ANÁLISIS POLÍTICO Y SOCIAL, MANEJO DE CRISIS, MARKETING, COMUNICACIÓN Y ALTA DIRECCIÓN

Este es un espacio para conceptualizar, analizar, efectuar crítica y proponer estudios sobre política aplicada, marketing, comunicación, educación, métodos aplicados, alta dirección y proyectos sustentables. Contacto:baltasarhernandezgomez1@hotmail.com, baltasarhg@gmail.com

lunes, 29 de junio de 2009

AMOR Y PODER


AMOR Y PODER
Por Baltasar Hernández Gómez


CONCEPTUALIZACIÓN DEL AMOR
El concepto de amor que es fijado por el sistema de vida materialista está fundado en la dependencia sadomasoquista, mediante la cual los individuos sociales no son sujetos hacedores, sino simples medios para que alguien alcance un propósito. Así pues en los calendarios internacionales resaltan las conmemoraciones para festejar al amor dependiente y de autonegación, que fija la idea de brindarse hacia una persona, familia o proyecto sin tomar en cuenta las aspiraciones de comprensión propia ni la determinación para vivir en armonía. En la modernidad el amor es un ir a lo ideal enajenado, es decir, ajeno al sujeto que cree amar, porque el que se acerca a los otros lo hace para buscar afuera lo que en su interior no ha podido descubrir. Los otros responden al llamado porque también pretenden encontrar lo que no han descifrado en ellos mismos.

Mientras que la cultura capitalista ha recreado la ideología del altruismo y la patria, desechando el interés propio, ya que lo individual es una cuestión negativa que no permite la unidad; en la tangibilidad cotidiana el sentido del egoísmo es la base fundamental del bienestar. La contradicción no aparece visible ante los ojos de los sujetos que se han formado bajo el amparo de creencias religiosas sobre el bien común y con los preceptos del Estado para convivir en equilibrio y así obtener paz y desarrollo igualitario. Sin embargo, el amor y su némesis egoísmo-odio hacia lo que no es de uno, está apuntalado por el interés que produce la dinámica de competencia, que se aprecia en todo su esplendor en la fase globalizada de la economía.

Es por esto que el amor del siglo XX y XXI va dirigido a complacer a los otros que son el motivo de este sentimiento premeditadamente indefinido: los sujetos dejan de serlo para volverse objetos que buscan adecuarse a la aceptación de los demás. Amor hacia una persona y no hacia todos; amor a la familia y no a los demás genes; amor a la pareja o al amigo y no a los que comparten afinidades, horarios, actividades y objetivos; amor a uno mismo por encima de los demás y no en sentido amplio para constituir una sociedad justa y plena. El amor se convierte en poemas vendibles a través de libros o discos compactos; en regalos, flores, viajes, convivios y en todo lo que sea susceptible de colocar en el cuerpo o en algún lugar de la casa u oficina.

El amor es entonces el nuevo sentido de pertenencia a un mundo donde la propiedad privada es el pilar por la cual somos aceptados. Yo amo para pertenecer a otro(s) y espero me amen para que ella, él o ellos me pertenezcan. El amor así es un torbellino para encontrar en los otros lo que no se ha encontrado en sí mismo. El amor es un pacto mediante el cual el sujeto se brinda porque a cambio recibirá algo que llene expectativas. Amar significa, desde esta lógica, sufrir por las otras personas, aguantar, someterse a los tiempos y requerimientos ajenos, pero al mismo tiempo tratar de que los otros se sujeten a las necesidades propias. ¡Qué barbaridad! El amor que es considerado como el máximo sentimiento humano se metamorfosea en el egoísmo interesado para extraer de los otros lo que se necesita para ir armando la ilusión de éxito. La gran mayoría ama con la intención de tomar de los otros lo que no se ha podido tener.

El chantaje ha sido la mejor herramienta, el cómplice perfecto del amor materializado, que hace que aparezcan reproches, frases, poses y gestos para recordar a los otros que no pueden salirse del círculo vicioso de amar y ser amado con arreglo a pretensiones. La madre educa a sus hijos a quererla por encima de todo; el amante exige fidelidad absoluta y observación permanente de sus exigencias; la familia es el todo y que ruede el mundo; el amigo a ser incondicional de él mismo, pero de nadie más. Los organismos sociales como la iglesia, los partidos políticos, sindicatos y empleos laborales se erigen en centros acaparadores de amor: los sujetos deben brindarse desinteresadamente por el amor abstracto al crecimiento espiritual, político o material previamente dictaminado como norma de lealtad e incondicionalidad.

El amor que debiera ser una autodeterminación para desarrollar el potencial interno y vivir en un estado de felicidad, es cambiado por el egoísmo de sentir amor y sentirse amado para complementar planes personales de seguridad. La mujer y el hombre han hecho de sí un instrumento de la voluntad del modo de vida materialista y supuestamente espiritual del sistema valorativo de las cosas (gobierno, empresas, iglesias, familia, clubes y amigos).

Cuando una persona persigue el amor se afana en separarse de él mismo y sus seres queridos, para buscar a través de las cosas (trabajo y satisfactores) lo que supone no haber alcanzado u otorgado. Si consigue fama y dinero se percata que sus ausencias lo alejaron de la meta del amor, enterándose de la manera más perversa, que su universo más próximo demuestra amarlo en tanto es proveedor de sus intereses. El amor no es el fin último, sino un medio disimulado de tomar todo lo que hay en el ambiente -menos de sí mismo- los incentivos para sentirse feliz.

El mundo personal y global pretende amar por interés, pero no del interés real de conocer, vivir, sentir placer y satisfacción perdurable por lo que se realiza, o bien, crecer en paz y hacer crecer a los demás; sino de aquél que sólo quiere encontrar la meta del éxito. En el interior se piensa que amar y ser amado es un acuerdo no por lo que se es, lo que se piensa y siente, sino por lo que posee y puede brindar a los otros.

Los amantes (las personas que sienten amar y ser amadas) encuentran en las otras personas la capacidad de ser tomadas en cuenta, mediante la retribución de atención, cuidados y sometimiento. El amor en este entendido es regalar para que le regalen; es satisfacer para que lo satisfagan; es comunicarse para encontrar ecos falsos de preocupación y ocupación; es sufrir para merecer. El amor correspondido se despliega en una continua espiral de dar y recibir. El amor no correspondido es aquel que da sin recibir respuesta con la intensidad que se requiere.

EL PODER
Poder es la capacidad de un organismo o persona para dirigir a otras a pensamientos y acciones que de otra forma no se concretarían. Esto es diferente a la connotación del verbo poder que representa hacer algo. El poder es un proceso integral de dominación (consensual y/o coercitiva), que trae aparejado las categorías de autoridad y sujeción. En el caso del poder político sintetizado en el Estado y su clase dominante, se ha valido del amor para imponer su dominación en todos los ámbitos de la vida humana, creando y recreando leyes para incorporar a todos los ciudadanos a sus valores de aceptación o prohibición, teniendo en la cima los “altos designios” del bienestar común.

El Estado produce y reproduce las ideas del amor nacional, del amor familiar y del amor entre sujetos para situarse como el ente rector de la autoridad que juzga los actos sociales. Los individuos se sienten amados y capaces de amar sí sólo sí están bien con los detentadores de poder, investidos en su papel de gobernantes y jefes laborales. Posteriormente deberán comportarse como ciudadanos ejemplares con sus familiares, amigos, partidos, clubes de convivencia, etc.

La autoridad hegemónica que proporciona la posesión de los aparatos ideológicos (educación, creencias religiosas, valorizaciones económicas de progreso, cánones familiares, esquemas transmitidos por los mass media) y represivos (legislaciones, cuerpos militares y policiacos) somete al conjunto social a una serie de actitudes pensamentales y conductuales que reproducen las pautas a seguir para fortalecer el status quo de equilibrio y aumento de la dominación política y económica sin perturbaciones de riesgo. El poder hace que los individuos amen todo lo que es válido, pero no se amen verdaderamente ellos mismos. Ocupados en amar a la nación, amar a la historia y los héroes, amar las instituciones, amar a un ser supremo, amar a la familia y la belleza material de las aspiraciones económicas; los ciudadanos no voltean a su yo interno para encontrar lo lúdico en sus realizaciones.

El poder político despersonifica y vuelve autómata al ser humano que existe en el interior de los sujetos socializados, convirtiéndolo en objeto que debe comportarse de acuerdo a las normas y procedimientos impuestos por el Estado y todas sus instituciones. El poder es el que modifica el entendimiento y la acción de amar, poniendo énfasis en:

- Ama al Estado y sus realizaciones por sobre todas las cosas.
- Ama lo que tienes y no aspires a compararte con los poseedores del poder.
- Ama la familia como reducto íntimo que te hace sentir poderoso.
- Ama a tus hijos y familiares porque son sangre de tu sangre.
- Ama a los demás en la medida en que te otorguen algo útil.
- Ama tu trabajo porque es la fuente material que te da felicidad económica.
- Ama tu filiación política porque te garantiza sentido de pertenencia.
- Ama tus ideas de libertad en tanto no contradigan el establishment.
- Ama para que consumas las mercancías que produce el sistema de producción.
- Ama a las instituciones para sentirte amado y protegido por la generalidad.
- Ama aunque no te sientas suficientemente amado.
- Ama para que te sientas atrapado en la materialidad de tus pertenencias.
- Ama a tus líderes para que algún día lo puedas ser tú, aunque esto no sea cierto.
- Ama para que pertenezcas a los otros, aunque nunca te pertenezcas.

Dicha conceptualización del amor, propuesta desde la posición de poder, encasilla a los ciudadanos en una situación de sumisión a la autoridad. El amor se troca en temor a los gobernantes, militares, sacerdotes, partidos políticos, líderes y toda aquella figura que tiene un grado de incidencia en las realizaciones cotidianas. Este tipo de amor hace que los individuos perpetúen lo ya dado y que se sujeten a las aprobaciones del todo social.

EN PERSPECTIVA
Hay que analizar el yo y el entorno, para abstraer que lo más importante es alcanzar plenitud en todas las realizaciones humanas y no solamente en los profesional-laboral-material. Hay que sentir el amor como la capacidad personal y grupal de comulgar con afinidades y sistemas de pensamiento que hagan proliferar el compartimiento y crecimiento de los valores de libertad, fraternidad e igualdad.
Si esto ocurriera por decisión propia se entendería que amar no es someterse a los intereses de una persona posesiva, de la idea falsa de perpetuarse en lo genético, de guardar respeto absoluto a lo que no se entiende, de ser felices rodeados por la materialidad, de ser utilizado como proveedor económico o ser instrumento de legitimidad.

Así como suele suceder en el terreno romántico de empatarse con las personas que emiten mensajes de “protégeme, sálvame o ayúdame porque necesito de alguien como tú para seguir viviendo”, que luego termina en una relación de dependencia, chantaje y explotación, por medio de la sujeción sexual, de los hijos y hasta del ¡qué dirán! Así también ocurre con el amor político que tiene como destinatario a partidos y gobernantes, que utilizando los aparatos ideológicos y represivos inculcan pensamientos absolutos de comportamiento, de acuerdo al común denominador de la aceptación y conformidad.

El Estado, los partidos, líderes, gobernantes y legisladores no son inamovibles ni mucho menos seres extraterrenales a los que les debemos obediencia ciega y permanente por los siglos de los siglos. Por lo mismo tenemos que alejarnos de la idea de considerar divinidad a los diferentes formatos de autoridad y empezar a pensar, pero sobre todo actuar que la democracia no es un obsequio o que ésta es inalterable, sino una forma de convivencia social que podemos revolucionar bajo premisas diferentes a las ya establecidas.

La obligación de amar a los detentadores del poder y sus instituciones tiene que ser desechada para conformar nuevas vías democráticas alejadas de los baluartes electorales, partidocráticos y del culto a la personalidad hacia los gobernantes ¿Por qué seguir soportando un sistema político autoritario, elecciones concentradas en decisiones partidistas, direccionadas por el videns mercadológico, aderezadas de promesas no sustentables y de políticos y gobernantes que disfrutan las mieles del poder económico, mientras millones de personas no tienen una porción de comida que llevar a la boca?

Amar es defender los derechos inalienables del Hombre, luchar por lo que es nuestro, cuidar el medio ambiente, conseguir los satisfactores económicos, políticos, educativos, culturales, deportivos y de entretenimiento para nosotros, nuestros hijos y congéneres. Amar no es tener un sentimiento de sometimiento a la voluntad que desea perpetuar el sistema de cosas imperantes. Sólo de esta forma seremos libres, porque el amor es verdad y la verdad es realidad para vivir en armonía y plenitud de estar y ser siempre mejores. B.H.G.

Etiquetas: , , , ,

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio