LA MOSCA DE BARAK OBAMA RECORRE EL MUNDO
LA MOSCA DE BARAK OBAMA RECORRE EL MUNDO
Por Baltasar Hernández Gómez
El pasado 17 de junio la imagen del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Barak Obama matando una mosca, en una de las oficinas de la Casa Blanca, recorrió los noticieros del mundo. La nota por sí sola vendió varias ideas: un despacho presidencial penetrado por coleópteros, un mandatario diestro para matar insectos que lo molestan y que su estilo personal de gobernar es más flexible que el de sus antecesores.
Trascendiendo el formato comunicacional y de que si fue o no cierto el vuelo de la mosca y su exterminación (*), el mensaje visual difundido deja ver que E.U.A. será contundente para deshacerse de todo lo que perturba al sistema capitalista de vida, del cual es su más grande expositor y dirigente. La mosca es la alegoría de los países, grupos y personajes que obstaculizan los planes estadounidenses y del G-7 por conformar un planeta globalizado y salir lo mejor y más rápidamente posible de la curva crítica de las economías mundiales.
En los últimos sesenta años la hegemonía de E.U.A. ha descartado “moscas” que contravienen sus intereses en Centroamérica, Suramérica, África, Asia y Medio Oriente, imponiendo no tan sólo manotazos, sino estrategias de intervención profunda en lo político y económico, por medio de despliegues bélicos para resguardar sus enclaves. Ahora que no hay un enemigo común identificado como comunista, el Estado capitalista fabrica nuevos, ya sea por la condición de raza, credo o pretensiones distintas al sistema imperante en su fase totalitaria.
Así pues surgieron los terroríficos asiáticos, fundamentalistas musulmanes, guerrilleros centroamericanos, socialistas suramericanos y revolucionarios africanos, a fin de fundamentar sus objetivos expansionistas y la de sus socios. Con esto han tratado de concentrar las riquezas naturales y del trabajo humano que permitan a los países altamente desarrollados tener la máxima ganancia, es decir, la que proviene del plusvalor generado por la explotación de la naturaleza y la sociedad.
La política de “matar moscas” no es exclusiva de Barak Obama, sino que también es usufructuada por otros mandatarios para mantener estables sus ambientes nacionales. En México la “mosca” que ronda y no ha sido desaparecida es la mafia (identificada por el gobierno como narcotráfico). Los ojos y oídos de los mexicanos están siendo direccionados a la transmisión sistemática de información visual y escrita de los combates, decomisos y detenciones de los llamados enemigos de la salud física, política, económica y cultural de la nación.
Claro está que los intentos de quitarse la mosca por parte del presidente Felipe Calderón Hinojosa no han logrado atrapar y mucho menos poner en el suelo a este insecto volador. Lo que sí ha hecho es que todos estén al pendiente de su vuelo y marcar en la consciencia ciudadana que la molestia debe ser compartida. La “mosca” que tiene que exterminar Calderón Hinojosa sirve para acaparar legitimidad para su administración y votos para su partido. Mientras más aletee el bicho y más guantazos se ofrezcan, mejor será la imagen diseminada: “mosca” esquiva que obliga a estar en alerta permanente y lanzar golpes a cada momento.
En este escenario digno de un basurero a cielo abierto, la “mosca” de la mafia se ve acompañada de otras de distinto género, como por ejemplo la del repudio a la antidemocracia, la de la crisis que aleja la creación de empleos y la llegada de condiciones materiales de vida mejores para las clases media, baja y los millones de personas que están en la miseria. El presidente de México no solamente procura alejar o liquidar a los tábanos, también hace spots, cubre al territorio nacional de militares y policías federales, combate la influenza, recorre el país anunciando programas y obras paliativas, apoya al PAN junto con Vicente Fox Quesada, reconoce con pompa y platillo la entrega heroica de los titulares de la Sedena y Marina, y cambia funcionarios a punto de llegar al segundo trienio de su mandato.
Sin embargo, las “moscas” no son quitadas del escenario nacional, pues hay una especie de costumbre a vivir espantándolas, que si bien resultan molestas son aprovechadas para dar continuidad a la política gubernamental de hacer, para no hacer nada. En esta época electoral el aparato gubernamental tiene que lidiar con la “alimaña” de la apatía y el hartazgo ciudadano, que exhibe la desconfianza en la vertiente partidocrática del sistema político mexicano. El matamoscas que usan el presidente de la República, IFE, TRIFE, TEPJF, partidos, empresarios e intelectuales orgánicos es la insistencia de que la democracia es perfectible y por eso se debe de seguir privilegiando el voto masivo.
Ante la crecida del “voto en blanco”, “voto así no”, abstencionismo y movilización ciudadana, surgió una tercera vía promovida por el empresario de artículos deportivos, Alejandro Martí, para comprometer por escrito a partidos y candidatos a cumplir con las promesas de campaña. Curiosa coincidencia de proseguir por el camino electoral, que deja ver la mano que mece la cuna, o sea, la presidencia, PAN y los consorcios mediáticos.
Y si esto ocurre con las “moscas” puestas a propósito y las que surgen por sí solas en el ambiente nacional, no me imagino qué pasaría si de repente el “avispón” social apareciera, pues no habría aerosoles repelentes o pabellones para que la clase política y empresarial se resguardaran de sus zumbidos y picadura. La apuesta de los detentadores de poder se ha basado en alejar, matar o hasta añadir “moscas” inofensivas que otorguen legitimidad y sentido de pertenencia a las medidas de control político. No hay todavía un antídoto para que detengan el ataque del “avispón” de la sociedad civil que ya no se conforma con panaceas discursivas, porque ahora sí exige soluciones precisas para que se vayan reduciendo los abismos entre los que tienen un lugar privilegiado en las listas de los millonarios más importantes del mundo y los que no tienen ni un peso para comer, vestirse, educarse y curarse.
El aleteo social ya no está confinado al espacio del olvido, hoy se va a apoderar de Los Pinos, Palacio Nacional, Instituciones federales, estatales y municipales, en el ámbito colectivo de las colonias y los centros de convivencia, en fin, en todas partes. B.H.G.
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(*) La mosca no fue apreciada en vuelo molestando a Obama. La cámara de televisión enfocó al insecto muerto en la alfombra de su oficina.
Etiquetas: Barak Obama y Felipe Calderón, Imperialismo y subdesarrollo, Relación México y Estados Unidos
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