ANÁLISIS POLÍTICO Y SOCIAL, MANEJO DE CRISIS, MARKETING, COMUNICACIÓN Y ALTA DIRECCIÓN

Este es un espacio para conceptualizar, analizar, efectuar crítica y proponer estudios sobre política aplicada, marketing, comunicación, educación, métodos aplicados, alta dirección y proyectos sustentables. Contacto:baltasarhernandezgomez1@hotmail.com, baltasarhg@gmail.com

jueves, 11 de junio de 2009

EL ESTADO MEXICANO Y SU EJÉRCITO



EL EJÉRCITO MEXICANO EN LA ACTUALIDAD
(Primera parte)
Por Baltasar Hernández Gómez


El Ejército mexicano no es tótem inalterable, toda vez que no ha desarrollado una historia ni estructura lineal, debido a que sus principios, estrategias y estatutos han dependido de los requerimientos existentes en cada etapa de dominación política. El Ejército virreinal fue totalmente distinto en esencia y forma al independentista; el independentista fue otra cosa diferente al de los tiempos de Reforma y éste diametralmente opuesto al del porfiriato. La imagen del Ejército nacionalista, popular y defensor de los altos valores republicanos nace posteriormente al triunfo de la Revolución. Propiamente el Ejército se conformó como la institución castrense que conocemos después que la clase política definió el sistema de control político en el tercer decenio del siglo pasado, dejándole un rol importante como brazo corporativizado del poder civil.

En la contemporaneidad el Ejército ha funcionado como organismo de resguardo de la soberanía nacional, ejemplo de honorabilidad, disciplina, orden e institucionalidad, subordinado orgánicamente al Ejecutivo. Sin embargo, en los últimos nueve años se ha trasladado a un espacio cada vez más autónomo, erigiéndose en hacedor en ámbitos anteriormente negados: programas de protección civil, actividades sociales, contención de las actividades de la mafia, seguridad pública y labores de inteligencia.

El resguardo que daba su integración (tropa, mandos medios y superiores provenientes de todas las clases sociales(*)) han dejado de ser baluarte de continuidad inamovible, pues de ocupar los sitios más elevados en la confianza social ahora presenta cuarteaduras de legitimidad en amplios sectores de la población, debido a que desde hace algunos años se han descubierto participaciones de mandos superiores, intermedios y de rama con la Cosa Nostra, valga como ejemplo la detención del general Jesús Gutiérrez Rebollo(1).

En el gobierno del presidente Felipe Calderón Hinojosa cobró especial énfasis el fortalecimiento del Ejército como parte sustancial (no solamente operativa) en la labor del Estado mexicano, incursionando en programas y actividades antes vedadas. Este cambio ha sido apoyado por una campaña de posicionamiento en el imaginario colectivo como institución poderosa, pues cuenta con capacidad real de combate y de defensa, pero que también está constituida por profesionales en todas las ramas del quehacer social (personal experto en derecho, inteligencia, contrainsurgencia, administración, sociología, ciencias forenses, medicina, ingeniería, química, política, psicología, sociología, economía, etc.). Los mexicanos aprecian que su labor extendida copa todas y cada una de las realizaciones gubernamentales: lo mismo está en oficinas administrativas, que en seguridad pública, partidos políticos y en las diferentes instancias de la estructura del Estado.

Hay una contradicción en admitir que es una organización castrense y que al mismo tiempo puede también ser competente en la resolución de los fenómenos sociales que no han sido resueltos por autoridades civiles. Aún con la sombra de haber sido penetrado, el Ejército es una institución que todavía tiene un aceptable nivel de credibilidad en la ciudadanía. La sociedad está acabando por acostumbrarse a ser testigo de movilizaciones de elementos enfundados en sus uniformes verde olivo o camuflageados, trajes de civil o policiacos en responsabilidades de tipo civil, que igual auxilian en desastres naturales que combaten la inseguridad pública, deteniendo a delincuentes comunes que a figuras del narcotráfico o brindando asistencia social en carreteras, zonas rurales y urbanas.

No dudo de la capacidad de fuerza y reacción del Ejército, pues para eso está instruido, pero en el plano estrictamente sociopolítico su incursión prende focos de alarma: hoy las fuerzas militares están metidas “hasta la cocina” en el entramado de poder, convirtiéndose en un elemento esencial y no solamente colateral o adyacente de apoyo. Las funciones que realiza con el beneplácito del Ejecutivo federa(2) lo colocan como una entidad imprescindible para la consecución de la vida civil. Muchos analistas consideran esta presencia como la demostración fehaciente que el Ejército es ya un poder metaconstitucional, que tiende a apoderarse de más y mejores cotos de poder en el entendido de preservar el orden público, pero al mismo tiempo teniendo facultades para intervenir en todos y cada uno de los espacios societales.

Hace apenas algunos años me resultaba extraño ver en los noticieros televisivos a militares y policiacos encapuchados en Brasil, Colombia y Perú. En 1994 resultó insólito visualizar a los tapados del EZLN hablando por los “sin nombre”, lo cual produjo un culto a los “encubiertos”. Así surgió la compra extendida de pasamontañas, muñecos de cerámica, plástico y paja, carteles, fotografías y camisetas aludiendo a los zapatistas chiapanecos. Hoy los encapuchados no son los insurgentes o delincuentes, sino los propios agentes del orden común y de las fuerzas armadas. La danza de máscaras negras es un referente obligado a pensar que la seguridad pública se cubre en el anonimato, que en lo social se revierte en andar permanentemente ocultos por cubrebocas como el caso de influenza o de cualquier otro virus que se presente a corto o mediano plazo.

De esta magnitud es el miedo por no descubrir los rostros de los miembros que resguardan la tranquilidad de la sociedad descubierta. O todos nos volvemos encapuchados o andamos con paliacate a medio rostro o portamos máscaras de luchadores, a fin de sentirnos un poco más resguardados. A ver qué ocurre primero.

El posicionamiento del Ejército va más allá de su jurisdicción, pero al Estado no le queda otra que permitirle el acceso a funciones civiles, pues el crecimiento de la mafia es casi incontrolable. Acabada la consigna de defensa invocada en la estrofa de nuestro himno nacional “Mexicanos al grito de guerra, el acero aprestad y el cañón(…)” el Ejército tiene todas las posibilidades de irrumpir directamente en los quehaceres sociales del México moderno. El Ejecutivo federal y los otros poderes legales observan que los militares ocupan paulatinamente los vacíos provocados por funcionarios e instituciones penetradas por la mafia, intereses particulares o de grupo.

Los militares están atrás del presidente de la República; asumiendo el mando en las corporaciones policiacas; analizando la información comunicacional, social, política y económica; protegiendo el tránsito en las fronteras terrestres, aéreas y marítimas; ocupando sitios en el poder Legislativo; operando como dirigentes y candidatos en varios partidos políticos, en fin, en todas las áreas de trascendencia para el desarrollo del país. Lo más curioso es que los ciudadanos ven como natural este movimiento y asumen que no hay otra vía para detener la corrupción, infiltración e ineficacia del aparato gubernamental.

No obstante lo anterior, el Ejército está penetrado por otros intereses ajenos a la defensa de la Nación por más que se niegue o minimice y esto representa un gran problema: la gradual falta de certeza hace dudar cómo serán los años por venir en medio de una guerra interna dónde ya no se sabe quiénes son “los buenos” o “los malos”. Entre revisiones, cateos, intromisiones a hogares y empresas, aseguramiento de viviendas, cierre de calles y vigilancia aérea estaremos rodeados sin divisar un fin a la preocupación del gobierno de ser igualado y superado por las fuerzas de la mafia. Ya impuestas la costumbres se hacen leyes y esto es lo verdaderamente preocupante del asunto.

La última reyerta al “tú por tú” en Acapulco se dio en la zona tradicional de Caletilla donde se concentran una docena de moteles de paso, casas habitación y plaza de toros. Por más de cuatro horas el Ejército y cuerpos policiacos estuvieron lidiando con células de la mafia (de acuerdo al parte militar se trató de comandos de los Beltrán Leyva), en igualdad de poder bélico hasta que finalmente lograron detener a 5 individuos y matar a 15 miembros del cártel. Irán, Irak, Líbano y Jerusalén no están en el Medio Oriente, sino a tres pasos de donde vivimos. (Continuará……) B.H.G.
************************************************************************************
(*)Los mandos intermedios y de alto rango de los ejércitos de países latinoamericanos como Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay, entre otros, están reservados para oficiales que son familiares de militares en activo o retirados, pertenecientes a la burguesía local.

(1)En 1997 se detuvo al general Jesús Gutiérrez Rebollo, entonces zar antidroga de la PGR, por ser colaborador directo de la organización del capo Amado Carrillo Fuentes, descubriendo por primera vez, en forma espectacular, que el Ejército era un organismo penetrable y no como se había creído por mucho tiempo, infranqueable y diferente a las instituciones civiles.

(2)Desde su primer día en funciones el presidente Calderón Hinojosa puso especial énfasis en la intervención de las fuerzas armadas en lo que considera el asunto número uno de México: la lucha contra el narcotráfico, dotando a los militares de poderes extraordinarios, prestaciones, mejores sueldos, armamento y equipo, así como dotándolas de facultades para intervenir en los asuntos de Estado.

Etiquetas: , , , ,

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio