ANÁLISIS POLÍTICO Y SOCIAL, MANEJO DE CRISIS, MARKETING, COMUNICACIÓN Y ALTA DIRECCIÓN

Este es un espacio para conceptualizar, analizar, efectuar crítica y proponer estudios sobre política aplicada, marketing, comunicación, educación, métodos aplicados, alta dirección y proyectos sustentables. Contacto:baltasarhernandezgomez1@hotmail.com, baltasarhg@gmail.com

martes, 26 de julio de 2011

PODER POLÍTICO Y LA ELIMINACIÓN DE ESTORBOS.


PODER POLÍTICO Y LA ELIMINACIÓN DE ESTORBOS.
Por Baltasar Hernández Gómez.
[Extracto de mi libro Tácticas de poder, Editorial Pretextos, México, 2008].


Ejercitar PODER requiere primeramente erradicar ideas y prácticas culturales, que han sido aceptadas como válidas, muchas de las cuales invalidan la capacidad para transformar para sí un entorno inhóspito o impenetrable. Entrar al juego de PODER da posicionamiento en las relaciones con otras personas o instituciones y suprime elementos negativos que inhiben el avance óptimo para ganar autoridad.

Es indispensable romper esquemas de timidez y conformismo, pues paralizan la ofensiva. Se necesitan adquirir paradigmas de cambio para dar el salto a una posición de PODER aunque esto signifique borrar el pasado o transformar estilos caducos, que resultan estorbosos. Es confortable vivir en medianía, ya que se tiene un statu quo promedio;, trabajo, propiedad, automóvil hijos en instituciones públicas o privadas;, dinero para tomar vacaciones una vez al año, seguro de vida y fondo de retiro. Sin embargo, en la profundidad del ser hay una recóndita sensación de no estar en el sitio que algún día pensó estar.

Dejar la burbuja de comodidad permitirá potencializar las aspiraciones e incorporar cambios que lo hagan descollar. ¿Qué se necesita eliminar para adquirir PODER?

A continuación detallo los puntos que son obligatorios erradicar para situarse en el control de las cosas:

Basarse en valores:

Las personas actúan tratando de ajustarse a un catálogo de valores axiológicos que impiden alcanzar los objetivos trazados, ya que enfatiza códigos de “bondad y maldad”, que restringen el espacio de libertad para hacer las cosas. Establecer como plataforma de despegue lo bueno y lo malo; lo blanco y lo negro, nos aparta de la eficacia para lograr metas.

Las relaciones de PODER no se someten al imperio de la buena voluntad, pues en un acto de dominación sólo valen los instrumentos desplegados para llegar a un fin. Decía Dante Alighieri que “el camino al infierno está plagado de buenas intenciones” y es verdad: actuar con PODER debe prescindir de justificaciones morales, que son pretextos ideológicos para ocultar las intenciones materiales y quedar paralizados.

Aunque uno piense que todos trabajan con sentido ético, buscando beneficios particulares sin alterar el bien común, la realidad es que esto disfraza el carácter de clase del Estado, los intereses del mercado y los comportamientos ocultos de cada una de las personas. La gente piensa para sus adentros “de que lloren en mi casa, mejor que lloren en la de otros”.

Resulta falso pensar que la esencia del sistema imperante es homogeneizar a todos para que alcancen niveles igualitarios y equitativos en su calidad de vida. El capitalismo como modo de producción tiene un conjunto de valores que privilegian la competencia, propiedad privada y la acumulación, que son impedimentos para que exista una convivencia comunitaria, como lo señaló Tomás Moro en su libro Utopía. Asumir que todos juegan éticamente es vivir en el error.

No hay buenos ni malos, sino hombres y mujeres que quieren escalar posiciones para alcanzar metas específicas, en el plano grupal, familiar y personal. Si se va a introducir al escenario de PODER tendrá que erradicar el sentimiento de culpabilidad, pues si no lo concientiza está destinado a ser anacoreta, un inadaptado que se sujetará a los designios de otros.

Actuar anteponiendo sentimientos:

Hacer que prepondere la pasión versus racionalidad produce sentimientos encontrados, que obnubilan la correcta toma de decisiones. Caer en el terreno de las emociones como: amor, odio o venganza, demerita la estrategia de PODER, ya que es obstáculo para alcanzar los fines que se quieren. Si esto continúa hay crecimiento cero, lo cual conduce a seguir el juego de los adversarios.

Las pasiones son malas consejeras para la activación de tácticas de PODER, ya que se convierten en componentes que distraen esfuerzos. Si coloca la emoción como prioridad y a las políticas de dominio en posición secundaria está condenado al fracaso. Si los sentimientos son dejados a un lado la relación con las otras personas será de nivel superior, en virtud de que habrá objetividad.

Si la razón impera se guarda la distancia correcta, que permite ver la ocasión para determinar una acción a favor y alejar cualquier tipo de peligro. No debe haber cabida para los sentimientos añejados ni retrotraer iras acumuladas que desvíen el objetivo planteado. Si ofrece muestras de enojo, contrariedad o deseo revanchista, el adversario las puede utilizar en su contra y desbalancearlo. Los sentimientos deben guardarse en el cofre de los recuerdos y no sacarlos públicamente porque se corre el riesgo de perder control y, por ende, PODER.

Dejarse llevar por sensaciones personales:

Si se considera al PODER como asunto personal hay peligro de involucrar no solamente emociones, sino integridad psicológica y física, lo cual demerita su salud y la convivencia con sus seres queridos. Las relaciones sociales y profesionales deben ser tomadas como un estricto ejercicio de estrategia, para poner y quitar piezas que lo sitúen en una posición dominante.

Si hay involucramiento personal se devalúa la objetividad y se pasa al terreno subjetivo, repercutiendo negativamente en la puesta en marcha de las tácticas para alcanzar victoria. “Nada es personal”: el PODER no tiene nada que ver con simpatías, fobias o agravios. Uno de los diálogos más impactantes en la prestigiada película “El padrino”, Marlon Brando, que personifica al jefe de la Cosa Nostra, Vito Corleone, da un consejo a su hijo (Al Pacino): “no debes tomar nada como asunto personal, de lo contrario no podrás llevar los asuntos de la familia”.

Estar desprevenido:

Si por confianza u omisión se deja que las cosas ocurran por sí solas, lo único que se consigue es mostrar flancos débiles a los adversarios. La no prevención hace que los ritmos y condiciones que establezca anticipadamente su contrincante sean acatados por usted.

La mejor forma para evitar este estado cataléptico es “estar siempre alerta”, que predispone preparación del escenario, argumentación y fuerza de ataque ante cualquier situación potencialmente riesgosa. Si se está desprevenido los cálculos costo-beneficio pueden ser catastróficos, trayendo como consecuencia desmoronamiento o retardo forzoso para la concreción de planes.

Ignorar al adversario:

Subvalorar al adversario provoca sorpresas inesperadas, que pueden desembocar en derrota. Ignorar las capacidades y experiencias del contrincante es la forma más estúpida de perder PODER, porque nadie se presenta sin estudiar al de enfrente ni el entorno que lo rodea.

El análisis del contrincante es primordial para saber cuáles pueden ser los impedimentos para dominar un evento. Si de origen se ignora al oponente no habrá posibilidad de cambio para sortear imprevistos.

No hay que olvidar que el juego de PODER demanda el ajuste del oponente a los patrones de dominación planeados. Olvidarse de las potencialidades del otro es someterse al campo de acción contrario.

Tener conocimientos parciales:

Para tener PODER no sólo debe contarse con conocimientos particularizados del proyecto que se quiera dominar, sino también saber las implicaciones, historia y experiencias que han ocurrido o están pasando en otras latitudes. Es preciso pensar globalmente y actuar localmente.

Para imponerse es necesario contar con datos locales, regionales, nacionales e internacionales, así como experiencias exitosas y de fracaso, que lo ayuden a tener una perspectiva amplificada para acceder, mantener y acrecentar el PODER.

Creer que todo es igual:

Recuerde que el tiempo cambia y los individuos cambian con él. Para estar en posición de PODER se requiere tener flexibilidad para ajustar la estrategia, con la finalidad de que las variables que se vayan presentando no hagan que usted baje la guardia.

Es fundamental tener preparadas salidas alternas ante complicaciones no previstas, ya que cuando no se construyen escenarios de crisis se da apertura a que el adversario desmembre la estrategia programada. Si se es rígido e intransigente ocurre un efecto espiral de ataque por parte del contrincante que puede desequilibrar el PODER. Pensar rápido, ajustarse al medio y activar opciones emergentes fortalece su imagen y el aniquilamiento del adversario.

Actuar con estilos duros:

Cuando se actúa con posturas rígidas y estilos definidos, que pueden ser decodificados por el contrincante, se corre peligro de que identifiquen anticipadamente el método de PODER que vaya a emplear. El camuflaje es una técnica que saca de balance a los oponentes, ya que al variar su punto de equilibrio no tendrá la mínima oportunidad para conocer las tácticas que se utilizarán para conseguir/reafirmar PODER. Quien no sabe esto se convierte en cazador cazado.

El sincretismo es la adopción -a propósito- de una acción “similar” a la de su contrincante. Sincretizarse da PODER en tanto no se muestran las armas, sino por medio del “reflejo” del otro. Si el oponente tiene la idea de que existe concordancia con sus planteamientos no se preparará para los embates que inclinen la balanza a su favor. Actuar sincréticamente hace suponer al adversario que es posible derrotarlo sin mayor esfuerzo. Al asumir esta idea se descubre como tal porque, poniéndose a la altura que usted previamente ha programado.

Ser transparente:

Mostrarse abiertamente es regalar una radiografía del PODER que se posee. Por esto es preciso que enseñe una porción bien delimitada de las habilidades con que cuenta. El meollo del asunto es ocultar los fines últimos de la estrategia que se quiere fraguar, toda vez que si hay exhibición el adversario no sólo trazará vías de escape, sino que devolverá ataques más intensos hacia las debilidades detectadas, lo cual lo puede debilitar hasta un punto de desgaste y rompimiento.

No decir todo lo que se piensa ni hablar de más es una cortina de humo, un impasse que desconcierta al oponente. No exagerar actuaciones ni demostrar emociones e intenciones logra un impacto desastroso en el adversario, ya que no le da pistas del rumbo que vayan a tomar las cosas. Cuando demuestra una actitud de atención con silencio el adversario no sabe a ciencia cierta qué está pensando ni cuáles van a ser sus próximos movimientos.

No decir nada forma parte de la táctica del silencio. Resulta desesperante para el adversario no tener claros sus propósitos, menos aún cuando usted no dice nada. El manejo del silencio no consiste en quedarse mudo, sino en espaciar –a voluntad- los tiempos de su participación. Nunca diga más de lo que le solicitan. Conteste lo estrictamente necesario y no deje ver sus pensamientos personales. Revierta preguntas, para que su oponente continúe exponiendo sus puntos de vista, mientras usted acumula fuerzas, así como respuestas menos riesgosas. B.H.G. Ω

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martes, 19 de julio de 2011

CÓMO OBTENER TRIUNFOS POLÍTICOS CON MENSAJES EFICACES DIRIGIDOS A PÚBLICOS DIFERENCIADOS.


LOS TRIUNFOS POLÍTICOS SE LOGRAN CON COMUNICACIÓN EFICAZ
Por Baltasar Hernández Gómez.

Politólogo experto en marketing y comunicación política.

Coincido con la escuela de New Hampshire, E.U.A. cuando establece que la política es el arte de saber cómo comunicar. Así pues, los mensajes políticos deben incluir un conjunto de textos, imágenes, sonidos y símbolos, a fin de transmitir denotaciones implicadas en ideas centrales y colaterales, pero al mismo tiempo connotaciones profundas en la psique y el comportamiento social. La meta a conseguir es: 1) Captar la atención de los receptores [hoy en día los comunicólogos denominan una nueva categoría “perceptores”], 2) Comunicar eficazmente las ideas del producto político (candidato, partido, sindicato, organización civil, etc.) haciendo una mixtura de logros alcanzados, experiencia, conocimiento, propuestas sustentables e ideas, para crear un sello distintivo y una asociación vinculante con los diferentes públicos en el espacio político.

La creatividad utilizada en los mensajes debe comprender la generación de un eje básico donde rotará la estrategia global de campaña, el cual a su vez estará determinado por objetivos y metas bien precisos. Los mensajes tienen que contener símbolos y datos que sean de carácter informativo, situacional y persuasivo, lo que conlleve al “cierre” exitoso del pacto entre el ciudadano y el político o su organización propulsora.

En el diseño de los mensajes políticos es imprescindible pensar primeramente en los principales destinatarios, es decir, los ciudadanos afines, pero también incluir progresivamente a aquellos que han mostrado cierta adversidad, así como también a los potenciales que se pretende conquistar. Finalmente está otro grupo importante que es la ciudadanía que se ha mostrado contraria por mucho tiempo, pero que en el corto plazo se encuentra en una encrucijada para decidir la direccionalidad del voto.

Una vez definido a los destinatarios se tiene que establecer el macro-objetivo que será impuesto a la campaña de comunicación política. Antes de que se realice este movimiento se debe tener la plataforma estratégica de marketing, a efecto de resolver los derivados de las siguientes preguntas: cuál es, cómo es y dónde está el mercado político y el público meta, y qué posicionamiento competitivo se ha definido. Teniendo o anterior se está en la posibilidad real de crear:

1.- El lanzamiento y la introducción del producto político.

2.- El posicionamiento y/o mantenimiento de la imagen y postura situacional del producto político.

3.- La captación primero de la intencionalidad del voto, para luego traducirlo en apoyo concreto y sufragio efectivo.

4.- El impedimento real para que los opositores crezcan, lo cual reduce al mínimo cualquier tipo de ataque efectivo contra el producto político.

5.- La creación y reproducción en el corto y mediano plazo del sello político distintivo, que puede perdurar para el producto político y su organismo propulsor para futuras contiendas.

La estrategia comunicacional es una herramienta edificada para el domino y control del proceso denominado de oferta-demanda del producto político. Por ningún motivo debe pretenderse realizar obras de arte, sino buscar antes que nada y después de todo, efectividad. Por tanto, para el diseño global de los mensajes políticos tiene que quedar en claro que el depositario de estos es el público meta y su ideal de rol, no el partido, la campaña o el mismo candidato.

Al ciudadano promedio no le interesa el partido ni el candidato por sí mismo, pues lo que le interesa verdaderamente es lo que uno y otro puedan hacer por él. Dicha conceptualización resulta básica para la determinación del espacio y tiempo necesario para la ubicación del producto político y la constitución del sello determinado y característico, que le va a permitir éxito con respecto a sus contrincantes. Para lograr un mensaje exitoso hay que tener respuestas muy precisas a preguntas referidas al público meta:

¿Quién es y cómo es?, ¿Qué ya quién representa?, ¿Qué desea del candidato y/o partido?, ¿Cómo, dónde, cuándo y con cuánto lo “adquiere”?, ¿Cómo, dónde, cuándo y para qué lo “quiere”?

Una vez que se decidió el punto de equilibrio del(os) mensaje(s) político(s) deberá establecerse cuáles serán las “promesas o compromisos” que el producto mismo transmitirá, a efecto de que los distintos auditorios “compren” consciente y responsablemente la oferta promovida. Es muy importante que las promesas de campaña sean competitivas y no repetidas, es decir, la reiteración de que la conformación del sello propio es facto nodal para el triunfo definitivo. B.H.G. Ω

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martes, 12 de julio de 2011

CÓMO SE MIDE LA POLÍTICA Y LOS POLÍTICOS.


DE LA MANERA QUE MIDAS SERÁS MEDIDO.
La medición comparativa en política.
Por Baltasar Hernández Gómez.


La comparación es una de las características sui géneris del Homo Sapiens moderno: medir y ser medido es parte de su modo de vida. Cuando la mujer o el hombre compara el yo con los otros, lo que está haciendo es medir capacidades, afinidades, fobias, diferencias, conocimientos y sentimientos. Desde que somos expulsados del útero materno comenzamos una odisea comparativa que va a delinear la morfología, esencias, objetivos y alcances del sujeto social frente a los supuestamente iguales, pero desigualmente diferentes.

Los cuestionamientos básicos de la filosofía ¿Quiénes somos? ¿De dónde provenimos? ¿Qué somos? ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿De qué estamos compuestos? ¿Cuándo dejaremos de existir? ¿Somos mejores o peores que los otros seres vivos (terrestres o extraterrestres)? son medidas para tasar las experiencias vitales y han servido como sustento ideológico para moldear nuestra cosmovisión. Desde niños los aparatos represivos e ideológicos del Estado (de acuerdo a la interpretación weberiana) va forjando entes que deben compararse con los demás, a fin de que se acepten valores de bondad-maldad, capacidad-incapacidad o belleza-fealdad, para confrontar el pasado, presente y futuro. Quien posee más, quien vive más, quien disfruta más y quien demuestra más que otros es considerado propietario de la piedra angular, o sea, del éxito, lo cual servirá para la determinación de perfiles conductistas y de pensamiento a seguir por la generalidad.

Quien tiene más cualidades que los otros le es asignado el rol de liderazgo. Éste se metamorfosea en depositario del poder y adquiere la titularidad de paradigma para “los de abajo”. En el renglón de la política la comparación se transfigura en dogma, pues el éxito o la eficacia será la medida suprema a la que tienen que ajustarse gobernantes y gobernados, administradores, partidos políticos, sindicatos, líderes de opinión y masas. Sin embargo, en la segunda década del siglo XXI la medida comparativa de lo político enfrenta varios problemas: 1) Quiénes son exitosos; 2) Por qué medios se llega al poder, y 3) A costa de qué se desea estar, permanecer y defender la supremacía en la pirámide social.

Los de izquierda miden su posicionamiento por los equívocos de los conservadores. Los de derecha comparan su actuación frente a la verborrea y arrastre de los de centro e izquierda. Los de centro se comparan por medio del movimiento de la balanza, para no caer en ninguno de los bandos opositores. Así entonces, lo “estético” del marketing mide la abundancia o carencia física y discursiva de los productos políticos, trastocando el fondo de las cosas: la esencia apreciada solamente a través de lo superfluo.

Lo reiterativo de la imagen, trazo, color, voz, música y el síndrome de Cenicienta son elementos que se van a destacar en la espectacularidad de los mensajes comunicativos, con el propósito de quitar racionalidad a los gobernados. Si bien es cierto que la comparación no es por sí misma buena ni mala, ésta sirve para que los sujetos sociales consideren como suyas las percepciones validadas por lo centros de dominación. De repente todo se convierte en un péndulo que va de lo “correcto” a lo “incorrecto”. En las actuales circunstancias, la comparación en el terreno político se circunscribe a la frivolidad de los empaques. Las medidas se convierten en niveles de aceptación e impacto en la psique social, dividida ésta en estratos socioeconómicos y culturales. Todo es vitrina, donde los productos sociales se exhiben, manosean, compran o tiran.

No hay una comparación profunda de las ideas, propuestas, estatutos, plataforma política, valores y principios de los organismos públicos que desean poder para supuestamente transformar la realidad, sino únicamente la medición de la trivialidad. ¿Quiénes conocen los estatutos, razón de ser, experiencia y logros de candidatos y partidos? ¿Quiénes guardan siquiera una porción de memoria histórica de los cientos y cientos de candidatos reciclados que unas veces son tricolores y otras verdes, azules, naranjas, rojos o amarillos? Lo que se ve, pero sobre todo lo que se discute en los denominados foros democráticos es referente a lo ornamental, a la vestimenta, entonación, prestancia, manejo de imagen en medios de comunicación, capitales distribuidos para lobbysmo y apoyos, así como relaciones en las instituciones privadas y públicas.

La comparación se vuelve un concurso, o mejor dicho, reality show para vanagloriar o criticar cómo es la apariencia o conducción de los candidatos(as) a puestos de elección popular. Que la esposa de Calderón Hinojosa, Margarita Zavala, no sabe vestirse ni peinarse; que la coordinadora de diputados del PAN, Josefina Vázquez Mota, es anoréxica y tiene facciones grotescas; que el todavía gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, tiene estampa de galán de televisión en su perfil derecho; que Manlio Fabio Beltrones es un dealer=cerrador de convenios eficaz, pero tiene la apariencia de Capulina con acento poco varonil; que los precandidatos panistas a la presidencia de la República en 2012 quieren aparecer como representantes de la metrosexualidad urbana, pero son percibidos como “golpeadores”, “majaderos” e ineficientes; debiera ser el condimento que se pone en las conversaciones cotidianas de los ciudadanos de a pie, pero no parte sustancial de la cultura cívica que es preciso producir y reproducir por la propia ciudadanía. Desde las alturas la comparación de formas se potencia, a efecto de que los titiriteros del sistema político mexicano sigan preservando el poder por el poder mismo.

En el tinglado de la realpolitik ¿Quién se atreve a tirar la primera piedra y mostrar la mano? Dudo que alguno diga ¡Yo!, pues en el escenario nacional los actores tienen colas largas qué pisar y bocas cerradas con suturas difíciles de destrabar, debido a las redes de complicidades que han ido esculpiendo monolitos de impunidad y corrupción. Si los de un bando señalan las fallas de los contrarios, inmediatamente las respuestas surgen como ráfagas interminables contra los emisores originales y así ad infinitum, es decir, una y otra y otra vez. La gran mayoría de los ciudadanos caen en la dinámica de la comparación dérmica de las cosas: el universo de mujeres y hombres persisten en sus intentos de criticar los contornos, que para ellos significan fondos. Y cómo no, si la modernidad ha producido entes sociales educados a través de los medios de comunicación que transmiten noticias de la farándula, chismes, serie violentas, programas supuestamente educativos con información poco utilizable y significativa para el mundo de la vida.

La comparación en política se ciñe a los parámetros de los signos visibles: la interminable observación de las personas por medio de las características en su comportamiento (cómo se comporta, ríe, abraza, huele, viste, come, guiñe el ojo, apapacha a desvalidos, uso del verbo para hipnotizar y ocupa los recursos en beneficio propio para ensalzar figura). Más allá de esto, nada. Porque si de comparaciones y formas de medir a los otros se tratara, deberíamos plantear preguntas más profundas, que toquen verdaderamente el meollo de los problemas que aquejan a las sociedades y, en específico, a México. Por ejemplo: ¿Por qué en lugar de gastar cientos de millones de pesos en las elecciones para la renovación del poder Ejecutivo en el estado de México, los gobiernos locales, estatales y federales, partidos y candidatos no invirtieron estos recursos en construir mejores estructuras para que no se inundaran Valle de Chalco, Netzahualcóyotl y Ecatepec?

En lugar de que el presidente Calderón Hinojosa pida perdón, en cadena nacional, frente al movimiento ciudadano encabezado por el escrito Javier Sicilia, en el alcázar del castillo de los niños héroes ¿Por qué no se modifica la estrategia de lucha contra el crimen organizado y deja de haber la masacre social impuesta desde 2006?; ¿Por qué se invierten miles de millones de pesos en el IFE y las instituciones electorales de los estados cuando el modelo de democracia procedimental está claramente rebasado por el abstencionismo, que en el último ejercicio del estado de México llegó al 57%?

Hay de comparaciones a comparaciones, pues en el plano personal, medirse con los otros implica saber y saberse, pero al mismo tiempo representa un factor de superación individual y colectiva. Claro está que la comparación debe situarse fuera de la esfera competitiva de los concursos televisivos, sondeos de opinión comercial o cualquier otro dispositivo que emita valorizaciones contrarias a la convivencia. Sin embargo, cuando la competencia se convierte en tabla para medir “lo bueno de lo malo” en el renglón sociopolítico se cae en el ojo del huracán donde la trivialidad reemplaza al razonamiento y al sensus humano. Cuando esto ocurre parece repetirse la simulación colonial de cambiarnos baratijas por oro.

De tal manera que en esta selva de incoherencias los simuladores atacan sin cesar a sus oponentes, olvidándose de trayectorias nefastas. ¿Cómo es posible que la alumna más aventajada del ex-cacique sindicalista, Carlos Jongitud Barrios, la profesora Elba Esther Gordillo Morales, devele que en la presumida democracia mexicana los pactos son monedas de cambio entre los detentadores del poder formal y los organismos gremiales, partidistas y hasta de corte civiles? ¿Qué autoridad moral tiene para juzgar y demeritar a los otros igual que ella, cuando es la primera que mantiene la dirigencia y el control autoritario del mayor sindicato no sólo de México, sino de América Latina? Sin embargo, en bocas cerradas no anidan moscas, ni víboras. La presidencia de la República, legisladores, líderes partidistas no asumen la defensa democrática, sino la de sus propias trayectorias, desmarcándose de la maestra que se dice mexicana al ciento por ciento, pero que tiene mucho tiempo viviendo y gozando del american way of life, en San Diego, California.

El ex-candidato del PAN al gobierno del estado de México, Luis Felipe Bravo Mena primero deseó -a toda costa- la alianza con el PRD y aceptaba a Alejandro Encinas. Como esta coalición no se logró, el panista se mostró como el peor enemigo La comparación no se hizo contra el “adversario común”, sino con el candidato de izquierda y éste fue uno de los factores que redondearon su bajísima votación. La comparación de Bravo Mena se hizo equivocadamente, desviando la atención y restando votos a una postura diferente de quien era realmente el contrincante a vencer. Los resultados han demostrado que sigue habiendo hegemonía del grupo Atlacomulco y, por ende, del PRI.

En otro tipo de comparaciones insubstanciales muchas revistas políticas cada vez más se parecen a las de espectáculos, pues anteponen los roles morfológicos, como por ejemplo lo correspondiente a las “primeras damas blanquiazules”: la anterior (2000-2006) enfundada en vestidos y joyería de lujo, encopetada, risueña y publirrelacionista fue y sigue siendo vista como una “digna esposa” del Ejecutivo. La actual (2006-2012) vestida con rebozos de colores, mal peinada con tenazas de cerámica china, desgarbada y sin ningún atributo que capte atención o interés es percibida como estereotipo fallido, o sea, lo que no debe ser el cónyuge de quien habita en los Pinos.

Reza el refrán “con la vara que midas, serás medido” y esto aplica en la política, sin embargo, la comparación debe ser entre iguales y no confundiendo lo insignificante con lo verdaderamente importante, pues hacerlo en la forma frívola que está validada por los centros de entretenimiento y enajenación en los últimos años, dañaría el proceso de debate y construcción con razonamiento, pasando a las disputas interminables de la locura. El país debe compararse con otras naciones que tengan un mejor sistema económico, social y político, porque no se vale medirse con países en peores condiciones materiales. El sistema de vida mexicano tiene que medirse con otros modos de existencia, como los europeos y norteamericanos (EUA y Canadá) para obtener ideas, proyectos y acciones que redunden en beneficio social. Los políticos, legisladores, partidos, sindicatos y hasta ONG´s deben compararse con otros que han logrado situar lo humano por encima as medidas neoliberales más atroces que tratan de imponer los organismos financieros mundiales. Pero como la política no está basada en buenas intenciones, ésta debe edificarse con la participación horizontal de la sociedad civil, que se contrapone a la polis elitista que fija su dominancia en las alturas legales y represivas de los pocos sobre los muchos.

Si continuamos comparándonos con lo peor caeremos en un ciclo de justificación y conformismo, lo cual representa un ejercicio digno de tontos. B.H.G. Ω

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lunes, 4 de julio de 2011

ESTRATEGIA POLÍTICA DE PRECANDIDATOS DEL PARTIDO ACCIÓN NACIONAL A LA PRESIDENCIA DE MÉXICO EN 2012.


PRECANDIDATOS BRAVUCONES
¿Quién le dijo a los panistas que desplegando una conducta pendenciera van a ganar las elecciones presidenciales 2012?

Por Baltasar Hernández Gómez.


Los tonos discursivos, los ademanes entrenados, la gesticulación colérica, el manejo mediático, el ataque a legisladores, periodistas y políticos, y los recorridos proselitistas de fin de semana no son virtudes espontáneas que nacieron en la dinámica fallida del último tercio del sexenio calderonista. Los precandidatos panistas que todavía ocupan secretarías de Estado parecen estar recibiendo asesorías del mismo despacho.

Desde las trincheras administrativas que los resguardan obtienen ejércitos de colaboradores y recursos materiales, logísticos y financieros para impulsarse como candidatos a la presidencia de la República en 2012, Javier Lozano Alarcón, Ernesto Cordero Arroyo, Alonso Lujambio Irazábal y Heriberto Félix Guerra pretenden lanzarse al coliseo político mexicano sin despeinarse y mucho menos gastar sus capitales personales.

Lo mismo sucede con Santiago Creel Miranda y Josefina Vázquez Mota, quienes desde sus butacas en la Cámara de Senadores y de Diputados, respectivamente, se sienten protegidos por el fuero constitucional, percepciones salariales y prestaciones faraónicas que son insultantes para la sociedad. ¡Qué bonito es lo bonito! Engalanados con trajes y vestidos de lujo, convoyes de camionetas y autos blindados, aparatos sofisticados de comunicación, dinero para viáticos y pasajes, guardaespaldas, secretarias y ayudantes, presumen estar preparados para gobernar por y para los mexicanos, porque supuestamente ese es el destino que traen tatuado en su piel. Lo que no dicen es que quieren seguirse sirviendo de las redes de poder sin responsabilidad o compromiso social, como lo han hecho desde el año 2000.

Desde el mes de abril de 2011 los suspirantes panistas, mejor conocidos como precandidatos a la presidencia 2012 andan desatados por todo el territorio mexicano, tanto en foros ciudadanos, reuniones partidistas, mítines de apoyo, como en entrevistas en los medios impresos y electrónicos del país. Las arcas de las secretarías, del PAN y de la presidencia calderonista están abiertas de par en par, dando manga ancha a periodistas, analistas, diputados saltimbanquis, políticos intermedios y almas en fuga que desean puestos presentes o futuros en dependencias federales o estatales.

Uno de los precandidatos más notorios es, sin lugar a dudas, el titular de la secretaría del Trabajo y Previsión Social, Javier Lozano Alarcón, neopanista que reparte a diestra y siniestra golpes a diputados en su propio recinto; vocifera contra el sindicalismo, defiende a empresarios que incumplen con contratos pactados para rescatar la operatividad de una aerolínea en detrimento de los trabajadores (caso Mexicana de Aviación); define un perfil beligerante que acusa de traidores y malos mexicanos a quienes no quieren aprobar la nueva legislación laboral propuesta por la administración federal, o sea, la que emitió su protector, Calderón Hinojosa. Su comportamiento es similar al de un hooligan británico jugando fútbol en campo minado.

Al igual que Lozano Alarcón, los otros precandidatos del PAN están desarrollando tácticas políticas basadas en un paradigma comunicacional belicoso. Los regímenes priistas, los perredistas, las relaciones sociales diferentes al pensamiento sinarquista y empresarial son los [targets] de su guerra mediática. Estos “políticos” de nuevo cuño insisten en presentarse como productos mercadológicos acicalados, modernos, metrosexuales y de ideas conservadoras. En el caso de Josefina Vázquez Mota, su transformación corporal resulta evidente si contabilizamos 11 años de presencia en los reflectores, ya que de mujer emprendedora en el mundo de las ventas, se convirtió en reina del fashion. Es obvio que su sonrisa, gestos, vestimenta y discursos son delineados por asesores en imagen personal.

Para algunos de ellos el infortunio es una constante, pues todo lo que dicen frente a los medios de comunicación es autogol, como el caso del secretario de Hacienda y Crédito Público, Ernesto Cordero Arroyo, quien al hablar positivamente sobre la economía nacional y el papel transformador del gobierno calderonista se colgó los demonios de la crítica. El eterno acompañante de Felipe Calderón no ha podido hilar un discurso que sume puntos a su precandidatura. ¡Y cómo no! Si al referirse a México y sus bondades sociales presenta a un país ficción, que no tiene referencia con la realidad prevaleciente en millones de hogares de clase media y baja.

Santiago Creel sigue teniendo el apoyo de Vicente Fox, pero no del PAN que está secuestrado por la camarilla gubernativa y mucho menos del presidente en turno, que voltea la mirada hacia otro lado. Hasta ahora el “güero barbón” está feliz gozando las prerrogativas del Senado de la República, paseándose por todas las entidades para apoyar su causa y de paso a algunos candidatos a gubernatura. De Heriberto Félix Guerra no puedo hablar porque su currículum y presencia son casi imperceptibles. Lo poco que se ve y oye de este funcionario de Sedesol está en las redes sociales de internet.

Pero más allá de lo visible/tangible de cada uno de los precandidatos blanquiazules y de sus diferencias de perfil, las estrategias particulares están regidas en lo general por los mismos ejes. Estos son:

1.- La identificación de enemigos a vencer: a) PRI y PRD y b) grupos sociales críticos que difieren de los idearios panistas que han sido o quieren ser convertidos en acciones gubernamentales.

2.- La pulcritud de la imagen por encima de principios y compromisos sociales concretos. En términos de Guadalupe Loaeza, es mejor ofrecer una imagen de: “niñas y niños bien”, a efecto de ganar simpatías.

3.- Imagen beligerante, que utiliza gesticulaciones, tonos de voz y palabras fuertes, con el objeto de mostrar a los enemigos políticos como miembros del mal (similar al esquema de Ronald Reagan, expresidente de E.U.A. en la década de los ochenta del siglo XX).

4.- Utilización de los medios de comunicación, a través de contratos de publicidad que benefician directamente a las agencias, dueños, directivos y periodistas. Los denominados “infomerciales” adquieren presencia masiva porque están siendo inoculados en los auditorios como reportajes, entrevistas y notas a favor de cada uno de los precandidatos, usando horarios AAA y formatos espectaculares para penetrar en la psique y actitud de los votantes.

5.- El anhelo de captar el apoyo y la intencionalidad del voto ciudadano por medio de modelos remasterizados como el “dedazo” (procedimiento no escrito del sistema político mexicano en el siglo XX, que usó el presidente de la República para la designación de su sucesor), que tanto criticó el panismo hasta hace 11 años. Tapadismo y favores del “tlatoani en turno” son parte fundamental de la fórmula dispuesta por los tecnócratas disfrazados de funcionarios esterilizados.

6.- Aparición pública sistemática y repetición de noticias a favor sin que medien argumentaciones sólidas ni proyectos sustentables en el corto y mediano plazo. Mucho sensus y poca racionalidad con compromiso.

7.- Uso de la “estética de lo bonito”, que presenta a los precandidatos y a la precandidata como artistas y modelos de belleza urbana. Lo anterior tiene como propósito la disminución del sello mediático o marca mercadológica de Enrique Peña Nieto (quien es el virtual candidato del PRI a la presidencia de México en 2012).

8.- La apuesta para atraer a las clases medias y los sectores de la población que siguen las recomendaciones del clero católico y las “buenas costumbres”, por medio de un lenguaje que trata de imponer los valores del bienestar común y la superación personal. Esto ataca al “populismo”, “neo-lópezobradorismo” y el legado autoritario y corrupto del PRI. Sin embargo, dejan el flanco abierto sopara ser criticados por la ineficacia de los gobiernos panistas a nivel nacional y regional.

9.- El posicionamiento de la idea de “logros del gobierno = logros de cada uno de los precandidatos”, aunque esto puede revertirse en “mala percepción del gobierno = pérdida de votos para cada uno de ellos y su partido”.
B.H.G. Ω

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