ANÁLISIS POLÍTICO Y SOCIAL, MANEJO DE CRISIS, MARKETING, COMUNICACIÓN Y ALTA DIRECCIÓN

Este es un espacio para conceptualizar, analizar, efectuar crítica y proponer estudios sobre política aplicada, marketing, comunicación, educación, métodos aplicados, alta dirección y proyectos sustentables. Contacto:baltasarhernandezgomez1@hotmail.com, baltasarhg@gmail.com

miércoles, 30 de marzo de 2011

MÉXICO VISTO DESDE LA ÉLITE POLÍTICA: una visión que no aprecia la pobreza.


AHORA RESULTA QUE MÉXICO ESTÁ MEJOR QUE HACE 10 AÑOS
[Interpretación oficialista de resultados del INEGI 2011]
Por Baltasar Hernández Gómez


Al presentar los resultados del censo de población y vivienda del INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía), Felipe Calderón Hinojosa dio una interpretación sociopolítica a las cifras recaudadas de familias mexicanas en formatos elaborados por expertos censales, poniendo en evidencia que la esfera gubernamental tiene un perfil conservador y alejado de la realidad, pues aduce que en los últimos diez años hubo un mejoramiento en calidad de vida, salud, educación y vivienda.

En el sexenio de Vicente Fox Quesada la transición fue sintetizada en la infame promesa de que todos los mexicanos contarían con televisor, automóvil compacto, trabajo y negocio familiar, para salir lo antes posible de la crisis endémica producida por setenta años de regímenes priistas. Nada de esto fue cierto, pero heredó la consigna de cambiar vidrios por oro en la percepción social. Hoy, Calderón Hinojosa, aunque alejado del proyecto foxista, retrotrae la falsedad numérica (extraída del levantamiento de datos fríos proporcionados por quienes se encontraban en los hogares a la hora de la visita) que los mexicanos estamos mejor que en el siglo pasado.

El mandatario apareció en los medios masivos de comunicación afirmando que hubo cambios positivos en las condiciones de vida de las familias pobres, en virtud de que se incrementó su acceso a servicios múltiples. Subrayó que el número de trabajadores que recibe mejores salarios reales aumentó, “pues quien gana más de tres salarios mínimos pasó del 25 al 37% y quienes perciben hasta dos salarios mínimos se redujo del 42 al 31%”. Asimismo, externó que las casas con televisión pasaron del 86 al 90 por ciento; que el número de hogares con teléfono se amplió del 36 al 93 por ciento; que el 29 por ciento de las casas cuenta con computadora y, que el 44 por ciento tiene automóvil.

En la concepción de los detentadores del poder en México existe la creencia que los resultados censales son indicadores fiables para determinar que la clase media creció, que la mortalidad bajó y que hay entrada permanente a las comodidades que trae “la vida civilizada” (las cuales sirven como demostración de que el sistema de consumo capitalista está por encima de valorizaciones éticas y morales, pero sobre todo del desarrollo humano, social y cultural). El discurso de Calderón Hinojosa, que no del rey de Inglaterra en las postrimerías de la década de los años 30 del siglo XX, descubre que en la mente de la clase política la miseria no existe. Para él lo trascendente es dar a conocer que en la mayoría de las casas de -adobe, madera, tabiques o concreto prefabricado- hay enseres electrodomésticos y computacionales, olvidándose de las incontables penurias en zonas marginadas citadinas, suburbanas y rurales que incluso tienen niveles comparados con asentamientos africanos o asiáticos.

Los datos no son un recuento objetivo de la situación imperante en México, pero otorgan la oportunidad para situarnos en un palco de primera fila para pensar analíticamente que las realizaciones sociales no provienen del Estado y su aparato ejecutor, el gobierno en turno, sino de la lucha de las familias para obtener satisfactores para sus integrantes. Por eso cuando intelectuales, líderes sociales, legisladores y gobernantes certifican que las ideologías no existen ni sirven para la praxis política, el engaño parece buscar acomodo, haciéndose pasar como una cuestión menor y sin importancia. La verdad es que los principios, fundamentos teóricos, plataformas políticas y proyectos de nación sí importan, y mucho, en el delineamiento de legislaciones, programas y acciones tendientes a buscar no solamente equilibrios, sino amplios estadios de vida. No es lo mismo ofrecer dádivas que arrancan lágrimas, que planificar acciones para mejorar la educación, actualización y apoyos firmes para la puesta en marcha de una empresa familiar-social, que extraiga del abandono y las penurias a millones de mexicanos. Ni más ni menos.

El presidente, secretarios de gabinete y asesores no se detuvieron a confrontar las cifras con el México de carne y hueso. Hubo un cerco autoimpuesto para la transcripción en directo de la información capturada por el INEGI, la cual fue usada como acreditación de que las administraciones panistas cumplen con los más altos preceptos del reformismo, es decir, que es preferible mejorar mínimamente el estado de cosas, aún con las innombrables mixturas de concesiones y arreglos políticos con los adversarios de centro e izquierda, con el propósito de no suscitar brotes de ingobernabilidad, insurrecciones o intentos de cambios en el sistema por parte de la sociedad civil, lo cual podría trastocar el statu quo de las estructuras constitucionales y metaconstitucionales.

Si ahora casi el ciento por ciento de los hogares tienen aparatos televisores ¿Quién puede esclarecer si estos fueron comprados hace 20, 15 ó 10 años y no en lo que va del periodo 2000-2011? Decir que México está mucho mejor que hace una década por contar con lo que los norteamericanos llaman “the stupid box”= “la caja estúpida” es una aseveración carente de validez, que deja de lado el imperativo que, ante los altos niveles de pobreza, lo único que les queda a las familias más depauperadas es observar la programación de consorcios nacionales y extranjeros, enajenándolas para olvidar momentáneamente su precaria situación socioeconómica. Habría que preguntarse cuántos televisores o enseres electrodomésticos comprados, que aparecen en las listas de nuevas adquisiciones en las tiendas departamentales son devueltos, o bien, recogidos por las oficinas de cobranza ante la falta de pagos vencidos.

Decir que la bonanza es igual a que miles de hogares cuenten con telefonía fija o móvil es como aseverar que una persona que superficialmente se observa sana esté exenta de algún tipo de dolencia física o psicológica. Los cuestionamientos serían ¿Lo compran para demostrar estatus o porque es una necesidad para la intercomunicación personal y laboral? ¿Un país es más rico porque sus ciudadanos adquieren servicios de telefonía? Si esto fuera así de simple, el gobierno debiera utilizar toda clase de ingenios para que empresas como Telmex, Telcel, Axtel, Avantel, Movistar, Iusacel, Unefon, entre otras, obsequiaran millones de líneas y aparatos, a cambio de exenciones fiscales, para que el actual gobierno asegurara contundentemente que vivimos en el primer mundo.

En lo que respecta a la adquisición de automóviles ¿Cuántos de estos son modelos anteriores al tercer milenio? ¿Cuántos ya fueron recluidos en corralones de agencias automotrices e instituciones bancarias porque los poseedores no pudieron seguir amortizando mensualidades? El gobierno y sus adalides del progreso quieren esconder el sol de las carencias con el dedo que proporcionan las cifras oficiales. Quedan para la posteridad las palabras del secretario de Hacienda y Crédito Público, Ernesto Cordero Arroyo, “las familias con ingresos de 6 mil pesos mensuales pueden vivir en casas y autos obtenidos a crédito y con los hijos en escuelas privadas sin mayores preocupaciones”. Que se lo crea su abuela, diría el lépero que deambulaba por las tardes en el zócalo de Acapulco, porque ganar 200 pesos diarios no proporciona escudo de inmunidad para evitar las exigencias concretas de millones de ciudadanos que deben adquirir alimentos, vestido, renta, pasajes, artículos escolares, electricidad, agua, medicinas e imprevistos.

La visión de la derecha confirma que no habrá virajes hacia fases de mayor bienestar social, mucho menos de democracia y respeto a la dignidad humana, pues los gobernantes panistas se conforman con producir y luego exhibir caras contentas de niños famélicos cuando están recibiendo migajas (ropa usada, juguetes, despensa básica o contenedores de agua). La felicidad es medida como valor de cambio……..cuánto puedes tener para compararte con los otros. La alegría de vivir es transcrita en pragmatismo, asistencialismo, teletones, redondeos y entregas intermitentes de utensilios, ofertas mercadológicas en campaña, concertacesiones entre partidos políticos, pugnas en el poder legislativo, promociones mercantiles, controversias entre empresarios de telecomunicaciones, programas de talk-show, telenovelas, viajes del mandatario a EUA y otras partes del mundo civilizado, que sirven como referencia para ver cómo estamos como nación.

El INEGI como organismo gubernamental sólo otorga números que, cuando son interpretados pueden servir al régimen como válvula para sustentar lo insustentable. ¿Cuántas familias con televisor, teléfono, computadora y automóvil viven en habitaciones rentadas o predios irregulares? ¿Cuántas personas con estas “mejoras” tienen seguridad social o ahorros para el retiro? ¿Cuántos usuarios de la electrónica y la mecánica tienen una educación de calidad desde la primaria hasta la universidad? ¿Dónde está la certeza en alimentación sana y equilibrada? ¿Dónde se encuentra el sentimiento sobre inseguridad ante decenas de miles de muertos que se han sucedido en los últimos 4 años? ¿Y la cultura, deporte, entretenimiento y las expectativas para vivir dignamente en el corto y largo plazo?

Tal parece que las imágenes de mujeres y hombres con celular al cinto, con un foco alumbrando la habitación, la computadora de primera generación en la estancia, el carro en la calle, la asistencia a escuela deteriorada, la visita a clínica sin médicos ni recursos, el temor de salir a la calle en la noche, la comida sin carne ni verduras o frutas, pero sí con mucha tortilla, chile, manteca, sal y frijoles, son el México que anhela presumir el gobierno en turno. El país de la pobreza creciente está queriendo ser dejado en el primer piso, intentando edificar en el imaginario comunicacional un segundo piso repleto de mexicanos sonrientes rodeados de spots propagandísticos y escaramuzas entre partidos, políticos y candidatos.

¿Dónde están las voces de jóvenes estudiantes, profesores, comunicadores, líderes sociales, partidos de la denominada oposición, que critiquen o por lo menos pongan en duda los dichos del presidente Calderón y sus colaboradores?.....¿Dónde? B.H.G. Ω

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jueves, 24 de marzo de 2011

CÓMO EJERCER PODER POLÍTICO


EJERCER PODER POLÍTICO CON FORTALEZAS PROPIAS
[Una re-visión sintética del pensamiento maquiaveliano]
Por Baltasar Hernández Gómez


Vuelvo a Nicolás Maquiavelo -como todo politólogo está obligado a hacerlo- con el propósito de analizar el ejercicio del poder, que es elemento clave para el estudio del Estado, sistemas políticos y partidos. Esto es importante porque los políticos y gobernantes que deseen adquirir o fortalecer poder deben tener fija la idea de ejercerlo con prestancia, impecabilidad e implacabilidad. Si alguien confía en fuerzas externas (ajenas, contratadas, adheridas por la coyuntura o por recomendación) nunca podrá tener plena seguridad de lealtad y eficacia, en virtud que éstas no cuentan con fundamentos de lealtad, inteligencia y conocimiento que los conecte directamente a la causa. Los grupos externos no poseen factores de cohesión, disciplina y subordinación al mando central y sí por el contrario, sobran elementos psicológicos y materiales que los pueden conducir a la deslealtad o al incumplimiento.

Las personas o instituciones externas/contratadas (Maquiavelo los identifica como “mercenarios”) carecen de unidad y sólo “publicitan” la política ficción de estar colaborando con sus capacidades, cuando en realidad realizan funciones superficiales. Estas fuerzas trabajan para la obtención y preservación del poder, teniendo como objetivo la adquisición de puestos, dinero, prebendas, concesiones, etc. En síntesis: no hay que confiar el poder a mercenarios o personas que sólo prestan asistencias por cuestiones materiales y que han estado en uno u otro bando para conservarse en la esfera política. Ningún sujeto sin sustento ideológico, capacidad o lealtad personal/institucional estará al ciento por ciento con un político o gobernante, o bien, razón política. Maquiavelo estableció puntualmente:

“Desean el servicio en tiempo de paz, pero cuando llega la guerra, huyen o desertan".

Si el político o gobernante depende de fuerzas externas está en posición de desventaja, pues si existen recursos técnicos y financieros los proyectos funcionarán en el corto plazo, pero si pronostican resquebrajamientos o dubitaciones tirarán todo por la borda e irán a ofrecer sus servicios a los rivales. Por lo regular las fortalezas ganadas por personas o grupos contratados desembocarán en problemas posteriores, ya que al sentir poder se sentirán partícipes del mismo, lo cual genera mayores ambiciones y deserciones a un mejor bando.

Las fuerzas externas incrustadas -de no tener control, freno o supervisión- comenzarán a obstaculizar la eficiencia del político o gobernante en el poder, poniéndolo entre la espada y la pared, porque de ellos dependerán próximos movimientos. Si llegaran a cometer despropósitos, la sociedad y aliados pensarán que lo hacen por órdenes superiores, lo que resta legitimidad y autoridad al detentador de poder. Si los “mercenarios” se enfocan en los campos de exhibicionismo, vicios, violación de la normatividad, la percepción hacia el gobernante será altamente negativa y esto podría suscitar, además de ilegalidad, ilegitimidad, descontento y rechazo. En un escenario catastrófico habría muchas posibilidades de que se originaran sucesos de anarquía y rebelión.

El líder, gobernante o político que no está al pendiente de los asuntos públicos debido a la delegación extrema de sus responsabilidades, está dando patente de corso a aquellos sujetos que sólo ejecutan instrucciones, pero que nunca tuvieron la sapiencia o tino de conformar estrategias. En contrapartida, un político o gobernante debe planificar, diseñar, desarrollar, ejecutar y evaluar programas y acciones precisas para conquistar, mantener y aumentar autoridad y dominación, auxiliado por personas con sapiencia, entrenamiento, experiencia y rectitud. Hay que delegar y desconcentrar, pero con la firme convicción de supervisar y transformar -conforme lo que ocurra en el entorno- lo planificado, a fin de no perder ningún ápice de poder.

El juicio justo está en la delegación de acciones operativas y al mismo tiempo el cuidado en que la toma de decisiones esté concentrada y resguardada en el político y gobernante, a efecto de continuar desarrollando estabilidad hegemónica: las manos y los pies jamás deben estar a la par de la cabeza, ni más ni menos.

Por tanto, un político o gobernante debe tener, además de trayectoria, conocimiento, actualización, preparación y fogueo para solucionar conflictos, vistos éstos como retos, a efecto de no perder poder en ningún aspecto práctico. Así pues, tiene que haber preparación en el terreno físico, intelectual y psicológico. Debe saber comunicarse en lo general y dirigirse también a públicos sectorizados. Ser firme en sus decisiones. Ser asertivo, empático y creativo. No valorar los sucesos con subjetividades o valoraciones predeterminadas o por comentarios no verificados provenientes de su círculo de amigos o familiares. Tiene que allegarse de personas expertas en todas y cada una de las esferas del conocimiento y la praxis.

El político y gobernante debe estar preparado para sentirse permanentemente en campaña (no solamente en el rubro político-electoral), planificando a corto, mediano y largo plazo, transitando el territorio y al pendiente de los grupos sociales, así como evaluando e inspeccionando procedimientos, programas y obras. Con esta visión estratégica debe acumular experiencias para vigorizar los cómo, por qué, cuándo y dónde deben tomarse decisiones, para mantener el poder conquistado.

Política es hoy en día la técnica de comunicar mensajes con eficiencia. Para alcanzar efectividad deben emplearse reglas psicológicas, discursivas, mercadotécnicas, sensitivas-subliminales e ideológicas, a fin de penetrar en la psique de los ciudadanos, para luego afianzar empatías, apoyos y legitimidad.

Los equipos de trabajo de un político o gobernante no deben ser tomados como miembros separados o convocados en situaciones especiales, sino como el “ejército” que va a acompañar el ejercicio real de poder. Si los hombres y/o mujeres que acompañen al político o gobernante no saben, no están bien actualizados ni capacitados y mucho menos disciplinados no serán útiles, pues serán un peso muerto que provocará -tarde que temprano- la pérdida de dominio. Las mujeres y hombres de poder deben ser sensibles, no ostentosos, con capacidades y habilidades teórico-prácticas, con firmeza en la operación de estrategias, proactivos, leales y con un bagaje ideológico a la causa del detentador de poder.

Si el equipo humano que custodia a las personas de poder no reúnen las características señaladas se convierte en un riesgo para la integridad del político o gobernante, dejando opinión negativa en la sociedad. Lo peor que puede suceder por no contar con un “ejército propio” es ponerse al alcance de los adversarios como si se tratara de target para traiciones e incumplimientos, creando así una imagen adversa, que restará presencia y capitales políticos.

A manera de conclusión:

Hay que rodearse de personas con probidad, capacidad y eficacia, además de aquellas que poseen conocimientos específicos para concretar planes. Poco a poco -conforme sus capacidades y desempeño- deben integrarse a su primer círculo de estadía, luego de probar lealtades y resultados. Nadie dejaría el cuidado de su casa al vecino que por el solo hecho de ser simpático se quiere ganar confianza incondicional. Hay que ser incluyente, abierto, pero con una fuerte dosis de escepticismo objetivo, para no caer en desventuras. B.H.G. Ω

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miércoles, 16 de marzo de 2011

IDIOSINCRACIA NACIONAL Y ESTILOS DE GOBERNAR


HASTA QUE EL AGUA NOS LLEGUE AL CUELLO

*Idiosincrasia mexicana y acción gubernamental*
*Dejar todo para el último minuto*
*Ineficacia e insensibilidad del poder político*
*Explosiones, muertes y desatención*
*Miseria, desempleo, hambre e ignorancia*
*Incendios cubren impunidad en el estado de Guerrero, México*

Por Baltasar Hernández Gómez


La idiosincrasia no se puede definir como la forma superficial en que los individuos muestran sus rasgos en un territorio determinado, sino por la connotación de las características pensamentales y actitudinales que los constituyen, de acuerdo a nacionalidad, status, gustos, costumbres sociales, historia y cotidianeidad. En México existe una idiosincrasia sui generis que puede ejemplificarse con la siguiente anécdota: un hombre ubicado en un estanque observa cómo circula un torrente de agua y no hace nada para evitar inundación, sólo hasta el momento en que su cuerpo casi es anegado. Dicho carácter “nacional” es reminiscencia de un mestizaje comprendido solamente en la dermis, pero que no es identificado como parte intrínseca a su conformación humana y social. El hoy es para vivir. El mañana para planear, pero como se vive en el hoy todos los días no existe la seguridad de mañanas seguros.

Los mexicanos nos ponemos máscaras. No nos rajamos, es decir, no abrimos las compuertas internas para sacar a flote potencialidades, inquietudes, proyectos y caracteres de ser auténticos. Tememos a la muerte, pero la festejamos con jolgorio cada vez que enfrentamos una situación atípica(1). Somos temerarios, pero nos sujetamos al sistema de vida prevaleciente creyendo ser leales a la bandera, constitución y catolicismo, pero aún más, nos vestimos con ropajes prehispánicos ataviados con accesorios confeccionados por Dior, Chanel, Boss o Versace. En pleno siglo XXI no acabamos de entender la conquista, independencia, reforma y revolución, pues creemos ser únicos, pero sin definición.

Cada inicio de año nuevo la lista de promesas se llena con buenos propósitos, pues los mexicanos, enfundados en ropa interior roja o amarilla, prometemos bajar de peso, llegar puntual a las citas, respetar el derecho ajeno, no ser bravucones, fumar y tomar alcohol en menor cantidad y ser buenos padres, hijos, hermanos, pareja y amigos de los demás. Al paso del tiempo dichas intenciones pasan a ser un nuevo inventario a futuro, porque es imposible cumplirlas en el corto plazo. Aunque parezca cosa trivial, este estilo de ser y estar se traslada al plano social, económico y político, permeando las actividades que llevan a cabo gobiernos, legisladores, líderes públicos y empresariales, partidos políticos, jueces, estudiantes, profesores, trabajadores, profesionistas e intelectuales; lo cual fusiona elementos perjudiciales que obstaculizan la construcción de un país sustentable y armónico.

Será mañana, te juro por la virgen, mi abuela se murió, el tráfico estaba insoportable, después te pago y prometo cambiar, son sólo algunas frases del breviario que los mexicanos transmitimos o recibimos de los demás, para ocultar indisciplina, irresponsabilidad e ineficacia. Así somos, alcanzan a musitar muchas bocas anónimas en medio del desorden para cumplir o hacer cumplir un objetivo de vida, pero esto no puede ser una justificación. La verdad es que existe la arraigada creencia de que dicha “naturaleza” es de origen hereditario, sin embargo, ésta no es -por ningún motivo- una situación insalvable aunque quiera asumirse como ADN imposible de modificar.

Si tal situación se quedara en los límites personales, los daños serían una sumatoria de conflictos constreñidos, pero como se traspola al ámbito general, la nación sufre de graves consecuencias en lo referente a la definición de proyectos sólidos de gobierno a largo plazo y con sustentabilidad probada, para que sus 112 millones de habitantes transiten sobre los rieles de un desarrollo integral, tanto en justicia, equidad, libertad, economía sana y armonía social y política.

La federación mexicana con el agua hasta el pescuezo.

1.- Miles de litros sustraídos de hidrocarburos y no hay firmeza para vigilar los ductos de Pemex ¿Qué tanto es tantito?, piensan los funcionarios al tratar de minimizar los estragos. La “ordeña” de tuberías es vista como mal menor, pese a que significa la sustracción de 483 mil barriles de petróleo anuales y la extensión de actividades ilícitas en lo relativo a transportación, re-venta y colocación de petróleo, gasolina, gas y turbosina.

Sólo cuando hay fugas o explosiones las instituciones gubernamentales descubren redes de complicidad y desfalcos, prometiendo mejoras en supervisión, para que no vuelvan a ocurrir depredaciones contra la patria. ¿Y las pérdidas financieras, los grupos delincuenciales, las gasolineras y empresas que compran lo robado y las muertes por explosiones, como el caso más reciente ocurrido en Tlaxcala? Después de que la curva de atención noticiosa baja el asunto queda, otra vez, en el olvido.

2.- Las muertes de infantes en la guardería ABC no es simple omisión de los propietarios o funcionarios del IMSS. Así lo han querido hacer creer las autoridades estatales y federales, pero lo cierto es que este hecho escalofriante, de lesa humanidad, descubre el fracaso del Estado mexicano para brindar prestaciones sociales con calidad y seguridad. La niñez sirve como texto en el mensaje del poder, pero en realidad se deja en el abandono.

Aún cuando México está siendo dirigido, desde hace 10 años y 3 meses, por administraciones panistas autodenominadas del cambio, los gobernantes, apropiándose de artificios del priismo de antaño, pretendieron “tapar el pozo” con prebendas a los deudos, acusar a mandos intermedios del Seguro Social y manejar información sesgada en algunos medios de comunicación. Sin embargo, fueron enfrentados por la dignidad, valentía, hartazgo y coraje de decenas de padres de familia y sociedad civil de todo el país, que descubrieron la ineficacia de los gobiernos de Hermosillo, Sonora y la Federación.

¿Quién devolverá la vida a los niños fallecidos en el incendio de la guardería? ¿Felipe Calderón Hinojosa, Juan Molinar Horcasitas, Daniel Karam Toumeh o los tres dueños visibles de la guardería, señalados además como parientes del ex-gobernador de Sonora, del presidente de la República y hasta de capos del crimen organizado? Después del incendio -que cobró la vida de 49 niños- las cientos de estancias privadas autorizadas por el IMSS siguen teniendo deficiencias en construcción, operación, equipamiento, mantenimiento y capacitación del personal que trabaja en ellas. Ni con el mar de llanto de los familiares y ciudadanos de los cuatro puntos cardinales de la nación, las autoridades han reglamentado, como se debe, los contratos y evaluaciones de las guarderías. Hasta el momento no hay culpables ni modificaciones normativas y mucho menos indemnizaciones materiales, pero sobre todo espirituales de fondo para los deudos.

El colmo, Calderón Hinojosa se quiso disculpar adoptando una pose de “humildad con silencio” y luego volvió a citar a algunos padres a reuniones -a puerta cerrada- en Los Pinos. Hasta ahí llegó. Por el contrario, para recibir a equipos de fútbol y beisbol sí que es bueno. Para hacer bromas con gobernadores, entrevistarse y recibir instrucciones de Barack Obama y ocultarse de la pugna por el control de las telecomunicaciones es experto que mimetiza y esconde intenciones. Los cuerpos de los infantes están descomponiéndose en la tierra y el dolor marchitando la existencia de los padres. En el IMSS, Sedesol, presidencia de la República, los poderes Legislativo y judicial sigue la perversa política de esconder y dejar pasar las graves fallas en la Babel de la ignominia.

3.- Con más de 30 mil defunciones producidas por el crimen organizado (pugnas inter-mafias, acciones de las fuerzas armadas y policías o simplemente “por estar en mal momento y en el sitio menos indicado”), el gobierno voltea a ver los casos más notorios, desde el tenor comunicacional. En la mente ciudadana consta una idea: hay que pertenecer a las familias Martí o Wallace para ser atendidos por las dependencias encargadas de procurar justicia y seguridad pública. Si los apellidos son López, Hernández, Pérez, García, González o Sánchez los cataclismos pasan a engrosar la estadística de la PGR, SSPF, Sedena, Marina o TSJF.

Las familias de secuestrados y asesinados pertenecientes a familias encumbradas, como los citados en el párrafo anterior y otros como Vargas Escalera han sido convertidos en luchadores sociales surgidos en la desgracia personal. Ellos ahora tienen presencia a través de asociaciones civiles y sirven como interlocutores entre sociedad y Estado para criticar o hasta justificar, según sea el caso, las acciones de la administración calderonista contra el crimen organizado. Los procesos de las familias Escobedo y Reyes en Chihuahua y Morlet en Guerrero, salvo algunas apariciones en medios masivos de comunicación, tienen que desentrañarse motu proprio en las redes sociales y en la propagación boca a boca.

El homicidio del agente norteamericano Jaime Zapata desató la investigación y luego la aprehensión inmediata de los asesinos, pero en contrapartida miles de muertes a lo largo y ancho de la República, así como cuerpos putrefactos en fosas clandestinas no han tenido los recursos públicos y la atención debida, mucho menos fiscales especiales o procesos expeditos para saber quiénes fueron los culpables. En la dinámica gubernamental no es lo mismo el fallecimiento de un ciudadano de a pie, que la de un político, militar, funcionario público o gobernante. Unos valen más que otros, ni duda cabe.

La regla no escrita de no atacar los puestos republicanos fue rota cuando instituciones penetradas por la mafia se transformaron en colaboradores de dichas empresas delictivas. ¿Hasta cuándo van a sentir el agua en el cuello? ¿Hasta que haya un atentado contra el presidente y su familia; titular de la Sedena, SM, PGR, SSPF; presidente del Senado o Cámara de Diputados; gobernadores; embajadores de países desarrollados; corresponsales de medios internacionales de CNN, Time o Washington Post, o bien, los más ricos de los ricos que aparecen en la revista Forbes?

4.- Una de las ofertas más aplaudidas por ciertos grupos sociales en la campaña de Felipe Calderón fue la recuperación del empleo. Sin embargo, la crisis generada por EUA y la Unión Europea desde principios de 2009 fue coartada para ocultar la inoperancia de la política laboral vigente. En 2010 el marketing institucional volvió a surgir con ímpetu para informar que se han creado 630 mil nuevos trabajos, los cuales no representan ni el 30 por ciento de los más de 2 millones de empleos que se perdieron en los últimos dos años.

De 2006 a la fecha, la capacidad de los trabajadores se redujo a la mitad, ya que el salario mínimo, ubicado en 48.57 pesos, permitía la adquisición de 60 por ciento de la canasta básica, y en 2010, dicha percepción, que en los actuales momentos tuvo incremento de 9 nueve pesos, solamente permite comprar el 36 por ciento de dicha canasta, incrementando la miseria del comer y vivir de un 12 a un 19 por ciento, al pasar de 13 a 20 millones de mexicanos con pobreza alimentaria en el periodo. Lo que hay son empleos raquíticos con sueldos miserables ¿Qué se puede comprar con el salario mínimo? Un kilo de tortillas, un kilo de frijol, el transporte de casa-trabajo-escuela-casa, chiles, sal y acaso un refresco de 600 mililitros. En el otro extremo gobernantes, burócratas en los tres órdenes de la administración pública, legisladores y jueces, por decir unos cuantos, gozan de sueldos estratosféricos y prerrogativas insanas en comparación a lo que percibe la gran mayoría de los mexicanos.

5.- La recuperación económica es otra más de las ilusiones del actual gobierno federal, ya que los datos hablan por sí solos: el PIB y la balanza comercial han ido a la baja en las dos terceras partes del sexenio. En el periodo enero-julio de 2010, el déficit promedio de la balanza comercial en México superó los 724 millones de dólares, alcanzando su punto más alto en julio de ese año con un quebranto de mil 36 millones de dólares. El PIB en 2010 ha crecido escasamente un 3 por ciento después de la caída de 2009 situado en -7 por ciento.

Las cifras macro presentan reservas internacionales al alza, que impactan positivamente a la estructura de la tesorería, de industrias y empresas de gran calado, pero que no concretizan bienestar en las familias mexicanas que, poco a poco han tenido que reducir la compra de satisfactores, tales como: escuela particular para los hijos, pago de deudas contraídas con bancos y aseguradoras y mantener un régimen alimentario saludable, entre otras cosas. Los pobres en rangos de extrema miserabilidad, la clase media compactándose y sufriendo los estragos de la inflación y la falta de oportunidades para no solamente vivir en subsistencia. En la otra esquina….un puñado de millonarios cada vez más y más ricos.

¿Hasta cuándo sentirán el agua en el cogote? ¿Cuándo la masa salga a robar los grandes centros comerciales, casas habitación en unidades populares o fraccionamientos residenciales? ¿Cuándo se dé la lucha callejera por un bocado o cuando todo México sea territorio del imperio delictivo? ¿Cuándo todos nos convirtamos en vendedores ambulantes o emisarios de algún cártel?

6.- Mientras no haya un verdadero acuerdo para elevar la calidad educativa, recursos óptimos para la actualización de escuelas, mobiliario, equipo, multimedia, libros, apoyo a las familias de los educandos, reestructuración democrática en el SNTE, y la disposición de hacer que los subsistemas educativos caminen por el mejoramiento continuo, no habrá cultura, desarrollo, libertad y crecimiento sostenido. En el discurso gubernamental que toca a la educación, niños y jóvenes sirven como punta de lanza para tratar de seducir a la masa de que México le apuesta a las nuevas generaciones. En el mundo de la vida real la niñez y juventud sigue asistiendo -si es que todavía lo hacen- a clases con un café soluble y un bolillo. Los que tienen más posibilidades económicas, consumiendo comida chatarra que venden en las cooperativas y concesiones al interior de los planteles.

Elba Esther Gordillo y sus delegaciones estatales siguen fortaleciendo su hegemonía a través de la concentración de cuotas, apoyando al partido Nueva Alianza, vendiendo las cuentas de vidrio para que el magisterio institucionalizado sea visto como fiel de la balanza electoral. En la otra punta de la madeja, los educandos obtienen evaluaciones deficientes, qué decir, reprobables en competencias cognitivas y habilidades para la vida y el trabajo. Sin educación no hay cultura, así de fácil. Sin educación no hay democracia o interés en los asuntos de la República. Sin educación se avizora un futuro laboral de quinta, pues los egresados pasarán a engrosar el enorme ejército de subempleados y desempleados, o bien, de las huestes operativas del crimen organizado.

El agua llega al cuello y los dirigentes magisteriales, directivos y gobernantes se pavonean en los eventos donde se hace alusión a la modernización y crecimiento sustancial del renglón educativo. La oratoria, que más bien es demagogia, quiere encubrir que las escuelas se caen por vetustas e inoperantes (sólo en algunas entidades hay nuevos planteles o modelos a seguir para la fotografía o video promocional), que las plazas son hereditarias, que no hay capacitación docente, que los padres de familia no tienen voz ni voto para intervenir en los asuntos escolares y que el equipo y mobiliario no sirven para nada. En este caso, el agua sí puede ahogar a los mexicanos, en virtud que en la mente de la clase dominante persiste la idea de que la ignorancia es el mejor aliado del autoritarismo y la inmovilización social.

7.- Los gobiernos mexicanos del siglo XX siempre consideraron que el problema de la droga era de trasiego, es decir, que el país simple y sencillamente era puente de traspaso de estupefacientes a Estados Unidos de Norteamérica. El Estado permitió que la droga, armas y actividades derivadas del narcotráfico siguieran su curso, pues no representaba un fenómeno que “contaminara” la vida social, económica y política de la nación. Desde mediados de la década de los años noventa y hasta la fecha el crimen organizado no sólo usó a México como peldaño que recibía, almacenaba y transportaba las drogas venidas de Colombia, Bolivia y Turquía, sino que, poco a poco, se convirtiera en una plaza de consumo.

El secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, informó que de 2005 a 2011 el consumo de cocaína se incrementó en 100%, lo cual demuestra que México no es más el paraíso de mudanza, sino un territorio de consumo, que afecta a la sociedad en su conjunto, ya que la droga es una industria por sí misma, que ha penetrado en el tejido social. ¡Nos llegó el agua al cuello! Gritan por doquier quienes antes afirmaban que los estragos del narcotráfico eran allende de nuestras fronteras. Error garrafal que ahora pagan millones de niños, jóvenes y adultos de todas las edades y estratificaciones económicas.

De la impavidez se pasó a la preocupación cuando los asesinatos, descomposición familiar y descontrol del Estado se hicieron presentes en todas y cada una de las actividades que se llevan a cabo en el país. En tanto se dilucidan a los culpables y las políticas para combatir certeramente al narcotráfico, en la escuela, avenidas y centros de reunión los “niños de la calle”, estudiantes, profesionistas, funcionarios y gente adinerada se preguntan ¿Dónde podrán adquirir la mejor tacha, cristal, bolsita, cuadrito de ácido y carrujo de mariguana? Uppppppppppp, upppppppppp, uppppppppp alcanzan a regurgitar los que se están ahogando.

Guerrero: la asfixia por fuego para ocultar malos manejos gubernamentales.

En la antigüedad europea y prehispánica se quemaban cuerpos y órganos humanos para purificar el alma y la relación del Hombre con sus dioses. En la edad media se incendiaban personas para erradicar la hechicería. Las dictaduras calcinaban libros(2) para prohibir el conocimiento y en las dictaduras disfrazadas de democracias se queman archivos financieros y contables para no dejar huella de la corrupción administrativa. En el segundo decenio del tercer milenio, como émulo del obispo Teófilo en Alejandría o Nerón en Roma, el todavía gobernador de Guerrero, Zeferino Torreblanca Galindo, muestra contrariedad e insensibilidad ante el incendio de una de las dependencias estatales más cuestionadas de su administración (secretaría de Salud), el pasado martes 8 de marzo/2011, provocado por presuntos delincuentes comunes que, con botellones de gasolina, prendieron fuego al archivo donde estaba la documentación de soporte concerniente a adquisiciones y cumplimiento de programas, tales como medicamentos, construcción de centros de hospitales, equipo médico, computadoras, nóminas, etc.

El “sospechosismo” no es invento ni crítica insana, pues han salido a la luz pública irregularidades en dicha dependencia, que van desde la compra de helicópteros que sirvieron para la transportación personalizada del gobernante, hasta la puesta en marcha de centros de salud inconclusos, compra de medicinas caducadas o adquiridas previamente del sector federal, diezmos por la adquisición de materiales de curación y obras diversas de construcción y remodelación, entre otros actos que tienen tintes de corrupción. Claro está que el gobernador dice que no pasa nada, pues los documentos carbonizados en la secretaría de Salud están resguardados en otras áreas. El gobernador afirma que la procuraduría de justicia está investigando este siniestro, luego de que muchos personajes de la vida social, política y periodística han puesto en el tapete de la denuncia una serie de anormalidades presupuestales y administrativas.

El agua que ahoga se volvió, en este preciso instante, en fuego ardiente que puso en entredicho a las esferas del poder regional. Como van las cosas, a menos de veinte días de que Zeferino Torreblanca concluya un sexenio de claroscuros, se puede esperar todo y es muy posible que se vean hogueras en instalaciones de la secretaría de Educación, Finanzas, Economía, Obras Públicas, Recursos Humanos y Transportes.

Torreblanca Galindo, quien llegó con la talega cargada de promesas de transformaciones profundas y con la oferta de acabar con corruptos del pasado, en la práctica se convirtió en lo mismo que acusaba y repudiaba, pues permitió que ex-funcionarios no fueran investigados y que muchos colaboradores de su administración siguieran vendiendo plazas educativas, solicitando percepciones indebidas a compañías proveedoras, engrosando nóminas de personal inexistente y concesiones de transporte público, así como elevando precios de mobiliario y equipo y construcciones de carreteras, puentes, hospitales y edificaciones, como el que será el centro de delegaciones del estado con sede en Acapulco. Hay, afortunadamente, ex-colaboradores y personas inconformes dentro de su círculo cercano que tienen pruebas contundentes. Ya se verán en su debido momento.

En la espiral de ineficacias gubernamentales, los crímenes no se investigan bajo el supuesto de que todo es culpa del crimen organizado o la mala fortuna (¿¿??), de que los ministerios públicos agentes, policías y jueces no están bien capacitados o son insuficientes para cubrir los requerimientos de la entidad. Ojalá que los incendios, desapariciones, balances contables, miserias sociales y encubrimientos políticos no queden como sello del cierre sexenal zeferinista y luego entonces no ocurra nada. Ojalá que el PRI, PAN o PRD no fragüen planes nefastos para proponer a Torreblanca Galindo como futuro candidato a algún puesto de elección popular o plaza a nivel federal. Ojalá que haya una investigación objetiva y se enjuicie a los culpables de los desastres en Guerrero. Ojalá. B.H.G. Ω

(1) Para una mayor profundización en el tema aconsejo leer El laberinto de la soledad del permio nobel Octavio Paz, así como La jaula de la melancolía del sociólogo Roger Bartra.

(2) Recomiendo la lectura del libro Bocas del tiempo del escritor y periodista Eduardo Galeano.

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miércoles, 9 de marzo de 2011

¿REVOLUCIONES POR LA INTERNET?


¿REVOLUCIONES SOCIALES EN EL SIGLO XXI?
*¿Revoluciones desde internet?*
**¿Twitterianos y feisbukianos desbancan a la organicidad social?**
***Estados nacionales y medios de comunicación se unen para la conservación del statu quo***
Estados Unidos, transnacionales, gobiernos y militares
Por Baltasar Hernández Gómez.


A simple vista parece que se hubieran pactado convenios en el imaginario social y muchos dedos apretaron las teclas de emergencia social para iniciar movimientos masivos para la revocación de mandatos en países árabes. Usuarios de Twitter, Facebook y Messenger han asumido que gracias a la intervención de las “redes sociales” las revoluciones están haciendo su aparición en el mundo después de cien años de inactividad. Sin embargo, antes de vanagloriar o criticar dicha proposición debo aclarar que los sitios de contacto por internet han contribuido a que exista una comunicación vertiginosa de millones de seres humanos que hace apenas diez años sólo podían reunirse en su entorno inmediato de vida. Resulta claro también que el quehacer político tendrá modificaciones por la utilización de las redes, pues la sujeción a jerarquías preestablecidas quedará en el ayer. No obstante dicha ventaja, la creciente utilización de las redes no significa que sean -por sí mismas- detonantes de revoluciones.

Debo puntualizar que las redes sociales fueron diseñadas como vínculos comunicantes y no como sitios para la alteración del statu quo, ya que no son áreas para planificar o ejecutar cambios estructurales a nivel socioeconómico o político. Luego entonces, las declaraciones “revolucionarias” de los hacedores de dichos portales carecen de sustentación, en virtud de que las movilizaciones que atestiguamos desde el inicio de 2011 no provienen de procesos concatenados de consciencia ideológica, participación comprometida con los asuntos comunitarios, o bien, proyectos de derrumbamiento del modo productivo, social y cultural prevaleciente. Fuera de la parafernalia comunicacional exhibida por las grandes cadenas de noticias, los sucesos ocurridos en países de África y Medio Oriente no tuvieron origen en conglomerados politizados que, motu proprio, decidieron llevar reivindicaciones de la casa, centros de trabajo, sindicatos, partidos, asociaciones civiles o en la horizontalidad de sus círculos de convivencia (instituciones educativas, reuniones sociales, calles, colonias o ciudades) al plano general, a través de programas de transformación radical.

Si nos sujetamos a modelos conceptuales probados, las revoluciones surgen como enlazamiento de aspectos subversivos que tienen como propósito la destrucción de sistemas considerados injustos, a fin de imponer nuevos paradigmas. Los movimientos que vemos contienen características que no alcanzan a rebasar la consideración de tumultos, rebeliones, alzamientos o revueltas, que si bien incitan a cuestionar el establishment, están circunscritos a espectros reducidos del quehacer político y reclamaciones de distintos grupos sociales que, cuando obtienen reformas para satisfacer ciertas demandas, detienen su dinámica. En el centro del huracán musulmán está la quita de los gobernantes, muchos de ellos con más de tres decenios en el poder, pero no se observan estrategias de largo alcance: las salidas de Mubarak y muy posiblemente de Gadafi (que por muchos años fue identificado como Kadafi por las administraciones norteamericanas) no resuelven la problemática sistémica en Egipto y Libia.

El manejo comunicativo ha hecho que las imágenes de sublevación se confundan con actos revolucionarios, sin embargo, la transmisión de marchas, mítines, quema de automóviles y pintas de bardas tienen un claro tinte de disturbio, que despierta rasgaduras de vestimentas, toma de posturas intelectuales y triunfos anticipados del neoliberalismo que, al menor asomo de lucha callejera, confunden categorías sociales, pero sobre todo complican la conceptualización de los individuos en masa, que ávidos por sentirse protagonistas de una épica para mejorar sus niveles de existencia, aceptan como válido lo que se exhibe en sus monitores.

Por eso debo puntualizar que, para que una acción masiva sea considerada revolución, deben integrarse los siguientes factores: 1) Una crisis de dominación en las clases hegemónicas, que destruya los equilibrios de la estructura económica-legal-política y la supraestructura ideológica-cultural; 2) Una amplísima participación ciudadana involucrada directamente en todos y cada uno de los sectores de la vida social, a fin de poner en entredicho la conservación del estado de cosas imperantes. Dicha participación está dirigida por individuos, organizaciones o partidos con capacidad de convocatoria y mando y, 3) Una nueva directriz para ejercer el poder político-económico y administrativo que sea capaz de no deslizarse hacia el caos, contando con un proyecto de nación, a efecto de emprender la transformación a fondo de los aspectos nodales de un país, edificando así un nuevo orden. Los motines sociales en 2011 son demostraciones para relevar gobernantes dictatoriales, pero no tocan a profundidad la contradictoria esencia de los regímenes. Una prueba de ello es que los militares van a retomar el control mientras se convocan elecciones.

La Historia moderna nos enseña (aún cuando sea desdeñada por el pragmatismo) que la mayoría de las gestas revolucionarias han tenido un perfil liberal, es decir, de corte político, donde lo más importante fue la sustitución de parámetros obsoletos para las clases emergentes que ya no les era suficiente el modelo de dominación. La revolución francesa fue una lucha política para derrocar a la monarquía existente hasta 1789, reemplazándola por una estructura burguesa enmarcada en valores, ideas y relaciones pre-capitalistas que dieran fin a la nobleza e iglesia. Así también pasó con la revoluciones de independencia en América (siglo XIX) y la revolución mexicana de 1910-1917. En contrapartida, las revoluciones sociales implican un cambio total del sistema de vida, por lo que es evidente que los modelos más reconocidos son los que se llevaron a cabo en Rusia y Cuba (principios y mediados del siglo XX), los cuales otorgaron la ocasión para observar el rebase de las organizaciones políticas hasta llegar a transformaciones sociales, tales como: cambio del modo de producción y el control del Estado para la toma de decisiones sociales, administrativas y culturales. Así pues, mientras no haya un derrocamiento de los aparatos legales-represivos e ideológicos no hay revolución social. Punto.

Con dichos antecedentes, los movimientos en Egipto y Libia, por citar los más notorios, son acciones societales hasta cierto punto comprimidos, pero magnificados por el capitalismo globalizante, medios de comunicación e intelectuales orgánicos del unipolarismo. Las supuestas revoluciones originadas por las redes sociales no contienen gérmenes insurgentes que peguen frontalmente contra las bases hegemónicas, ya que estos espacios interpersonales se han conformado para extender coberturas comerciales y de contacto a bote pronto entre los usuarios. Las redes de la red, eso sí, tienen la función de hacer ganar dinero a compañías de bienes y servicios, pero definitivamente no son canales para la destitución de gobiernos.

No deseo restar importancia a las ventajas de las redes sociales como propulsoras de formas innovadoras de comunicación personal y grupal a nivel internacional, pero es claro que afirmar su omnipresencia, como catalizadoras de la universalidad del tercer milenio, es una falacia del tamaño del sol. Que quede claro: no estamos en una butaca de cine viendo las versiones remasterizadas de Mad Max, Terminator, Matrix, Tron o Cuando el destino nos alcance. Los cibernautas no son héroes de las rebeliones hollywoodenses escenificadas en Gladiator o Star Wars. Por tanto, es imprescindible guardar sana distancia para no asumir que gracias a la comunidad twiteriana o feisbukiana la Tierra se acercará a la concreción del mundo feliz, como lo planteó en su libro Aldous Huxley. En el mundo de la vida, dice Jürgen Habermas (1) las transformaciones tienen que ver con los fenómenos de legitimación de las estructuras y supraestructuras del capitalismo, por lo que resulta simplista ceder al coqueteo que afirma que la internet desbancó a la capacidad de la acción sociopolítica, fundamentada en las contradicciones entre el modelo impuesto como auténtico y las condiciones materiales que viven las sociedades.

Más allá de la vorágine coyuntural, enunciaré algunas hipótesis que flotan en el ambiente, con el objeto de proporcionar un centro crítico y objetivo a los análisis que se realicen sobre lo que está ocurriendo en países de Medio Oriente y África, tal y como sigue:

Hipótesis 1: Facebook y Twitter: las nuevas antorchas revolucionarias.
A partir de esta suposición la convivencia humana, laboral, profesional y política no es más la condición sine qua non para la evolución social, pues basta inscribirse en los portales más famosos del internet para desarrollar nuevas virtudes de coexistencia. La moda instaurada es pensar que la ratificación o derrumbe de patrones de pensamiento y desenvolvimiento personal y grupal no pasan por la decantación del contacto familiar, corporativo, partidista o laboral, sino por el intercambio lacónico de ideas sobrepuestas en las redes sociales, donde lo mismo da ponerse un sobrenombre, colocar fotografías arregladas con photoshop y frases sacadas de recetarios poéticos o manuales del “Che”, editados por compañías de ropa como Furor o Guess (que han hecho de Ernesto Guevara de la Serna un icono del fashion juvenil); que permanecer a la expectativa, de manera pasiva, de lo que se “habla” en las pantallas sin mediar sinapsis cerebral.

Los apologistas del internet repiten sin cesar que sólo basta una oración de repudio o una invitación en las redes sociales para despertar la consciencia. No hay asomo de explotaciones, discriminaciones, intimidaciones, miserias materiales, enfermedades, detenciones, desapariciones e injusticias, pues sólo basta que alguien no tenga empatía por el otro o los otros, paras detonar levantamientos. Para ellos la lucha de clases ocurrió en la era paleolítica y solamente perdura la voluntad de salir a la calle, vociferar y llamar la atención. Para los países altamente desarrollados que tienen múltiples intereses geopolíticos es redituable embrollar a las masas y hacer creer que las redes sociales son las nuevas antorchas libertarias. Muchas, muchísimas personas se apropian de esta “filosofía”, se encierran en sus habitaciones y permanecen en latencia ante las noticias de promociones departamentales o convocatorias a marchas por la conservación de iguanas tropicales. Paradójicamente contra la violencia, prostitución y trata de menores, injusticias sociales y económicas, juicios políticos a gobernantes ineptos, nada, absolutamente nada.

Intereses capitalistas e internet constituyen la fórmula posmoderna que eleva al estrellato a artistas, escritores, gobernantes y empresarios, pero también es capaz de deponer a los “malvados opositores de la globalización”, tratados de libre comercio o rebeldes que no siguen los dictados del primer mundo y sus empresas transnacionales.

Hipótesis 2: Estados Unidos de Norteamérica el gran guardián y constructor de la “revolución globalizada”.
¿Por qué el inmenso interés de las agencias de noticias, empresas de comunicación y gobiernos del mundo en los movimientos de países árabes? ¿En verdad hay una urgencia por despertar la libertad y justicia de pueblos sometidos a dictaduras que por muchos años fueron permitidas por los centros de poder capitalistas? ¿El mundo occidental no soporta más dictaduras? Las preguntas no generan explicaciones certeras acerca de lo que verdaderamente está pasando en Egipto y Libia, pero los discursos de los países capitalistas desarrollados dejan ver que detrás del show mediático se mueven intereses económicos y de seguridad internacional que traspasan las suposiciones moralistas y simplistas de correcto o incorrecto.

África del norte además de contar con rutas de enlace con Medio Oriente, países del Este y Europa tiene reservas probadas de petróleo y éste representa la mejor “excusa” para la generación de disturbios manejados a control remoto. Libia no provoca interés como nación al G-8, pero sí es relevante porque ocupa el noveno lugar mundial en producción de hidrocarburos. Egipto, aparte de ser considerada cuna de la civilización antigua, importa porque está al lado del Canal de Suez y hace frontera con Arabia Saudita y con la zona en conflicto judío-palestino. Después de más de tres décadas de fustigamiento estadounidense y acuerdos secretos con Gadafi, los servicios de inteligencia mundiales, pero principalmente la CIA presionaron lo suficiente a distintos gobiernos con el supuesto de que es mejor originar cambios políticos, a fin de que los militares educados en instituciones norteamericanas y con armas y equipos occidentales retomen el poder real, teniendo como fachada la figura de administraciones civiles.

Capital, petróleo y control geográfico son los grandes motivadores de la maquinaria comunicacional para derrumbar a los enemigos del equilibrio en la zona, preparando terreno a la intervención bélica y los procesos posteriores de ocupación y reconstrucción. Afganistán Irak son dos casos recientes de esta táctica intervencionista, que nos sirven como marco referencial para pronosticar los pasos que seguirán a las caídas de los regímenes egipcios y libios.

Extrañamente, esta estrategia no es expandida hacia otras regiones del orbe, toda vez que para los objetivos del capitalismo es más redituable fijar posiciones en coordenadas de gran impacto industrial comercial y bursátil, que gastar fondos y esfuerzos en áreas como la Polinesia, África central o centro y suramérica donde desde los años noventa del siglo XX persisten instrumentos funcionales de conveniencia política. Cuando surgen brotes de peligro como guerras intestinas, corte de suministros petroleros, recursos materiales y conflictos económico/religiosos ahí estará la mano del Big Brother, insertado en la ONU, Comunidad Europea, OTAN, FMI, BM y grupos de poder, para evitar a toda costa la proliferación de secuencias negativas en producción, venta y especulación en empresas, bancos y bolsas de valores.

Hipótesis 3: Los militares árabes y grupos dominantes en la zona operaron simultáneamente para la construcción de una asonada sin armas por medio de la incitación masiva.
Las transiciones no siempre provienen del levantamiento organizado y consciente de las clases sociales que disputan la supremacía del sistema de vida, ya que en repetidas ocasiones éstas se originan en concilios donde influyen el temor de perder dominación efectiva. Antes de que sectores intermedios tomen el control, la iniciativa privada, militares y grupos élite llegan a convenios, a fin de acomodar el eje de discordias y así no caer en anarquía.

Es un hecho que los disturbios en países árabes no surgieron de una evolución progresiva de toma de consciencia y organización social, ya que las demandas se centran en la destitución de los personajes a la cabeza de los regímenes en cuestión. Las fuerzas armadas, líderes religiosos y empresariado están a la espera de “ser llamados” para que se recupere el justo ponderado de equilibrio. Después de Mubarak o Gadafi se vaticinan juntas de reconstrucción nacional, comandados por generales instruidos en West Point, para dar por terminadas las revueltas, procurando reformas que mejoren momentáneamente la calidad de vida de la masa sublevada, pero no más.

Las etapas guerrilleras, de ideología definida, de partidos en efervescencia, de planes de desarrollo con una visión diferente a las estructuras vigentes no están apareciendo como elementos definitorios que otorguen un papel revolucionario a las demandas sociales que son transmitidas y re-transmitidas por los medios de comunicación y mensajes gubernamentales. Las denominadas “revoluciones del tercer milenio” están atadas a hilos invisibles que tienen como meta la preservación económica (industria del petróleo, de venta de armamento, de reconstrucción de edificios, puentes, carreteras, casas e industrias y de dominio de pasos marítimo-terrestres y aéreos). En la mente de los Estados supranacionales está fija la idea de que es preferible operar insurrecciones contra mandatarios vetustos, que dar cabida a cambios no controlables y por ende críticos, como los sucedidos en Centroamérica, Oriente Medio, Asia costera y África meridional a finales de la década de los setenta del siglo pasado.

El internet ¿Sirve para algo? Sí, mucho, pero en las cuestiones concernientes a transformaciones radicales en asuntos sociales, económicos y políticos no tanto, en virtud que las colectividades nacionales requieren de organizaciones, partidos bien definidos, liderazgos horizontales, asambleas y una serie de decisiones que partan de la base. No es con rabia contenida, entusiasmo, quema de autobuses, castigo corpóreo de enemigos a la mano, incitación a la migración o enunciados de tres líneas en las redes sociales como se va a transformar a fondo un país.

A manera de epílogo.

En México hablar de cambio cobra sentido cuando se interiorizan los principios y valores infundidos por las clases dominantes. Desde hace muchos decenios se ha hecho creer -a pie puntillas- que sigue vigente la revolución zapatista, villista, carrancista, callistas, obregonista y cardenista y que sólo faltan reajustes constitucionales y actitudes modernas para derrocar la antidemocracia, miseria, corrupción y violencia todavía existente. Las transformaciones son vistas ahora como una saga inacabable de alternancia, sujeción a preceptos de bonanza que no alcanzan a concretarse y a la influencia del marketing que destierra la capacidad de análisis y crítica en las personas.

Así pues, en la mente de millones de personas enajenadas en los centros de educativos, iglesias y por la preponderancia de empresas comunicativas (televisión, radio, cine, periódicos, revistas, internet, etc.), las revoluciones deben darse en otras partes del globo terráqueo, pues se acepta como válido que allá sí carecen de todo lo que el sistema político mexicano ha brindado a las masas desposeídas. Allá, en el sur de América, en Asia y África sí deben hacerse revoluciones. Por ello es que en el imaginario societal se apoya a lo que huela a insubordinación, siempre y cuando sea al otro lado de las fronteras.

Los mexicanos y buena parte de “países en desarrollo” no hemos sido siquiera capaces de orquestar marchas contra la discriminación de los pueblos indígenas, de madres y mujeres violadas, de la violencia provocada por el crimen organizado o contra la irresponsabilidad e ineficacia de los gobiernos que cada vez más hunden a las mayorías en la miseria extrema. Allá, en la lejanía todo es posible, pero acá, nada de nada. La contradicción de la contradicción, ni más ni menos.

¿Qué nos toca hacer? Seguir trabajando en nuestras trincheras, como topos si se quiere, porque algún día las próximas generaciones verán la luz. B.H.G. Ω

(1) Habermas, Jürgen. Problemas de legitimación en el capitalismo tardío, Editorial Amorrortu, Argentina, 1980.

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miércoles, 2 de marzo de 2011

EJES PARA DEVOLVER GOBERNABILIDAD A MÉXICO


ELECCIONES, PARTIDOS, NARCOTRÁFICO, FUERZAS ARMADAS, GOBIERNOS Y AUTOGESTIÓN EN MÉXICO
*Balance de perjuicios vs. beneficios* *Elecciones: costos y participación*
*¿Sistema de partidos o partidocracia?* *La guerra interminable contra el crimen organizado*
*Militares y sociedad: una fórmula explosiva* *Las nuevas redes sociales*
*África y Medio Oriente y sus repercusiones globales* *Castigo a los responsables de la crisis mexicana*

Por Baltasar Hernández Gómez


Desde hace cuatro años la atmósfera en México ha sufrido transformaciones impensables en pleno siglo XXI. Muchos de estos cambios no han sido evolutivos, sino todo lo contrario, pues el objetivo central gira en torno al papel de las instituciones del Estado para tratar de estabilizar procesos constitucionales, económicos y metapolíticos de dominación que, por equívocos de gobiernos priistas y panistas, consecuencias producidas por el narcotráfico, crisis económica, reacomodos normativos en el subsistema electoral y movimientos que fortalecen el monopolio de partidos políticos, han menguado la sustentación del corpus nacional. La mayor secuela en los últimos diez años se vive con un Estado fallido en grados diferenciados de ingobernanza e ingobernabilidad.

En el recuento social los saldos aparecen de color rojo encendido (balances contables/financieros negativos en lo macro y micro de la economía, sangre y muerte), pues los asesinatos, desempleo, carestía, incertidumbre, desconfianza y parálisis social son los elementos que envuelven la percepción y en el sentir social.

A continuación propongo algunas coordenadas para el análisis y debate de los asuntos de mayor relevancia en México 2011:

EJE 1: EL SUBSISTEMA ELECTORAL.

1.- Los recursos monetarios, materiales, humanos y técnicos que son inyectados al subsistema electoral no son detonadores para que la sociedad participe activamente en la política y acuda a votar en los tiempos establecidos. Es un hecho medible que campañas electorales con amplio espectro de cobertura tienen una connotación de derroche y alteración de fondos públicos. Por lo mismo, un gran porcentaje de ciudadanos se alejen de los procesos.

2.- Cuanto más grande es la estrategia de marketing político-electoral, más grande es el grado de desconfianza social, principalmente en las clases con niveles socioeconómicos y culturales de clase media y más. Slogans y promesas no han mostrado relación directa con la realidad prevaleciente en municipios, estados y federación y por lo mismo existe apartamiento ciudadano, lo cual anula legitimidades.

3.- La eficiencia en la organización procedimental de los comicios no es garante de mayor participación ciudadana y mucho menos condición óptima para el fortalecimiento de la cultura política. Ésta debe alcanzarse por medio de información permanente, programas específicos en todos los subsistemas educativos y la reproducción de valores y principios en el seno familiar, laboral y círculos de convivencia humana y cultural.

4.- Libertad de expresión no significa insulto o propaganda negra entre partidos y candidatos. Por tal razón, legisladores y expertos en la materia deben implementar controles para determinar límites sin violentar derechos sociales.

5.- Los órganos de organización, ejecución, evaluación y sanción de los procesos electorales deben estar a la par de las facultades del poder Legislativo, tanto a nivel nacional como estatal, a efecto de no propiciar el imperio partidocrático e intereses coyunturales de sexenio a sexenio.

6.- La utilización de medios de comunicación electrónicos globalizantes (telefonía celular, internet y televisión) tienen que reglamentarse, a fin de impedir la invasión de la privacidad ciudadana.

7.- Los institutos y tribunales electorales deben transitar hacia un estadio de eficacia administrativa y financiera que convierta a los procesos electorales en una verdadera reunión consensuada de voluntades sin gastos excesivos. La democracia en México es cara, sin lugar a dudas, ya que el proceso de renovación democrática de los poderes Legislativo y Ejecutivo -cada tres y seis años- es percibida por las mayorías como gasto y no como inversión, ya que los resultados tangibles son imperceptibles y dolorosamente inútiles.

Es necesario que sigan habiendo recursos suficientes para comunicar resultados, edición de material de cultura política, instrumentos y equipos, talleres de capacitación y actualización; pero a la par es imprescindible la restricción de prerrogativas, tales como: celulares, choferes, autos, préstamos personales, bonos de actuación, viáticos y pasajes, gastos de representación, sueldos estratosféricos, etc., que tanto encarecen la democracia y sumen a programas sociales y obras en el olvido o la postergación.

EJE 2: LOS PARTIDOS POLÍTICOS.

1.- El monopolio partidista debe desaparecer. Ciudadanizar candidaturas es paso trascendental para arrebatar el control verticalista de las élites. Los “políticos de carrera” tienen que soltar amarras, a través de la conformación de un marco legal contundente, a efecto de que la partidocracia no continúe presionando a funcionarios públicos, líderes, legisladores y gobernantes con base en “apoyos” otorgados desde los comités centrales, dependencias del gobierno en turno o Congreso de la Unión. El reto sigue vivo y no exento de peligros, pero más vale explorar nuevas vías que permanecer en stand by visualizando cómo se degrada el consenso social.

2.- Las plataformas, idearios y estatutos deben renacer como parte sustancial de la praxis política, a fin de acercar a la gente a la participación horizontal, es decir, la que se da en los ambientes societales. No hacerlo implica apartamiento, decaimiento de credibilidad y abstencionismo, lo cual puede poner en serios aprietos la legalidad-legitimidad de los procesos electorales y la reproducción de equilibrios.

3.- Las alianzas y coaliciones deben ser revaloradas, en virtud de que este método está exacerbando el pragmatismo político, de ganancia momentánea para las fuerzas en disputa, pero que no abona elementos clave para fortalecer la cultura y participación ciudadana ni tampoco el buen desempeño de gobiernos. No se trata de ideologizar, sino de poner en la cima de lo político verdaderos proyectos sustentables de nación, más allá de la alternancia impuesta desde el año 2000.

EJE 3: LA LUCHA CONTRA EL CRIMEN ORGANIZADO.

1.- Hay que interiorizar que la guerra calderonista no es la guerra de México. Los beneficios son raquíticos en cuanto a desmantelamiento real de cárteles. Por el contrario, los perjuicios son enormes en cuanto muertes masivas (más de 30 mil asesinatos de 2006 a la fecha) y gastos millonarios que rebasan lo que se obtiene en cateos, decomisos y detenciones.

2.- Se tienen que diseñar, aprobar, poner en funcionamiento y supervisar estrictos controles financieros y bancarios para evitar blanqueo de dinero de los cárteles nacionales e internacionales. Si no existen golpes a las alforjas del crimen organizado no habrá resultados verdaderos.

3.- Las instituciones educativas, de salud, de cultura y desarrollo económico deben vincularse orgánicamente para hacer frente común con infantes, jóvenes y adultos, a efecto de erradicar predisposiciones que orillen a muchos sectores poblacionales a optar por actividades ilícitas como fuente de supervivencia.

4.- ¿Hasta qué punto es conveniente plantear grados de “legalización” de ciertas drogas? Estado, gobiernos, académicos, medios de comunicación, empresarios y sociedad en general deben reunirse a debatir objetivamente este asunto de seguridad interna.

5.- Las desarticulaciones de bandas del crimen organizado han traído mayor descomposición del tejido social y un interminable reacomodo de las fuerzas intermedias del narcotráfico y sicariatos. Cuenta más una docena de “peces gordos”, dueños de empresas con apariencia legal, pero con fines aviesos, que dos mil caporegime y vendedores de droga al menudeo ¿O no? Sólo hay que analizar lo que sucede en Italia, Reino Unido y Estados Unidos de Norteamérica, para tener un marco de referencia funcional.

EJE 4: LAS FUERZAS ARMADAS.

1.- El ejército, fuerza aérea y la marina deben volver a las zonas militares, pues a pesar de que en un primer momento den la impresión de mayor seguridad, en la práctica las instituciones castrenses no están preparadas para empatar disciplina con la dinámica social. Seguir visualizando a las fuerzas armadas acompañando a las policías llevaría a un estado de supresión de derechos humanos y terror, pero sobre todo a una peligrosa pérdida de credibilidad del Estado mexicano. Y no es que sea imposible equilibrar el papel de las milicias, pero esto llevaría muchos años de educación y entrenamiento. A los “narcos” hay que impactarlos donde más les duele: cuentas bancarias, propiedades y negocios.

2.- Las capuchas negras ahora forman parte de la integridad física de los militares frente a actos de venganza del crimen organizado, sin embargo, ¿Quién otorga certidumbre a la sociedad cuando ve rostros tapados y no alcanza a distinguir quiénes salvaguardan el orden? ¿Serán militares de verdad o clones del narcotráfico? Usando el sarcasmo como catarsis debería tomarse en consideración la conveniencia de que todos deambuláramos encapuchados para no ser reconocidos por propios y extraños, porque lo mismo vale la vida de un miembro de las fuerzas armadas, que la de un civil. Otra vez surge la ingenua pregunta ¿O no?

3.- Debe haber una estrategia para controlar los puntos geográficos donde se desarrollan intercambios de dinero, equipo bélico y otros enseres ilícitos, para que no continúe la proliferación de pistolas, ametralladoras, bazucas, morteros y granadas, lo cual da poderío de combate al crimen organizado ¿Es tan difícil vigilar zonas fronterizas, puertos, caminos, aeropuertos y pistas semiclandestinas para detener embarques ilícitos y abatir al mínimo la circulación de armamento, dinero sucio y estupefacientes? Los trabajos de inteligencia, satélites e información clasificada de EUA, entre otros asuntos, ahí están para ser tomados en cuenta.

4.- No es con exposiciones o simulacros publirrelacionistas como las fuerzas armadas van a recuperar la confianza social. Hace falta más, mucho más, para tender puentes de acercamiento y coexistencia entre todos los que conformamos a México. Una de ellas es la erradicación del sentimiento discriminatorio de militares hacia lo que ellos mismos denominan “civilones”= civiles.

EJE 5: GOBIERNO Y AUTOGESTIÓN.

1.- Observo un alza en la organización de asociaciones civiles y grupos de presión que van a forzar a la auditoría de las instituciones de los tres niveles de gobierno en los rubros administrativos, financieros y operativos. En este sentido el Ejecutivo en municipios, estados y federación y los otros poderes Legislativo y Judicial tienen que aperturar canales normativos que sirvan para el inicio de juicios políticos, judiciales y administrativos contra actos de ineficacia, corrupción e irresponsabilidad de gobernantes, legisladores y magistrados. De no ser así lo más probable es que haya, por lo menos, brotes de anarquía.

2.- Quiero pensar que los acontecimientos que suceden vertiginosamente en países de África y medio Oriente son producto de un nuevo tipo de organización social basado en el contacto de redes comunicativas virtuales, que readecúa las demandas y oposiciones relegadas por mucho tiempo por regímenes dictatoriales “autorizados” por la comunidad de países desarrollados.

Conservo escepticismo sobre la espontaneidad de los movimientos considerados como “neo-revolucionarios”, pues tras bambalinas hay olores de injerencia oculta de agencias de inteligencia y la operatividad de empresas de noticias y entretenimiento que cubren los eventos con visiones totalitarias (todo lo que había sobrevivido decenios y de lo cual no daban cuenta, ahora resulta maligno) y conceptualizaciones, tales como: libertad, hartazgo, masas y malos gobiernos. Al lado y atrás subsisten intereses económicos, petróleo e importancia geopolítica.

En la vorágine coyuntural es difícil separar lo objetivo de lo subjetivo, pero admitiendo que los movimientos sociales en Egipto, Libia, Túnez, Marruecos y otros países musulmanes provengan de las entrañas del pueblo, los Estados nacionales deberían “poner sus barbas a remojar” y a trabajar no solamente en mecanismos de preservación del establishment, sino pensar en la eficacia para materializar bienestar económico, social y político. De no hacerlo así, la sociedad rebasaría sus controles.

3.- A más de cuarenta años de haberse dado movimientos de trabajadores, profesionistas y estudiantes en México no hay castigos a los responsables de muertes, desapariciones y torturas. Las respuestas del Estado se convirtieron en reformas constitucionales, democratización de instancias sociales y políticas, así como modelos de crecimiento económico de alcances restringidos, pero no más. Antes se le echaba la culpa a los regímenes autoritarios del PRI, pero ahora no hay justificación para dejar las cosas como están, así sin más.

Si la guerra contra el crimen organizado, recuperación económica, creación de empleos, bajas de gravámenes hacendarios fueron asumidas públicamente como compromisos del presidente Felipe Calderón y colaboradores ¿Por qué no enjuiciarlos -sin pasiones insanas, pero sí con determinación republicana- por el atroz incumplimiento de sus promesas y programas gubernamentales anunciados en foros públicos, planes de desarrollo, iniciativas y decretos?

Colofón.

¿A quiénes acusarán las madres, hermanos, esposas e hijos por la muerte de familiares y amistades? ¿Quiénes son los responsables de la miseria y muerte por hambre, enfermedad o inanición de cientos de miles de niños, jóvenes y adultos del campo y las ciudades? La respuesta de muchos funcionarios es que estos son daños colaterales por el enfrentamiento del Estado contra los malvados delincuentes y por la crisis globalizada. Muy a gusto reparten culpabilidades y se quitan sentimientos encontrados, pero no explican cómo los mexicanos mueren diariamente sin saber por qué una bala se introdujo en su cabeza; por qué una bomba destrozó su escuela o casa; por qué de repente sus seres queridos perdieron trabajo y los bancos les quitaron propiedades y, por qué se gastan los dineros de la sociedad en armas y equipos, publicidad, actos protocolarios, sueldos elevados de militares, policías, empleados gubernamentales, jueces y legisladores.

Si los mexicanos del siglo XX no determinamos procesar a políticos y gobernantes ojalá que en el siglo XXI se presione lo bastante fuerte para que no haya más impunidades. No es válido que mientras existe una sumatoria catastrófica de asesinatos, pobreza extrema, enfermedades al límite y una crisis moral y espiritual como nunca antes sentida, Vicente Fox y el actual presidente Felipe Calderón, autodenominados estadistas del cambio, se regodeen en foros internacionales afirmando que “México vive más o menos bien, pese a la crisis prevaleciente”. Y estos son los nombres de las cabezas más visibles de la Hidra, porque abajo, líderes, políticos y gobernantes también tienen su parte importante de adeudo.

¿Se van a ir Calderón Hinojosa, oficiales y jefes militares, procuradores, secretarios de seguridad, gobernadores, presidentes municipales, diputados, senadores y magistrados sin juicios por irresponsabilidades cometidas? Los muertos; los déficits; el temor, incredulidad y desconfianza social; la violencia, la miseria y las riquezas inexplicables ahí están, no son inventos ni elucubraciones, sino hechos contundentes.

Ojalá que cuando surjan las convocatorias para reunirnos en plazas públicas y se exija el enjuiciamiento de los “malos mexicanos” no se acuse a los participantes de delincuentes pagados por el narco, de guerrilleros o traidores a la patria, sino que sean tratados con la misma benevolencia que los medios nacionales e internacionales, analistas y la llamada clase política tratan a las masas aglutinadas en Egipto, Libia y otras partes del mundo. B.H.G. Ω

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