ANÁLISIS POLÍTICO Y SOCIAL, MANEJO DE CRISIS, MARKETING, COMUNICACIÓN Y ALTA DIRECCIÓN

Este es un espacio para conceptualizar, analizar, efectuar crítica y proponer estudios sobre política aplicada, marketing, comunicación, educación, métodos aplicados, alta dirección y proyectos sustentables. Contacto:baltasarhernandezgomez1@hotmail.com, baltasarhg@gmail.com

domingo, 24 de mayo de 2009

EL TERROR COMO ARMA POLÍTICA


EL TERROR COMO ARMA POLÍTICA
¿Para quién funciona el terror?
Por Baltasar Hernández Gómez

Cuatro años después de haberse iniciado la Revolución francesa quedó instituido un Comité de Salvación Pública bajo el comando de Maximiliano Robespierre y un directorio de líderes jacobinos, con la finalidad de preservar los valores de igualdad, libertad y fraternidad promulgados como columna vertebral del movimiento democrático de los Estados generales. En la práctica, dicho Consejo funcionó como inquisición liberal, que dio lugar a la fundación del terror, como arma política para someter a los “enemigos” del régimen.

Todo lo que fuera denunciado como “contrarrevolucionario” (las acusaciones provinieron del rumor, acusaciones de vecinos y las intrigas de la Asamblea Nacional) era etiquetado como nocivo para la sociedad estamental de Francia del siglo XVIII. Los culpables eran ejecutados en la guillotina o la horca por contravenir a los intereses más altos de la patria. Este periodo (1793-1794) ha sido denominado la época del terror, que arrojó una cifra aproximada de cuarenta mil víctimas.

El terror significó para Robespierre la justicia rápida, severa e inflexible contra toda persona o grupo que generara ideas contrarias a los detentadores del poder. La Revolución francesa tan admirada por ser artífice de las más grandes ideas democráticas, republicanas y humanistas instauró el terror como instrumento represivo, para demostrar que los nuevos Estados iban a ejercer un control férreo para someter a los grupos opositores a la clase política hegemónica. No era suficiente la soberanía representativa y el cuerpo de leyes para asegurar el poder y por eso se puso en marcha la violencia institucionalizada -en grado superlativo- para conservar el orden y la estabilidad.

Este lapso tuvo su fin con la muerte de Robespierre en la guillotina, pero no así la utilización de la fuerza legal contra lo que se percibiera como enemigo de las mayorías. Claro, hay que puntualizar que por mayorías se entendió (y se sigue haciendo) la permanencia de los proyectos e intereses del Estado y la clase dominante. La nomenclatura terror fue borrada del compendio de conceptos políticos democráticos, pero no pasó igual con sus funciones y alcances, pues éste sigue vigente, pero con diferentes formatos.

A partir del siglo XIX los Estados nacionales en Europa y los de reciente creación en América, convirtieron el terror en una praxis de guerra contra los enemigos del sistema, oculto en la legislación y en las instituciones encargadas de salvaguardar el orden público en los países de corte liberal. Así nacieron organismos paramilitares, policiacos y de inteligencia, que se han encargado de dotar información y aplicar correctivos ideológicos y físicos contra todo lo que sea perjudicial para las democracias modernas.

El terror ahora mimetizado en ideología de Estado se encargaría de desterrar las sublevaciones sociales en aras de mantener la estabilidad. Durante el siglo XX, el terror fue invertido: dejó de ser una herramienta bárbara para erigirse como vigilante del establishment. Revolución, comunismo, independencia, fascismo, movimientos libertarios y todo lo que fuera incompatible con los intereses políticos del poder se tornó peligroso. Este fenómeno no aplicó a las represiones masivas o selectivas de las instituciones gubernamentales, pues terror era aquello que hacían los opuestos, llámense rusos, guerrilleros, estudiantes universitarios, cubanos o dictaduras no avaladas por los centros de dominación. Después de la caída del muro de Berlín (1989) los terroristas han tomado el rostro asiático, musulmán y centroamericano(1), de acuerdo a la visión estadounidense de los nuevos villanos del mundo entero.

El cientista social Noam Chomsky apunta que el terrorismo es imputado a los países competidores de las potencias internacionales y pobres. Señala que cuando alguna nación opta por cambiar de rumbo para ejercer su autonomía es acusado de ser nocivo para la salud mundial. El modo de vida capitalista, presumible defensor de la libertad, los derechos humanos y la voluntad soberana se yergue como el detentador del terrorismo. Afirma que Estados Unidos de Norteamérica ha impuesto la creencia (supraestructural y estructural) de que es el amo y señor de los valores supremos de la democracia, utilizando para ello la política del terror.

Si no funcionan las estrategias de espionaje, inteligencia y cooptación, sobrevienen golpes de Estado, guerras y boicots(2). Simbólica y abiertamente es implantada la idea de que los musulmanes y los países disidentes al intervencionismo capitalista quieren la destrucción de Estados Unidos de Norteamérica y del planeta: para ellos el terror porque son terroristas, pues su objetivo es quebrantar la paz y el desarrollo.

En los países alineados al patrocinio del gran capital, el terror ha funcionado como resguardo de los principios y leyes democráticas. En la historia del México contemporáneo, los ejemplos son contundentes: durante el porfiriato los revolucionarios del sur eran reminiscencia del pasado prehispánico y mestizo que debían ser exterminados por las fuerzas federales, para funda una República europeizada. Los revolucionarios del norte eran salvajes que deseaban una democracia imposible de concretizar porque “el pueblo de México no está preparado para la democracia”, de acuerdo a las palabras que promulgó Porfirio Díaz en una entrevista al periodista James Creelman en 1908.

Las luchas sociales de las décadas de los cincuenta y sesenta fueron vistas por el poder como focos problemáticos, pues desorientaban a la juventud, profesionistas, clase trabajadora y sociedad civil con pensamientos “comunistoides”. Lo mismo ocurrió con las reivindicaciones de los años ochenta y noventa, que fueron considerados como intentos contestatarios a los controles impuestos por los regímenes posrevolucionarios(3).

Con la aparición del neozapatismo el gobierno de Carlos Salinas de Gortari quiso situar las demandas indígenas-campesinas en el rincón de la guerrilla rural, que evocaba desestabilidad y una vuelta al pasado. Las administraciones de Ernesto Zedillo Ponce de León y de Vicente Fox Quesada quisieron incorporar al EZLN dentro de los cánones del modelo democrático, tratando de mostrar que las exigencias de este grupo armado se reducían al estado de Chiapas y que eran consecuencia del olvido de gobiernos anteriores. El terror consistió en hacerlos pasar como terroristas selváticos que se oponían al progreso neoliberal, que era la vía para que el país se colocara en los primeros lugares de la economía global(4).

¿Hasta aquí termina el uso del terror contra los terroristas en México? Creo que no. Si bien esta política de control y aniquilación de disfuncionalidades había sido empleada contra los enemigos del status quo, es decir, contra los actores políticos que se rebelaban contra el Estado, el terror ahora es reconvenido contra personajes y organismos, que de hecho están insertados en el sistema político, o sea, alineados de una u otra forma a las reglas del poder. Así se llegó en un tiempo a distinguir que los priístas habían sido terroristas que dejaron las arcas del país vacías y un sinnúmero de procedimientos políticos administrativos corruptos y antidemocráticos.

El PRD también fue encasillado en esta corriente, toda vez que el “mesianismo” de sus líderes y los métodos de protesta infligieron terror a las “personas de bien”. Hoy por hoy para muchos mexicanos este partido y López Obrador representan la convocatoria a reyertas, golpes, paralización de la vida nacional, totalitarismo y caos.

Más aún, la utilización de los medios masivos de comunicación deja cuentas pendientes en este rubro, ya que los acontecimientos de gran impacto para la sociedad son tratados en este mismo tenor. Quienes están contra las políticas de oportunidades, changarrismo, autos para todos, becas familiares y estudiantiles, apoyo a micronegocios, medidas de contención inflacionaria, pago de la deuda, privatizaciones de empresas públicas, reformas energéticas y seguro popular, se convirtieron en terroristas que aspiran a truncar el desarrollo nacional. La crisis económica mundial no debe ser vista como señal de alarma que descubre el mal funcionamiento del sistema capitalista, sino como posibilidad para ser emprendedores y creativos. Cualquier tipo de disidencia es catalogada como promotora del mal que pretende horrorizar a millones de mexicanos que, aún en estado de pobreza y pobreza extrema, guardan la esperanza de mejores estadios de vida.

Con el paso de la influenza A (virus de la gripa porcina H1N1) el terror ha hecho presa a la sociedad: miedo a salir, pavor a relacionarse con familiares, amigos, compañeros de trabajo y ciudadanía que deambula; paralización de las actividades económicas (tanto del sector público como privado), y psicosis ante el futuro que es ahora visto como una interminable cadena de incertidumbres por padecer. El terror atribuye -en lo concreto social e imaginario colectivo- los roles de héroe y villano. Por un lado, los prohombres que desde su espacio gubernamental tratan de que los males se detengan o minimicen, no obstante que aplican desinformación, aprensión, medidas deshumanizadas e ilegales y fuerza pública para alcanzar fines.

Por el otro, los antihéroes que, revestidos de ignorancia y crítica a lo establecido, aparecen como seres infames que siempre van contracorriente de lo que propone el Estado como alternativas para mejorar la calidad de vida. B.H.G. bbhdezgomez@hotmail.com, baltasarhg@gmail.com www.baltasarhernandezgomez.blogspot.com
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(1) La cultura de masas creada por el capitalismo ha creado y recreado héroes cinematográficos y de historietas, que exhiben la figura del occidental demócrata luchando contra los malvados soviéticos, los impredecibles japoneses y chinos, los temibles árabes musulmanes y los primitivos revolucionarios centro y suramericanos. Las películas de James Bond y Misión Imposible, entre otras muchas, dan cuenta del estereotipo forjado para identificar a “buenos y malos”.

(2) Para mayor profundización se debe remitir al libro de este autor norteamericano El terror como política exterior de Estados Unidos, publicado en 2001.

(3) Resulta interesante remitirse a las obras del escritor Francisco Martín Moreno para comprender el estado de cosas prevalecientes en el México del siglo XX, plagado de ideas revolucionarias, desarrollo desigual, pobreza, autoritarismo y represión.

(4) Recuérdese que en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari se implantaron acciones que dejaron ver una recuperación económica, las cuales se tradujeron en programas sociales y obras de gobierno, que auguraban la entrada de México al concierto de naciones del “primer mundo”. Con el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos de Norteamérica y Canadá se aumentó el mito de desarrollo continuo y la bonanza perdurable de todas las clases sociales. Obviamente el despertar de este “Mexican way of life” fue brutal: el error de diciembre de 2004 y Fobaproa constató que México estaba muy, pero muy lejos de ser una economía boyante.

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lunes, 18 de mayo de 2009

DOS VISIONES PARA LA TOMA DE DECISIONES POLÍTICAS


DOS VISIONES PARA LA TOMA DE DECISIONES POLÍTICAS
Entre la utopía política y el efecto mariposa
Por Baltasar Hernández Gómez


UTOPÍA POLÍTICA:
Lo que nos define como humanos es la contradictoria mezcla de lo que no sabemos que fuimos, lo que somos y lo que aspiramos ser. En este ir y venir de pensamientos y acciones, el Hombre construye, derrumba y reinventa su espacio histórico, determinando su modo de vida presente y planteando necesariamente las perspectivas a futuro. Si la aseveración marxista de que la historia de la humanidad es una eterna lucha de clases(1) es cierto entonces que las sociedades han sido constituidas con base en una dinámica de contraposiciones entre uno y varios proyectos políticos y económicos, donde triunfa la clase social con mayores recursos materiales, ideológicos, financieros y humanos. Luego entonces la vida en sociedad es una larga lucha por ser como uno, por ser como los demás o por ser como nos indican hacerlo.

Por lo anterior, el concepto utopía significa “lo que todavía no alcanzamos ser”, que se va materializando conforme los individuos se agrupan para imponer y/o defender sus intereses, a través de normas de convivencia social y productiva, así como por el uso institucionalizado de la violencia y una supraestructura ideológica para mantener la cohesión y asimilación de los ciudadanos a un proyecto específico.

Se ha pensado que la utopía nace en sociedades con grandes carencias materiales, que aspiran a visualizarse en un futuro prometedor en cuanto a la satisfacción plena de sus necesidades. Sin embargo, la utopía aparece también en sociedades con magnos desarrollos tecnológicos, económicos y bélicos, como un horizonte que trasciende el hoy, o sea, el plano concreto, para anhelar los más sublimes valores humanistas, que no se pueden encontrar en el plano societal cotidiano.

En una era de avances científicos vertiginosos surge interiormente la convicción de que “es posible hacer otro mundo”, para poner las cosas en su real dimensión: la tecnología al servicio del Hombre (ecología, desarrollo sustentable, estabilidad política sin guerras, igualdad y justicia, vida digna, así como erradicación de amenazas físico-químicas-atómicas y biotecnológicas).

No obstante los alcances de la utopía, para reordenar el equilibrio de fuerzas, que ponga en cuarentena permanente los intereses “anti-humanos”, es necesario que ésta se convierta en una utopía política, es decir, el abandono de las grandilocuentes metas, para aterrizarlas en a la realidad, que indudablemente se puede encontrar en la esfera política, que entre otras definiciones que empleo, es el arte para realizar acciones concretas, a fin de lograr beneficios colectivos con arreglo a fines, en un espacio histórico determinado.

Luego entonces, la utopía que se enfrasca en fortalecer ideas inmaculadas, futuros idílicos y esquemas comparativos entre “lo que es” y “lo que debe ser”, solamente conduce a caminos irrealizables. Es algo parecido a “estar enamorado del amor”, pues los individuos existen sí sólo sí se enganchan a una espiral infinita de relaciones, tratando de encontrar el amor, pero como este sentimiento es intangible, las metas son inalcanzables en tanto que a punto de conseguirlas se desplazan metros más lejanos. Así, los sujetos enamorados del amor pueden vivir uno y un millón de encuentros y nunca encontrarlo. Este modelo de “hacer suya la utopía” rechaza la realidad misma sin moderar límites o los mecanismos para poner en práctica la utopía.

Por el otro lado, hay personas que hacen suya la utopía, asumiendo el mundo como tal y asumiéndose en él, adaptando e inventando nuevas formas para la construcción del horizonte al que se quiere llegar. Esta clase de “utópicos” sabe que la vida no nació por generación espontánea, sino que es un proceso inacabable que continúa un curso de evolución, a partir de lo ya existente.

Ambas vertientes tienen algo en común: la utopía es el estímulo impulsor para ver al mundo de manera distinta a lo establecido y proponer alternativas de cambio que puedan materializarse y no caer en disipación. Por tal motivo, es imprescindible reconocer el sentido dialéctico entre realidad y utopía, las cuales deben ser tratadas como elementos indisolubles del espíritu humano. Utopía-realidad aparentemente son distintas, pero a la vez únicas: se atraen, se niegan, se pelean o conviven, pero al final se necesitan.

Nunca lo que se vive es utopía, pero al mismo tiempo pensar así es acicate para abstraer lo que se anhela más allá de lo existente. Nada es eliminado en esta visión entremezclada de utopía-realidad, pues la brecha entre lo que somos y lo que deseamos ser, es la misma que tiende puentes para avizorar y luchar por crear mejores estadios de vida.

Es por esto que la utopía política permite aclarar los planos ideales y diferenciarlos de los reales, dando un faro de luz para hacer uso de la racionalidad humana, los valores éticos más elevados, pero también de los avances científicos-tecnológicos, redes organizativas que sí sirven en lo social, político, económico y cultural. Sólo con una posición así se pueden hacer realidad los sueños de ser mejores en pensamiento y acción. La utopía proactiva inspira revoluciones que hacen suponer a los involucrados y los que se van adhiriendo, que están a punto de llegar a la tierra prometida, a punto de nacer del útero de una madre tierra/sociedad que producirá mujeres y hombres nuevos, como lo plantearon Ernesto (Che) Guevara de la Serna o Herbert Marcuse(2).

La utopía se origina en la interioridad y cuando empieza a emerger desemboca en acciones políticas que crean nuevas relaciones sociales, económicas y políticas. Creo que esta es una de las grandes aportaciones de la utopía política: contagia felicidad para cambiar el presente enajenante e infeliz por un mundo mejor. Ésta no debe ser la reelaboración mental de la isla ideada por Tomás Moro o la fantasía que sirve para soñar en el “deber ser”. Este concepto vive latente en los hogares, escuelas, intelectuales, trabajadores, partidos políticos, profesionistas; metamorfoseándose en una hidra de mil cabezas, que busca romper el estado de cosas preestablecido. Es por así decirlo: la esperanza de estar en el ahora y poder estar siempre mejor en el largo plazo.

Cuando la política alimentada por la utopía alcanza hegemonía, no debe seguir el sendero de exhibir ideales o como hacen algunos, mediatizar sus acciones de gobierno, cual si fueran continuaciones de campañas proselitistas. En el momento de tener poder, la utopía está comprometida a solucionar los problemas y dudas, para no caer en la vorágine de dogmatizar los principios que detonaron los cambios. Aquí radica la suerte de la utopía para ser realizable: no ideologizarla, no confundirla con promesas coyunturales, no frustrar las transformaciones que se puedan dar en el plano de lo concreto y mucho menos obstaculizar nuevas utopías.

Estoy convencido que la utopía política debe proseguir en lo tangible, para llevar a las mayorías a la felicidad, pero no una constitucional, que por decreto imponga conceptos de igualdad, justicia, derechos y obligaciones, sino una que llene de espíritu fraterno y solidario a los ciudadanos para edificar relaciones de vida dignas y perdurables.

Hace 41 años, los jóvenes de México y otros países del mundo (Francia, Estados Unidos, República Checa, entre otros) experimentaron la utopía idealista de cambiar el entorno académico y el sentido del mundo. Abordaron las calles para luchar por los conceptos de libertad, igualdad y fraternidad y hacerlas palpables en su tiempo y las futuras generaciones. Los movimientos estudiantiles de 1968 dejaron ver alternativas idealizadas de lo que debía ser -de una vez por todas- el nuevo orden mundial, sostenido por el amor, la paz y el desarrollo armónico en todos los rubros sociales.

En México esto se convirtió en marchas, concentraciones y la exigencia de cambiar al régimen. Cuando el ideal utópico se enfrentó contra los aparatos represivos del Estado mexicano, lo que empezó como un sueño, se materializó en la conquista de las escuelas, las calles, los medios de comunicación y las consciencias de miles y miles de ciudadanos.

Al momento de que los jóvenes, profesores, intelectuales, trabajadores y padres de familia constataron que la utopía estaba tomando forma, hubo una suerte de espanto y el movimiento fue cooptado desde sus raíces (sea por cargos universitarios, públicos o mediante la violencia institucionalizada). Muchos de los combatientes del 68 esperaban que la utopía permaneciera en el limbo por los siglos de los siglos, porque en ello radicaba el romanticismo de sentirse alguien y pertenecer a algo. La realidad demostró que esta utopía debió traducirse en reformas y transformaciones en el sistema político, así como en el renglón educativo medio superior y superior, para luego incrustarse en el tejido social más profundo.

Dichas expresiones sintetizaron los alcances más profundos de la utopía, concentrada algunas ocasiones en los jóvenes y otras en los adultos, pero que acabó por convertirse en una abstracción social amplificada. Es por esto que la trascendencia de la utopía radica en que se vuelva el alma invisible de los movimientos de cambio, pero al mismo tiempo su interpretación es ambigua, toda vez que para algunos atrasa la realización de proyectos que otorguen dirección a acciones destinadas a conseguir beneficios sociales. Sin embargo, la solución no es renunciar a la utopía, sino tomarla como inspiración para hacer proyectos viables de transformación, que alcancen efectivos logros de libertad y de justicia social.

EFECTO MARIPOSA:
El efecto mariposa proviene de un adagio chino que dice “el aleteo de una mariposa puede sentirse en otra parte del mundo”. Éste es retomado por el científico Edward Norton Lorenz(3) para hacer entendible la Teoría del Caos, que sirvió para hacer referencia a la noción de imprevisibilidad, sensibilidad y cambio en los procesos, dependiendo de sus condiciones iniciales. Básicamente la idea es que, dadas unas condiciones iniciales en un determinado sistema, la más mínima variación en ellas puede provocar que éste evolucione en formas completamente diferentes. Lo que es igual a que una pequeña perturbación inicial o en el transcurso de su desarrollo, puede generar efectos no previsibles.

En las ciencias sociales se examinan las manifestaciones materiales e inmateriales de los individuos y las sociedades, a través de paradigmas de la ciencia política, economía, historia, entre otras ramas científicas, para brindar un aporte fundamental en cuanto a la sistematización, análisis, teorización y aplicación de los fenómenos que ocurren en el mundo. Si bien es cierto que no se tienen elementos fácticos como en el campo de las ciencias exactas (matemáticas, física, química, etc.), esto no invalida la rigurosidad y el tino de las disciplinas sociales.

Obviamente que las ciencias sociales trabajan en un péndulo, pues muchos sucesos sociales son impredecibles, debido a la dinámica de las sociedades (lo cultural, idiosincrático, educativo-formativo, económico y político). En esta fase globalizada también intervienen las “leyes” de la oferta y la demanda, en medio de un hiperindividualismo y competitividad feroz, que hacen que sociedad y mercado sean generadoras de una serie de factores impredecibles, pero que pueden ser estudiados para otorgar determinaciones.

Matemáticamente 3 x 2 + 1 = 7; químicamente H2O = agua, pero en ciencias sociales la mezcla de orden, igualdad y progreso no necesariamente desemboca en democracia. El efecto mariposa está presente tanto en las disciplinas científicas básicas como en las sociales: pueden suceder muchas cosas inesperadas, que no necesariamente fueron pensadas al inicio del experimento, estudio o en la dinámica societal.

El efecto mariposa en la política es muy común (más de lo que muchos creen), pues en ocasiones un alza de cincuenta centavos de peso, para favorecer a los productores o industriales de la leche y el maíz, puede desatar una serie de movilizaciones sociales en una nación, que hagan peligrar el status quo de gobiernos o grupos en el poder.

El anuncio de una epidemia puede acabar con la confianza y apoyo a un partido gobernante, produciendo además caos generalizado. La dimisión de un servidor público puede desembocar en el descuido de políticas públicas hacia sectores de la población, deteniendo beneficios en el corto y mediano plazo. Así es el tamaño de lo aleatorio en la política.

De ninguna manera podemos pensar que el efecto mariposa es sinónimo de caos o indefensión ante lo que no se conoce o no se puede prevenir. Todo lo contrario, se debe aprovechar este sentido para pensar y re-pensar estrategias tendientes a maximizar fortalezas y controles para el tratamiento de un fenómeno “x”, minimizando errores en la toma de decisiones. Hay que saber y admitir que en cualquier escenario político hay elementos no controlados o controlados hasta cierto rango, que seguramente habrá que afrontar o eliminar.

Debe haber aceptación de que existen situaciones que no pueden darse por seguras, pero que sí se pueden aceptar o evitar. En todo caso, los hacedores-estrategas deben estar siempre preparados a enfrentar acciones/reacciones no previstas o en desigualdad de circunstancias, sin que esto produzca pánico o inmovilismo. En política la acción trae consigo la reacción, pero no literalmente como establece la tercera ley de Newton, sino como una interacción de vectores insospechados, de los cuales es necesario salir lo mejor posible.

En la escena política el “aleteo de mariposa”, o sea, el desplazamiento continuo de variables puede desencadenar una y mil reacciones, pero se debe estar cierto en poderlas enfrentar con previsión. Así pues un movimiento de inflación, alza de precios, desastre natural, alarma de salud pública, clima, comunicación masiva, etc., pueden hacer variar la estabilidad o permutar el caos por equilibrio. Por eso es necesario que se asuman estrategias conscientes, analíticas, pero sobre todo creativas, para tener capacidad de respuesta efectiva ante imponderables. Hay que apropiarse del pensamiento enfrentar-entender-modificar o por lo menos de afrontar-convivir.

Lo que estoy diciendo es que en esta vertiente para la toma de decisiones nada es absolutamente previsible, ya que la cuota probabilística sí existe. Es posible que las previsiones sucedan como se plantean, pero hay que estar preparados para asumir lo que no sea así y rectificar para la obtención de resultados favorables. Debe grabarse en la mente de los cientistas que no siempre se obtienen “éxitos” o acontecimientos previsibles, mucho menos totales.

Quien así lo afirme está mintiendo para venderse como panacea redentora de los males que aquejan a una institución, organismo o individuo. Aceptando la premisa del efecto mariposa, la incertidumbre es motor de creatividad para estar siempre preparados y alertas para la solución de los problemas que se presenten. B.H.G.
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Entre otra bibliografía consultada por el autor:

Tomás Moro. Utopía, Alianza Editorial, España, 1991.
René Thom. Teoría de la catástrofe, Editorial Gedisa, España, 1993.

Luis Villoro. El concepto de ideología y otros ensayos, “Del concepto de ideología”, pp. 15-40, Fondo de Cultura Económica, México, 1985.

Raúl Ricoeur. Ideología y utopía, Editorial Gedisa, España, 1989.

Göran Therborn. La ideología del poder y el poder de la ideología, Editorial Siglo XXI, México, 1987.

Néstor García Canclini. Consumidores y ciudadanos. Conflictos multiculturales de la globalización, Editorial Gedisa, México, 1995.

Notas:
(1) El pensamiento marxista establece que en la historia de la humanidad siempre ha habido una confrontación entre las clases que poseen y las que no poseen los medios de producción. Las perspectivas de ambas clases son antagónicas e incompatibles, lo cual conduce al enfrentamiento para situarse en una posición de poder. Desde esta óptica se cree que las contradicciones del capitalismo producirán tal deterioro en las condiciones de vida de los desposeídos, que inevitablemente acontecerá la revolución contra los explotadores.

(2) Para Ernesto (Che) Guevara los movimientos revolucionarios no son únicamente transformaciones estructurales, sino un radical cambio del género humano -desde adentro-, que debe forjar una nueva consciencia, valores, principios, pensamientos y acciones que hagan de las sociedades el crisol de la libertad, responsabilidad, compromiso, para alcanzar la felicidad comunitaria.

Herbert Marcuse en su libro El hombre unidimensional resulta un tanto pesimista por los grados detectados de enajenación de los individuos sociales, pero a pesar de ello, propuso un alejamiento de los controles estatistas en educación, mass media y otros parámetros conductuales, para finalmente llegar al punto de transformación profunda con base en la utopía.

(3) Edward Norton Lorenz se abocó a estudiar las alteraciones climáticas y el incremento del CO2 en la atmósfera. En 1963 utilizó un sistema de ecuaciones matemáticas para modelar los cambios atmosféricos y con base en sus observaciones asentó que al determinar las condiciones iniciales se podría conocer la predicción del clima en el futuro. Sin embargo, en sus conclusiones admitió ser éste un sistema caótico, y no poder conocer nunca con exactitud los parámetros que fijan las condiciones iniciales.

La teoría del caos que acuñó no es una teoría en sí, sino que puede entenderse como un gran campo de investigación, para abarcar diferentes líneas de pensamiento. Caos está entendido no como ausencia de orden, sino como cierto tipo de orden con características impredecibles, pero descriptibles en forma concreta. La idea es relativamente sencilla: en determinados sistemas naturales, pequeños cambios en las condiciones iniciales conducen a enormes discrepancias en los resultados.

Este principio suele llamarse efecto mariposa debido a que, en meteorología, la naturaleza no lineal de la atmósfera hace dictaminar que es posible que el aleteo de una mariposa en un lugar y momento, pueda ser causa de un fenómeno mayor en la otra parte del planeta.

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martes, 12 de mayo de 2009

LA REINVENCIÓN DEL PODER EN MÉXICO: EL MITO DE DIONISIO


LA REINVENCIÓN DEL PODER EN MÉXICO: EL MITO DE DIONISIO
El “renacer” continuo de la política democrática
Por Baltasar Hernández Gómez

¿Por qué hacer un comparativo sobre la capacidad de reinvención política en México y el mito de Dionisio? Porque los mitos son manifestaciones culturales repletas de símbolos. Estas representaciones simbólicas son interpretaciones que interrelacionan paradigmas de pensamiento con los sucesos del mundo real. Los mitos son expresiones perdurables que sintetizan un ambiente social, tanto en el plano de lo concreto como de las significaciones (políticas, económicas, educativas, religiosas, etc.), que van más allá de los cambios históricos.

El mito
La primera versión de la gestación y nacimiento de Dionisio narra que Zeus, el jerarca del panteón helénico, enamora y fecunda a Sémele (hija del rey Cadmio). Sin embargo, la diosa Hera, esposa de Zeus, se percató de la infidelidad cuando la princesa estaba en su sexto mes de embarazo. Disfrazada de anciana se presentó con Sémele para informarle que el padre de su futuro bebé era en realidad Zeus y la convenció que le exigiera mostrarse en todo su esplendor.

En una aparición corpórea Zeus enfrentó el dilema de presentarse como dios de la luz y el rayo o perder el amor de Sémele, quien le estaba pidiendo descubrir su verdadera naturaleza. Zeus se negó a presentarse como dios, diciéndole que mejor solicitara otro deseo, pero ante la insistencia, finalmente accedió. Así pues, Zeus se convirtió en energía pura, una especie de fusión nuclear que carbonizó inmediatamente a la embarazada. En ese instante Zeus rescató el ADN del feto convertido en cenizas y lo plantó en lo más profundo de una herida que se abrió en el muslo, ayudado por Hermes. Tres meses después Dionisio nació.

La segunda versión cuenta que Zeus se involucró con Perséfone, diosa del inframundo griego, procreando a Dionisio. Al enterarse de este suceso Hera mandó a los Titanes a matar al recién nacido. Los obedientes dioses del Hades descuartizaron al niño, pero en ese momento apareció Zeus lanzando rayos y centellas, y los asesinos (posiblemente “patronos” de los actuales matanceros de rastros oficiales y clandestinos) huyeron cuando estaban a punto de comerse la totalidad de los miembros de Dionisio. El rey de los dioses del Olimpo recuperó el único órgano que quedaba de su hijo: el corazón, de manos de su madre Rea. Zeus procedió a trasplantarlo en el vientre de Sémele, a fin de que renaciera. De esta leyenda se concluye que Dionisio fuese llamado “el nacido dos veces” (1).

En ambas versiones se identifica lo siguiente: la interacción de lo divino con lo humano; las pasiones de dioses y humanos son idénticas, y que el concepto renacimiento es símbolo de lo infinito. Hera convirtió a Dionisio en desequilibrado mental, pero fue rescatado por su abuela Rea, quien lo curó y enseñó los ritos religiosos más ancestrales del universo y a cultivar la vid, para luego procesarla y producir vino.

Los elementos simbólicos de este mito, ocultos por la hermosa literatura de la historia son: Dionisio es dios inmortal, pero al mismo tiempo ser humano que renace; el vino esconde el rito de experiencias y conocimientos a través de estados alterados; Dionisio es un ser que invita al olvido de lo malo por medio de acciones de placer y lujuria, y es un dios que en contacto con los hombres llama al festejo de la vida y la muerte, en una celebración que hace olvidar pasiones, o bien, permutarlas según sea el caso (2).

El comparativo con la política en México
Para el año 2000 Zeus mexicano era la síntesis de los agentes más sensibles del sistema político para evitar cambios incontrolables. Hera fue la sumatoria de los grupos políticos más reaccionarios a cualquier intento por modificar la estructura de dominación. Sémele era la sociedad cautivada, pero reticente a las querencias del jerarca de los dioses. Rea, la intromisión “salvadora” de los partidos políticos e instituciones de poder en México, que le urgía la conservación del producto, para mantener estable a Zeus. Los Titanes representaban las fuerzas más oscuras de los aparatos ideológicos y represivos del Estado. Hermes, el doctor que tenía como función reformar los errores del sistema político.

Finalmente, Dionisio y el vino significaban la utopía del Estado y la sociedad para construir una estructura de desarrollo más justa, que pudiera brindar los satisfactores necesarios a la población. En la fiesta electoral, organizada por el los aparatos del Estado, el vino desinhibió a millones de ciudadanos para que exigieran el cambio (3).

Ante un panorama de desgaste, demandas y movimientos sociales, los sectores menos conservadores del establishment político (Zeus) volvieron sus ojos a la sociedad (Sémele) para que, de manera direccionada, constituyeran una realidad más democratizante, que impidiera cualquier tipo de disfuncionalidad crítica o insalvable. Sin embargo, los grupos más retrógradas (Hera) se empeñaron en afianzar su supremacía, apoyados solamente por la punta de la pirámide política y económica, en el entendido que la fuerza es el más eficaz instrumento para detener las insubordinaciones sociales.

En este escenario la partidocracia y los programas de las instituciones gubernamentales (Rea) fungieron como contenedores de las intenciones sociales por cambiar la esencia del sistema político, recreando las bondades de la paz, el orden y el desarrollo a largo plazo. Con ello, pudieron mantener la hegemonía de Zeus, formateando el crecimiento y carácter del producto procedente de un consenso para que el estado de cosas políticas no cambiara tanto como para perder dominación.

Las instituciones constitucionales y metaconstitucionales que tienen el uso exclusivo de la violencia (Titanes) estarían a las órdenes del grupo que requiriera su presencia o saliera triunfador, sin tomar en consideración que el producto reformado (Dionisio), mitad Estatal y mitad societal tiene el mismo rango que ellos y que de él proviene su base operativa y principios.

El sanador-renovador (Hermes) de las leyes y procedimientos democráticos que no funcionan adecuadamente en el ámbito político, social y económico supo que debía prestar sus servicios inmediatamente a Zeus, para evitar -a toda costa- que Hera consumara la destrucción de Dionisio, ya que en esto no sólo estaba en juego la existencia del recién nacido, sino la permanencia saludable del dios jerarca del Olimpo mexicano.

En lugar que la utopía social (tangiblemente visible en el vino creado por Dionisio) ofreciera la valentía para cambiar todos y cada uno de los efectos perjudiciales del sistema político y fuera repartido por organizaciones radicales que calentaran el ambiente hasta un punto de quiebra, se dispuso distribuirlo dosificadamente por medio de los procedimientos democráticos del I.F.E. y los aparatos ideológicos (comunicacionales, educativos-formativos, religiosos, infusión de temor al caos o el retorno a exactamente lo mismo).

En el 2000 Zeus y la sociedad de los mortales ya estaban cansados de serle fiel a Hera, que tenía gran poder de convocatoria con los otros dioses para cometer maldades, decidiendo explorar en las mismas entrañas de Sémele, para encontrar un enlace orgánico que les permitiera sentirse renovados. Los grupos más progresistas del Estado mexicano debieron reducir el avance de los más reaccionarios, que aducían que apretando más los controles establecidos no iban a suscitarse catástrofes; por medio de la renovación de estrategias y sus respectivas tácticas, para distensar el legado de verticalismo, que para ese entonces tenía 71 años de mostrarse como única opción política (4).
Esta renovación tomó cuerpo en la exigencia controlada de cambio, que fue introducida en el imaginario colectivo como transición (de un régimen opresor a uno abierto, es decir, un Dionisio resucitado de las cenizas de su cuerpo quemado por los rayos de Zeus). La imagen corporal del niño apareció en lo contrario a lo que se estaba acostumbrado: Fox-PAN-Marketing-Medios de Comunicación-Democracia-Cambio-No P.R.I.

Desde la gestación anunciada de Vicente Fox Quesada (a estas alturas ya dionisiciado) y el cambio, el partido gobernante se alió con Rea para que fuera el bisturí del legrado, y a punto de que todo cayera en el vacío y desequilibrio, apareció Hermes para recordar a todos los actores de este mito a la mexicana, que era mejor ayudar a trasplantarlo como nuevo producto en el muslo de Zeus o el vientre de Sémele, que sucumbir ante lo impredecible que resultaban las elecciones de julio del año 2000.

Aunque Hera y los Titanes estuvieron a un milímetro de que se abortara definitivamente a Dionisio, debido a la campaña negra contra Fox Quesada y el golpeteo a los grupos más abiertos a cambios manejables; Zeus, Sémele, Rea, Hermes y el vino lograron conjuntarse de tal forma que remasterizaron al feto: lo trajeron al mundo de la vida y lo prepararon para que hubiera fiesta en el país por más y más sexenios.

Dionisio sigue andando desde hace 9 años en el Olimpo y la tierra de los mortales, cambiando de vestimenta y fisonomía: empezó en la figura de Vicente Fox y su política mediática de campaña proselitista permanente y ahora toma cuerpo como el fortalecimiento a la investidura presidencial con Felipe Calderón, con un gobierno que ofrece un rostro de efectividad ante algunos problemas nacionales y con un PAN proactivamente agresivo contra la oposición tricolor y negro-amarelo. La fiesta de Dionisio sigue proporcionando vino (ahora adulterado en los alambiques del Estado) y sensualidad disfrazada de cambio y transición, que no terminan de aparecer por ningún lado. B.H.G.
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(1) Para muchos autores el mito de Dionisio se asemeja con la religión fundada después de la muerte de Jesús Cristo, ya que la piedra angular del cristianismo es la vida y resurrección del Mesías judío, que vivió para enseñar la “buena nueva” y murió para la salvación del mundo. En los primeros años de la cristiandad, sobre todo en territorios griegos, turcos y romanos, en centros de oración y tumbas había mosaicos con el rostro de Dionisio, acompañado de frases religiosas.

(2) Dionisio tuvo un doble carácter: dios y humano. Esta dualidad le proporcionó la posibilidad de entablar relaciones con las divinidades y con los hombres, sin embargo, con unos y con otros no acabó de conciliar su presencia. La ubicuidad, el rechazo a medias, su postura mitad masculina y mitad femenina, le dieron la idea de que la liberación sólo podría provenir del placer. El vino es un símbolo de realidad alterada, que brinda catarsis para no sucumbir ante los acontecimientos cotidianos.

(3) El vino cobró forma en los miles y miles de spots transmitidos por los mass media, que enaltecían los sentidos de millones de ciudadanos, que “borrachos” por el marketing político, pensaron que la única vía de escape era votar por el “cambio” propuesto por Vicente Fox y así negarle el acceso al poder nuevamente al PRI.

(4) De acuerdo a los resultados comiciales del año 2000 proporcionados por el Instituto Federal electoral (I.F.E.), Vicente Fox Quesada obtuvo la presidencia de la República con 15.9 millones de votos (42.5% del total de sufragios nacionales). El candidato del PRI, Francisco Labastida Ochoa, 13.5 millones y el candidato del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, 6.2 millones.

Lamentablemente en los resultados que dieron la ocasión para que hubiera un Ejecutivo federal no priísta, el abstencionismo surgió con una magnitud que alcanzó el 36% del electorado registrado en el padrón del I.F.E. De los casi 59 millones de mexicanos con derecho a votar (casi el 50% de la población nacional) sólo sufragaron 37.6 millones.

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viernes, 8 de mayo de 2009

EL ESTADO ASISTENCIALISTA MEXICANO: UN ESPECTÁCULO DE MISERIA POLÍTICA.


EL ESTADO ASISTENCIALISTA MEXICANO: UN ESPECTÁCULO DE MISERIA POLÍTICA.
Por Baltasar Hernández Gómez.

La realidad social parece transmutarse en un performance continuo de shows gubernamentales, presentaciones de artistas que donan dinero, regalos, viajes o electrodomésticos, de teletones que recaudan limosnas, campañas políticas que obsequian despensas, material para la construcción y utensilios para el hogar, así como promociones empresariales que otorgan becas y aparatos para discapacitados. En esta puesta en escena asistencialista se esconden los resultados del neoliberalismo, que han traído estadios de extrema pobreza estructural por la falta de oportunidades educativas, sociales y laborales para cientos de millones de personas en todo el mundo.

En la perspectiva de lo político se ha dado un total desmembramiento del Estado de bienestar, inoperancia del sistema de partidos, ineficacia de la administración pública y nula correspondencia entre gobernantes y gobernados. Lo anterior, es producto de la incapacidad de gestión de las instituciones gubernamentales, que se hacen de “la vista gorda” para proveer de satisfactores económicos, sociales y culturales a la sociedad. En la actualidad hay una política asistencialista, promovida por la clase dominante, empresarios, congregaciones religiosas y organizaciones civiles, que es aceptada por muy buena parte de la ciudadanía, para tratar de demostrar que existe la devolución de una ínfima parte de sus ganancias como “gesto de cooperación social”.

Ante la imposibilidad de crear redes de desarrollo sostenido entre los ciudadanos, los Estados y sus gobiernos desvían la atención de sus descalabros económicos por deficientes planeaciones, intereses de clase que rebasan el tope de equilibrio y presiones de las leyes del mercado globalizado, a través de paliativos, a fin de que un número reducidísimo de ciudadanos tengan o contemplen un pedazo del pastel de prosperidad negada por el desempleo, inflación, inequidad política y explotación en el trabajo. Los regímenes democráticos aspiran regresar a sus bases sociales por medio de programas amparados por el usufructo del sentimentalismo.

Si no hay equipo y mobiliario en la escuela, luego entonces el artista, deportista o empresa exitosa del momento regala computadoras y butacas. Si no existe una política para combatir los problemas de salud pública, la televisora, los candidatos y hasta millones de personas humildes se sienten “obligadas” a aportar recursos para la edificación de centros de reacondicionamiento físico y psicológico.

La irresponsabilidad del Estado es camuflageada con vistosos espectáculos donde aflora el deber de contribución y voluntarismo, teniendo como telón despensas, aportaciones para apadrinar niños de la calle y dotación de ropa y juguetes. Claro está que los gobiernos se regodean al tratar de convencer que dichas prácticas son muestra de la solidaridad social, la cual no puede quedarse impávida ante la carencia de satisfactores tan elementales como comida, vestido, educación, salud y vivienda. En este melodrama se disimulan las pretensiones del Estado para eludir su mandato representativo, evasión de impuestos y acumulación de capitales por parte de fundaciones o asociaciones civiles, que nunca explican su verdadera composición financiera.

El intercambio de favores, bienes y servicios por apoyo al bien común se ha vuelto algo tan natural, que se olvida el estado de cosas deplorable por la privación de condiciones de vida digna, lo cual es derivación del objetivo capitalista para obtener el máximo de ganancia. El asistencialismo es una perversión desde su origen, porque legitima la dominación política, permitiendo la legalización de injusticias. El Estado en lugar de encontrar soluciones definitivas, siembra como válido un circuito sentimentaloide que oculta las contradicciones sociales y económicas.

Los programas asistencialistas resaltan la ayuda a los sectores más vulnerables en lugar de implementar políticas públicas para mejorar la calidad de vida de las mayorías. Con esto se invoca el legado de caridad, fe y esperanza tan largamente esbozado por la religión cristiana, logrando así una nueva forma de clientelismo social y político, que contribuye a la colocación de válvulas de escape para aminorar la presión social. El asistencialismo es una asignación “misericordiosa” para aminorar brotes desestabilizadores en zonas de inseguridad política, y que está fundado en criterios selectivos para la distribución de apoyos, lo que origina discriminación, discrecionalidad de los beneficiarios e insuficiencia premeditada para radicar permanentemente fondos públicos para satisfacer las necesidades más sentidas de la población, que son indiscutiblemente obligaciones del Estado.

Desde finales de la década de los años setenta hasta la fecha, la estrategia asistencialista ofrece respuestas inmediatas y de muy corto alcance a las urgencias de los grupos más necesitados, contrarresta la movilización de exigencias sociales e impide la adopción de programas sustentables que den respuestas definitivas a la desigualdad socioeconómica. Luego entonces, los beneficiarios de “Un kilo de ayuda”, “Teletón”, “Apadrina un huérfano”, “Ayuda al pobre a seguir estudiando”, “Redondeo por la educación”, entre otras decenas de campañas, asumen el rol de clientes agradecidos al gobierno en turno; a las empresas que se hacen visibles con un aura de magnificencia, cuya verdadera pretensión es la venta masiva de sus mercancías; a los medios electrónicos que reposicionan la creencia de que “el gobierno y Dios aprietan, pero no ahorcan”, y a los bancos que se ofrecen como intermediarios del dinero, pero que realmente concentran y manejan discrecionalmente los depósitos en cuentas especiales (como evidencia hay que recordar los casos de captación de fondos por los eventos meteorológicos que causaron inundaciones en Acapulco [1997] y Tabasco [2007]).

Los objetivos del Estado y su clase dominante no sólo pretenden la gratitud social, la evasión de impuestos, el incremento de la venta de productos promocionados por las compañías participantes y un mayor número de votos para el partido gobernante, sino que van más allá, porque la meta es desarticular la relación unificada de la sociedad, que debiera darse orgánicamente entre las clases que padecen carencias endémicas. Esto confluye en una tendencia al individualismo extremo, que niega la vinculación colectiva para exigir los bienes y servicios a que tienen derecho. Si alguien es afortunado en alcanzar un premio, alimento, beca educativa, tratamiento médico o vivienda, se visualiza como agraciado, pero no se detiene a pensar por qué “los otros”, que son millones, no alcanzan o alcanzarán una oportunidad similar.
En la percepción sólo queda una sensación momentánea de triunfo y agradecimiento.

Permanece en latencia el reclamo generalizado y la conciencia aplazada por saber qué comerán los no beneficiados, cómo vivirán los desposeídos o cómo cuidarán -sin recursos o prestaciones- a los enfermos de males incurables. El asistencialismo es espectáculo que deja el recuerdo de la sonrisa o el llanto surgido por una solución temporal, pero que tras bambalinas siguen amontonándose necesidades insatisfechas. En un contexto de crisis como la que se padece en los albores del siglo XXI, el cúmulo de penurias desatendidas tienden a desembocar en demandas al Estado y sus instituciones y por eso los programas asistencialistas constituyen el armazón más viable para dar salidas inmediatas sin alcances duraderos, lo que posterga la transformación del status político, social o económico de la nación. A esto lo denomino una política de neutralización y desvío deliberado para evitar desequilibrio y pérdida de poder.

Las políticas asistencialistas de los gobiernos que incluyeron las exigencias del neoliberalismo como un imperativo en su proyecto de nación, han sido dadas a conocer con vocablos que suscitan admiración, pues aparentemente sintetizan el sentido más elevado de la cooperación humana. El programa de Solidaridad en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari; la política social Progresa en la administración de Ernesto Zedillo Ponce de León; el programa de Oportunidades en los mandatos de Vicente Fox Quesada y del actual presidente Felipe Calderón Hinojosa. Todo esto fue configurado con la consigna de que fueran los propios sectores afectados generadores de sus remedios, acuñando lemas como “mitad gobierno y mitad sociedad”, “changarros para todos”, “autos compactos a granel”, “oportunidades de vivienda, educación y piso firme” . Dichas frases propagandísticas contienen una potente dosis de colaboracionismo y ayuda a los desvalidos, lo que despierta el sensus del buen samaritano.

En el cuadrante Estatal, el asistencialismo representa un paliativo para que no se desborden pasiones ni luchas sociales. Es un medicamento estacional, que permite sortear los seis años de mandato constitucional sin mayores giros en el esquema de dominación política y control económico. Las políticas de corte social son atenuantes que se insertan en el discurso público para que las clases afectadas por los efectos del capitalismo neoliberal y la antidemocracia tengan apenas recursos suficientes para poner en marcha mini proyectos productivos, o bien, para disminuir deudas añejas con proveedores (como sucede con campesinos, pequeños comerciantes, pescadores y amas de casa).

Las becas para estudiantes, los apoyos para actividades productivas permiten el sostenimiento transitorio de las economías domésticas, toda vez que los mercados para sus productos primarios o procesados, al igual que los servicios resultan insuficientes y están copados por las empresas grandes que controlan el abasto y distribución a nivel regional y nacional. ¿Cómo compite un campesino que quiere vender su cosecha de hortalizas frente al acaparador o la empresa comercial que paga lo que quiere y difiere la factura a 45 ó 60 días?

¿En qué forma contiende un pequeño propietario de miscelánea, ferretería, taquería o prestador de servicios locales frente a los oligopolios transnacionales que tienen capitales de sobra y horarios de atención las veinticuatro horas del día? ¿Cómo le hace un pescador para conservar y colocar sus productos cuando la propensión consumista es ingerir alimentos envasados de larga duración? ¿Qué hace un ama de casa con una beca que ni siquiera complementa el sostén familiar por la precariedad del salario mínimo, el desempleo o subempleo?

Por otro lado, las campañas asistencialistas promovidas por consorcios privados, asociaciones civiles e iglesias son apuntaladas por el Estado, ya que sirven para moldear la concepción de que “si el gobierno no puede resolver las cosas es mejor hacerlas motu proprio”. Esta es una salida de primera mano para los regímenes en turno, ya que en lugar de proporcionar satisfactores a la sociedad, mejor se suma a la caravana del voluntarismo. En el show time mediático, gobernantes, políticos y empresarios conforman lo que bien puede llamarse “la liga de beneficencia para menesterosos”.

Durante el proselitismo comercial para apoyar causas asistencialistas se aprecian cheques de donación por millones de pesos, emitidos por fundaciones, instituciones gubernamentales, empresas y gente común y corriente. Alguien se ha preguntado ¿De dónde salen tantos recursos para apoyar los proyectos diseñados por las mismas empresas y organizaciones que dirigen las colectas? Obviamente el dinero surge de las ganancias estratosféricas por la venta de productos anunciados como promotores de la causa; de las finanzas públicas de municipios, estados y federación, que tienen interés en tomarse la foto con niños desnutridos, discapacitados o en estado de miseria; del incógnito altruismo de instituciones de caridad pública y privada, y de la enorme enajenación de cientos de miles de ciudadanos que responden al llamado de solidaridad.

Muchos individuos en vez de envolverse con el manto tricolor y tirarse del castillo de Chapultepec, mejor expían sus culpas, depositando monedas en los botes que traen consigo los misioneros asistencialistas, que deambulan por calles y avenidas, o bien, están situados en las salidas de centros de afluencia, cajas de supermercado y escuelas.

La estrategia asistencialista es, sin lugar a dudas, la institucionalización de la miseria al supeditar los derechos y reivindicaciones sociales a una donación arrojada por la mano del capitalismo a las clases más necesitadas, mientras que por el otro lado despoja los recursos humanos y naturales de las sociedades consideradas como “tercer mundistas”. El asistencialismo somete los proyectos de nación a los requerimientos de las estructuras económicas de “primer mundo” con la asistencia de los Estados y su clase dominante.

De seguir la crisis global, los gobiernos de muchos países y en el caso específico de México, dejará de asistir y/o subsidiar abierta o soterradamente a las clases baja y media. El panorama tiene un tinte catastrófico, pues los mercados están depreciando las materias primas, habrá recesión productiva, desempleo, inflación, bajo consumo, créditos raquíticos, escasa recaudación de impuestos, lo que presagia una profundización de la desigualdad social.

Todos estos factores pueden encender movilizaciones y reclamos sociales que pueden maximizarse, dando fin a la estabilidad de los países con menores posibilidades de resiliencia , lo que pondría en riesgo la gobernabilidad. En este tenor se encuentran -sobre todo- países latinoamericanos africanos y asiáticos, principalmente México, Argentina y Brasil como puntales del hemisferio americano donde se encuentra Estados Unidos de Norteamérica.

El funcionamiento de los paliativos asistencialistas, ya sea que provengan del Estado o de empresas, fundaciones y organizaciones civiles, no significa que pueda sostenerse ad infinitum. El espectáculo de compensación tiene un tiempo de duración, porque las contradicciones entre los que tienen todo y los muchos que no tienen nada son cada vez menos sorteables. Llegará una fase de quiebre que no podrán detener las figuras emblemáticas del mundo político, empresarial, artístico, intelectual o deportivo, ya que las desigualdades no pueden ocultarse por siempre.

Mientras hubo capitales para solventar al asistencialismo sin afectar los privilegios de la hegemonía política y económica, a nivel doméstico e internacional, el Estado tuvo poderío de maniobra para disuadir las presiones sociales. Sin embargo, en estos momentos de crisis globalizada se hace insostenible este tipo de tratamiento paliativo, poniendo al descubierto la debilidad en los comandos de dominación política.

En el caso mexicano, el Estado se encuentra en una encrucijada, toda vez que la presencia del presidencialismo concentrador se ha disipado en el juego de la concerta-cesión partidista. Aunado a esto, hay déficit presupuestal, falta de directriz para reconvenir políticas de desarrollo social y económico fuera de la égida global, grados de pobreza extrema que ponen al rojo vivo la estabilidad y una estrategia de gasto corriente desmesurado hacia las fuerzas armadas en la lucha contra el narcotráfico y de especialización-actualización por su condición de aparato represivo.

No hay mucho espacio para dónde moverse, pero lo cierto es que a la sociedad le corresponde exigir políticas sociales y económicas que disminuyan el golpeteo de la crisis sin la recurrencia a programas asistencialistas. Es innegable que las demandas subirán de tono y que puede haber retrocesos democráticos y la implementación de acciones autoritarias, pero no veo otra forma para que el Estado tome cartas en el asunto y se ponga a hacer algo por las clases baja y media, teniendo la amenaza de pérdida de gobernabilidad.

Una lucha primigenia es alertar que las políticas asistencialistas del Estado y de organismos empresariales y civiles sólo fomentan la esperanza de lo inmediato, que no conduce a nada. Basta de dejarse llevar por el sentimentalismo de otorgar donativos, que sólo fortalecen los controles políticos de los aparatos gubernamentales y enriquecen a consorcios comerciales, bancarios y fundaciones de dudosa procedencia. Hay que trabajar, de manera permanente, en la cotidianeidad, para exigir los derechos inalienables del hombre: libertad, igualdad y fraternidad, que indudablemente traen consigo los satisfactores básicos que requiere el género humano, tales como: alimentación, educación, vivienda, seguridad, servicios públicos y desarrollo armónico. B.H.G.
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Bibliografía consultada de soporte:
1.- Pablo José Torres. De políticos, punteros y clientes: clientelismo político y ayuda social, Editorial Espacio, Buenos Aires Argentina, 2008.
2.- Manuel García Pelayo. Las transformaciones del Estado contemporáneo, Editorial Alianza, España, 1997.
3.- Estela Grassi, Susana Hintze y María Neufeld. Políticas Sociales, crisis y ajuste estructural, Editorial Espacio, Buenos Aires, 1994.
4.- Norberto Alayón. Asistencia y asistencialismo: ¿Pobres controlados o erradicación de la pobreza?, Editorial Lumen, Argentina, 2001.

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miércoles, 6 de mayo de 2009

COMPENDIO COMENTADO DE FRASES DE VICENTE FOX QUESADA


COMPENDIO DE FRASES DE VICENTE FOX QUESADA
Un vistazo a los mensajes políticos de la presidencia de México (2000-2006)
Por Baltasar Hernández Gómez

En la praxis política resulta cierto el adagio “La forma es fondo”, acuñada hace más de 30 años por Jesús Reyes Heroles (1). Durante el sexenio de Vicente Fox Quesada se emplearon formas discursivas, que fueron tomadas por muchos mexicanos como “cándidas” expresiones que estaban cambiando el lenguaje de los políticos, sin embargo, todo cayó por su propio peso: sólo fueron muestras de la impericia de un hombre que, teniendo la oportunidad de convertirse en Jefe de Gobierno y Estado para materializar la transición democrática, no supo siquiera ser administrador de los recursos nacionales.

Las frases transmitidas por Fox y compañía, al calor de los acontecimientos que se le iban presentando, no deben quedar para el anecdotario mexicano, pues representan un punto de partida para comprobar que los lapsus políticos, trascienden el ámbito introspectivo de los detentadores del poder, porque son demostraciones de la fragilidad y desatino del sistema político-electoral y de la clase hegemónica al seleccionar a sus personeros.

Los mensajes públicos de Fox Quesada impusieron la ocurrencia como una de las herramientas más efectivas para desviar la atención social. Esta directriz comunicacional funcionó por seis años para gobernar a más de 100 millones de habitantes, que estaban a la espera de un millón de nuevos trabajos al año y créditos fáciles para abrir micro-negocios (ambos anhelos fueron exhibidos como promesas en su campaña electoral).

Las palabras y chistes fuera de contexto pronunciadas por el ex-jefe del Ejecutivo provocaron carcajadas en muchos auditorios, pues se infirió que el “nuevo idioma de la presidencia” era una catarsis para desterrar 71 años de regímenes priístas. La realidad hizo recordar que después de la fiesta sólo queda una inmensa resaca.

No obstante del jolgorio momentáneo provocado por un mandatario irreverente a los rituales políticos, a la expectativa ciudadana y a la responsabilidad para abrir verdaderas posibilidades para el desarrollo nacional; la acumulación de frases constató la ignorancia, irresponsabilidad y desparpajo de un presidente de la República que poco le interesó la política, la cultura universal, las tradiciones, los protocolos y la voluntad de servir comprometidamente para solucionar los muchos y grandes problemas de México.

En medio de frases “chuscas” se fue el sexenio foxista, pues su gobierno fue sostenido a través del apuntalamiento del marketing institucional, que hizo creer que las acciones de gobierno eran iguales a los slogans de campaña. Vicente Fox fundamentó su labor con el apoyo de las técnicas mediáticas para vender productos: las mercancías fueron los conceptos cambio y nueva mexicaneidad. En este lapso el empresario venido a político no estuvo solo, ya que fue apoyado por varios personajes de su gabinete, pero sobre todo por su cónyuge, Marta Sahagún, llegando la situación a tal extremo, que el país parecía estar en el más profundo surrealismo.

A continuación comento algunas frases dichas por Vicente Fox durante su periodo gubernamental:

“Honestidad, trabajar un chingo y ser poco pendejo".
Antes de dar a conocer públicamente los nombres de quienes conformarían su gabinete -en noviembre del año 2000- Vicente Fox dejó en claro que las mujeres y hombres que lo acompañarían en su aventura presidencial deberían ser honestos, trabajadores incansables y cortos en entendimiento. Este perfil por supuesto no fue cumplido por el ex-presidente al ciento por ciento, en virtud de que el término honestidad no fue comprendido ni aplicado por su esposa Marta (sí, sin h como ella misma lo escribe) Sahagún, sus hijos y por funcionarios públicos.

En lo que se refiere al trabajo arduo, tampoco fue cierto, ya que constantemente dejaba el encargo público para refugiarse en su rancho de San Cristóbal, Guanajuato y por constantes viajes oficiales, que al final de cuentas fueron excusa para pasear, exponer discursos en un inglés bastante mal pronunciado e ir de compras. En lo que sí cumplió fue en no usar la inteligencia, pues además de confundir a Borges con Borgues, la práctica del “tío Lolo” fue una constante en los rubros de política interna, educación, desarrollo social y económico, así como en cultura y comunicación política.

"Sí hice muchas travesuras de chiquito y las ando haciendo también de Presidente".
En el festejo del Día del Niño del 30 de abril del año 2001, Vicente Fox descubrió haber sido un niño travieso y que esta “cualidad” iba a ser requerida para cumplir con el mandato otorgado por millones de mexicanos que creyeron en un México mejor. La presidencia fue vista como un gran parque de diversiones, donde el “niño” Fox podía experimentar las mieles del poder en compañía de su clan familiar y amigos.

Seis años pasaron en un vaivén de columpio: unas veces demostrando desenvoltura como neopolítico gracias al impacto de los medios masivos de comunicación y otras guardando el dinero público para incrementar los montos del pago de deuda externa y las reservas monetarias. ¡Vaya que hizo “travesuras!. Como muestra sólo diré que hasta experimentó incesantemente con la lengua castellana al decir frases cortas como “No se “apaniquen”.

“¿Y yo por qué?".
Así respondió Fox Quesada a la pregunta sobre el conflicto legal entre Televisión Azteca y CNI Canal 40, en enero del año 2003. Dio a conocer que el presidente no debe por qué saber lo que ocurre en el país y mucho menos dar su opinión en un caso donde estaba en juego un medio de comunicación. La ignorancia sobre la realidad nacional fue camuflageada con un cuestionamiento digno de un infante de pre-escolar. En este caso pudo haberse comportado como un importante interlocutor y mediador, a fin de que el canal 40-CNI no fuera apropiado por el consorcio de Ricardo Salinas Pliego.

Como dato complementario: el abogado de los anteriores concesionarios del Canal 40 fue Fernando Francisco Gómez Mont, actual secretario de Gobernación en el gabinete del presidente Felipe Calderón Hinojosa.

“Los migrantes mexicanos hacen trabajos que ni siquiera los negros quieren hacer".
En el mes de mayo del año 2005, Vicente Fox quiso defender a los migrantes mexicanos en Estados Unidos de Norteamérica, sin embargo su discurso fue desastroso: los mexicanos que se van al país vecino del norte representan trabajadores de ínfima categoría, dignos de ser tratados como esclavos modernos. El ex-presidente quiso disfrazar que los mexicanos emigran ante la imposibilidad de encontrar trabajos dignos y remunerados en México y que pese a su esfuerzo en labores “indeseables” son tratados peor que las personas de color.

Claro que esto levantó polémica en los millones de afroamericanos estadounidenses, ya que sintieron ofensivas dichas palabras. Las líneas expresadas por Fox Quesada estuvieron fuera de toda proporción, ya que el vocablo “negro” es por sí mismo discriminatorio. Obviamente, exhibió su falta de conocimiento de la historia mundial. Cuatro años después un afroamericano es el presidente de E.U.A.

“El 75% de los hogares de México tienen una lavadora, y no de dos patas o de dos piernas, (sino) una lavadora metálica".
Esta perla lingüística fue transmitida en 2004, demostrando la cualidad de “macho” del entonces jefe del Ejecutivo federal. Para Vicente Fox las mujeres (amas de casa, madres solteras, estudiantes, trabajadoras y profesionistas) también son lavadoras. Sí, lavadoras de dos patas, cual si fueran animales, que al instante de decir la frase corrigió por dos piernas. Para el ex-presidente los hogares tienen a una mujer que cumple el rol de lavar la ropa y los trastes, lo que insertó -sin concientizarlo-en dicho papel sociocultural a su madre, esposa e hijas adoptivas.

El desconocimiento y la falta de respeto otra vez se hizo patente en Fox Quesada, en virtud de que si fueran ciertos los datos de tenencia de lavadoras metálicas, equivaldría a que por lo menos 25 millones de familias mexicanas tienen en sus casas este tipo de electrodoméstico. Otra mentira.

“A veces el presidente de la República es el último en enterarse de lo que pasa”.
¿Para qué sirven entonces los aparatos del Estado? ¿Para que existen y cómo puso a funcionar a las Secretarías? ¿Qué interés tenía Fox para conocer diariamente el estado de cosas que ocurrían en México? Por esta frase se deduce la impreparación de Vicente Fox como estadista y zon politikon, para tener a la mano la información general y particularizada del país.

Se observa que el ex-presidente pretendió escudarse en la creencia popular de que “uno solo no puede hacer todo”, pero ésta no aplica para un jefe de Estado. Si no se enteró de lo que pasó en el país se debió a que: 1) No tuvo un gabinete legal y ampliado eficaz y de confianza; 2) No se dio tiempo para leer la síntesis gerencial de información prioritaria y cotidiana; 3) No tuvo tiempo o ganas para escuchar a sus asesores y secretarios; 4) Las redes operativas no funcionaron adecuadamente para transmitir, recopilar y analizar los sucesos que ocurrían a los largo y ancho de la Nación ó 5) Sencillamente no tuvo interés en saber.

"Necesitamos la varita mágica de Harry Potter".
Con estas líneas discursivas Vicente Fox se descubrió como un ciudadano promedio, que estaba a la expectativa de “ver pasar el cadáver, fumando en el portal de la casa” y no con la investidura de presidente de la República. No bastaba con tener la voluntad, encontrar el método y las formas para cumplir con los programas sociales, económicos y políticos trazados en el Plan Nacional de Desarrollo, que presumiblemente fue diseñado por él mismo, sino que México necesitaba los poderes mágicos del personaje de la escritora inglesa J.K. Rowling para resolver la problemática nacional.

El país se convirtió para él, en la zaga viviente del cuento de Harry Potter o la consecución de la historia cinematográfica recreada en un millón 972 mil 547 kilómetros cuadrados, que comprende la superficie total del territorio mexicano. Me imagino a los más de cien millones de habitantes contemplando la labor de gobierno, esperando el movimiento de la varita mágica en la mano de Fox Quesada.

"Ya hoy hablo libre, ya puedo decir cualquier tontería, ya no importa... Total, yo ya me voy".
A menos de dos meses que concluyera su mandato presidencial, Vicente Fox comentó off the record, que estaba en plena libertad de hablar como un mexicano sin cargo público (para lo cual él luchó anteponiendo el interés nacional y que juramentó ante el Congreso, bandera nacional y Constitución) sin que mediara gota de inteligencia. Total, -pensó- a punto de mudarse de la residencia oficial de Los Pinos era momento de hablar de cualquier tema público e incluso privado sin importarle consecuencias.

Con esta frase lo único que puso al descubierto es la irresponsabilidad de cumplir y hacer cumplir la voluntad popular y de asumir el cargo conferido por el voto mayoritario de millones de ciudadanos. Al fin y al cabo lo que hizo o dejó de hacer sería continuado o no por el presidente que lo supliera. De este tamaño estuvieron las cosas.

"Sí vendería Pemex, pero no el petróleo".
En plena campaña proselitista, a meses de que fuera electo presidente de la Nación, Vicente Fox se atrevió a ventilar un asunto de vital importancia para la economía nacional con la ligereza de quien no conoce y asume la lucha institucional que se implementó para alcanzar la expropiación petrolera, la relevancia de Pemex para el desarrollo nacional y el significado patriótico que esto representa para los mexicanos.

Lo que sí develó es que había una pretensión de soltar amarras en el control de dicha paraestatal, disimulando la pretensión como un proceso de mejoramiento continuo o simple reestructuración administrativa para vender más hidrocarburos. B.H.G.
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(1) Jurista, catedrático, intelectual e historiador, autor de una serie de textos políticos e históricos sobre el sistema político mexicano. Su paso por las instituciones gubernamentales (desde 1944 hasta antes de su muerte en 1985) le ganaron el apelativo de “ideólogo del sistema”. Sin embargo, su obra y postura política frente a problemas nacionales lo hacen un autor digno de ser analizado. Para él lo visible de la forma reviste la esencia y alcances de lo que políticamente se comunica o hace.

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lunes, 4 de mayo de 2009

UNA VUELTA A LA TEORÍA DE ESCENARIOS PROSPECTIVOS


UNA VUELTA A LA TEORÍA DE ESCENARIOS PROSPECTIVOS
ELECCIONES EN MÉXICO 2009 y 2012
Por Baltasar Hernández Gómez


Marco conceptual de los escenarios prospectivos.

Para apreciar el presente y hacer una visualización prospectiva de la política es necesario que haya técnicas y métodos aplicados y no elucubraciones de quienes se erigen como “entes políticos profesionales y especializados”. Una cosa es vivir de la experiencia personal, partidista o desarrollo institucional y otra tener los elementos cientistas para elaborar análisis que rebasen la coyuntura y el horizonte cotidiano basado en la ocurrencia, conspiración o complotismo.

Una forma de trascender este posicionamiento erróneo es minimizar el sentimiento de inseguridad sobre el futuro, a través de escenarios prospectivos que contengan rigurosidad en la captación y sistematización de datos, análisis y propuestas sustentadas en la racionalidad, para construir imágenes de la realidad sociopolítica, a efecto de alcanzar futuros más deseables, pero sobre todo sustentables.

El análisis prospectivo debe primeramente alertar sobre la trascendencia de impulsar una necesidad de futuro en estrategas, dirigentes, partidos políticos, organizaciones sociales y empresariales y gobiernos, con el propósito de avizorar “lo que vendrá”. La prospectiva es un cúmulo de ideas propositivas sobre el futuro de una persona, institución o país, que conllevan estrategias y sus respectivas tácticas para encontrar soluciones en el presente. Esto auxilia a prevenir situaciones catastróficas en el devenir social, en un espacio y tiempo determinado.

Por lo mismo, la prospectiva apoyada en escenarios ayuda a tener un conocimiento de lo que ocurre en una situación dada y proyectar condiciones diferentes, con base en la serie de constantes y variables que estén insertos en un ambiente “X”. Para esto se demanda un diseño de acciones que generen condiciones que pongan en la mesa lo qué queremos obtener, pronosticar o transformar. Tener conocimiento sobre el futuro -con mayor o menor previsión- permite tener una mejor toma de decisiones para aceptar, afrontar o reconvenir el hoy-ahora, lo cual trae consigo el establecimiento de ambientes alternativos, que tendrán que basarse en la intención de intervención, para dirigir fines, o bien, estar preparado a enfrentar un fenómeno específico con ánimo de permanencia y continuidad.

Hablar de escenarios prospectivos indudablemente nos remite a identificar los factores prioritarios que inciden en un ámbito de estudio y acción, a fin de que se configuren situaciones hipotéticas, con el propósito de que si bien los futuros no se pueden pronosticar, sí están por suceder o sucediendo. La prospectiva no es oráculo o predicción metafísica para determinar lo que viene, sino preparación de lo que puede construirse para moldear mejores posiciones.

En el terreno de la política, las crisis son inevitables y por tanto deben ser vistas como oportunidades para su reducción o desaparición. Esto da certeza a pensar que es mejor adelantarse a los problemas, tratando de abarcar futuros inminentes. Los escenarios prospectivos permiten tener un estimativo de los futuros más probables (sean estos positivos-a favor, neutros o negativos-en contra). Para alcanzar un grado de confiabilidad en este tipo de estudios teóricos-prácticos es imprescindible tener método para abordar el futuro, destacándose lo elaborados por medio de la teoría de los escenarios, análisis estructurales y morfológicos.

Para efectos de este ensayo me centraré en el método de escenarios prospectivos, que reúne lo siguiente: el involucramiento del futuro como causa última del presente, lo que da acceso a escenarios previsibles a través del presente. Así pues, se facilita el involucramiento y acción de los actores en su ambiente.

Los escenarios son imágenes de futuro, que dan por asentada la descripción de lo que pasaría si llegase a ocurrir, introduciendo precisiones previas que ocurrieron, ocurren y pueden ser en el tiempo que se ha determinado. Para que el diseño de escenarios prospectivos sea sólido debe contener: 1) Coherencia, es decir, todo lo que contenga tiene que estar armado. Cabe destacar que la argumentación debe estar ensamblada de manera objetiva; 2) Pertinencia, o sea, que lo analizado tiene que estar centrado en lo que es, tanto lo inmediato anterior y el presente, sin detenerse a profundizar en elementos colaterales, y 3) Verosimilitud: asumir la prospección como algo creíble y fundamentado.

Los escenarios son descripciones de situaciones futuras, por lo que los métodos y procedimientos deben buscar siempre la factibilidad. Los diseños más recurrentes son: Exploratorios: a partir de las tendencias del pasado y del presente. Normativos: a partir de diferentes imágenes del futuro, pudiendo conformarse en deseables e indeseables. Las hipótesis para realizar estos escenarios prospectivos deben contar con la delimitación del sistema y su entorno, señalando sus variables esenciales, teniendo a su vez análisis del pasado reciente y de las estrategias puestas en práctica hasta el momento.

Como se aprecia, la configuración de la prospectiva política no se posa en la invención de imágenes panorámicas por ocurrencias, sino en el diseño de futuro(s), partiendo de información, causas y efectos probables, actores e intereses que intervienen en un fenómeno. El estratega-hacedor tiene la responsabilidad de ANTICIPARSE, aplicando el marco conceptual y teórico para fragmentar el acontecimiento, avizorando salidas alternas a futuro. Asimismo, debe ACTUAR con método para poner en práctica sus ideas bajo condiciones manejables, que no enturbien la realidad presente y mucho menos incidan en el futuro previsible, y APROPIARSE que es la intervención comprometida de lo propuesto por parte de los actores interesados.

Un caso práctico: elecciones 2009 y 2012 en México.

ESCENARIO PROSPECTIVO:
PRI será fuerza legislativa mayor que el PAN y el PRD en franca pérdida.

PRI.- Después de las elecciones federales 2006 este partido se posicionó como la tercera fuerza. Los resultados que obtuvo fueron: 5 millones 400 mil votos menos que su contrincante más cercano (Andrés Manuel López Obrador) y 5 millones 700 mil sufragios menos que el candidato ganador (Felipe Calderón Hinojosa. En cuanto a diputados sólo alcanzó 121 escaños (39 menos que el PRD y 139 abajo del partido gobernante. Para senadores obtuvo 39 lugares (en combinación con partidos aliados 3 arriba del PRD, pero 13 abajo del PAN).

En paralelo, el PRI está gobernando en 18 entidades federativas (56.25%) y en 1,077 de 2,438 municipios (44.17%). Es además mayoría en 18 de los 32 Congresos locales, encabezando la administración pública en 18 de las 32 capitales (56.2%). Asimismo, recuperó el 18% de votos provenientes de las elecciones locales efectuadas en 2007 y 2008, que equivale a un poco más de 1 millón de sufragios.

Escenario previsible (¿Para quién?

Si la curva electoral se mantiene el PRI tiene amplias posibilidades de colocarse como partido dominante en la Cámara de diputados en 2009 y años posteriores. En esta perspectiva tendrá amplio margen de maniobra para ser un contrapeso a la gestión de la presidencia de la República, que como sabemos está comandada por Felipe Calderón Hinojosa (PAN).

Dicha posición le permitirá ser un fiel de la balanza en la discusión, análisis y aprobación de iniciativas de Ley enviadas por el Poder Ejecutivo y los otros partidos políticos. Aunado a esto, la cobertura nacional y los recursos disponibles darán mayor empuje a que se expanda la labor de campo, es decir, que mantenga un contacto directo con las bases de apoyo que, en muchos estados, es lo que le ha concedido apoyos sociales que anteriormente le habían sido negados.

El triunfo electoral puede otorgarle un mejor abanico de presencia e impacto en los sectores fieles y ampliar su empatía con grupos sociales que volcaron su sufragio al PAN o PRD, ya sea por “castigo” o porque les interesó experimentar con otro partido.
Prospectivamente, este crecimiento le da oportunidad de posicionar a un candidato que reúna los elementos políticos, programáticos y hasta mercadológicos para ganar la presidencia de la República. Claro, para lograrlo deberá implantar una estrategia de homogeneización entre todos los actores nacionales y regionales (militantes/adherentes), con el propósito de proseguir con su imagen de unidad, gestión de calidad y estar diferenciado del PAN en cuanto a obtención de resultados efectivos que brinden beneficios sociales directos.

En este tenor deberá también desmarcarse y criticar la política contestataria/opositora del PRD, a fin de que sea visto como un partido propositivo y de oposición al estado de cosas prevaleciente en las administraciones federales panistas, que por dos sexenios han estado en el poder, resaltando los magros resultados en materia social y económica. Los efectos de la crisis, desplantes de ex –funcionarios, inseguridad pública no controlada, desempleo, entre otros factores, le dotarán de elementos políticos para alcanzar más apoyos.

Escenario desfavorable ¿Para quién?

Si el PRI no tiene la suficiente fortaleza para unificar criterios estratégicos y operativos sólo podrá acceder a posicionarse como segunda fuerza, aprovechando la coyuntura de descrédito del PRD y la falta de consolidación del PAN en sus delegaciones estatales.

El mapeo geopolítico se centrará en las entidades donde el PAN cuenta con militancia “asegurada” como Guanajuato, Aguascalientes, Morelos, Jalisco, Querétaro, Tlaxcala y Baja California, con el fin de no permitir mayores cuotas de votos. Al mismo tiempo, en los 25 estados restantes deberá apuntalar sus plataformas regionales y hacer frente a los opositores del PRD, para obtener el mayor número de sufragios, que se traduzca en posiciones institucionales de gobierno, apropiándose de la simpatía ciudadana que no ha visto cristalizadas sus aspiraciones.

A estas alturas sólo podría haber catástrofe si los candidatos del PAN o PRD (con el auxilio del centro) tienen las capacidades suficientes para destronar la ola tricolor que ha expandido campañas de cercanía con la gente a través de dotar con servicios públicos. Esto es aprovechar la falta de operatividad del PAN en estados y municipios y las permanentes desavenencias entre perredistas.

PAN.- No obstante de la desaguisada toma de posesión del presidente Felipe Calderón Hinojosa, el uno de diciembre de 2006, donde diputados de su partido y del PRD se enfrascaron en una pelea verbal y física, lo cierto es que el PAN logró -por segunda ocasión consecutiva- adjudicarse por la vía de las elecciones, el Poder Ejecutivo. La legalidad que confiere el subsistema electoral mexicano le dio por un margen de trescientos mil votos (15 millones de sufragios de Calderón Hinojosa contra 14.7 millones de López Obrador), la certeza de ocupar la primer magistratura.

Si a esto le sumamos que hay supremacía en la Cámara de diputados, una cantidad considerable de senadores y que con apoyo de otros actores nacionales puede adquirir las gubernaturas en juego para este año y 2011, como son: Hidalgo, Veracruz, Nayarit, Sonora, Coahuila, Jalisco, Guerrero, Chihuahua, Nuevo León, Durango, Aguascalientes y Colima; el PAN tiene probabilidades de ampliar sus enclaves regionales, que le permitan tener un espacio para el aseguramiento del Poder Ejecutivo dentro de 3 años.

La figura del presidente Felipe Calderón es pieza clave para apuntalar al panismo en las preferencias electorales, sobre todo si ofrece resultados sensibles para contrarrestar os embates de la crisis económica global, inseguridad pública, lucha antinarcóticos y programas sociales que otorguen un aliciente a la situación existente en las familias más depauperadas.

Escenario previsible (¿Para quién?

El imperativo es frenar al PRI, que desde hace 2 años emplea una estrategia de crítico moderado a las políticas del gobierno federal panista, en virtud de que la fijación del marketing y la labor de zapa en las circunscripciones estatales y municipales le han otorgado nueva fuerza electoral y de penetración. Se debe detener que la población en edad de votar (ahora y para el 2012) tenga fijación de los cuestionamientos ¿Habrá valido la pena cambiar al PRI por el PAN? ¿Dónde está la transición y el crecimiento tan anunciado por el PAN y sus presidentes?

En el caso del PRD no hay mucho que abordar, toda vez que las diferencias intergrupales y la escasa concreción de su proyecto político son suficientes para que la ciudadanía tenga una opinión contraria a sus propuestas. La imagen de Andrés Manuel López Obrador Cierto ha ido en caída libre, ya que se ha posicionado la idea de ser beligerante, radical y distorsionador. A lo largo de 3 años de la actual administración nacional ningún otro personaje ha acumulado más descalificaciones y abandonos que él.

Muchos sectores de las clases baja y media lo han dejado solo y al PRD, debido a la necedad de explotar la legitimidad de su “triunfo” y la ilegitimidad del PAN, pero sobre todo por la serie de movilizaciones que desquiciaron actividades económicas y cotidianas de cientos de miles de mexicanos. Hoy, la figura del denominado “pejelagarto” se presta a la burla y a pensar en el político violento.
Luego entonces, el presidente Calderón Hinojosa y su partido tendrán que apretar ciertos mecanismos para preservar en el imaginario ciudadano que la opción perredista no es viable, aún cuando fuera distinto el próximo candidato negro-amarelo, pues estaría en este misma dinámica de “tribu” radical, o bien, perteneciente al ala de Cuauhtémoc Cárdenas, Jesús Ortega u otro.

Simultáneamente debe explotar al máximo toda oportunidad (positiva, negativa o de emergencia) para fortalecer su imagen de marketing institucional y electoral, que lo aparte del cuadrante “regreso del PRI”, advirtiendo de manera frontal o velada que no se puede regresar al esquema priísta, que representa, corrupción, atraso, componendas, pobreza y autoritarismo.

Si el PAN no fortaleciera su contacto directo con las bases sociales y le apostara al presidente de la República y personajes que se van formando para la candidatura 2012, podría perder superioridad numérica en el Congreso de la Unión y hasta gubernaturas y ayuntamientos, pero no el Poder Ejecutivo. Hasta ahora, la negociación soterrada con líderes legislativos, gobernadores y presidentes municipales le ha dado un papel preponderante al partido blanquiazul y a Calderón Hinojosa y estoy seguro que éste puede ser un mecanismo de equilibrio de poder, aún con los bemoles de no contar íntegramente con los controles en el Poder Legislativo de la Nación.

El neocaudillismo panista, el manejo masivo y sistemático del marketing político y gubernamental, así como las acciones tendientes a impulsar políticas sociales paliativas, que redundan en “mejoramientos” coyunturales en muchos sectores sociales, dan el punto extra para impedir el resurgimiento del PRI y la recuperación, en su caso, del PRD. La crisis no es un elemento puramente negativo, ya que puesto en un molde político distinto es oportunidad para seguir por el camino del trabajo, la inversión y no como lo han hecho creer, de la contracción y la austeridad típica de gobiernos federales anteriores.

Escenario desfavorable ¿Para quién?

Tirar la apuesta al poderío del presidente Calderón Hinojosa y al impacto del marketing puede resultar contraproducente, porque entonces le daría cabida a que el PRI posicionara favorablemente a un personaje que inspire una reacción empática, que diera al traste con lo ganado en 9 años de gobierno panista. La inmovilización o poco desarrollo de un trabajo con las bases son puntos positivos para sus rivales, principalmente para el PRI, ya que con la fuerza de gobernadores y presidentes municipales tricolores se puede incidir en amplios sectores sociales.

Si el priísmo recurre a lanzar con todo a Enrique Peña Nieto, por citar al político que reúne muchas características para arrancar simpatías y apoyos en la carrera presidencial 2012, el panismo estaría en una situación de empate técnico, sino que en desventaja, ya que el actual gobernador del estado de México ha pulido una imagen de político joven, eficaz, comunicativo y que cuenta con el sustento de amplios sectores priístas, sociales, políticos, empresariales, del medio artístico y de los medios de comunicación, como Televisa, primordialmente. Si cae en este túnel se vería forzado a reconocer la vuelta del PRI en el sistema político mexicano, perdiendo no sólo gubernaturas y ayuntamientos, sino la propia presidencia de la República.

PRD.- Hay que recordar que el PRD nació hace 20 años como una fuerza política aglutinadora de corrientes democráticas que no tenían cabida al interior del PRI y la unión de sectores de izquierda, socialistas y progresistas de otros partidos que estaban comprimidos a los últimos lugares, dentro del espectro electoral oficial a finales de la década de los ochenta. De esto se desprende un perfil protagónico, contestatario y sujeto a procedimientos de jerarquización y “disciplina” hacia las cúpulas.

El PRD ha sido una organización política estacionada en una plataforma caudillista, de estatutos y plataformas ideológicas abarcativas de un abanico de buenas intenciones (que no de utopías), que privilegió la fuerza de los grupos dominantes y el papel cuasi mesiánico de sus personajes más visibles. La figura es esencia y así pasaron muchos años bajo la égida de Cuauhtémoc Cárdenas, lo cual desembocó en culto a la personalidad, cayendo finalmente en el fenómeno lópezobradorista.

En el aquelarre de posicionamiento de cargos de elección popular, las llamadas tribus se han repartido el pastel geopolítico, sintiéndose herederos de una historia de lucha de clases, ejemplo para los desposeídos, pero que al final sometieron a la dirigencia del PRD a la batalla de cuotas políticas, de género y de superioridad económica o relaciones con el poder.

Así pues, en 2006 el candidato Andrés Manuel López Obrador levantó una cresta de popularidad que lo puso, en términos reales, en las puertas de la presidencia de la República, obteniendo catorce millones 700 mil votos (2% por debajo de la votación nacional obtenida por el candidato ganador, Felipe Calderón Hinojosa). Sin embargo, el renombre adquirido se fue disipando por constantes errores de estrategia poselectoral, que son difíciles de contabilizar a ciencia cierta, sobre todo en esta época de turbulencia económica y social.

En la más reciente encuesta de Gallup International y Cedatos, el presidente Calderón Hinojosa tiene un rango de popularidad casi del 60%, cifra óptima si se consideran los movimientos provocados por el contexto económico global, que ha constreñido las finanzas y la gestión gubernamental. Este porcentaje demuestra persistencia de la imagen del Ejecutivo nacional y de su partido, lo cual arrincona la pretensión del PRD para expandir su estrategia basada en la figura de un individuo.

La impopularidad de López Obrador, las rupturas entre los grupos dirigentes a nivel nacional y regional y el desenmascaramiento de modelos de selección amañada de candidatos a cargos de elección popular y carencia de cuadros políticos han sometido al perredismo a un callejón sin salida en el corto plazo. En el proceso electoral 2009 es casi improbable que obtenga un número de curules que lo haga una fuerza política de envergadura. En estas condiciones veo muy complicado que el PRD acuda a la contienda del 2012 con actitud triunfadora ni mucho menos.

Escenario previsible (¿Para quién?

Reproducir paradigmas que han dado resultados a favor no es someterse al imperio del adversario, por lo mismo, el PRD debe considerar la apropiación del esquema de unidad (que efectivamente le está dando resultados al PRI), más allá del plano meramente discursivo y convenir que antes que ocupar puestos públicos, es prioritario replantear el proyecto constitutivo y los alcances de su permanencia en el escenario político nacional.

Las divergencias pragmáticas y tácticas deben ser superadas para posicionar en el auditorio nacional la idea de un partido activo que difiere del PAN y el PRD, en virtud de que tiene un proyecto de país incluyente, democrático y progresista. Tiene que hacer surgir una espiral de seguimiento popular, que lo coloque como un partido unificado en principios y metas, que esté al lado de las causas de la población más necesitada, pero sin descuidar los sectores medios e inversionistas. Si esto se sigue así tendrá posibilidades de construir una base militante y simpatizante fuerte que le dé votos.

Ahora bien, en el pedestal más apegado a los ciudadanos debe incentivarse un papel proactivo y de gestoría que aliente a la recuperación de los ciudadanos inconformes por el paso de legisladores, gobernadores y presidentes municipales que no cumplieron con las expectativas generadas. El trabajo de campo, o como se dice en México, de talacha, tiene que ser soporte para aumentar el prisma de cobertura a favor de su imagen/presencia y la de sus candidatos. Sólo de esta forma estará preparando un espacio realista para colocar candidatos identificados con la gente y en especial a nivel nacional con un personaje que quite el estigma de pendenciero, caótico y poco preparado para la investidura presidencial.

No se descarta la reconversión de López Obrador, que trate de capitalizar el apoyo que todavía guarda en sectores sociales del centro-sur del país, adoptando un perfil propositivo, crítico y con propuestas sustentables para llegar al sensus y racionalidad de un gran número de mexicanos. En esta vertiente el partido del sol azteca puede llegar al acuerdo de propulsar a un(a) candidato(a) que tenga un capital político ganado en funciones públicas, para darle el plus que necesita para situarse en un lugar preponderante. Ahí están figuras como Amalia García, Lázaro Cárdenas Batel y hasta Rosario Robles, sin dejar de considerar a algún gobernador proveniente o adherido a sus filas.

Al unísono, tiene que dejar de experimentar la democratización al seno de su estructura, ya que los intentos de selección por votaciones o por encuesta le han producido rupturas internas y la imagen de un partido caníbal y oportunista. Las decisiones para elegir candidatos deben ser consideradas como bastión para su permanencia en mediano y largo plazo y no sólo para ganar posiciones de corto plazo.

Escenario desfavorable ¿Para quién?

Si el PRD no reconsidera cambios de fondo en su organización estará condenado a padecer más desprestigio e ir desapareciendo de la escena política nacional hasta un punto de quiebra. La pésima elección de candidatos que han ocupado sitios legislativos y en la administración pública, además de la nula formación de cuadros políticos ha sumido a este partido en el descrédito y cero crecimiento.

En las elecciones 2009 que se avecinan es muy probable que obtengan una mínima cuota de diputados federales, debido al cúmulo de los males internos proyectados y por carencia de políticos comprometidos y con la sapiencia para hacer buen desempeño público. La mira debe estar en 2012, haciendo prevalecer fortaleza, unidad y con los arrestos necesarios para concursar por el voto ciudadano en los cuatro puntos cardinales de la geografía mexicana.

Si el PRD opta por repetir su esquema actual no podrá competir ni siquiera dignamente, dejando espacio para que haya una desbandada mayúscula, alianzas a forciori con otros partidos o la creación de uno nuevo, que más temprano que tarde lo van a hacer desaparecer. B.H.G. bbhdezgomez@hotmail.com; baltasarhg@gmail.com y www.baltasarhernandezgomez.blogspot.com

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Información y bibliografía consultada por el autor:

1 Datos del Instituto Federal Electoral (I.F.E.) sobre las elecciones 2006 y 2008.

2 Información de las empresas de análisis y encuestas Cedatos y Gallup International www.cedatos.com.ec .

3 Información de posicionamientos políticos y resultados electorales en México 2006, 2007 y 2008 en los periódicos Reforma, Universal, La Jornada y Excélsior.

4 Samuel P. Huntington. El orden político en las sociedades en cambio, Editorial Paidós, España, 1995.

5 Francis Fukuyama. El fin de la historia y el último hombre, Editorial Planeta, España, 1992.

6 Alvin Toffler. El cambio del poder, Editorial Plaza & Janés, España, 1990.

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