ANÁLISIS POLÍTICO Y SOCIAL, MANEJO DE CRISIS, MARKETING, COMUNICACIÓN Y ALTA DIRECCIÓN

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miércoles, 30 de marzo de 2011

MÉXICO VISTO DESDE LA ÉLITE POLÍTICA: una visión que no aprecia la pobreza.


AHORA RESULTA QUE MÉXICO ESTÁ MEJOR QUE HACE 10 AÑOS
[Interpretación oficialista de resultados del INEGI 2011]
Por Baltasar Hernández Gómez


Al presentar los resultados del censo de población y vivienda del INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía), Felipe Calderón Hinojosa dio una interpretación sociopolítica a las cifras recaudadas de familias mexicanas en formatos elaborados por expertos censales, poniendo en evidencia que la esfera gubernamental tiene un perfil conservador y alejado de la realidad, pues aduce que en los últimos diez años hubo un mejoramiento en calidad de vida, salud, educación y vivienda.

En el sexenio de Vicente Fox Quesada la transición fue sintetizada en la infame promesa de que todos los mexicanos contarían con televisor, automóvil compacto, trabajo y negocio familiar, para salir lo antes posible de la crisis endémica producida por setenta años de regímenes priistas. Nada de esto fue cierto, pero heredó la consigna de cambiar vidrios por oro en la percepción social. Hoy, Calderón Hinojosa, aunque alejado del proyecto foxista, retrotrae la falsedad numérica (extraída del levantamiento de datos fríos proporcionados por quienes se encontraban en los hogares a la hora de la visita) que los mexicanos estamos mejor que en el siglo pasado.

El mandatario apareció en los medios masivos de comunicación afirmando que hubo cambios positivos en las condiciones de vida de las familias pobres, en virtud de que se incrementó su acceso a servicios múltiples. Subrayó que el número de trabajadores que recibe mejores salarios reales aumentó, “pues quien gana más de tres salarios mínimos pasó del 25 al 37% y quienes perciben hasta dos salarios mínimos se redujo del 42 al 31%”. Asimismo, externó que las casas con televisión pasaron del 86 al 90 por ciento; que el número de hogares con teléfono se amplió del 36 al 93 por ciento; que el 29 por ciento de las casas cuenta con computadora y, que el 44 por ciento tiene automóvil.

En la concepción de los detentadores del poder en México existe la creencia que los resultados censales son indicadores fiables para determinar que la clase media creció, que la mortalidad bajó y que hay entrada permanente a las comodidades que trae “la vida civilizada” (las cuales sirven como demostración de que el sistema de consumo capitalista está por encima de valorizaciones éticas y morales, pero sobre todo del desarrollo humano, social y cultural). El discurso de Calderón Hinojosa, que no del rey de Inglaterra en las postrimerías de la década de los años 30 del siglo XX, descubre que en la mente de la clase política la miseria no existe. Para él lo trascendente es dar a conocer que en la mayoría de las casas de -adobe, madera, tabiques o concreto prefabricado- hay enseres electrodomésticos y computacionales, olvidándose de las incontables penurias en zonas marginadas citadinas, suburbanas y rurales que incluso tienen niveles comparados con asentamientos africanos o asiáticos.

Los datos no son un recuento objetivo de la situación imperante en México, pero otorgan la oportunidad para situarnos en un palco de primera fila para pensar analíticamente que las realizaciones sociales no provienen del Estado y su aparato ejecutor, el gobierno en turno, sino de la lucha de las familias para obtener satisfactores para sus integrantes. Por eso cuando intelectuales, líderes sociales, legisladores y gobernantes certifican que las ideologías no existen ni sirven para la praxis política, el engaño parece buscar acomodo, haciéndose pasar como una cuestión menor y sin importancia. La verdad es que los principios, fundamentos teóricos, plataformas políticas y proyectos de nación sí importan, y mucho, en el delineamiento de legislaciones, programas y acciones tendientes a buscar no solamente equilibrios, sino amplios estadios de vida. No es lo mismo ofrecer dádivas que arrancan lágrimas, que planificar acciones para mejorar la educación, actualización y apoyos firmes para la puesta en marcha de una empresa familiar-social, que extraiga del abandono y las penurias a millones de mexicanos. Ni más ni menos.

El presidente, secretarios de gabinete y asesores no se detuvieron a confrontar las cifras con el México de carne y hueso. Hubo un cerco autoimpuesto para la transcripción en directo de la información capturada por el INEGI, la cual fue usada como acreditación de que las administraciones panistas cumplen con los más altos preceptos del reformismo, es decir, que es preferible mejorar mínimamente el estado de cosas, aún con las innombrables mixturas de concesiones y arreglos políticos con los adversarios de centro e izquierda, con el propósito de no suscitar brotes de ingobernabilidad, insurrecciones o intentos de cambios en el sistema por parte de la sociedad civil, lo cual podría trastocar el statu quo de las estructuras constitucionales y metaconstitucionales.

Si ahora casi el ciento por ciento de los hogares tienen aparatos televisores ¿Quién puede esclarecer si estos fueron comprados hace 20, 15 ó 10 años y no en lo que va del periodo 2000-2011? Decir que México está mucho mejor que hace una década por contar con lo que los norteamericanos llaman “the stupid box”= “la caja estúpida” es una aseveración carente de validez, que deja de lado el imperativo que, ante los altos niveles de pobreza, lo único que les queda a las familias más depauperadas es observar la programación de consorcios nacionales y extranjeros, enajenándolas para olvidar momentáneamente su precaria situación socioeconómica. Habría que preguntarse cuántos televisores o enseres electrodomésticos comprados, que aparecen en las listas de nuevas adquisiciones en las tiendas departamentales son devueltos, o bien, recogidos por las oficinas de cobranza ante la falta de pagos vencidos.

Decir que la bonanza es igual a que miles de hogares cuenten con telefonía fija o móvil es como aseverar que una persona que superficialmente se observa sana esté exenta de algún tipo de dolencia física o psicológica. Los cuestionamientos serían ¿Lo compran para demostrar estatus o porque es una necesidad para la intercomunicación personal y laboral? ¿Un país es más rico porque sus ciudadanos adquieren servicios de telefonía? Si esto fuera así de simple, el gobierno debiera utilizar toda clase de ingenios para que empresas como Telmex, Telcel, Axtel, Avantel, Movistar, Iusacel, Unefon, entre otras, obsequiaran millones de líneas y aparatos, a cambio de exenciones fiscales, para que el actual gobierno asegurara contundentemente que vivimos en el primer mundo.

En lo que respecta a la adquisición de automóviles ¿Cuántos de estos son modelos anteriores al tercer milenio? ¿Cuántos ya fueron recluidos en corralones de agencias automotrices e instituciones bancarias porque los poseedores no pudieron seguir amortizando mensualidades? El gobierno y sus adalides del progreso quieren esconder el sol de las carencias con el dedo que proporcionan las cifras oficiales. Quedan para la posteridad las palabras del secretario de Hacienda y Crédito Público, Ernesto Cordero Arroyo, “las familias con ingresos de 6 mil pesos mensuales pueden vivir en casas y autos obtenidos a crédito y con los hijos en escuelas privadas sin mayores preocupaciones”. Que se lo crea su abuela, diría el lépero que deambulaba por las tardes en el zócalo de Acapulco, porque ganar 200 pesos diarios no proporciona escudo de inmunidad para evitar las exigencias concretas de millones de ciudadanos que deben adquirir alimentos, vestido, renta, pasajes, artículos escolares, electricidad, agua, medicinas e imprevistos.

La visión de la derecha confirma que no habrá virajes hacia fases de mayor bienestar social, mucho menos de democracia y respeto a la dignidad humana, pues los gobernantes panistas se conforman con producir y luego exhibir caras contentas de niños famélicos cuando están recibiendo migajas (ropa usada, juguetes, despensa básica o contenedores de agua). La felicidad es medida como valor de cambio……..cuánto puedes tener para compararte con los otros. La alegría de vivir es transcrita en pragmatismo, asistencialismo, teletones, redondeos y entregas intermitentes de utensilios, ofertas mercadológicas en campaña, concertacesiones entre partidos políticos, pugnas en el poder legislativo, promociones mercantiles, controversias entre empresarios de telecomunicaciones, programas de talk-show, telenovelas, viajes del mandatario a EUA y otras partes del mundo civilizado, que sirven como referencia para ver cómo estamos como nación.

El INEGI como organismo gubernamental sólo otorga números que, cuando son interpretados pueden servir al régimen como válvula para sustentar lo insustentable. ¿Cuántas familias con televisor, teléfono, computadora y automóvil viven en habitaciones rentadas o predios irregulares? ¿Cuántas personas con estas “mejoras” tienen seguridad social o ahorros para el retiro? ¿Cuántos usuarios de la electrónica y la mecánica tienen una educación de calidad desde la primaria hasta la universidad? ¿Dónde está la certeza en alimentación sana y equilibrada? ¿Dónde se encuentra el sentimiento sobre inseguridad ante decenas de miles de muertos que se han sucedido en los últimos 4 años? ¿Y la cultura, deporte, entretenimiento y las expectativas para vivir dignamente en el corto y largo plazo?

Tal parece que las imágenes de mujeres y hombres con celular al cinto, con un foco alumbrando la habitación, la computadora de primera generación en la estancia, el carro en la calle, la asistencia a escuela deteriorada, la visita a clínica sin médicos ni recursos, el temor de salir a la calle en la noche, la comida sin carne ni verduras o frutas, pero sí con mucha tortilla, chile, manteca, sal y frijoles, son el México que anhela presumir el gobierno en turno. El país de la pobreza creciente está queriendo ser dejado en el primer piso, intentando edificar en el imaginario comunicacional un segundo piso repleto de mexicanos sonrientes rodeados de spots propagandísticos y escaramuzas entre partidos, políticos y candidatos.

¿Dónde están las voces de jóvenes estudiantes, profesores, comunicadores, líderes sociales, partidos de la denominada oposición, que critiquen o por lo menos pongan en duda los dichos del presidente Calderón y sus colaboradores?.....¿Dónde? B.H.G. Ω

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