muy pocos y las enormes carencias de millones de personas que se debaten entre la vida y la muerte.

A esta toma de consciencia y decisión es a la que le tienen miedo los detentadores del poder y por eso seremos espectadores de reformas en la legislación electoral, a fin de desactivar movimientos fuera del tablero político. De seguro no volverán al origen de la felicidad humana, no perderán demasiadas diputaciones o senadurías proporcionales, presupuestos ni prerrogativas en cargos de elección y direcciones burocráticas, tampoco velarán para que se cumplan con los tres preceptos liberadores de la Revolución Francesa (3). Lo que harán es readecuar algunos engranajes para que el sistema político tenga un segundo o tercer respiro, que devuelva puntos porcentuales en credibilidad y confianza ciudadana, principalmente enfocada a la juventud con rango de edad de entre los 15 y los 24 años (4), a efecto de inculcar valores remasterizados que fortalezcan una “cultura política” ajustada a los parámetros de la democracia institucionalizada.

En esta encrucijada de renovarse o morir, el ingrediente sociedad civil no es ya el mismo que tiene referencia la clase política, toda vez que por más que considere que sus estudios sociopolíticos le dan supremacía para conocer la radiografía de la mexicaneidad, la cual consideran enajenada por los medios de comunicación, guadalupana, conformista, aguantadora, estereotipada al estilo del american way of life y poco instruida para tener la posibilidad de organizarse; los ciudadanos han tomado o están a punto de hacerlo, una actitud y conducta activa, que esté al pendiente y evaluando el desempeño gubernamental, legislativo y el mundo empresarial que afecta su economía.

La presión será importante para que la reformulación del sistema político no se lleve a cabo como siempre, de arriba hacia abajo, sino en sentido contrario, que incorpore a forciori figuras como el referéndum y plebiscito para revocación de mandato, juicios políticos a través de tribunales judiciales, administrativos o de orden político y la constitución de la figura de ombudsman; a fin de que los gobernantes, legisladores, magistrados y servidores públicos verdaderamente resguarden los principios de representación democrática y así edificar estrategias de crecimiento humano y económico sustentables y permanentes.

Antes de que se tomen decisiones al vuelo, como está ocurriendo con los dirigentes partidistas que se han sumado a la iniciativa México SOS del propietario del consorcio de artículos deportivos Martí -bastante apoyada por el presidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa y el grupo Televisa- que establece que los partidos y candidatos deben firmar cartas compromiso ante notario público y de cara a la gente para cumplir con sus promesas de campaña; los partidos políticos deben idear una reforma de apertura y no gatopardismo, pues el futuro se les puede ir de las manos.
¿Estamos listos para esto? No en su totalidad ni con la intensidad que debiera, pero la necesidad imperiosa de tener más y mejores perspectivas de vida nos harán pensar y actuar con creatividad y compromiso, para forjar un México a la altura de nuestras aspiraciones. B.H.G.
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(1)El concepto de cosificación fue acuñado por Lukács y utilizado en varios trabajos cientistas de la escuela de Frankfurt para denominar al proceso de desvirtuamiento del sujeto en objeto. Es una abstracción que entraña que el hombre es reducido a mercancía, a la materialidad de su existencia.

(2)Erich Fromm en su libro Ética y psicoanálisis estipula que el súper yo es la consciencia del individuo frente a los sucesos que afronta en su medio social y en sus pensamientos acerca de sus experiencias.

(3)Los tres conceptos liberales que enarboló el movimiento francés de 1789 fueron: libertad, igualdad y fraternidad.

(4)Me refiero a estas edades porque de los 15 a los 18 serán las nuevas generaciones de votantes en el próximo proceso electoral de 2012 y de los 19 a los 24 años, que es la etapa de formación adulta donde se moldean los valores decisivos de la ciudadanía.

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martes, 23 de junio de 2009

LA MOSCA DE BARAK OBAMA RECORRE EL MUNDO


LA MOSCA DE BARAK OBAMA RECORRE EL MUNDO
Por Baltasar Hernández Gómez


El pasado 17 de junio la imagen del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Barak Obama matando una mosca, en una de las oficinas de la Casa Blanca, recorrió los noticieros del mundo. La nota por sí sola vendió varias ideas: un despacho presidencial penetrado por coleópteros, un mandatario diestro para matar insectos que lo molestan y que su estilo personal de gobernar es más flexible que el de sus antecesores.

Trascendiendo el formato comunicacional y de que si fue o no cierto el vuelo de la mosca y su exterminación (*), el mensaje visual difundido deja ver que E.U.A. será contundente para deshacerse de todo lo que perturba al sistema capitalista de vida, del cual es su más grande expositor y dirigente. La mosca es la alegoría de los países, grupos y personajes que obstaculizan los planes estadounidenses y del G-7 por conformar un planeta globalizado y salir lo mejor y más rápidamente posible de la curva crítica de las economías mundiales.

En los últimos sesenta años la hegemonía de E.U.A. ha descartado “moscas” que contravienen sus intereses en Centroamérica, Suramérica, África, Asia y Medio Oriente, imponiendo no tan sólo manotazos, sino estrategias de intervención profunda en lo político y económico, por medio de despliegues bélicos para resguardar sus enclaves. Ahora que no hay un enemigo común identificado como comunista, el Estado capitalista fabrica nuevos, ya sea por la condición de raza, credo o pretensiones distintas al sistema imperante en su fase totalitaria.

Así pues surgieron los terroríficos asiáticos, fundamentalistas musulmanes, guerrilleros centroamericanos, socialistas suramericanos y revolucionarios africanos, a fin de fundamentar sus objetivos expansionistas y la de sus socios. Con esto han tratado de concentrar las riquezas naturales y del trabajo humano que permitan a los países altamente desarrollados tener la máxima ganancia, es decir, la que proviene del plusvalor generado por la explotación de la naturaleza y la sociedad.

La política de “matar moscas” no es exclusiva de Barak Obama, sino que también es usufructuada por otros mandatarios para mantener estables sus ambientes nacionales. En México la “mosca” que ronda y no ha sido desaparecida es la mafia (identificada por el gobierno como narcotráfico). Los ojos y oídos de los mexicanos están siendo direccionados a la transmisión sistemática de información visual y escrita de los combates, decomisos y detenciones de los llamados enemigos de la salud física, política, económica y cultural de la nación.

Claro está que los intentos de quitarse la mosca por parte del presidente Felipe Calderón Hinojosa no han logrado atrapar y mucho menos poner en el suelo a este insecto volador. Lo que sí ha hecho es que todos estén al pendiente de su vuelo y marcar en la consciencia ciudadana que la molestia debe ser compartida. La “mosca” que tiene que exterminar Calderón Hinojosa sirve para acaparar legitimidad para su administración y votos para su partido. Mientras más aletee el bicho y más guantazos se ofrezcan, mejor será la imagen diseminada: “mosca” esquiva que obliga a estar en alerta permanente y lanzar golpes a cada momento.

En este escenario digno de un basurero a cielo abierto, la “mosca” de la mafia se ve acompañada de otras de distinto género, como por ejemplo la del repudio a la antidemocracia, la de la crisis que aleja la creación de empleos y la llegada de condiciones materiales de vida mejores para las clases media, baja y los millones de personas que están en la miseria. El presidente de México no solamente procura alejar o liquidar a los tábanos, también hace spots, cubre al territorio nacional de militares y policías federales, combate la influenza, recorre el país anunciando programas y obras paliativas, apoya al PAN junto con Vicente Fox Quesada, reconoce con pompa y platillo la entrega heroica de los titulares de la Sedena y Marina, y cambia funcionarios a punto de llegar al segundo trienio de su mandato.

Sin embargo, las “moscas” no son quitadas del escenario nacional, pues hay una especie de costumbre a vivir espantándolas, que si bien resultan molestas son aprovechadas para dar continuidad a la política gubernamental de hacer, para no hacer nada. En esta época electoral el aparato gubernamental tiene que lidiar con la “alimaña” de la apatía y el hartazgo ciudadano, que exhibe la desconfianza en la vertiente partidocrática del sistema político mexicano. El matamoscas que usan el presidente de la República, IFE, TRIFE, TEPJF, partidos, empresarios e intelectuales orgánicos es la insistencia de que la democracia es perfectible y por eso se debe de seguir privilegiando el voto masivo.

Ante la crecida del “voto en blanco”, “voto así no”, abstencionismo y movilización ciudadana, surgió una tercera vía promovida por el empresario de artículos deportivos, Alejandro Martí, para comprometer por escrito a partidos y candidatos a cumplir con las promesas de campaña. Curiosa coincidencia de proseguir por el camino electoral, que deja ver la mano que mece la cuna, o sea, la presidencia, PAN y los consorcios mediáticos.

Y si esto ocurre con las “moscas” puestas a propósito y las que surgen por sí solas en el ambiente nacional, no me imagino qué pasaría si de repente el “avispón” social apareciera, pues no habría aerosoles repelentes o pabellones para que la clase política y empresarial se resguardaran de sus zumbidos y picadura. La apuesta de los detentadores de poder se ha basado en alejar, matar o hasta añadir “moscas” inofensivas que otorguen legitimidad y sentido de pertenencia a las medidas de control político. No hay todavía un antídoto para que detengan el ataque del “avispón” de la sociedad civil que ya no se conforma con panaceas discursivas, porque ahora sí exige soluciones precisas para que se vayan reduciendo los abismos entre los que tienen un lugar privilegiado en las listas de los millonarios más importantes del mundo y los que no tienen ni un peso para comer, vestirse, educarse y curarse.

El aleteo social ya no está confinado al espacio del olvido, hoy se va a apoderar de Los Pinos, Palacio Nacional, Instituciones federales, estatales y municipales, en el ámbito colectivo de las colonias y los centros de convivencia, en fin, en todas partes. B.H.G.
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(*) La mosca no fue apreciada en vuelo molestando a Obama. La cámara de televisión enfocó al insecto muerto en la alfombra de su oficina.

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lunes, 22 de junio de 2009

ENTRE LO DEMOCRATIZANTE Y LO FASCISTOIDE: MÉXICO MMIX


ENTRE LO DEMOCRATIZANTE Y LO FASCISTOIDE
México MMIX
Por Baltasar Hernández Gómez


A mediados de la década de los setenta del siglo pasado, el sistema político mexicano instauró un subsistema electoral para englobar las aspiraciones de poder de los sectores sociales que habían estado entre bambalinas con relación a la maquinaria del aparato gubernamental. Al abrirse el esquema de participación en todos los vectores, el sistema adquirió legitimación por medio del juego de consenso-disenso. La apertura democratizante no fue una simple concesión del Estado, sino la síntesis de la presión de amplios grupos que operaban en las sombras desde los años cuarentas y que se desarrollaron aún más con los acontecimientos de las luchas sociales de ferrocarrileros, médicos y el movimiento estudiantil del 68.

Aunque el control electoral permaneció en manos del gobierno, a través de la Secretaría de Gobernación, poco a poco se fue dando cabida a las voces que no habían tenido tribuna pública, sin embargo quedaron inscritas en la égida de dominación. Los regímenes priístas tenían la supremacía y los demás partidos orbitaban a su alrededor, tomando para sí algunas menudencias en el poder Legislativo. Bajo esta concepción quedó conformada la cultura política de los mexicanos: la ciudadanía quedó supeditada a la partidocracia. La sociedad adoptó el paradigma democrático representativo vertical, asumiendo la consigna de activar su participación en los tiempos predispuestos por el Estado y la clase dominante. Los ciudadanos empezaron a forjar la idea que ser democrático era acudir puntualmente a depositar su boleta tachada en las urnas, para dar consentimiento a los candidatos previamente “elegidos” por los partidos y los grupos de interés, para que “todo cambiara y no cambiara nada”(1).

La base ideológica ha puesto énfasis en equiparar el acto de votar como la mayor virtud nacionalista, es decir, quien no vota es antipatriota, quien no vota tiene que soportar el mal desempeño de los gobernantes. En sentido contrario, el que sufraga es héroe democrático y constructor de futuros de desarrollo y paz. Así pues, los mexicanos de todas las edades hemos crecido con la creencia de que votar es nuestro destino para reconstruir al país cada 3 ó 6 años, pero sobre todo para corregir los avatares heredados por los elementos nocivos que nunca estuvieron a la altura del mandato popular. De tal manera que los sujetos que no traen en su pulgar la tinta endeleble son vistos como non gratas, que no cumplieron con su más alto cometido ciudadano.

En los años recientes el deterioro estructural del subsistema electoral ha puesto al descubierto las razones íntimas del poder, develándose como plataforma de posicionamiento que busca la perpetuidad de la legalidad y legitimad para la hegemonía política, comandada por los intereses de la clase dominante, incrustada en todos y cada uno de los espacios del Estado. Es así como se observan instrumentos electorales herméticos para uso exclusivo del IFE, Trife y partidos políticos; acciones de compra, alteración y robo de votos; la selección anticipada y con arreglo a fines de las fórmulas de candidatos; proyectos y promesas fuera de la realidad; actuaciones de presidentes de la República, legisladores, gobernadores y presidentes municipales escandalosamente deficientes; súbitos enriquecimientos; autoritarismo en la toma de decisiones y programas sociales-económicos; han sumido aún más a la nación en un endémico subdesarrollo. Estos son sólo algunos factores que despertaron sospecha y una nueva manera de ver las cosas en la política, llegando al nivel de decepción y hartazgo.

Por eso no debe causar extrañeza la postura del “voto en blanco o con la leyenda Así No”, pues es resultante de años y años de abandono de la voluntad popular por parte de los detentadores visibles y ocultos del poder político en México(2). Mientras esta campaña se mantenga como societal podría tener resultados interesantes, ya que las autoridades electorales tendrán que readecuar sus formas de conteo: no va a ser lo mismo otorgar cifras de votos depositados, abstencionismo y boletas invalidadas, sino que ahora deberá informar públicamente, en algún apartado especial, el número de sufragios que están en desacuerdo con el proceso. Desde hace muchos años he insistido que el subsistema electoral tocaría fondo, porque no se puede hablar de democracia desde una óptica procedimental, dejando a un lado la creación de una verdadera cultura democrática, que impulse la participación responsable y comprometida en todos los ámbitos de la vida social (hogar, trabajo, escuela, amigos, partidos y la relación gobernados-gobernantes.

El panorama actual no sólo llena de incertidumbre el devenir social y económico de la ciudadanía, sino también la esencia de lo político. A continuación anoto tres escenarios:

Tácticas fascistoides.

Desde la llegada del PAN al poder en el año 2000 se ha hecho recurrente el ataque frontal a opositores por medio de la operatividad de giras gubernamentales y proselitistas y el imperio mediático, destacándose una verborrea violenta contra todo lo que no es orden y progreso. Con la llegada del ex-secretario de la Función Pública, de origen michoacano como el presidente de la República, Germán Martínez Cázares, a la dirigencia de este partido, hay un empleo de tácticas fascistoides, o sea, de traqueteo feroz en contra de lo que no es bien visto por la lógica de derecha, lo que va en detrimento de la racionalidad política: se ufana en sacar “los trapitos al sol” del priísmo y perredismo, ocultando las concertacesiones realizadas por prominentes panistas, tales como Medina Plascencia, Fernández de Ceballos, Creel Miranda, Castillo Peraza(+), Fox Quesada, Sahagún Jiménez y gente muy cercana a los mandatarios, aprovechando los espacios noticiosos para la descalificación.

El colmo se dio el pasado 8 de junio del año en curso cuando en un debate en el World Trade Center un grupo de jóvenes panistas irrumpió a punta de catorrazos, argumentando que su candidato a la delegación de Benito Juárez en el D.F., Mario Palacios, no había sido invitado al evento (como anotación al margen señalo que su contrincante Bernardo Bátiz, candidato del PRD, según sondeos le lleva 25 puntos porcentuales de ventaja). Unas horas después, dicho candidato panista introdujo en su página web una declaración en el sentido de que los jóvenes no agredieron, sino que habían sido recibidos a golpes por los presentes.

La historia -tan olvidada por muchos- nos ofrece lecciones de vida, pues quien la conoce sabe bien que es necesario actuar en perspectiva para no repetir los errores. Sólo basta retrotraer las situaciones perpetradas por los “camisas pardas” (SA), en la década de los años 30´s del siglo XX en la Alemania nazi, a efecto de que no resurjan. Esta corporación hitleriana se dedicó a meter en orden a la disidencia, destrozando reuniones, marchas de protesta, quemando libros científicos y asesinando a opositores intelectuales, así como judíos y personas consideradas de raza “inferior”. Ojalá que la juventud panista no esté siendo preparada por asociaciones religiosas ultraconservadoras o privadas para edificar grupos de choque que hagan prevalecer el adoctrinamiento ad hominen y la violencia.

Militarización.

La guerra entre el Estado y la mafia llena los titulares de los medios masivos de comunicación, creando una verdadera psicosis generalizada de inseguridad, aislamiento y apatía. El Ejército mexicano y las fuerzas policiacas federales están interviniendo no solamente en el aspecto de seguridad pública, sino que ahora sus alcances llegan hasta lo que era considerado como asuntos eminentemente civiles. La sociedad al ver que las autoridades de procuración de justicia y del poder Judicial no han podido detener a la mafia, de acuerdo a las argumentaciones transmitidas por la clase dominante de que no hay otra cosa qué hacer, más que llamar a los militares a la escena social; se ve envuelta en una serie de batallas que producen muertes y deterioro en la confianza, creándose sospechosismo de todos contra todos.

Si bien es cierto que el Ejército es el único organismo que puede enfrentar este grave problema de la mafia (por ser el aparato represivo con el uso exclusivo y legal de la violencia), su incursión en el ámbito social ampliado puede provocar fuertes reacomodos en lo que concierne a las libertades políticas y sociales, lo cual se traduce en reducción drástica de las garantías democráticas. Aunque nos estamos acostumbrando a ver a las fuerzas marciales en las elecciones, resguardando instituciones, bancos, edificios de Pemex, puertos, aeropuertos, ahora su espectro de intervención se disemina en escuelas, centros de reunión, poblaciones rurales, colonias y calles; no es conveniente copar las realizaciones civiles de miembros de las fuerzas armadas.

Más allá de su indiscutible formación castrense que lo pone a la vanguardia de defensa, no hay que olvidar que los miembros del Ejército son adiestrados para sentirse separados de la sociedad, de lo que ellos mismo llaman “civilones”, lo que produce una separación ideológica y una forma diferente de apreciar el mundo real. Caer en la militarización de la vida civil puede atraer nuevos y más serios problemas de descontrol político.

Simulación.

Si los partidos políticos continúan con la simulación, gasto de recursos con fines personales y de grupo, la curva de desprestigio e inactividad ciudadana crecerá a niveles insospechados, lo cual se traducirá no sólo en la elevación exponencial del abstencionismo, sino en el desconocimiento del subsistema electoral y los gobernantes. Cientos de millones de pesos gastados en publicidad (periódicos, revistas, panfletos, espectaculares, folletos, ruedas de prensa, visitas programadas, radio, televisión e internet), candidatos irreconocibles por la sociedad, propuestas sacadas de cuentos de ficción, prepotencia de los equipos partidistas, despilfarro de recursos humanos, técnicos y materiales; son sólo algunos ingredientes que se suman al repudio ciudadano por comprobar que el juego electoral institucionalizado no sirve de nada, más que para la promoción de los personajes que quieren hacerse pasar como los heraldos de la democracia neoliberal.
A “río revuelto, ganancia de pescadores” parecen pensar en sus adentros.

Un gran número de candidatos se han puesto en renta en todos los institutos políticos, pasando del tricolor al amarillo y luego al blanquiazul u otro partido de menor cobertura; se desgarran vestiduras para parecer próceres del bien común y luego, cuando pierden, se refugian en sus búnkeres empresariales o en la ignominia, pero con una cantidad considerable de dinero, producto del “guardadito” que hicieron de los recursos en campañas. En campaña, mujeres y hombres se dan baños de pueblo y se sacan la fotografía con multitudes acarreadas, para luego en la oscuridad frotarse las manos y el cuerpo con gel sanitizador, evitando el contagio por cualquier tipo de virus que pudiera traer el niño, joven, adulto o anciano que los abrazó. De estas imágenes está repleto el escenario político y ya es visible por muchos ciudadanos.

Lo mejor será edificar en lo horizontal una democracia que permee la cotidianeidad en nuestro hogar, trabajo, escuela, centros de reunión y convivencia. Debemos elevar el nivel de discusión de los temas realmente importantes del país, estado y municipio, para encontrar alternativas de solución. Si opta por quedarse en lo procedimental que es votar el día y hora señalada por las autoridades o marca la boleta en blanco o con el nombre de la persona “x” de su preferencia, pues hágalo, el riesgo estriba en percatarse que esto es otra forma, bastante heterodoxa por cierto, de contribuir a la legitimidad del poder político instaurado. Como sea que fuere: actúe, no se quede paralizado. B.H.G.
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(1) Il Gattopardo es una novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, publicada a mediados de los años 50´s, donde narra episodios de la política cortesana de Sicilia, Italia. La trascendencia de dicho texto proviene de una frase asumida por el personaje del príncipe, que dice literalmente:” Algo debe cambiar para que todo siga igual”.

(2) Hay que hacer matices al respecto, toda vez que no es lo mismo que la sociedad civil promueva esta participación consciente de votar por ninguno, que la impulsada por políticos, tal y como lo está realizando Dulce María Sauri Riancho (ex-gobernadora, ex-senadora, ex-diputada y ex-presidenta del PRI), que insiste en dicha medida por oportunismo, ya que sus razonamientos ocultan el sentimiento encontrado de haber sido repelida por los intereses que hoy controlan a su partido, negándole ocasión para ocupar nuevamente un puesto de poder, partidista o de elección popular.

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sábado, 20 de junio de 2009

EL BACKGAMMON POLÍTICO DE LÓPEZ OBRADOR


BACKGAMMON POLÍTICO DE LÓPEZ OBRADOR
Por Baltasar Hernández Gómez


De muchas cosas se le puede acusar a Andrés Manuel López Obrador menos de no saber mover sus fichas políticas. Su inserción directa y personal en el proceso electoral de Iztapalapa D.F. es muestra de que su estrategia va dirigida a poner a sus todavía correligionarios perredistas en una situación de rompimiento. Después de inclinarse por la candidata inhabilitada por el TEPJF, Clara Brugada, puso en claro varios puntos que no sólo cambiarán la correlación de fuerzas en ese importante bastión negro amarelo de la capital del país (1), sino que lo reposicionarán en las elecciones federales de 2012. A continuación expongo las derivaciones de esta táctica:

1.- Jesús Ortega Martínez abandona los protocolos: después de ser muy cuidadoso del lenguaje y las formas para referirse a López Obrador, el pasado 18 de junio lo llamó incongruente y traidor por convocar a militantes y simpatizantes del PRD a votar por los candidatos de los partidos del Trabajo y Convergencia. Al mismo tiempo puso al descubierto que la línea partidista será de ajuste con la estructura de legalidad del sistema político, es decir, el sol azteca surcará el escenario de control institucional, deshaciéndose de movilizaciones, paros, tomas de edificios y crítica a las autoridades interventoras de las elecciones.

Al definir sin ambages lo que representa López Obrador está ganando credibilidad en sectores sociales que observan como enemigo peligroso al “pejelagarto”, sin embargo esto no le significará votos. Por el contrario va a estar expuesto a la resta de apoyos de las bases que crecieron en la cultura de culto al caudillismo (primero Cuauhtémoc Cárdenas y ahora el tabasqueño) y de la presión contestataria.

2.- El “bueno” expulsado: el fallo del TEPJF abrió la rendija para que López Obrador cierre con broche de oro la larga crónica de una separación anunciada, pues al ponerse del lado de la candidata descalificada por el recurso de inconformidad de Silvia Oliva, asegurará el voto de grupos que no están con la directriz de los “chuchos”, que supone el desenvolvimiento en las entrañas del sistema político, creyendo que desde adentro, con concertacesiones seguirá siendo oposición. Acusado de traidor espera el juicio estatutario del PRD que lo colocará como mártir de las causas democráticas con la brújula apuntada al 2012, lo cual provocará rebatingas, salidas de militantes y enfrentamientos entre las tribus.

Convertido en “enemigo”, López Obrador enfocará su artillería comunicacional hacia el presidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, la “mafia” (como él mismo clasifica a quienes no comparten su visión política), PRI y las huestes de Jesús Ortega Martínez, utilizando su soledad como sello distintivo de que es el único opositor real de los partidos de centro y de derecha. Su mensaje sigue siendo de permanecer en el PRD, asegurando que no renunciará, pero esto no es más que el motivo de su inmolación a propósito.

3.- La nueva plataforma política: PT y Convergencia se convirtieron en los motores de propulsión del nuevo proyecto lópezobradorista. El PT recibirá miles de votos por el llamado a votar por sus candidatos y en específico por Rafael Acosta “Juanito” (2), quien aspira a la delegación de Iztapalapa. La jugada de backgammon que propone López Obrador es confusa, ya que las boletas electorales contienen el nombre de Clara Brugada y si los votantes cruzan su casillero se contabilizarán a favor de la candidata avalada por el TEPJF, Silvia Oliva. Lo que desea es que los perredistas voten por el candidato del PT para que, si es elegido, ceda el cargo a favor de la primera.

Con esta votación de carambola de tres bandas, el PT tendrá suficiente capital electoral para situarse como la tercera fuerza en el D.F. y seguir permaneciendo en el sistema de partidos a nivel nacional. Este partido y Convergencia están perfilados a ser la catapulta de López Obrador para lanzarlo, dentro de tres años, a la aventura proselitista como aspirante a la presidencia de la República.

4.- Coto reducido para seguir en las grandes ligas: no obstante que López Obrador estuvo a punto de haber sido presidente de México (poco más de trescientos mil votos fue la diferencia con respecto a Calderón Hinojosa) su arenga demostró rasgos de elevado autoritarismo, ordenando al candidato del PT a que ceda la delegación de Iztapalapa -si llega a ganar- a Clara Brugada; comprometiendo a Marcelo Ebrard a proponerla como titular de esta jurisdicción política en la Asamblea del D.F. y poniendo entre la espada y la pared a los legisladores capitalinos para que acepten dicha proposición.

López Obrador sabe muy bien que no recuperará los niveles de aceptación y mucho menos de sufragios obtenidos en el 2006 y por eso emplea la estrategia de backgammon para desplazar a los fuegos amigos y enemigos, quedándose en zonas geopolíticas delimitadas que le reditúen control y permanencia. Teniendo presupuestos, diputados, senadores, jefes delegacionales y una base social ávida de protagonismo y confrontación, seguirá explotando su figura mesiánica, para dirigir las nuevas tribus rojas y naranjas.

En Corintios, San Pablo señaló que así como los hombres que realizan trabajos son remunerados con dinero, los que se dedican a evangelizar deben ser sostenidos económica y moralmente para cumplir con el ministerio divino. López Obrador ha vivido, vive y pretende seguir haciéndolo de las finanzas partidistas. Ahora sus bancos serán el PT y Convergencia. Su caja de ahorros las aportaciones de los hombres y mujeres que consiguieron cargos de elección popular. Ser factótum le da seguridad en áreas geopolíticas bien delimitadas para consolidar feudos de dominación y presencia en el concierto nacional.

5.- La imagen autoritaria en acción: con un templete atiborrado y una masa que casi se comportaba como los romanos en el Coliseo, López Obrador se apoderó del micrófono para dejar subrayado que él y nadie más que él puede ser el fiel de la balanza para poner y quitar las piezas del backgammon político y así concretar su proyecto de hegemonía en varias regiones del país. Al voltear a su flanco derecho denigró al candidato del PT, apuntándole que no es él por quien votarán, sino por la estela de su figura y el trabajo de Clara Brugada. Sin conocer el nombre del aspirante petista (incluso le pidió su nombre y apellidos para invocarlo frente a la masa deseosa de un nuevo sermón de la montaña) lo hizo juramentar que si obtiene el triunfo electoral tendrá que otorgar el mandato a la candidata inhabilitada.

En el cuadrante izquierdo levantaba el brazo de la ex-candidata Brugada hinchada de orgullo por estar siendo apapachada por la vaca sagrada tabasqueña, luciendo una sonrisa y una mirada como si ya estuviera despachando en la delegación más poblada del D.F. En repetidas ocasiones López Obrador la volteaba a ver con una mirada de complicidad y autosuficiencia por la aceptación de su discurso. ¡Mira cómo los tengo! parecía decir sin palabras.

La imagen de López Obrador es digna de ser comparada con un fascista disfrazado de santo patrono de las causas nacionalistas. Como sea, hay muchas personas que ante la falta de alternativas para salir de la crisis moral y económica del mundo globalizado, encuentra en este temperamento una vía de escape a su realidad: en su interior piensan que es mejor ser parte de un movimiento comandado por un “mesías” que permanecer en solitario, aguantando el embate de la crisis.

6.- El asunto oculto: La estrategia de López Obrador está dirigida a pulverizar al PRD, a fin de que no tenga capacidad de maniobra y mucho menos de crecimiento. Se llevará a miles de simpatizantes y militantes al PT y Convergencia sin lugar a dudas, dejando a las tribus perredistas con jefes vestidos para la guerra, pero sin tropa para llevar a cabo los quehaceres de propaganda, convencimiento, afiliación y organización.

Si bien es cierto que continuará con el rol de salvador de la patria, el “pejelagarto” está abriendo brecha para que el PAN y PRI aumenten capitales electorales por la política de miedo a no acercarse a un perredismo caníbal y oportunista. De las cenizas de un PRD bombardeado por dentro y por fuera, su imagen de liderazgo resurgirá en el D.F., Guerrero, Michoacán, Oaxaca, estado de México, Tabasco, entre otras entidades federativas, dejando una estela de divisionismo en el partido que hasta hace poco tiempo era considerado como real oposición.

Su nueva aspiración no es conquistar la primera magistratura de la Nación en 2012, pero sí conformar un liderazgo focalizado en varios estados, para proseguir con su modus vivendi. A estas alturas no se sabe a ciencia cierta si López Obrador tiene la consigna de desaparecer al PRD, adueñarse de los partidos del Trabajo y Convergencia, hacerle el caldo gordo a su ex-partido PRI, facilitarle el último trienio al gobierno calderonista, o bien, constituir un nuevo organismo político. B.H.G.
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(1)En dicha delegación el PRD obtuvo en la pasada elección 500 mil votos, lo que representa el 30% de su capital político en el D.F.

(2)Este candidato tiene un perfil sui géneris, pues visiblemente es una persona que no transmite una imagen conocimiento, honorabilidad y respeto. Enfundado en una caracterización de “patiño”, se coloca una banda tricolor en la cabeza, recordando la figura picaresca de Rubén “El púas” Olivares (ex-campeón mundial de boxeo en la década de los años setenta). Se le percibe como un hombre sin recursos políticos y muy manejable a las exigencias del “presidente legítimo”.

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viernes, 19 de junio de 2009

LA DICOTOMÍA ENTRE PARTIDOCRACIA Y DEMOCRACIA EN MÉXICO


LA DICOTOMÍA ENTRE LA PARTIDOCRACIA Y DEMOCRACIA EN MÉXICO
La acción de la sociedad civil
Por Baltasar Hernández Gómez


Va sonar a rajatabla la aseveración, pero es extremadamente realista: en México no puede existir democracia sin los partidos políticos. El poder no es pensado ni ejercido para fundar la autoridad de la sociedad, sino para beneficiar a la clase política aglutinada en organismos cerrados, que se apropiaron de los instrumentos de legalidad. Para apropiarse del concepto de democracia los mexicanos piensan primero en el imperio de la partidocracia y la mediocracia, que son los dos contaminantes de la voluntad social. En el presente ensayo trataré de enfocarme en la partidocracia, que es la estructura que hizo surgir una democracia de tipo vertical y procedimental.

Desde la reforma política impuesta por el régimen de José López Portillo en 1977, los partidos se convirtieron en los usufructuarios de la democratización de la vida política en México. Todos los cargos de elección y apoyos financieros tienen que transitar, inexorablemente, por el círculo partidista, sean estos de centro, derecha o izquierda. La ciudadanía vio arrebatado su derecho constitucional a votar y ser votado para cargos populares y en lugar de eso ha sido testigo que revolucionarios institucionalizados, activistas blanquiazules, reformistas de izquierda, oportunistas socialdemócratas y cualquier tipo de fauna que presume defender algún interés, se apoderaran del escenario político y, por ende, de la base de sustento democrático. La democracia fue convertida en formato procedimental donde la sociedad tiene que cumplir con el “deber cívico” de sufragar por los candidatos previamente elegidos por los partidos políticos.

Las candidaturas que relucen por su dudosa inmaculez no se originan por criterios de capacidad, experiencia, trayectoria comprobada y contacto con la gente, sino con el visto bueno de los grupos cupulares: los candidatos no se deben a la sociedad, sino a las cuotas partidistas para defender “x” ó “y” intereses. De tal forma que los políticos deben a los partidos su permanencia en nómina pública, lo cual los aleja de la base societal para fungir como verdaderos representantes.

Si esto lo traducimos en cifras contundentes daré como muestra que 21 mil millones de pesos es la escandalosa cifra que los mexicanos han proporcionado para la operación de los partidos y sus políticos, desde 1998. Esto contrasta con la enorme contracción económica que han vivido las clases media y baja, que se traduce en deficientes ingresos, bajo poder adquisitivo, baja calidad educativa, nulas oportunidades de crecimiento y un cada vez más creciente universo de pobres y extremo pobres. Tanto el partido gobernante como los opositores dejaron atrás las penurias por medio de sueldos estratosféricos, bonos especiales, aguinaldos, automóviles del año, viajes, fueros extraordinarios, becas para hijos y familiares, etc.

Con la llegada del denominado gobierno del cambio de Vicente Fox Quesada, pese a la parafernalia de ataques de la oposición a su estilo de administrar, PRI, PAN, PVEM, PT y Convergencia, decidieron en el año 2003 no obrar judicialmente contra los responsables del financiamiento ilegal de las campañas presidenciales de tres años atrás (Pemexgate y los Amigos de Fox), logrando así cerrar cualquier resquicio que perjudicara al de por sí endeble subsistema electoral y a la cultura democrática oficialista. No obstante del hermetismo partidista por las concertacesiones entre conservadores, centristas y progresistas, la sociedad descubre el desvío de las intenciones democráticas de sus legisladores y miembros del equipo del “presidente de la transición ni siquiera arrancada”. En las elecciones federales del 2003 hubo 60% de abstención, lo cual implicó no solamente inmovilidad ciudadana en los procesos intermedios, sino la gran decepción y sentido de defraudación ante la política cerrada y amañada de los partidos políticos.

Por más que el IFE, gobierno y la clase política se esfuercen en hacer parecer las votaciones como una fiesta nacional, la abstención es una constante importante que da muestras del agotamiento del subsistema electoral, que es el soporte de la democracia en México. La sociedad harta y cada vez más despierta ante las triquiñuelas partidistas no engulle la ideología de hacer aparecer a los no votantes como seres endemoniados que no tienen amor a la patria.

En este sentido, a menos de un mes de celebrarse las elecciones para diputados federales (5 de julio de 2009) lo más probable es que la experiencia de abstención se repita y tenga un aumento significativo, porque hoy más que nunca hay un insulto directo a la inteligencia y al sentido común de millones de mexicanos. De los 77 millones inscritos en el padrón electoral, más del cincuenta por ciento no votarán, lo cual significa que aproximadamente 45 millones de mujeres y hombres en edad adulta no legitimarán el proceso.

Por la calidad de las elecciones y numéricamente hablando, el sistema de representación política en el país es a todas luces ilegítimo. Ya no interesan los spots donde alaban la poca participación consciente de los mexicanos patriotas y menosprecian a los abstencionistas, porque simple y llanamente el subsistema electoral ya no funciona. Si las dirigencias políticas, diputados, senadores, gobernadores, presidentes municipales, regidores y la propia presidencia de la República no le debe su estadía en el poder al pueblo ¿Entonces a quién rendirle cuentas? Obviamente a las decisiones de los grupos internos de sus partidos. A ellos y nada más que a ellos le deben las facultades constitucionales y metaconstitucionales para continuar disfrutando de canonjías.

Los naipes de la endeble democratización mexicana están cayendo sobre la mesa, descubriendo las manos ocultas de los jugadores que hacen y deshacen, que ponen y quitan a los alfiles políticos que cumplen con su labor partidista en los diferentes estratos del poder, convirtiendo a los partidos en agencias eficaces de empleo renovable en el Ejecutivo y Legislativo, a nivel nacional, estatal y municipal.

Por eso no es extraño ver cómo las gargantas oficiales del gobierno panista, partidos de chile, dulce y manteca, intelectuales orgánicos, medios de comunicación y el IFE se hayan unificado para contrarrestar la propuesta del “voto blanco”, que se fundamenta en sufragar por candidaturas no registradas o anteponiendo “Así no”. Ante esta situación las voces acomodaticias y defensoras de la partidocracia se desgañitan afirmando que esto es abstencionismo disfrazado, que no sirve de nada, que los partidos son el único medio democrático para seleccionar a los verdaderos representantes.

Los impulsores de tal medida contestataria argumentan que esta postura no es un convite al abstencionismo, sino un ejercicio político real para decir no a la convalidación electoral secuestrada por los partidos políticos, que incluso se han apoderado del organismo presumiblemente ciudadanizado del IFE. Aseguran que esta acción rescata la expresión más pura del voto libre y consciente, toda vez que los ciudadanos se rebelan ante la dominación política que no ofrece respuestas a las demandas y necesidades sociales.

Debido a este nuevo ingrediente es trascendental analizar crítica y autocríticamente el toque de fondo del sistema de representatividad política, vía las elecciones, y el enorme lastre que significa la partidocracia, a fin de obstaculizar la llegada de formas represivas o elitistas que impongan tratos especiales y diferenciados hacia la sociedad. A continuación construyo algunos escenarios:

ESCENARIO DE GATOPARDO

Por la inminencia de las elecciones de julio 2009 los resultados serán de 40% de participación frente a un 60% de abstención. Las autoridades gubernamentales, el IFE y los partidos políticos retrotraerán sus discursos de agradecimiento a los votantes comprometidos con la legalidad y legitimación, así como mensajes punitivos contra los que no votaron o lo hicieron de manera distinta a lo que establecen los procedimientos.

Habrá -si acaso- referencia a los ciudadanos que impulsaron la acción “voto en blanco”, tratando de reformular algunas normas, inventar nuevas argumentaciones en la cultura democrática representativa “a la mexicana” y apoyando a los nuevos representantes elegidos por la mayoría de la gran minoría.

ESCENARIO DE CAMBIO MODERADO

El Estado mexicano a través del sistema político tendrá que hacer ajustes de forma y contenido, para que los procesos electorales fortalezcan y amplíen auditorios. El poder Legislativo admitirá reformas al COFIPE donde se discuta la viabilidad y puesta en marcha ciertos mecanismos democratizantes al interior de los partidos, reducción de partidas financieras, menos gastos en campaña, eliminación de la denigración por medio del marketing, rendición de cuentas, etc.

Algunos candidatos y dirigentes incluso están promoviendo desde ahora, en entrevistas con algunos programas televisivos y radiofónicos, la firma de acuerdos ante notario público, que los comprometen a cumplir y hacer cumplir la ley y con las propuestas hechas en campaña, así como reducir el número de curules plurinominales en el Congreso de la Unión. La moderación no está peleada con la idea de seguir preservando el status quo de poder de los partidos políticos, que como bien se dice: en México no hay poder político sin partidos, ni partidos sin poder político.

ESCENARIO PROFUNDO

El Estado reúne a los detentadores de poder gubernamental, partidos políticos, IFE y expertos, así como a la clase empresarial para dictaminar un nuevo credo democrático, además de realizar cambios profundos en la legislación electoral, a efecto de que se integren nuevas fórmulas de legitimidad representativa, tales como: instrumentos fiscalizadores ciudadanos para ratificar o quitar a representantes populares, tales como referéndum, plebiscito y juicios ciudadanos en el poder Judicial, con la finalidad de devolver cierto grado de confianza y credibilidad al subsistema electoral sin caer en anarquía; candidaturas civiles independientes, juicios ciudadanos a malos legisladores, funcionarios de gobierno y recomposición del mismo IFE.

Asimismo, habría una transformación del abanico de prerrogativas financieras a los partidos, sueldos de los legisladores y auditoría a la utilización de recursos. El Estado mexicano sabe bien que de no hacerlo, se daría pie al resurgimiento de movimientos guerrilleros, la puesta en marcha de acciones de la sociedad civil sin control de liderazgos conocidos (y por tanto difíciles de controlar), movilizaciones masivas y el desprestigio total de la legitimidad del poder.

ESCENARIO DE EXCEPCIÓN

Ante la caída de legitimidad de las elecciones y la falta de maniobrabilidad de los aparatos gubernamentales y partidistas se implantarían acciones autoritarias, tales como juntas especiales en los tres niveles de gobierno que involucraran la presencia de las fuerzas armadas, iglesia, empresarios, partidos políticos y sociedad civil afín, para administrar las instituciones del Estado. Esto daría cabida a que momentáneamente o por un largo periodo hubiera un retroceso de las libertades y derechos civiles de la sociedad.

CONCLUSIÓN

Lo que Fox Quesada y Calderón Hinojosa no han podido hacer en materia de transición, la sociedad civil lo está empezando a hacer. Los desenlaces son impredecibles, pues no hay certeza de que evolucionen hacia estadios democráticos porque incluso puede darse una involución causada por la intervención directa de las fuerzas más reaccionarias del sistema político.

De cualquier forma el subsistema electoral ya se agotó, ya quemó sus cartuchos útiles y es necesario un cambio profundo de actitud y conducta para construir un país verdaderamente democrático. No por miedo al futuro se detiene el devenir de un país B.H.G.

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miércoles, 17 de junio de 2009

LA CULTURA POLÍTICA: EL GRAN INVENTO DE LA DEMOCRACIA MODERNA


LA CULTURA POLÍTICA: EL GRAN INVENTO DE LA DEMOCRACIA MODERNA
Por Baltasar Hernández Gómez


La cultura política es un entramado ideológico que moldea la convivencia societal y fue creada por el Estado y su clase dominante para regular la actitud (modo de pensar) y conducta (modo de hacer) de los sujetos sociales inscritos en su estructura de autoridad. Propiamente desde el siglo XVIII las monarquías tuvieron que coexistir simbióticamente con los parlamentos, combinando las reglas de sujeción a la “voluntad divina y la tradición” con las nuevas fórmulas de representación encabezadas por la burguesía emergente. Fue así que los Estados nacionales construyeron una base conceptual que dirigiera el desenvolvimiento de los individuos, los cuales pasaron a ser el insumo cuantitativo para dotar al poder político de legalidad y legitimidad.

Los nuevos detentadores de la supremacía política motivaron la puesta en marcha de un código de creencias políticas que fue impuesto como mandato obligatorio para los gobernados. La cultura política fue la invención que dio el corolario de naturalidad al sistema de vida democrático. Ni Yavhé(como personaje literario en el texto de la Biblia) hubiera podido redactar mejores mandamientos, ya que los “valores democráticos” son ajustables a las condiciones materiales en cada estadio histórico y los comandos cincelados en piedra, en la cima del monte Sinaí, no.

Así pues, la catequesis política estableció un decálogo civil, como sigue:

1 Amarás al Estado y sus creaciones por sobre todas las cosas.

2 No tomarás caminos en vano distintos a los que establece el Estado y sus regímenes de gobierno.

3 Darás tu agradecimiento al Estado por el estado de cosas existentes.

4 Honrarás al Estado como padre y al concepto de nación como tu madre.

5 No provocarás muerte ni alborotos por causas ajenas al Estado.

6 No cometerás acciones que vayan en contra de lo establecido.

7 No hurtarás ni pondrás en práctica ideas que puedan provocar desequilibrios al Estado.

8 No levantarás falsos testimonios que vayan en detrimento del poder político instaurado.

9 No consentirás pensamientos ni acciones que pongan en peligro la continuidad social.

10 No codiciarás el bienestar de los otros, ni la igualdad o el desarrollo armónico de la sociedad en su conjunto(1).

La esencia de la cultura política pretende pasar por dogma una mezcla sui géneris de preceptos y normas emitidos hace muchos siglos por griegos, romanos, personajes de la Ilustración y el Liberalismo(2). Se han cuestionado ¿Quiénes hicieron la recopilación de la matriz teórica de la cultura política? ¿Se realizó en automático sin más interés que lograr el bienestar social o bajó como el maná del cielo? ¿Quiénes determinaron como inviolables los cánones democráticos? En la psique social no importan los cómo, por qué, cuándo y hasta dónde, pues de lo que se trata es que prevalezca la validez de lo dado como natural e inalterable.

En México la cultura política nació con la hegemonía de la revolución institucionalizada -como lo especifica el investigador Luis Javier Garrido(3) y tuvo como prioridad la hechura de un cuerpo de ideas para regular la política, a fin de que los ciudadanos se incrustaran como entes receptores. La meta fue dar por terminados los vaivenes ideológicos y armamentísticos de cien años de luchas intestinas y establecer un sistema político corporativizado, mediante el cual los mexicanos estuvieran subordinados al poder del Estado y su aparato gubernamental.
De pronto el país pasó de ser bronco, armado y enfrentado en facciones liberales y conservadoras a otro controlado por un partido; un gobierno organizado por líderes y corporaciones que servían como contenedores de las masas populares, obreras, campesinas, empresariales y militares.

La cultura política emergió de la necesidad de los operadores políticos del Estado para mantener el establishment erradicando cualquier tipo de conflagraciones armadas. Desde 1929 todo México se convirtió en territorio institucional: nada podía existir fuera del sistema y quienes lo hacían estaban en el error. Los mexicanos crecieron con una educación oficial atiborrada de héroes y villanos, bajo la premisa de que la patria es primero y de que nada está por encima de la ley o del interés general. La ciudadanía se vio inmersa en una cultura oficializada a través de murales, textos gratuitos, películas y en el entendido que para alcanzar los beneficios negados en la conquista, independencia, reforma y revolución sólo habría que confiar y apoyar al partido emanado de los caudillos. La idea del progreso fue el mito que homogeneizó a los mexicanos para actuar de manera conformista y obediente a los designios de los remasterizados tlatoanis-monarcas-revolucionarios.

Casi cincuenta años pasaron hasta que se dio la primera reconversión del sistema político por medio de la inclusión de los partidos políticos en la escena nacional (reforma política de 1977), la cual no instauró una competencia democrática, sino que sirvió para catalizar a las fuerzas dispersas que ponían en entredicho los procesos electorales y el control social. El espectro partidista fue ampliado, dando cabida a revolucionarios, empresarios de derecha, profesionistas, estudiantes, obreros y campesinos, intelectuales, comunistas y socialistas, que al sentirse abrigados por el sistema, se acomodaron para sentar las bases de lo que hoy conocemos como partidocracia. Los aparatos ideológicos del Estado mexicano se dieron a la tarea de infundir una serie de valores sociopolíticos para supuestamente vivir en paz. La cúspide del quehacer político se hallaba en el derecho y el compromiso de votar.

A partir de esta lógica los ciudadanos no tenían por qué explorar alternativas diferentes a lo establecido por el sistema. El escenario partidista, el respeto a las instituciones de poder, el culto a las investiduras son algunos de los elementos que permearon el concepto de modernidad civilizada: quienes intentaran rebasar los límites se verían enfrentados con la fuerza del Estado y el repudio de las mayorías. La cultura política ha tratado de inocularse en el consciente colectivo, para luego traducirse en conducta, reduciendo la participación civil al acto de sufragar en los tiempos determinados por el Estado.

El clímax político está situado en la obtención de armonía, tolerancia, pluralidad, justicia e igualdad. Como dice el IFE(4): no hay que pensar demasiado, sino elegir del catálogo registrado a los candidatos que habrán de convertirse en “próceres populares”. La cultura política mexicana privilegió lo procedimental, las formas de cuándo y por quién votar sin intermediación de razonamientos acerca de las plataformas políticas, proyectos sustentables, experiencias comprobadas de partidos y candidatos. Los partidos, la imagen de los candidatos y la utilización de técnicas comunicacionales fueron las coordenadas de ubicación para que los ciudadanos depositaran su soberanía y reafirmaran el contrato social.

Por el poco desarrollo educativo/formativo, la lucha continua de millones de compatriotas por llevar algunos pesos a las economías familiares, acarreo de votos por coacción y el propio abstencionismo; la cultura política mexicana -reducida a la obligatoriedad de votar- ha logrado que los mexicanos crean que no hay otros modelos de praxis política para erradicar el imperio de la sinrazón, corrupción e impunidad. El pensamiento está puesto en el cumplimiento cuasi religioso de asistir los domingos de cada tres o seis años a la casilla electoral. Hemos llegado a tal extremo de alienación que, aún siendo visible la repetición en cargos daministrativos o de elección popular, no se quiere admitir conscientemente que estamos frente a los mismos protagonistas de telenovelas, series televisivas y películas, que sólo cambian de nombre y look: los políticos aparecen un tiempo como funcionarios gubernamentales, para posteriormente tomar posesión circum circa de senadurías, diputaciones, regidurías, presidencias municipales, gubernaturas o dirigencias de partido.

A ochenta años de vivir institucionalizadamente, los mexicanos hemos sido arrojados a un sistema político que no forja ciudadanos responsables, críticos y participativos, sino que nada más moldea actitudes y prácticas políticas pasivas. La mexicaneidad entiende que es necesario recibir y aceptar el cúmulo informativo de las instituciones para finalmente votar por candidatos, aún cuando ninguno llene sus expectativas de vida. Esto produce un vacío porque nadie ha insistido que para vivir en democracia se requiere ser demócrata en todas y cada una de sus realizaciones humanas.

Es algo similar a lo que pasa en el modo de vida capitalista ampliado: se estudia para tener carrera y luego se busca trabajo para ganar dinero. Ya que se tiene dinero se adquieren propiedades y comodidades, para pasar a la creación de un núcleo familiar. Después de todo los sujetos se ven con título, trabajo o empresa, confort, casa, esposa, hijos…..al final se dan a la imperiosa tarea de educar a las futuras generaciones para que repitan el ciclo. Sin embargo, nadie nos dice cómo ser humano, feliz, pleno y realizado, porque el acto de vivir no interesa en las sociedades de consumo.

Como apunta el adagio popular “no hay mal que dure cien años ni pueblo que lo aguante” y el tiempo de la confrontación entre lo ideal y lo real ya llegó. Después de décadas de inmovilidad y sometimiento, de apreciar los malabares de partidos y políticos, de riquezas inexplicables, de reparto de bienes y servicios a amigos, compadres y familiares, así como la venta o concesión de industrias a particulares; la sociedad está despertando de su letargo, rebelándose primero por medio del abstencionismo y la poca participación, para luego razonar y oponerse a las incongruencias de la política y los políticos, lo cual es percibido en escasos o nulos resultados.

Por más que se ufanen en repetir hasta el cansancio que es deber nacionalista votar para perfeccionar la democracia mexicana. Por más que servidores públicos, legisladores, partidos políticos, IFE, intelectuales orgánicos del sistema y líderes intenten excomulgar todo lo que esté en contra del subsistema electoral, la sociedad mexicana cada vez cree menos en la validez de las elecciones, pues ha sido usada como carne de cañón de intereses grupales y personales, de politiqueros que arropándose mentirosamente con la bandera han visto engordar sus arcas, acumular propiedades y perpetuarse en puestos casi vitalicios en los tres niveles de gobierno y Congresos.

Insisto de nueva cuenta que la cultura política no está dada, sino que se está construyendo en la cotidianeidad de la casa, trabajo, escuela, centros de convivio y en todas las realizaciones concretas en el mundo de la vida. Esta democracia horizontal es la que pondrá más temprano que tarde las cosas en su lugar. Más allá de invalidar la convocatoria del llamado “voto en blanco o voto a favor de lo no registrado”, debemos concientizar el papel trascendental que es ser ciudadano, para luego edificar un sistema político representativo, igualitario y justo, que incentive la participación responsable, la evaluación y enjuiciamiento. ¿Hay otra forma? Si la hay díganla por favor. B.H.G.
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(1)Ésta es una paráfrasis del decálogo que proveyó Yavhé a Moisés en el monte Sinaí, que aparece en la biblia en el capítulo del Éxodo: 1.- Amarás a Dios sobre todas las cosas: 2- No tomarás el nombre de Dios en vano; 3.- Santificarás el día del Señor; 4.- Honrarás a tu padre y a tu madre; 5.- No matarás; 6.- No cometerás actos impuros; 7.- No robarás; 8.- No levantarás falsos testimonios ni mentirás; 9.- No consentirás pensamientos ni deseos impuros, y 10.- No codiciarás los bienes ajenos.

(2)Las ideas de Platón, Aristóteles, legislación romana, el uso positivista y utilitarista de la razón; Rousseau, Montesquieu, Tocqueville, Hegel y Kant son predominantes en la composición de los modelos de asimilación política en las sociedades democráticas occidentales.

(3)Este autor aporta un soporte histórico al entendimiento de la política mexicana en su libro El partido de la re-volución institucionalizada.

(4)El Instituto Federal Electoral entró en funciones en octubre de 1990, sustituyendo a la Comisión Federal Electoral, dependiente de la Secretaría de Gobernación. Su origen se debió a los conflictos postelectorales de 1988, que derivaron en una serie de reformas a la Constitución Política Mexicana y la expedición de una nueva legislación reglamentaria en materia electoral (COFIPE).

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martes, 16 de junio de 2009

LA PARODIA DEL PRD Y LA CHIQUILLERÍA POLÍTICA


PARODIA PERREDISTA Y CHIQUILLERÍA POLÍTICA
Por Baltasar Hernández Gómez


Con tal de no morir en el intento de sentirse dirigente nacional de un PRD agonizante, Jesús Ortega Martínez (de los mismos apellidos que el director del IIEPA de la Universidad Autónoma de Guerrero) va y viene a lo largo y ancho de las zonas políticas afines a su partido, levantando la mano a candidatas(os) y fustigando a todos los militantes que atacan a los gobernantes que simpatizan con su causa. Supone que todo es válido cuando se trata de reformular soterradamente las estructuras y directrices de su partido y quitarle presencia a la tribu enemiga. Un día antes de su llegada a Acapulco, no obstante que criticó el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que invalidó la candidatura de la perredista Clara Brugada a la jefatura delegacional en Iztapalapa, admitió que acatará la decisión y apoyará a Silvia Oliva, quien se había inconformado contra su compañera. Lo que hay detrás y no se dice es que la segunda es miembro de un clan cercano a “los chuchos” y Brugada pertenece a las filas pro-lópezobradoristas.
El domingo 14 de junio próximo pasado, Jesús Ortega estuvo en Acapulco, sintiéndose a sus anchas en un rol de “fiel de la balanza”:

1.- Quiso dejar en claro que él es el líder perredista, imponiendo un discurso de unidad por medio de la división: a costa de la crítica a perredistas que se han opuesto al estilo de gobernar del actual mandatario guerrerense, defendió con todo a Zeferino Torreblanca Galindo cuando se le preguntó sobre la información de la Auditoría sobre la inhabilitación de ex-alcaldes del PRD, a menos de tres semanas de la elección federal intermedia (situación que no hizo en el caso de la invalidación de la candidatura a la jefatura delegacional de Iztapalapa).

2.- Aseguró que el posicionamiento de su partido en Guerrero está bien, lo cual va en contrasentido con los recientes resultados electorales en la región: si Chucho dixit es porque es verdad.

3.- Como réferi que da el triunfo a los combatientes, Ortega Martínez vino a levantar los brazos de las dos candidatas a diputadas federales en los distritos 04 y 09, Avelina López Rodríguez y Gloria María Sierra López. De un lado la mujer sin méritos ni definición política, pero que está alineada con el Ejecutivo estatal. Del otro lado, una activista populista y de talacha, plegada también a Torreblanca Galindo desde que era regidora en el Ayuntamiento de Acapulco (1999-2002). Tal simbolismo es una muestra de cortesía al alejamiento del gobernador de todo lo que provenga del lópezobradorismo.

4.- Ponderó la labor del gobernador de Guerrero y minimizó los encuentros negativos entre él y perredistas que han hecho público el nulo compromiso político con las causas de su partido.

Entre rostros contraídos de los perredistas regañados por ser facciosos y sonrisas de oreja a oreja de las candidatas a diputadas federales, Jesús Ortega ahonda la brecha de separatismo. Los chuchistas y lópezobradoristas, los ex-presidentes municipales abandonados, las dirigencias sin brújula ni peso político, las tribus locales en pie de guerra, la indefinición de un mandatario que no es completamente negro amarelo, tricolor o blanquiazul; son los principales elementos que presagian rompimientos y pérdidas electorales. Los opositores se regocijan del carnaval de dimes y diretes y enfilan sus baterías para ampliar cobertura. Las puñaladas traperas que se brindan los perredistas son suficientes para no desviar tiempo y esfuerzo en sus campañas. Saben perfectamente que la sociedad está apreciando todos los días el “fuego amigo” de un PRD cada vez más fragmentado.

¿Ya se le olvidó a Jesús Ortega que hasta hace apenas cuatro años Guerrero estaba considerado un bastión indiscutible del PRD y ahora está enfrentando una caída libre sin paracaídas? Parece que sí, porque su mayor preocupación está en conservar los votos suficientes para garantizar una rebanada de pastel en puestos de elección popular y recursos económicos, que le permitan consolidar un refugio blindado de liderazgo hasta 2012 y más si es posible.

¿Las candidatas por los distritos federales de Acapulco se sienten con la fortaleza necesaria para ponerse el cinturón de campeonas electorales por el simple hecho de haber sido apoyadas por el dirigente oficial del PRD? Ambas conocen que su potencial no es suficiente para detener la ola de Convergencia y de la alianza PRI-Verde Ecologista, pero se apoltronan en la idea de que el perredismo todavía tiene capital para no perder Acapulco y que la mano del gobernador guerrerense es suficiente para movilizar contingentes y recursos para favorecerlas con el voto, teniendo cierta anuencia de algunos priístas. Como me dice un colega: las dos morenas desean ganar para no verse refundidas al ostracismo de sus negocios particulares o tener que luchar desde abajo en las estructuras de un perredismo convertido en sitio de caníbales.

¿Sabrá Jesús Ortega que el gobernador, en su afán de proseguir el modus operandi político que puso en funcionamiento desde 1999, se está acercando a priístas y panistas? Es apreciación no comprobada aún, pero lo que se ve es que el Ejecutivo de Guerrero ha tenido una especie de “luna de miel” con connotados políticos del PRI y el PAN, que lo han dejado medio hacer en cuatro años y dos meses que tiene como gobernante. Zeferino Torreblanca apunta su mira telescópica a una senaduría, a un cargo en el gobierno federal o ser factótum político que parta y reparta el “pay” político de la entidad hasta encontrar un mejor acomodo.

¿Qué ocurre con los perredistas regañados por contradecir al gobernador? Están en la paradoja de ordenarse por intereses: aguantan las críticas verbales y siguen conservando supremacía en la toma de decisiones del PRD, o bien, se separan para “jugársela” con el lópezobradorismo, teniendo en mente el abordaje de los partidos a los cuales está apoyando coyunturalmente el pejelagarto, para que desde esa posición funden nuevas mini-fortalezas caciquiles. Ya se escuchan los estiramientos de los resortes del trampolín para que los políticos sin puestos públicos o en la cúpula salten a otros espacios. Chavarría Barrera y Jiménez Rumbo tienen fuero por unos cuantos años más, pero tejen redes de colocación para sus asociados. Otros se arroparán en sitios de dirigencia, pero muchos más están esperando el momento para cambiar de trapecio (como los movimientos hechos en el pasado reciente por perredistas que ahora son convergencistas y priístas de nueva cuenta).

La última venida de Jesús Ortega es digna de ser considerada una parodia política, ya que las imágenes y discursos expuestos reflejan el alto grado de incongruencia entre el ideario de estar cercano a la gente y el aseguramiento de cargos que le permitan convertirse un partido reformista. La oposición quedó borrada para dar paso a la colaboración disfrazada.

La chiquillería política vive aferrada a la ley de probabilidades, pues sostiene la tesis de que los votos no acaparados por los tres partidos grandes (PAN, PRD y PRI) serán bienvenidos a la buchaca partidista minoritaria. Convergencia actúa en términos matemáticos, tan es así que Luis Walton Aburto pidió licencia a su senaduría para contender por una diputación, a efecto de asegurar presencia en el estado, que permita a su franquicia naranja seguir teniendo prerrogativas a nivel nacional.

El Verde Ecologista de la familia González sigue explotando la fórmula de alianza con el PRI, a fin de asegurar menudencias en diputaciones directas y proporcionales, así como encargos menores en Ayuntamientos y gobiernos. Conformado por jóvenes yuppies, que juegan en sus ratos libres a ser demócratas, se ufana de la presentación de “iniciativas” sin sustento jurídico y campañas sentimentaloides que no dicen cómo resolver los problemas. Su mérito es colgarse de la organización del PRI para sacar beneficios en especie y económicas. Hoy, este organismo pseudo-político llegó al borde de la parodia: uno de sus principales promotores es un presentador de programa de farándula (Raúl Araiza) que llama a votar por el cambio, acompañado de una actriz que fomenta la idea de que la juventud es verde y no hay más.

Nueva Alianza se pliega a la plataforma del SNTE y a la desfachatez de un Jorge Kahwagi que quiere lucir una imagen de modelo-boxeador y repartidor de becas a estudiantes. Con su presencia asegura una que otra curul en el juego perverso del reparto proporcional del sistema de partidos. En lo relativo a las candidaturas locales, los mismos aspirantes saben que no tienen ninguna posibilidad de triunfo, pero aceptan exhibirse en la vitrina pública por la inyección de recursos y las promesas de colocar a sus allegados en plazas de la SEP y dependencias gubernamentales, por la asociación oculta con el PAN.

Del PSD sólo mencionaré que lo más elocuente de su “lucha política” es la transmisión de spots donde señala que ya no más balas, machetes ni grillos, sino acción social con decisión, pero ¿Cuál es su origen, la trayectoria de sus personajes, a qué responden y cuáles son sus alternativas? B.H.G.

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lunes, 15 de junio de 2009

EXPERIMENTACIÓN POLÍTICA DEL PAN, PRD Y PRI: Un ejercicio comparativo entre política y ciencia aplicada.


EXPERIMENTACIÓN POLÍTICA DEL PAN, PRD Y PRI
Un ejercicio comparativo entre política y ciencia aplicada
Por Baltasar Hernández Gómez


Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Augusto Monterroso.


Me apropio ciertos conocimientos adquiridos en las ramas de biogenética, astrofísica y del comportamiento impredecible de sistemas dinámicos en matemáticas (Teoría del Caos), para hacer un ejercicio comparativo entre la praxis política de los tres partidos grandes del subsistema electoral mexicano y los resultados obtenidos por la ciencia aplicada. Veamos:

El PAN le ha apostado a la teoría del caos (Edward Norton Lorenz), que dictamina ciertos movimientos impredecibles en sistemas dinámicos, utilizando la matemáticas en la predicción de ambientes climatológicos, con la finalidad de descomponer el escenario político y obtener ganancia para sus personajes más visibles. El presidente de la República tiene la prioridad de que en la atención/confusión de la guerra contra la mafia mexicana se cree impredecibilidad política, para que al final su figura y la del PAN estén en la cima de las preferencias electorales, sobre todo por la anarquía e incertidumbre provocada por la crisis económica global, que no deja margen de maniobra para incentivar políticas sociales, ni siquiera paliativas que den grados avanzados de legitimidad a su mandato.

En este tenor la labor del dirigente panista Germán Martínez Cázares, como adalid del “comando táctico de derecha”, es ser ariete para romper los protocolos políticos y el equilibrio de fuerzas, imponiendo un programa comunicacional de golpeteo para atraer la adherencia de grupos sociales que desean aniquilar a los priístas y perredistas. Esto proporciona protección al blanquiazul ante los fuegos enemigos destinados a menguar al Ejecutivo federal. En su caracterización de yuppie exhibe discursos que serían la envidia de profetas de la antigüedad, promotores de las nuevas religiones mediáticas y de la inquisición. La estrategia del PAN persigue la vertiente de llevar al público a una dinámica de descalificación hacia todo lo que no parezca progreso aséptico: intenta exterminar al PRD, recreando la política de confrontación de las tribus y de la efigie fundamentalista de López Obrador.

Asimismo, pone en altorrelieve la concertacesión priísta como método para ganar presupuestos para programas sociales y económicos en sus enclaves geopolíticos.
Los panistas piensan que “a río revuelto, ganancia de pescadores”, por lo que inoculan el escenario social de indeterminismos aleatorios para crear desconciertos, que hagan aparecer al presidente Felipe Calderón Hinojosa como el mesías que puede salvar del caos al país y al PAN como el único organismo capaz de no caer en demagogia o desorden. Si esto sigue así es obvio que la política se verá sometida a la efectividad operativa de las fuerzas armadas y a la acción propagandística que erige a cada momento “enemigos comunes”.

La teoría del caos -piensan- es lo que puede darles certeza para ganar apoyos en todas las clases sociales y así conservar el poder allende del año 2012. Por eso se observan movimientos espectaculares: operativos contra el narco, ataque de epidemias, acercamiento con los grandes capitales, descalificaciones públicas en tours proselitistas en los cuatro puntos cardinales de México, obras de infraestructura que favorecen a las empresas industriales, mercantiles, agropecuarias y del transporte de carga y pasajeros.
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En el caso del PRD, sus tácticas están direccionadas a disminuir las emisiones radioactivas provocadas por Andrés Manuel López Obrador y situarse en un espectro de colaboración y moderación. Los dirigentes legales de este partido no pueden darse el lujo de que el hidrógeno energético de su “sol azteca” se convierta en helio fusionante que lo haga explotar como supernova. Un tanto porque Jesús Ortega ha pretendido desarticular a las facciones más contestarías del partido y que el “pejelagarto” está buscando nuevas vías de acción, a través de otros partidos menores para afianzar su permanencia como icono concentrador de simpatías, y otro tanto porque el perredismo está perdiendo amplios nichos electorales por las indefiniciones y fallas en su estrategia de posicionamiento 2009 y 2012.

Este partido ha visto reducida su potencia de conservación y crecimiento por sus errores, divisiones y la política de mantenimiento de canonjías (puestos directivos, cargos públicos y de elección popular) de las tribus que aportan dinero y recursos humanos. En el presente año el gobierno federal ha apuntado su artillería hacia las estelas fotónicas del sol negro-amarillo, diezmando evidentemente sus capitales comunicativas y de empatía con el público: el impacto negativo que han recibido las figuras más prominentes del perredismo, tales como los gobernadores de Michoacán, Zacatecas y D.F. restan posibilidades para edificar un símbolo de unidad y eficiencia, lo cual tira por la borda la idea de que el PRD está cercano a la gente. Si esta situación continúa es muy probable que las auroras boreales, producidas hace apenas unos pocos años por la interacción de rayos aztecas y el campo magnético mexicano en latitudes centro-pacífico-sur-sureste, desaparecerán ante la supremacía de paisajes de color azul o tricolor.

Esto se refuerza por la detestable intervención de sus líderes, tal es el caso de la candidatura a la delegación política en Iztapalapa, D.F., donde la candidata perredista apuntalada por el lópezobradorismo fue bajada -por la apelación interpuesta ante el Trife- por otra correligionaria apoyada por Jesús Ortega. La pus sale a borbotones de la herida largamente vendada y los ciudadanos perciben la podredumbre de la lucha interna por saciar la hambruna de más y más cargos administrativos y legislativos.

El PRD ha visto caer monumentos: López Obrador ya no tiene un grado importante de convencimiento público ni en las facciones de su casi ex-partido(1). Asimismo, los dirigentes están en la disyuntiva de convertirse en aliados funcionales del reformismo gubernamental, quedando fuera de su visión a mediano y largo plazo una estrategia de cambio donde se aprecien acciones para elevar los niveles de calidad de vida (política, económica, social y cultural) y erigirse como partido de oposición real que esté a la altura de las necesidades y prospectivas ciudadanas.
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En el año 2000 los paleontólogos políticos opinaron que el reinado de los dinosaurios priístas había llegado a su fin, asegurando que las secuelas de autoritarismo impuesto a su paso en 71 años en el poder fueron suficientes para México. Las especies panistas se apoderaron de la era neoliberolítica con un escenario envuelto de luces cósmicas provenientes de la mercadotecnia política, que acabó por instaurar el imperio del videns. A punto de cumplir un sexenio y medio de gobiernos blanquiazules, la dominación de Acción Nacional comandada por el presidente de la República y Germán Martínez Cázares está sufriendo del alejamiento de ciertos sectores sociales por quedar al descubierto que no hubo transición democrática, sino una simple alternancia aderezada con acciones mediáticas. Para el PAN-Gobierno la realidad sólo debe ser transformada en formatos de campaña proselitista, a través de la sistemática transmisión de spots que hablan de ir hacia adelante, teniendo como base slogans llenos de simbolismos de superación personal, ataques al adversario y mercadotecnia.

Aunque el panismo conserva una buena parte de simpatía de las clases media y alta en diferentes zonas geográficas, cierto desencanto ya empieza a apreciarse en los resultados electorales de 2006, a nivel federal y estatal. En lo que va del sexenio, la lucha contra el narcotráfico ha sido la válvula del gobierno calderonista para imponer un nuevo culto a la investidura presidencial y desviar la atención ciudadana hacia temas intrascendentes. ¿Y los empleos, las inversiones, la recuperación económica y los programas sociales sustentables? Entre comunicados policiacos, militares y edictos se ha ido la mitad del sexenio. Ante este horizonte, el PRI se dio a la tarea de recoger el cuerpo del dinosaurio moribundo y llevarlo a un laboratorio de biogenética política para revivirlo. La ingeniería aplicada se fue directamente al ADN nucleótido, recuperando las secuencias cromosómicas que dieron resultados positivos en el pasado y adicionándoles otras de reciente adquisición para producir un ente renovado.

Así pues, apoyados en la disciplina institucionalizada, zanjamiento de diferencias, reacomodo de las correlaciones de fuerzas a nivel regional y nacional, impacto del marketing y la recomposición de la imagen construida por sus oponentes como el enemigo común a otra que ahora emerge como partido que sí sabe gobernar y que puede ser el reconstructor del desastre blanquiazul y perredista; lograron poner en movimiento al tricerátopo clonado que surgió de los restos de su antecesor.

El experimento político/genético intenta remover cromosomas que impedían la recuperación de la credibilidad de los mexicanos. Por ejemplo, la secuencia mitocondrial que trae la característica de la cola larga se extirpó, así como también el gen de las escamas que anteriormente hacía que se le resbalara todo lo que ocurría en el ambiente. Mientras esto está en operación, el dinosaurio revivido está rescatando curules y presidencias municipales en sitios donde el PAN y PRD tenían la convicción de ser infranqueables.

El PRI le apostó a que el denominado “hartazgo” iba a tener una curva baja y al llegar a tal punto intervenir a fondo y con todo. Los líderes nacionales, gobernadores, diputados, senadores y presidentes municipales reactivaron los trabajos en los distritos y secciones para acercarse a la población, exponiéndole que ni el panismo o perredismo han sido la solución a sus problemas.

Las encuestas de Parametría, Mitofsky, María de las Heras, entre otras, dan como probable ganador de las elecciones federales intermedias de este año al PRI, lo cual le proporciona una capacidad de defensa y ataque que puede poner en entredicho la labor del presidente de la República y tener mayor contacto en todas las circunscripciones de la nación. En las últimas investigaciones genéticas se ha comprobado que, a partir de la activación de códigos cromosomáticos se pueden retrotraer funciones morfológicas en organismos vivos: en una investigación multidisciplinaria de la Universidad de Texas se experimentó con pollos, los cuales llegaron a recuperar ciertas morfologías de sus ascendentes reptiles, como por ejemplo la cola, los dientes y las extremidades superiores.

Los priístas llegaron a las mismas conclusiones políticas, en sentido inverso: el ente que vivió fuerte por muchos sexenios y que estuvo a punto de fenecer ahora adquiere fisonomía moderna tratando de llenar los requerimientos de la sociedad mexicana del siglo XXI. ¿Será? Habrá que verlo el 5 de julio de 2009, porque hasta hace 9 nueve años nadie se imaginó la voltereta electoral. El PRD y el PAN están sintiendo el rebase priísta y ponen sus barbas a remojar en muchas zonas de presumible influencia. B.H.G.
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(1)Desde finales de 2008 y hasta la fecha Andrés Manuel López Obrador, ex-candidato a la presidencia de México que por un poco más de 300 mil votos no alcanzó la primera magistratura, está haciendo abiertamente campaña a favor del partido del Trabajo y Convergencia, no por el PRD.

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