ANÁLISIS POLÍTICO Y SOCIAL, MANEJO DE CRISIS, MARKETING, COMUNICACIÓN Y ALTA DIRECCIÓN

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lunes, 30 de mayo de 2011

ANÁLISIS DE CONTENIDO DEL LIBRO EL ACENTO DEL CAMBIO DE ZEFERINO TORREBLANCA GALINDO (PRIMERA PARTE).



ANÁLISIS DE CONTENIDO
DEL LIBRO
EL ACENTO DEL CAMBIO
DE
ZEFERINO TORREBLANCA GALINDO
(Primera Parte)

Por Baltasar Hernández Gómez.


Antes de iniciar con el análisis de contenido del texto El acento del cambio de Zeferino Torreblanca Galindo, exgobernador del estado de Guerrero, México (2005-2011), quiero dejar en claro que dicha obra fue estructurada con pensamientos fragmentados sobre la realidad de la entidad vista desde el poder, así sin más. Admito que ofrecí mucha resistencia para leerlo, pues el autor, primero como persona y luego como funcionario, no tuvo como tesis el despliegue de habilidades políticas y mucho menos de estadista con sentido humano para sumar y multiplicar virtudes públicas, a fin de responder a las demandas de la sociedad guerrerense.

Durante su sexenio, Torreblanca Galindo se limitó a ejercer facultades constitucionales y metaconstitucionales por medio de frivolidades, sentencias contra sus detractores, doble lenguaje y autismo social, así como también imponer -de acuerdo a los críticos de su régimen y auditores públicos y privados- una dinámica de omisiones y complicidades administrativas, políticas y financieras apoyadas por su círculo de amigos, aliados y familiares. Sólo hay que adentrarse en los señalamientos de las instancias fiscalizadoras y contraloras del estado y la federación que dan cuenta de ello en las revisiones que se están haciendo a dos meses de su retiro.

La autopublicación de El acento del cambio (editada por la Casa Porrúa un mes antes de concluir su periodo) no representó la ocasión responsable de brindar una perspectiva objetiva sobre el desempeño como gobernante, de acuerdo a parámetros medibles como la eficacia en resultados, pues solamente significó un canal comunicativo fallido y a destiempo para vanagloriar “su experiencia en los últimos veinte años”.

El acento del cambio ¿La palabra cambio es aguda, grave o esdrújula para ponérsele acento? fue confeccionado a través de disertaciones, entrevistas y frases pronunciadas por el exmandatario en diferentes espacios, bajo la premisa de inyectar en la mente de los lectores el matiz doctrinario del zeferinismo y sus cometidos. Al respecto, me permito insistir que el mundo es una representación simbólica y el libro exhibe un conjunto de palabras que son símbolos de las prácticas efectuadas por Zeferino Torreblanca durante su gestión y la percepción subjetiva de los acontecimientos ocurridos en seis años de ejercicio de poder.

Desde mis años universitarios me he preguntado por qué los demagogos y artífices de catástrofes sociales, ideológicas o de fe pueden dormir sin problemas neurológico. La respuesta es: porque asumen que sus mensajes y realizaciones provienen de una voluntad sobrenatural que los obliga a apegarse a las exigencias del poder por el poder mismo. Simple y sencillamente creen que lo que dicen y hacen es mandato dictado por alguna divinidad y ellos el instrumento para “resolver” lo malo.

De tal manera Nerón, Calígula, Hitler, Duvalier, Stalin, Victoriano Huerta, Anastasio Somoza, Fulgencio Batista, Augusto Pinochet, Idi Amín Dadá, Salinas de Gortari, entre otros personajes de la historia antigua y contemporánea concibieron en su momento (y muchos lo siguen haciendo) que sus jornadas vivenciales estaban dirigidas por una fuerza “celestial” sin darse cuenta que perpetraban las más atroces infamias contra sus sociedades. En el lenguaje de la clase dominante, los muertos por hambre, enfermedad, represión y guerras externas e intestinas son “daños colaterales” y nada más.

Guardando las distancias debidas, Zeferino Torreblanca Galindo ensayó un estilo personal de gobernar, que al final, resultó ofensivo para el pueblo de Guerrero, porque no quiso oír, ver y mucho menos sentir la vox populi. El libro que en principio puso en venta en presentaciones públicas en las principales ciudades del estado de Guerrero y luego regalado a granel, quiso ser un intento de reivindicación, sin embargo, las reacciones resultaron adversas, toda vez que se nota la mano que procura borrar lo negativo de su obra y poner en pedestal lo que él y sus colaboradores más cercanos profesaron como logros para la entidad suriana.

A continuación el análisis de contenido:

La portada.

Aparece en primer plano la fotografía de Zeferino Torreblanca vestido con traje oscuro, camisa blanca y corbata amarilla con puntos azules. De medio cuerpo, el rostro del autor voltea al cuadrante derecho con un gesto que persigue proyectar sobriedad, dibujando una sonrisa casi imperceptible: una “mona lisa sureña”, pues.

Si el título de la publicación pone en altorrelieve El acento del cambio: una izquierda moderna, el diseñador de imagen debió situar la fotografía con perfil invertido, es decir, que la figura estuviera dirigida hacia el cuadrante izquierdo, remarcando el carácter “ideológico” que pretende posicionar como máximo logro en su trayectoria política. Más allá del lapsus equívoco en la carátula, la imagen puede ser interpretada en contrasentido, o sea, que su mirada va hacia la derecha. Los estudiosos de la semiótica establecen que los códigos simbólicos no sólo denotan, sino connotan significados profundos que van más allá de lo trazos visibles.

Los heraldos zeferinistas dirán que esto es peccata minuta. Sin embargo, no lo es, pues los signos dispuestos en los procesos comunicacionales contienen intencionalidades implícitas o poco visibles que refuerzan o debilitan intereses.

La estructura del libro.

El marco conceptual está referido a la “trascendencia” ideológica y pragmática de Zeferino Torreblanca Galindo en Guerrero. De tal manera, el autor funda su línea expositiva en la afirmación de que la Historia regional lo evaluará positivamente, ya que operó “un estilo de gobernar moderno, sin atavismos políticos, modernizando la izquierda y creando las bases sustentables para un crecimiento sostenido y armónico”. Traspasando las palabras, en la práctica el exgobernador nunca se definió como miembro del PRD, partido que lo llevó al poder Ejecutivo estatal ni impulsó programas de corte social. De lo menos a lo más: el exgobernador estuvo atacando los liderazgos perredistas y de las comunidades agrarias y centros urbanos con una postura insensible.

El zumo corpóreo del libro está sustentado en la creencia de que él hizo mucho a través de un lenguaje y activismo que no cayeron en “la politiquería”. Asume que es baluarte técnico-político, pues alejó al estado del caos que hubiera sido ajustarse a las propuestas de aliados y opositores. El texto subraya el papel determinante de Torreblanca Galindo en la transformación política, social y económica de Guerrero sin el sustento de datos duros sobre la obra pública, programas sociales o servicios. Luego entonces, la publicación es un recuento de buenas intenciones. Si bien es cierto que el autor subraya -desde el prólogo- que no hablará de obra, un libro que exponga el perfil y alcance de una persona u organismo debe estar fundado en los logros obtenidos, algo así como corroborar el proverbio “Por las obras se conoce al Hombre”.

La publicación se presenta como una antología del pensamiento zeferinista, que concentra reflexiones para dar testimonio doctrinal en el sexenio, en un marco que predica hasta el hartazgo la palabra cambio. Torreblanca Galindo se revela como hacedor del cambio en las formas de gobernar, que paradójicamente coincidieron con los requerimientos neoliberales de elevar como axiomas -a toda prueba- la autogestión, el acato a las decisiones verticalistas de la clase en el poder y la hechura de políticas asistencialistas (las cuales se pusieron en marcha en instituciones como: DIF, Sedesol, Salud, Educación, desarrollo y Obra Pública, entre otras más que integran el gabinete legal de la administración pública de la entidad). Menos gobierno, más cuidado de los recursos financieros y un enfoque privatizador de los servicios públicos. Ni modo, así es la globalización, repetirán muchas voces del sistema.

El acento del cambio es una narrativa lineal que privilegia las vivencias personales, familiares, académicas y de participación sociopolítica de Zeferino Torreblanca para enfatizar su carácter de pro-hombre que le apostó al tecnicismo vertido en el ámbito político. No se cansa en reiterar que él y su grupo pusieron “el acento” en la noción cambio que, como él mismo lo denomina, “es un camino a seguir y no camino hecho de antemano”.

Existe el propósito de erigirse en intelectual, técnico y político que antepuso la misión de cambiar la izquierda (algo similar a lo que hizo Carlos Salinas de Gortari dos décadas antes, al repetir que su gobierno estaba basado en una filosofía liberal-social*), con la finalidad de erradicar el legado autoritario, ineficaz y corrupto del priismo que gobernó al estado de Guerrero durante el siglo XX y los primeros 5 años del tercer milenio. Desde las primeras líneas, el libro quiere proporcionar la impresión de que Zeferino Torreblanca tuvo un rol cuasi mesiánico, o sea, que fue crisol donde convergieron los principios, valores e intereses de la etapa independentista, pasando por la Revolución hasta llegar a la participación societal del momento.

En el prólogo niega que el libro sea una justificación, aceptando que no es texto que ponga en primer plano las realizaciones en infraestructura o programas gubernamentales, sino sólo reflexiones y el capital que obtuvo por haber gobernado a 3.4 millones de personas. La conclusión es que dejó a Guerrero en las vías del crecimiento, la concordia y la paz, pero que “el juicio final lo harán los ciudadanos”. Como estuvo alejado de los sucesos y opiniones que se gestaban al seno de las 7 regiones de la entidad no pudo percatarse que el juicio era negativo desde antes que transcurriera la mitad de su mandato. Y así siguió hasta el 31 de marzo de 2011.

El índice del libro muestra: 1) Una entrevista como exposición de motivos de su personalidad y formas de actuar; 2) A Zeferino Torreblanca como individuo proveniente de las filas empresariales ocupado en la quita del PRI, a efecto de forjar un estado más libre. Para ello se valió de un recuento cronológico de su(s) campañas(s) y realizaciones profesionales y políticas; 3) La toma de protesta como gobernador; 4) El ideario político, que aparece como una compilación ecléctica de las posturas que tejió como ser humano de carne y hueso -político-gobernante y, 5) Un listado de discursos en diferentes planos espaciales y temporales.

La obra -de principio a fin- es un glosario de propósitos, de expresiones que quieren pasar a la posteridad, de historias de éxito continuo, de sinsabores y fracasos, de amigos y enemigos, de bondad y maldad, de sacrificios personales, pero sobre todo del enfoque personalísimo que reivindica un perfil psicológico del yo-yo, es decir, primero él, luego él y al final él, sus metas y circunstancias.

La entrevista.

De la página 3 hasta la 28 se incrusta una entrevista donde el entrevistado se cuestiona y se contesta él mismo, ya que no aparece nombre alguno de quién la realizó. En ésta, Torreblanca Galindo pone al descubierto los pensamientos que a continuación enlisto:

A) Su incursión en la política se debió a la preocupación para hacer florecer la fuerza de las organizaciones sociales intermedias.
[Ningún político sabe explicar los por qués de sus incursiones proselitistas o el placer de acumular poder. Lo único que admiten es que están en la política por causas altruistas y de preocupación social. Zeferino no fue la excepción]

B) El alejamiento del sistema autoritario a través de la participación directa de la sociedad civil.
[Fue necesario re-inventarse y pasar de ser co-administrador en los negocios de su padre, Luis Torreblanca, a dirigente de organismos civiles para adentrarse en el terreno de la realpolitik no solamente con movilización, crítica y rechazo al status quo, sino por medio del acercamiento con personajes de la política local y nacional, concertaciones y arreglos a fin para llegar a puestos de relevancia].

C) Exalta la figura, pensamiento y acción de José Francisco Ruiz Massieu. Lo presenta como promotor y guía de jóvenes con inquietudes de cambio político y gestión.
[El hombre de “izquierda moderna” tiene como modelo a un político inteligente y eficaz en sus cometidos, pero de extracción priista, apegado al ideario y pretensiones de Salinas de Gortari. Ni más ni menos]

CH) Su nacimiento político lo hizo primero como empresario, luego como crítico del régimen, concluyendo con el acercamiento al PRD.
[Como no hubo cabida cómoda y durable en el PRI ni posibilidades reales de avanzar “por la libre” optó por trabajar en las redes societales, tales como Canaco, Coparmex, Frente Cívico y terminó, aproximándose al PRD y PAN].

D) Pondera el entusiasmo y labor de sus amigos empresarios, que luego fueron incorporados a puestos administrativos y de elección popular cuando éste alcanzó la presidencia de Acapulco y el gobierno del estado.
[Habla de democracia, justicia, igualdad, horizontalidad en la toma de decisiones, experiencia y capacidades, pero en la práctica estuvo acompañado por su primer círculo de amigos, socios, aliados y recomendados de los exgobernadores Rubén Figueroa Alcocer y René Juárez Cisneros, entre otros].

E) Encumbra los sacrificios financieros, familiares y personales que tuvo realizar para aventurarse en la política.
[Se arropa con el carisma de mártir de la democracia regional, por lo que resulta inconcebible criticar su persona y modo de conducirse, pues todo lo hizo con las mejores intenciones].

F) Descubre que con el apoyo de Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas se le abren puertas para tener posiciones políticas, pero que en el ámbito local hubo cerrazón de los liderazgos y “tribus” perredistas.
[El ideario plagado de democracia, cambio, justicia, desarrollo, igualdad y valoración de aptitudes, pero en la práctica desarrolló un pragmatismo que privilegió el apego a líderes partidistas].

G) Revela que el sistema político tiene mecanismos de presión para intimidar a los opositores, como por ejemplo: auditorías fiscales, persecuciones y ataques personales.
[Desde el otro lado la crítica sistemática, pero ¿Se le olvidó que utilizó estas herramientas represivas en contra de líderes de la oposición, campesinos, ecologistas, comunicadores y críticos?].

H) Aclara que obtuvo -la primera vez- la diputación federal a través del apoyo de Cuauhtémoc Cárdenas, pero que al sentir la obligación de defender los intereses del PRD, prefirió declararse legislador independiente.
[Debió haber recordado que ya en el Congreso dio la espalda al instituto que lo llevó al poder Legislativo. Aún así, el PRD lo perdonó con base en el juego de las concertacesiones, arreglos y prerrogativas].

I) Reprocha al perredismo nacional y estatal por presionar a favor de intereses políticos grupales, señalando que su candidatura para contender por la gubernatura generó peleas verbales, amenazas y fracturas entre dirigentes perredistas y muy específicamente con Armando Chavarría Barrera. Externa que en política todo se negocia entre líderes y organizaciones.
[Al final, Armando Chavarría, entre otros muchos, fueron incorporados en cargos de primera línea dentro de su gabinete].

J) Insiste que su gestión como presidente de Acapulco le ayudó a conseguir votos en la elección de 2005, pues lo posicionó como el mejor candidato para ganar la contienda.
[Algunas obras relevantes durante su administración local (1999-2002) y mucha mercadotecnia institucional le dieron frutos en el mediano plazo. No ocurrió así con la conclusión de la gubernatura, pues sus niveles de aceptación cayeron drásticamente: calificación reprobatoria [5.4]. Deja ver que él y sólo él y sus grupos de soporte le dieron los sufragios suficientes para llegar a la gubernatura].

K) Afirma que todos y cada uno de los puestos en su gobierno él los decidió, pues no aceptó injerencias de ningún tipo.
[¿Y los cargos en la SEG, Finanzas, Salud, Seguridad Pública, Auditoría General no vinieron por recomendaciones de Elba Esther Gordillo Morales, entre otros personajes con gran influencia estatal y nacional?]

L) La secretaría de Gobierno se la dio a Armando Chavarría Barrera no como “cuota política”, sino que fue parte de una “estrategia de ajedrez”.
[Atrajo a Chavarría Barrera como icono que lo dotaba de estar cumpliendo con las cuotas políticas pactadas con el perredismo. El verdadero objetivo fue mantenerlo ocupado en resolver problemas regionales, pero le puso “cuñas” en las subsecretarías de Gobierno, a fin de inutilizarlo como funcionario y en el proceso 2010-2011].

LL) Asiente que la izquierda en general está dedicada a criticar y buscar plazas públicas, pero que no se dedicó a gobernar con eficacia ni con una visión sustentable a largo plazo. Acusa que el PRD perdió muchas oportunidades de cara a la sociedad y que en la elección para renovar la gubernatura en enero de 2011, el PRI podría “volver a gobernar”.
[Su apuesta fue con Armando Ríos Pitter (exsecretario de Desarrollo Rural y actualmente diputado federal por el PRD), pero no funcionó. Posteriormente convino con el priista Manuel Añorve y perdió frente a Ángel Aguirre Rivero (candidato propulsado por la alianza entre PRD, Convergencia y PT que ahora es gobernador constitucional del estado)].

M) Quiere aparecer como ideólogo al asegurar que los partidos políticos dejaron de cumplir con la misión de ser portavoces de la sociedad. Apunta que los partidos son instrumentos de grupos de interés. Reitera que la izquierda más fuerte es dogmática y que por eso no comparte las ideas y modos de ser y hacer de Hugo Chávez y Evo Morales. Se define como partidario de una izquierda moderna al estilo de Lula Da Silva (Brasil) y Felipe González (España).
[Sin decirlo está asumiéndose como socialdemócrata con tendencias neoliberales ¿O todo lo contrario? Un ecléctico, así sin más].

N) Pronostica que si el PRD no cambia en su estructura el PRI llegará a la presidencia de la República en 2012.
[La sentencia adivinatoria habla por sí misma. No merece más comentarios].

Ñ) Establece que la política es sacrificio y dolor, afirmando que perdió convivencia familiar con sus hijas (privilegiando a la mayor), padeció migraña y perdió físicamente amigos y colaboradores. La política le significa también un detonante de perjuicios personales y financieros, pero que al final fue una de las máximas experiencias alcanzadas.
[Lo que no escribe es que enfrentó la enfermedad de adicción al alcohol y que en el inter de diez años se relacionó con otras mujeres, ocultando su vida privada con una doble moral. Tampoco indica que, no obstante que amigos entrañables como Jorge Bajos Valverde, Rubén Robles y Amado Ramírez, fueron asesinados, el gobierno que presidió no pudo resolver los casos por las vías legales y dar con los verdaderos culpables].

O) Informa que al abandonar la gubernatura estará dedicado a vacacionar y descansar, ordenar los libros de su biblioteca. Sin embargo, asoma la pretensión de continuar en la vida política. Reconoce sus limitaciones y por ello no se visualiza contendiendo por la presidencia de México. Contempla la posibilidad de ser conferencista y profesor, esperando mejores tiempos.
[Sus sueños y aspiraciones no merecen comentarios adicionales].

P) Adelanta que será muy criticado por propios y extraños, pues no quiso conformar grupo político “ni dejar a nadie en el trono”.
[Lo cierto es que no pudo preparar cuadros políticos ni grupo que trascendiera la temporalidad de su gestión. Tampoco estructuró un gobierno que fuera bien percibido y aceptado por la sociedad, dejando un capital político consolidado. No le funcionó su estrategia de marketing tardío, a diferencia del que desarrolló eficientemente en Acapulco durante el trienio 1999-2002. Sus pronósticos de sucesión fallaron y desdibujó sus relaciones y amarres con partidos políticos y personajes de la vida nacional].

Q) Reconoce que está próximo a entrar “a la vejez” y que por ello se ha vuelto más precavido, calculador, nostálgico, sensible y temeroso. Advierte que corregirá errores en el plano personal, familiar, con la gente a la que pudo haberle causado daño. Enmendar es el verbo para un pobre político (**) sin cargo público.
[En el ámbito estrictamente personal, vale. Sin embargo, en lo público, sus equívocos por omisión, contubernio o ineficacia no podrán ser rectificados, toda vez que sumió a Guerrero en deudas estratosféricas, permitió corrupciones y olvidó resolver las necesidades más apremiantes en los rubros de salud, educación, vivienda, trabajo, obra y servicios públicos, proyectos productivos, cultura, igualdad social y procuración de justicia].

R) Afirma que sí se divorció del perredismo y de la izquierda porque la gran mayoría de sus integrantes pedía dinero, cargos públicos, incumpliendo al mismo tiempo con los valores y principios de justicia y democracia.
[Los hechos y las predilecciones que tuvo con sus incondicionales y “elegidos” hablan por sí solas a través del recuento histórico de los seis años de gobierno]. B.H.G. Ω CONTINÚA……..

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martes, 24 de mayo de 2011

MUERTE EN ACAPULCO, GRO POR LA INSEGURIDAD


UNA HISTORIA COTIDIANA DE TERROR.
¿Realidad o ficción?
Por Baltasar Hernández Gómez.


Cándido Peláez es uno más de los jóvenes profesionistas que invirtió sus ahorros para abrir un negocio en Acapulco. Quiso hacer de su sueño recurrente una realidad: abrir un snack-bar en la principal avenida del puerto. La tarea no solamente implicó poner en juego el capital ahorrado durante seis años, sino discusiones interminables con su esposa, familiares y amigos para convencerlos sobre la viabilidad empresarial del antro que traía rondando desde hacía tiempo en la cabeza. Diseñó el concepto, pintó paredes, tomó cursos de manejo de personal y contabilidad, compró mobiliario y atrajo un montón de cachivaches propios y prestados para decorar el local.

Así pasaron dos meses de esfuerzo físico y mental, dolores de cabeza, dinero en rentas adelantadas, muebles, vasos, copas, botellas de licor, contratación de empleados, iluminación, así como hardware y software para computadoras. Al final de esta odisea, el bar Happy World estuvo por fin listo para la inauguración. Primero fueron los amigos, ex-compañeros de universidad, familiares, pero posteriormente afianzó una clientela ganada por la novedad y la calidad del servicio. Durante los primeros sesenta días la venta de coctelería y botanas se incrementó en dos mil por ciento, situación que asombró a Cándido, que sólo había pronosticado permanencia y ligeras ganancias.

Cuando el negocio cumplió cuatro meses C-Peláez (como lo llamaban sus allegados) pensó abrir una sucursal en la zona diamante de Acapulco. Raudo y veloz comenzó a buscar local frente al hotel Princess, preparó convenios con proveedores y cuando estaba a punto de concretar la expansión comercial, un viernes, a las diez de la noche, llegaron al bar dos jóvenes con aspecto de físicoconstructores, vestidos con jeans azules y playeras entalladas de licra negra, haciéndole plática en la barra.

-Guau, es un bar de lujo.
-Bueno, no de lujo, pero sí diferente y con mucha originalidad.
-¿Entonces, toda va de maravilla?
-Muy bien, gracias. No me puedo quejar.
-¡Eso es todo amigo!
-Sí, afortunadamente el negocio va viento en popa.
-Tan bien que llegó el momento de que contribuyas a la “causa”.
-¿Contribuir?
-Algo así como pagar impuestos a Hacienda, pero ahora lo harás para “La firma”.

Ante el sarcasmo utilizado por los dos hombres mal encarados, Cándido reaccionó y retrocedió un paso atrás del mostrador. - ¿De qué se trata? -Que tienes que cooperar con mil quinientos pesos cada semana. -¿Por qué? -Porque así son las cosas, carnal. -Hasta el próximo viernes al filo de la medianoche. Cándido no contestó y sólo se limitó a ver cómo se alejaban del lugar en un auto convertible color azul marino estacionado en la acera contigua al bar.

Todas sus fibras íntimas empezaron a estremecerse en medio de sentimientos encontrados de temor e impotencia. Lo que quedaba de la noche fue una pesadilla y optó por cerrar el bar a la una de la mañana. De regreso a su casa no estaba seguro si lo venían siguiendo, si su familia estaba bien, si debía avisar a las corporaciones policiacas o simplemente someterse a las órdenes de los dos tipos con aspecto de chippendale.

Desde ese instante adoptó un rictus de desolación, algo parecido a la cara de un sentenciado a punto de morir en la horca y optó por guardar silencio. A nadie le expresó el incidente, ni siquiera a su esposa. Prefirió detener sus sueños y sumergirse en el terror de la realidad que, hasta ese momento, le había parecido ajena y lejana. Al otro día, muy de mañana, descubrió que su semblante ya no era el mismo, pues el brillo de los ojos se apagó. Su rostro fue envuelto en la máscara del miedo, agotamiento y arrugas prematuras.

Del sábado al jueves estaba, pero no estaba en el bar ni en su casa. Estaba ausente por completo, pues atendía sus deberes sin entusiasmo. Todos creyeron que le había dado dengue o influenza o alguna de esas enfermedades posmodernas que tanto aquejan a los citadinos. Incluso su esposa creyó que el mutismo se debía a que estaba engañándola con alguna cliente asidua del bar, o bien, la mesera con cabellera rubia y minifalda negra con blusa blanca de encajes sugestivos, que había divisado en la inauguración del antro. Lo cierto fue que en una semana bajó 7 kilos de peso y su boca se secó por completo.

Entre silencios eternos, delgadez y un terror que le calaba hasta los huesos, llegó el fatídico viernes. A las once de la noche, teniendo los ojos pegados a los cristales de la puerta de entrada del bar, C-Peláez vio entrar a los hombres de negro, que con una sonrisa de “perdona-vidas” lo saludaron como si fueran amigos de la infancia.

-Vinimos por el encargo Cándido. Éste los miró a los ojos con un miedo equiparable a estar en medio de una invasión alienígena. Bajó la vista. Extendió su brazo derecho e hizo entrega de un sobre amarillo que contenía siete billetes de doscientos pesos y uno de cien, cantidad de dinero que representaba el ingreso de tres días de trabajo. El más alto de los delincuentes sacó los billetes y tiró ostentosamente el folder sobre la barra. Acto seguido desenfundó de entre sus ropas una pistola 9mm y disparó al techo, rompiendo un cuadro del plafón del techo. Los nueve clientes que se encontraban en el lugar se tiraron al piso y ambos sujetos encaminaron sus pasos a la salida, de manera pausada. Iban riéndose por el estupor creado y, a punto de cerrar la puerta corrediza de cristal, regresaron a ver a Cándido, para advertirle: ¡Nos vemos en ocho días, no se te olvide! Jajajajajajaja.

Cándido tomó el teléfono y le comunicó a su esposa y luego a su padre sobre el incidente. Luego de treinta minutos tenía a toda su parentela adentro del bar. -Te lo dijimos Cándido, dijeron su cónyuge y familiares. -No creí que esto me pasaría, contestó con la cabeza viendo al infinito imaginario. -¿Qué vamos a hacer? -Hablar con las autoridades. Luego de que prácticamente sus seres queridos lo obligaron a tomar la decisión de denunciar el hecho, Cándido (que para ese momento ya había perdido el significado etimológico de su nombre) agarró el celular y llamó al 066. En menos de una hora, dos patrullas de agentes ministeriales, acompañados por una camioneta de militares se apostaron en el negocio.

-A ver, díganos qué pasó. -Desde hace una semana se presentaron dos hombres para forzarme a pagar mil quinientos pesos. El hombre de bigote ancho tomaba nota de los acontecimientos en una hoja de papel blanca y hacía garabatos que ni el mismo entendía. –Ajá, para la próxima semana no entregue nada. -Estaremos vigilando el lugar, no se preocupe. Tomaron fotografías, el sobre amarillo roto, el casquillo percutido de bala y algunos fragmentos de vidrios tirados en el piso. Cuando los agentes se retiraron del bar, la consigna que flotó el ambiente fue: el bar debe cerrarse.

Sin embargo, Cándido afirmó, a bocajarro, ¡No, no cerraré! Durante la semana su esposa lo presionaba para que no abriera más. Sus padres le insistieron que traspasara o rentara el antro. Él los oía, pensando que la extorsión desaparecería y la semana fue transcurriendo con la obsesión de ser vigilado. Entonces, el jueves, antes de abrir la cortina del bar, un joven de escasos quince años de edad le entregó un mensaje escrito en una cartulina fluorescente color verde que decía, con visibles faltas ortográficas: No te la bas a acavar. La cuota ahora es de dos mil quinientos pesos. Pasamos mañana a medianoche.

A Peláez se le salieron los ojos de sus órbitas y su corazón empezó a latir a mil por hora. Aún sabiendo de la amenaza, abrió el negocio puntualmente el viernes a las nueve de la noche y rezó para sus adentros un Padre nuestro con fe inaudita. A las doce de la noche con diez minutos, los dos tipos entraron con tres acompañantes rompiendo los vidrios de la puerta. Golpearon a los tres bebedores de la primera mesa, dispararon una ráfaga de balas a las botellas que estaban en la vitrina y golpearon con saña a Cándido detrás del mostrador. -Para que se te quite andar de bocón, dijo amenazadoramente quien fungía como jefe del comando.

-Mira a la calle desgraciado de mierda, le gritaron, agarrándole la cara para que volteara. Cándido abrió los ojos y observó que en la banqueta estaba el automóvil compacto de su esposa con ella adentro. -Coopera y nada le pasará.- ¡Sí, sí, eso haré de hoy en adelante, pero no nos hagan daño!, vociferó Cándido con los ojos humedecidos por un hilo de sangre que le bajaba de la frente. Uno de los tipos vestidos de negro, abrió la caja registradora y extrajo el dinero de la venta. Así de rápido como llegaron se marcharon en medio de una estampida de parroquianos, que ni siquiera pagaron las cuentas de consumo.

Cándido y los empleados cerraron el lugar, sin hacer comentarios. Se subió al carro de su esposa, quien se encontraba golpeada y llorando desconsoladamente como María Magdalena a los pies del Cristo crucificado. No hubo reproches, sino un sentimiento de solidaridad silenciosa ante el ataque. Después de valorar el incidente, Cándido prometió abrir el bar una semana más para encontrar a alguien que comprara el negocio que, para ese instante no era el “Mundo feliz”, sino el remedo de una serie apocalíptica de la década de los ochenta del siglo XX, para recuperar algo del capital invertido. Sus familiares se opusieron, pero no pudieron cambiar el parecer de Peláez.

La esposa y su hija de dos años tuvieron que refugiarse en Querétaro. Los padres salieron de su casa para irse a vivir a la colonia popular Renacimiento. Cándido, solo con su soledad, solo con su terror, siguió abriendo el bar. Con la ayuda de un mesero atendían a los pocos clientes que todavía conservaban valor para tomarse una cerveza en un sitio etiquetado con el signo de sangre. Así llegó el tercer viernes y Cándido se acomodó tras la barra.

Con puntualidad inglesa, los dos extorsionadores, que ahora venían vestidos con ropa blanca, como si fueran a recibir la hostia en primera comunión, le gritaron -¡Cáigase con el dinero, mi buen! Cándido bajó la mano y en vez de extraer dinero, sacó una pistola calibre treinta ocho, que tomó del ropero de su papá, y le pegó un tiro entre ceja y oreja al de la voz cantante. El otro lo repelió lanzándole dos balas. Cándido ensangrentado del pecho cayó al piso y el tipo siguió disparando a diestra y siniestra, mientras el mesero le clavaba en la garganta un pedazo de vidrio de un tarro de cerveza que se había roto en la trifulca.

Tendido como res en rastro clandestino quedó el cuerpo sin vida de Cándido. El bar se convirtió, en una fracción de segundo, en un sitio parecido a una vivienda bombardeada por las fuerzas estadounidenses en Afganistán o Irak. Leticia quedó viuda. Esmeralda, la hija, huérfana. Los padres quedaron sin primogénito. El bar fue remodelado por el propietario del local y puesto otra vez en renta como si no hubiera pasado nada. Los otros bares, farmacias, restaurantes, discotecas, hoteles, ferreterías, supermercados, tiendas de conveniencia, estéticas, instituciones educativas, entre otras decenas de giros comerciales, siguen pagando cuotas a otros tipos vestidos de negro, verde o del color que ellos decidan portar para seguir haciendo maldades inconfesables.

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¿Realidad o ficción? Que esta narrativa espeluznante sirva para que los hechos sangrientos que suceden día con día no sigan repitiéndose. Mientras la toma de consciencia llega a la ciudadanía, el discurso de las dependencias gubernamentales continúan expresando que la guerra contra el crimen organizado va ganándose y que pronto acabarán los asesinatos, secuestros, extorsiones, trata de personas, mercado negro de productos y órganos humanos. Las estadísticas muestran detenciones y decomisos, pero el horror sigue imperando en casas, calles y negocios, pero sobre todo en los corazones y mentes de millones de personas que no saben qué hacer, qué decir y cómo comportarse.

¿Qué nos queda por hacer? ¿Callarnos y seguir soportando? ¿Denunciar? ¿Marchar y exigir? ¿Comunicar para tener información objetiva y realista? ¿Continuar escuchando historias de horror y adoptar una postura de sordomudos a forciori? ¿Unirnos? ¿Con quién? ¿Para qué?

¿Yo? ¿Él? ¿Ella? ¿Ustedes? ¿Nosotros? ¿Ellos?.......Todos juntos ya. B.H.G. Ω

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lunes, 16 de mayo de 2011

CÓMO HACER PROPAGANDA POLÍTICA IMPRESA


PRIMEROS PASOS PARA EL ESTABLECIMIENTO DE UNA ESTRATEGIA EFECTIVA

DE COMUNICACIÓN IMPRESA

Por Baltasar Hernández Gómez

(Politólogo, escritor, analista, consultor certificado, comunicador y educador)



Ante el universo de propaganda impresa que golpea nuestros sentidos y raciocinio por su heterogeneidad e incoherencia, me permito detallarles los primeros doce pasos para la creación de una estrategia de comunicación visual-impresa. Espero sea de utilidad e interés:

POTENCIE SU IDENTIDAD: Haga que el impreso tenga una estética similar a otras piezas comunicacionales que su partido u organización esté difundiendo. Respete tipografías, colores y diseño. Nunca sobrecargue los contenidos ni las imágenes. Al mismo tiempo incluya innovación y creatividad que lo caracterice y deje sello.

PONGA UN TÍTULO CREATIVO Y DIRECTO: El impreso es en la calle como el SPAM en internet: Ud. recibe a diario muchos mensajes por correo masivo, pero sólo se detiene a leer aquellos cuyo "tema" provocó alguna motivación. Deje de pensar en el título que a usted le gusta y piense en uno que impacte y guste a la gente.

INCLUYA IMÁGENES: Una imagen vale más que mil palabras. Considere la posibilidad de poner algún dibujo atrayente de historieta, gráfica o fotografía (cuando el sistema de impresión lo permita), que capte ,fije atención e interés.

UTILICE TEXTOS ATRACTIVOS: Un texto con humor, una frase célebre o un fragmento de cita o poema, son recursos que pueden ser muy efectivos para que perdure el mensaje político que desee incrustar en la psique de la audiencia.

SEGMENTE SU LÉXICO: Ningún mensaje es único o generalizado. Los impresos son diferentes y van dirigidos a públicos específicos (de acuerdo a sus objetivos y alcances, como por ejemplo vecinos de colonia o barrio, estudiantes, obreros, jóvenes, jubilados. Use temas, palabras e imágenes que sean cotidianas y entendibles, que se observen cercanos, coloquiales y amenas. Hable en el mismo sistema de códigos simbólicos, para crear empatía.

COLOQUE DATOS ÚTILES: Ubique cosas de interés para la lectura del mensaje, por ejemplo: teléfonos de emergencia, fechas de examen al dorso de un volante universitario o una noticia recortada de la prensa, cuadro estadístico o intercale datos importantes sobre la realidad prevaleciente.

GENERE RETROALIMENTACIÓN Y PROXIMIDAD: Incluya al pie del impreso una vía de comunicación (e-mail, página web, teléfono, dirección de la sede partidaria, etc.).

DÉ VALOR AL IMPRESO: Puede “clonar” exitosamente lo que hacen los circos, que ofrecen entradas con descuentos contra la simple presentación de volantes. En este sentido adicione su texto con la promesa de otorgar una copia de su propuesta o dar cabida a las inquietudes de su público meta. Sea propositivo y crítico a sus adversarios con objetividad, mesura y contundencia. Adicione los textos con respuestas a las necesidades que permean al auditorio.

GÁNESE AL PÚBLICO: No exhiba presunciones ni establezca comunicación intrascendente para su público. No se convierta en el centro de críticas o burlas por “hacer creer que todo lo sabe”. Siempre inicie comunicación con asuntos de prioridad y con lenguaje común.

¿Y SI OBSEQUIA ALGO CON EL VOLANTE?: La propuesta del volante será mejor recibida si se acompaña de un “obsequio” apropiado, que sea de utilidad en oficina, casa o escuela.

ORGANICE LA DISTRIBUCION: Evalúe cual será la táctica para lograr que el impreso llegue de manera rápida y efectiva al público de su interés. Así evitará que queden stocks apilados en oficinas, o bien, tirados en las calles o cestos de basura, lo cual genera gasto innecesario.

SEA ECOLOGICO: Ponga al final una nota que resalte "Propaganda entregada en mano, no arrojar a la vía pública". El receptor del mensaje valora los detalles, ni más ni menos. B.H.G. Ω

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lunes, 9 de mayo de 2011

LA MARCHA CIUDADANA: UNA FORMA ACTIVA DE PARTICIPACIÓN SOCIAL.


NO FUIMOS TODOS LOS QUE SOMOS NI SOMOS TODOS LOS QUE FUIMOS.
La marcha por la paz en Acapulco.
8 de mayo 2011.
Por Baltasar Hernández Gómez


En un ambiente donde prevalece el miedo a la violencia, el terror a las capuchas negras que portan las fuerzas armadas y policiacas federales, el pavor a las elucubraciones de las personas que han hecho de la inseguridad y lo ilícito su modus vivendi; las convocatorias a mostrar el hartazgo a la “guerra” contra el crimen organizado no pueden medirse por el conteo cuantitativo que establece que una concentración de miles es sinónimo de aprobación. Si esto fuera así de simple los partidos de fútbol, el rating de programas televisivos y los mítines políticos-electorales serían suficientes para decir que México es un país de ciudadanos conscientes y participativos para cambiar su realidad.

La marcha es una de las formas más intensas de movilizar la consciencia y fomentar la participación ciudadana, más allá de estereotipos e intereses grupales o partidistas. Las marchas han sido lo que hoy los jóvenes conocen como "redes sociales virtuales" con la gran ventaja de que las movilizacines enlazan, fraternizan y sensibilizan al yo individual con los yo colectivos. Por eso es necesario que el capital humanista llamado "memoria histórica" no se pierda, sino por el contrario se transmita, ya que es importante difundir y hacer saber que las marchas han sido el motor de cambios en México y el mundo, como por ejemplo: las marchas de médicos, ferrocarrileros, copreros, estudiantes en 1968, CEU en la UNAM, los miembros y simpatizantes del EZLN y ahora con las concentraciones contra la violencia que se vive en todo México.

La marcha por la paz realizada en Acapulco el pasado domingo 8 de mayo, que reunió a un millar de niños, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad, connota que el recelo y la aprensión todavía está apoderada de la ciudadanía que, aún cuando sabe y ha vivido eventos donde su patrimonio, familia y amistades tuvieron una alteración difícil de superar, quiere, pero no puede con la intensidad necesaria, expresar ¡Ya basta! ¡Estamos hasta la madre! de tanta muerte, robo, secuestro y desapariciones provocadas por el hampa en todas y cada una de de sus extensiones, así como por la complicidad y corrupción de las instituciones gubernamentales que supuestamente luchan contra el mal nacional e internacional.

No hay ni habrá reproche de ningún tipo, pues quienes no fueron a la marcha o no se han sumado a las demostraciones de “no más sangre” no lo hacen por indiferencia o “valemadrismo”, sino por el pavor a ser blanco de represalias o acusaciones infundadas de que es mejor dejar las cosas como están antes de que esto sirva como excusa para otros desastres. La lección de la marcha encabezada por el escritor Javier Sicilia y las que muchos guerrerenses, morelenses, tamaulipecos, chihuahuenses y mexicanos de todas las latitudes hemos realizado, es que estamos descubriendo que el germen de la movilización frente al autoritarismo del gobierno en turno está en expansión y que nadie ni nada lo puede detener con llamados a creer que no hay más alternativas que seguir con la exigencia de las clases dominantes de invertir en esta “guerra” como único instrumento para la permanencia.

Al lado, adelante, atrás y en medio de rostros urgidos por cambios sustanciales que devuelvan equilibrios a la economía, la armonía social y el compromiso político, los que hasta hace poco no teníamos voz en los destinos de la nación, pero que hoy decidimos salir a las calles a manifestar nuestros repudios al clima de inseguridad vigente, observamos la fuerza interna que brota en los marchistas, en los espectadores de a pie o en automóvil y de aquellos que, por diferentes circunstancias no pudieron asistir.

Los discursos, propaganda, programas, los equipos humanos, técnicos, materiales y técnicos desplegados en el presumible combate contra el mal no son ya creíbles y mucho menos suficientes para frenar la ola de violencia generalizada en México. ¿Qué hacer? Obviamente la no acción es una respuesta descartada, ya que el silencio e indiferencia nos han traído más de cuarenta mil asesinatos (estadísticas proporcionadas por las dependencias del Estado mexicano) y millones de litros de lágrimas, sangre y sudor que corren como ríos que no tienen desembocaduras para subsistir con la esperanza de un mejor mañana.

No importa si en Acapulco fuimos mil o si en la marcha nacional que partió de Cuernavaca hacia el Distrito Federal estuvieron reunidos setenta o cien mil personas, porque de lo que sí estoy seguro es que esta masa humana ha tomado consciencia de que es ahora o nunca, de que no hay después, de que hay que rehacer el tejido social para no precipitarnos en el vacío. La lección para las autoridades debe ser la sensibilización de los sentidos para adquirir verdadera legitimidad. Abrir los ojos, destapar oídos, reforzar el dominio de las leyes y preservar el estado de responsabilidad, honestidad y acción frente a la industria mortal del crimen organizado.

Después de cuatro años y cinco meses el gobierno federal parece que todavía está encerrado en sí mismo. No oye, no ve, pero sobre todo no siente el reclamo social y, por ende, no lo hace suyo para transformar lo malo en bueno, pero…… ¿No somos capaces de plantarnos indefinida y combativamente afuera del Palacio Nacional, Los Pinos, las secretarías de Gobernación, Seguridad Pública, Defensa Nacional, Marina, PGR para interrumpir la barbarie? ¿Acaso seremos tan pocos para hacer ver a los malos que lo que hacen es infrahumano y que a la larga resulta perjudicial para sus propios intereses?

Con tantas muertes, burlas e ilegitimidades a quiénes gobernará el régimen actual y los que vengan. Con tantos crímenes, mutilaciones, secuestros, asaltos, robos, drogas y “trata” de personas dentro de poco, muy poco, a quiénes se venderán estupefacientes, a quiénes venderán productos clonados, quiénes estarán interesados en adquirir autos robados, bienes muebles o inmuebles o chicas ejerciendo la prostitución de manera obligada……. A nadie porque esteremos en un país sin gente, sin nombre ni identidad, así de fácil.

No es una marcha la diferencia cualitativa para cambiar de una vez por todas el estado de cosas en que nos encontramos, pues solamente es un primer paso. No nos detengamos en señalar errores o acusar a quienes todavía no asisten, no dicen o hacen nada, porque más temprano que tarde estaremos todos juntos marchando, exigiendo y haciendo. Cientos de concentraciones, cientos de marchas, cientos de plumas que digan lo que está pasando, miles de niños, jóvenes y adultos reclamando lo que les pertenece, miles de trabajadores, profesores, funcionarios, campesinos, intelectuales e indígenas asumiendo un no a la violencia es lo que requerimos. La construcción de un México y de un mundo mejor no se realiza de la noche a la mañana ni debe ser obsequio del poder instaurado (legal o ilegalmente) a través de decretos o prebendas.

Si el gobierno le apuesta a la continuidad, a la reforma política, electoral, hacendaria y a emitir programas sociales y económicos paliativos, el sistema de vida integral de los mexicanos llegará a la descomposición y eso es algo que no debemos permitir por ningún motivo o circunstancia. Reconstruyamos al país del águila devorando una serpiente de cascabel encima de un nopal con dignidad. B.H.G. Ω

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sábado, 7 de mayo de 2011

CARTA DE DESEOS EN EL DÍA DE LAS MADRES: REFLEXIONES POLITIZADAS PARA EL 10 DE MAYO EN MÉXICO.


DESEOS EN EL DÍA DE LAS MADRES:
Peticiones politizadas para el 10 de mayo de 2011 en México.

Por Baltasar Hernández Gómez.


PRIMER DESEO.- Que la pantomima monárquica de la boda del príncipe Guillermo de Gran Bretaña con Catherine Middleton cumpla con el cometido enajenante de hacer olvidar la miseria económica, moral y política, así como el terror que se vive en México, para que haya la ilusión de estar viviendo en un cuento de hadas.
Atte. Los emisarios de las iglesias, empresarios y la derecha más conservadora.

SEGUNDO DESEO.- Que las pre-campañas electorales adelantadas de secretarios del gabinete calderonista, políticos priistas y perredistas se conviertan en acciones para la concreción de apoyos para las madres sin trabajo, mejores escuelas y recuperación de la estabilidad y armonía.
Atte. Los hastiados del marketing político irresponsable y los discursos vacíos del presidente de la República.

TERCER DESEO.- Que el beato Juan Pablo II con la participación de la virgen de Guadalupe y sus versiones europeas, como Fátima y Covadonga, prodigue milagros para el consuelo y resignación de madres con hijos asesinados y desaparecidos en la sangrienta lucha emprendida por mi gobierno desde 2006. P.D:….y que me permita terminar mi gestión en 2012.
Atte. Felipe de Jesús Calderón Hinojosa y 250 firmas más.

CUARTO DESEO.- Que los salarios de hambre que perciben trabajadores manuales e intelectuales, impuestos por los secretarios de Hacienda y el gobernador del Banco mundial, Ernesto Cordero y Agustín Carstens, respectivamente, sean igualados a los que ganan funcionarios públicos de primer nivel, a fin de que ,podamos realmente pagar rentas hipotecas, escuelas privadas, créditos de automóvil, manutención familiar, medicinas, vestimenta, cultura y entretenimiento.
Atte. Los desposeídos del país.

QUINTO DESEO.- Que la muerte de Osama Bin Laden, el demonio fabricado y elevado a las alturas por el imperialismo como símbolo de maldad internacional, provoque pánico en terroristas y asesinos, para que se detenga la matanza de niños, jóvenes y adultos inocentes a lo largo y ancho del territorio mexicano.
Atte. Los mandatarios afines al intervencionismo estadounidense.

SEXTO DESEO.- Que los miles de millones de pesos que se llevó el exgobernador del estado de Guerrero, México, Carlos Zeferino Torreblanca Galindo y colaboradores, sean devueltos para hacer de la entidad un sitio de bienestar y desarrollo. Cárcel para esos defraudadores y embusteros que por seis años tomaron lo que no era suyo, engañaron los anhelos de la sociedad sureña, quemaron archivos, desaparecieron enemigos, desoyeron las exigencias populares y desaparecieron investigaciones.
Atte. Los tres millones ochocientos mil guerrerenses [descontando -claro está- a los defensores (en México se les denomina “paleros”) que todo aplaudían de la administración zeferinista 2005-2011].

SÉPTIMO DESEO.- Que las capuchas negras que portan los cuerpos de seguridad se vuelvan, algún día no muy lejano, antifaces de festividad.
Atte. La ciudadanía que diariamente vive la crueldad en las calles y los miembros de tropa que enfrentan cara a cara al crimen organizado y delincuencia común.

OCTAVO DESEO.- Que los elevadísimos sueldos de diputados, senadores, burócratas, jueces y magistrados se transformen en infraestructura educativa, productiva y comunicaciones. Basta de lujos, prestaciones, guardaespaldas, automóviles, colaboradores, viáticos y concesiones que tanto sangran al erario público.
Atte. Los mexicanos sin privilegios.

NOVENO DESEO.- Que los agentes investigadores, detectives, abogados y súper héroes que protagonizan programas televisivos norteamericanos se vengan a trabajar en las procuradurías de justicia del país, para desempolvar colosal cúmulo de expedientes rezagados en bodegas y así dar respuestas a las víctimas por la inseguridad prevaleciente.
Atte. Los fanáticos de medios de comunicación electrónicos.

DÉCIMO DESEO.- Que las protestas, marchas, plantones y exigencias crezcan, se reproduzcan y perduren, con el propósito de detener la barbarie mexicana y no esperar a que maten, torturen, asalten o desaparezcan a nuestros seres queridos y sociedad en general.
Atte. Yo y millones de personas que aún tenemos pavor para reivindicar nuestros derechos.

ONCEAVO DESEO.- Que se brinde amor, reconocimiento y esperanza a todas las madres en lugar de comprar aparatos electrodomésticos, tarjetas de felicitación o globos de colores que sólo fomentan el consumismo y la pérdida de valores.
Atte. Todos los que deseamos regalar abrazos y besos a las madres, abuelitas, hermanas, primas, tías, madrinas, profesoras y vecinas con infinito cariño.
B.H.G. Ω

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martes, 3 de mayo de 2011

UN ENFOQUE MULTIFACTORIAL DEL MOVIMIENTO DEL 68 EN MÉXICO Y SUS REPERCUSIONES ACTUALES.


UN BALANCE MULTIFACTORIAL DEL MOVIMIENTO DE 1968
Por Baltasar Hernández Gómez


El movimiento de 1968 en México no nació como un evento de generación espontánea. Al contrario, éste sucedió en un marco sociopolítico muy complejo que se fue incubando desde la etapa posrevolucionaria y más precisamente en los años cincuenta del siglo XX. En este entorno la élite estaba “abandonando” el denominado proceso de estabilización y homogeneización nacional que, de acuerdo al discurso oficial, las clases sociales estaban siendo beneficiadas por el progreso del capitalismo y la tecnología, poniendo en entredicho el modelo de estudio-trabajo-posición social-bonanza-familia-consumo.

Lo que comenzó con una medida de orden público violenta para aplacar una riña entre estudiantes de preparatoria condensó décadas de autoritarismo del sistema político, desatando un movimiento de gran envergadura que traspasó la temporalidad de la coyuntura previa a los juegos olímpicos de 1968, situándolo como “parteaguas” de la democracia mexicana. En el presente ensayo pretendo dar algunos vectores para su comprensión, análisis y manejo como suceso sociopolítico que rebasó su espacio, pues representó un crisol para la definición y puesta en marcha de visiones distintas como nación. La prospectiva de sus alcances está vigente en el siglo XXI.

Los años anteriores a 1968 estuvieron permeados por las primeras manifestaciones contra el corporativismo de Estado, que originaron huelgas y protestas de trabajadores, campesinos y estudiantes, así como también de críticas acompañadas a los fraudes electorales realizados por el PRI.

En el plano internacional estaban desarrollándose protestas estudiantiles y luego entonces la sociedad civil que participó en algunos sucesos de la década de los cincuenta y sesenta, vieron que lo que ocurría en México estaba pasando también en Francia, Alemania y Estados Unidos, entre otros países. En esta dinámica hubo una acogida de las noticias sobre la invasión soviética en Praga y la resistencia que opusieron en agosto de 1968 los checos. Esto produjo además que se suscitaran demostraciones concretas de solidaridad con los vietnamitas y con la guerrilla comandada por Ernesto “Che” Guevara de la Serna en Bolivia.

La situación produjo efervescencia, pues hubo repudio contra la invasión a Santo Domingo y la defensa de los principios e ideales de la revolución cubana. El sector más politizado estuvo al tanto de los textos “clásicos” de Carlos Marx y Vladimir I. Lenin, así como de las proposiciones de H. Marcuse y Jean Paul Sartrè. Los jóvenes del 1968 mexicano coincidieron en mucho con sus iguales en otras latitudes del mundo, sobre todo en lo concerniente a la lucha por las libertades individuales, nacionales y universales, pero sobre todo en mostrar su repudio contra todo tipo de autoritarismo represivo proveniente del Estado. La lucha rescató lo más valioso de la categoría utopía como esperanza, como posibilidad real de cambiar lo incorrecto. El movimiento se distinguió de sus pares por no limitar sus demandas al entorno educativo medio superior y superior, sino que se proyectó como contenedor activo de una crítica generalizada contra el sistema político y sus regímenes de gobierno.

Sin embargo, alcanzar un impacto sustancial en las estructuras de dominación presidencialista, corporativista y antidemocrática el movimiento de 1968 tuvo que haber partido de la conformación de una alianza con la clase media y los sectores obreros y campesinos, pero las condiciones materiales del momento y la propia integración de los regímenes priistas no hicieron posible la concreción de un tipo de lucha política amplificada. Faltó lo que hoy se define como “cultura política ciudadana”, la cual no estaba evolucionada y mucho menos “aceptada” por la clase dominante (llamada en muchos sexenios “la familia revolucionaria”), a fin de que la confrontación de estudiantes, profesores, padres de familia, técnicos y profesionistas simpatizantes se empoderara en el centro y entidades federativas de la República mexicana.

Para algunos estudiosos del movimiento éste fue solamente una corriente de acción-reacción contestataria, es decir, que no tenía los méritos suficientes para estructurar un proyecto político, social, económico, cultural y educativo para la construcción de una nueva forma de gobierno. Los 6 puntos(*) que sirvieron como plataforma política del movimiento estuvieron limitados a la crítica dura hacia el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, caracterizado por un presidencialismo corrupto, autoritario y represivo, incapaz de escuchar o soportar voces disidentes y que estaba resintiendo los embates de un modelo económico dependiente, que abrió la zanja entre los que tienen mucho, los que viven en medianía y los que carecen de los satisfactores más elementales.

La composición social del movimiento de 1968 fue fundamentalmente estudiantil, circunscrito al ámbito de la educación pública y, en menor medida privada. Los participantes pertenecieron al nivel universitario, bachillerato/preparatoria de la UNAM e IPN, así como miembros de la clase media como profesores, trabajadores urbanos, burócratas y padres de familia. Los sectores obreros a pesar de los constantes llamados a participar (las consignas más frecuentes fueron ¡Pueblo no aplaudas, únete! ¡Pueblo no nos abandones, únete!), tuvieron una respuesta minoritaria en el conflicto.

La cabeza del movimiento estuvo constituida por jóvenes que de una u otra forma ya habían tenido experiencias políticas en el seno de la lucha estudiantil en escuelas preparatorias y universidades. Hubo otros que pertenecían a una izquierda independiente, autónoma o ligada a grupos ajenos al PCM (pro-soviético), es decir, maoístas, trotskistas, guevaristas, fidelistas, etc. Así pues, el movimiento ideológicamente era heterogéneo, ya que también participaron estudiantes sin militancia alguna, que los movía el ideal de estar con lo que consideraban justo.

Además de esta pluralidad ideológica y organizativa, el movimiento estuvo integrado por jóvenes de bandas, vendedores ambulantes, desempleados, etc., que deseaban castigo o venganza contra los cuerpos paramilitares y policiacos, ya que estaban cansados de ser extorsionados y maltratados. De igual manera estuvieron incorporados grupos “contraculturales”, que aspiraban cambiar la vida cotidiana, tanto el autoritarismo familiar como de la escuela: su identidad, por decirlo de alguna forma, era más existencialista que de conciencia de clase. A pesar de todo, muchas diferencias desaparecieron en la operatividad del trabajo realizado por ciertos grupos estudiantiles, pues no hubo problemas insalvables en la convivencia entre hippies, socialistas, intelectuales, “niños(as) bien” de extracto clasemediero o brigadistas rocanroleros.

Todas estas expresiones, por diferentes razones, coincidieron en permanecer y hacer respetar un punto de equilibrio para ser y sentirse críticos. Frente al gobierno represor, padres autoritarios, patrones laborales injustos o policías con impunidad, los jóvenes lograron fusionarse en los hechos que se presentaron en la cotidianeidad o como dijeron algunos “al calor de la batalla”. Siguiendo las huellas de estas divergencias hoy se puede constatar una tendencia: muchos de los que fueron dirigentes en 1968 y que eran jóvenes politizados, hoy bajo la etiqueta de estar adheridos y vivir en o de la izquierda, ocupan cargos políticos, plazas gubernamentales, asesorías y titularidades en las más importantes universidades del país. asimismo, un número considerable de los que pertenecieron a grupos contraculturales son ahora militantes de movimientos ecologistas, feministas, defensores de derechos humanos o ven la vida bajo un prisma de vida alternativa y emprendedora.

1968 en México es visto como el primer golpe directo al sistema político, que se ufanaba de haber erigido un circuito impenetrable y eficaz de estabilidad política, crecimiento económico sostenido y sobre todo de “paz social” a prueba de vendavales internos o externos. A bote pronto pareciera que las consecuencias inmediatas de la lucha en 1968 fueron el fracaso, la apatía y desmovilización, debido a la cantidad de muertos y reprimidos (hay cálculos conservadores que solamente en la masacre de Tlatelolco fallecieron 300 personas) y, al encarcelamiento y persecución de opositores.

Ciertas personas han considerado que los saldos fueron negativos porque ninguno de los seis puntos del pliego petitorio fue satisfecho y el sistema siguió gozando -en términos generales- de “buena salud”, durante un largo periodo. Basta recordar que la demanda principal de los jóvenes era la democratización del sistema político, pero este proceso apenas dio inicio hasta 1977, con la aprobación de una nueva ley electoral, que permitió -con muchas acotaciones- la existencia legal de partidos políticos diferentes al PRI y sus aliados satélites (como por ejemplo el caso PARM). En este recuento de derivaciones, cabe señalar que ninguno de los responsables intelectuales o materiales de la represión, torturas y asesinatos fueron juzgados.

Los que asumieron un perfil más radical, abandonaron la lucha legal, por las vías institucionales y prefirieron tomar la lucha armada, desarrollando clandestinamente guerrillas urbanas y rurales, las cuales fueron violentamente atacadas por el Estado durante las décadas de los años setenta y parte de los ochenta del siglo XX, lo que fue tipificado como “guerra sucia”, lapso donde murieron y desaparecieron miles de jóvenes y adultos por parte del ejército y los cuerpos policiacos secretos que actuaban con impunidad.

No obstante la visión presentada en los párrafos que anteceden, creo conveniente aclarar que la historia no debe ser observada a través de lentes cortoplacistas, sino a largo plazo. Si no fuera de esta forma sería imposible comprender el lento, pero constante proceso de democratización y transición que ha vivido el país en los últimos 40 años. Es por ello que el movimiento de 1968 puso por primera vez al descubierto -de manera abierta- las miserias del sistema político mexicano, es decir, sus entrañas antihumanas, represivas y corruptas. En el último tercio de la década de los sesenta los estudiantes pusieron en vitrina transparente el ejercicio del poder: presidencialismo, impunidad, complacencia y complicidad de la élite política y los medios de producción y comunicación.

Los jóvenes del ayer, hombres y mujeres en plenitud hoy en día (muchos de ellos abuelos y bisabuelos) se enfrentaron a lo que todos los mexicanos temían: al Ejecutivo y sus tentáculos en todas y cada una de las instituciones supuestamente “republicanas”. Este fue el verdadero legado del movimiento de 1968, y que todavía ahora se tienen que seguir discutiendo en el país, porque persiste el mal concentrado en la figura del neo-tlatoani (el presidente de la República).

Este y otros logros integran parte sustancial de la memoria histórica que se ha ido recuperando en el diseño y puesta en marcha de las luchas ciudadanas no partidizadas. Después de la alternancia iniciada en el año 2000 con el relevo del PRI, que gobernó durante 70 años por el PAN, México ha empezado a vivir apenas el preámbulo de un proceso de apertura democrática proveniente de las bases societales y, en el telón de fondo aún están vivas las propuestas señaladas en 1968.

No podemos explicar el proceso de transición que vive el país desde hace once años sin tomar en cuenta como factor determinante la lucha de 1968. En todas las manifestaciones para recordar al movimiento la principal consigna es “El 68 no se olvida” y estoy convencido que la frase debe ser asumida como una gran tarea pendiente en el ámbito político y como posibilidad material de brindar oportunidad a la utopía de ser y estar mejor en los planos humanistas, materiales y espirituales. Los cuestionamientos hechos al sistema autoritario por los jóvenes del movimiento de 1968 son materias pendientes, en virtud que la democracia en México aún no se desarrolla ni siquiera aceptablemente, pues la alternancia por sí misma no es sinónimo de transición. Las condiciones económicas, educativas y culturales todavía tienen una carga excesiva de discrecionalidad, irresponsabilidad en el uso de los recursos públicos y una clara tendencia de acumulación de capital en unas cuantas familias.

La protesta viva nos legó una serie de pendientes que deben planificarse, operarse y supervisarse desde un punto de vista social, que dé solución a los sectores más vulnerables. Es imprescindible que no se olviden los errores cometidos durante 1968, a fin de que la sociedad civil cada vez más grande y sólida rectifique y aprenda a triunfar con base en la unión y tolerancia de todos los sectores oprimidos por la inequidad e injusticia que provoca miseria, violencia e inmovilismo.

A manera de Conclusión.
El movimiento estudiantil de 1968 fue sin temor a equivocarme un acontecimiento histórico para la democratización de México, pero se debe puntualizar con precisión para dimensionar los aportes surgidos de esta lucha libertaria. Hubo en su seno el germen para abrir canales democráticos en el país, que estuvieron siempre presentes en todos los actos masivos contra el Estado mexicano y su gobierno autoritario. Es cierto que el movimiento no estuvo articulado como se hubiera querido en el plano intelectual, ya que su nacimiento, desarrollo, consolidación y fin estuvo plagado de un imaginario, que se fue concretando en la misma coyuntura y con el sello de la espontaneidad juvenil.

Desde el “abordaje” de calles y plazas, con marchas, mítines, asambleas y la conformación de comités; la negación a lo establecido, en sus diversas formas, se convirtió en un intermitente ulular de banderas, pensamientos, ideas y posiciones ideológicas. Acostumbrados a la política vertical, paternalista, corrupta, autoritaria y represora de los regímenes emanados de la “familia revolucionaria” y luego “tecnócrata”, la aparición de este movimiento fue a la larga la madre de la interlocución directa de los grupos sociales contrarios a los gobiernos.

Desde la reivindicación posterior en 1971; las expresiones de inconformidad planteadas por las diferentes guerrillas, movimientos indígenas e identidades; el movimiento de respuesta ante el terremoto de 1985 en el DF; el movimiento del CEU a mediados de la década de los ochenta; la lucha por reivindicar las votaciones de 1988; el crecimiento de las manifestaciones más organizadas contra las políticas de Carlos Salinas; la conquista de espacios cada vez más abiertos en los medios de comunicación (por lo menos de muchos periodistas y analistas independientes, redes sociales en el siglo XXI); entre otras muchos acontecimientos políticos y sociales, son muestra del legado de miles de jóvenes, adultos, trabajadores, campesinos e indígenas para ensanchar la democracia en México.

Los ciudadanos que habían nacido mudos por años de autoritarismo ahora tienen la posibilidad de expresarse, produciendo vías diferentes para discutir los temas de la educación, universidad y de la Nación entera, a través de los espacios sociales ganados a la partidocracia y medios de comunicación. El movimiento del 68 puede ubicarse como la lucha por la negación a los cánones establecidos y como el preámbulo necesario para la toma de conciencia de libertades. En sus postulados callejeros y en los puntos del pliego petitorio se exigía libertad, democracia, pero esto dista mucho de plantear los cómo, cuándo y dónde para su concreción. Esta tarea está en construcción y es todavía inacabada.

El 68 fue una revelación de creatividad, irreverencia, emotividad, romanticismo y posición contestataria, ya que se deseaba abarcar la totalidad de Nación o sencillamente nada. Como un hacer suya la consigna cubana “Patria o muerte, venceremos”. Lástima que al calor dela lucha no existió una propuesta integral para estructurar orgánicamente las posturas centrales de los comités de lucha o las que se generaban al seno de la base estudiantil, ni mucho menos la creación de un sindicato universitario o partido político que pudiera incrustarse en el juego democrático, hasta entonces vedado a la oposición. La postura intrínseca del movimiento fue salir a la calle para negar con todo el modo de vida de la mexicaneidad y el papel agobiante del gobierno.

Las versiones más críticas a lo ocurrido en el 68 mexicano, como lo cita Enrique Krauze(**) no ven en el movimiento un concepto democrático acabado, sino una lucha que amparó ideas de libertad y respuesta contra todo lo impuesto en lo político, económico y social. Muchos analistas coinciden descubrir al 68 como un movimiento permeado desde su médula por contradicciones originadas en la heterogeneidad ideológica y “cosmovisión” del mundo. Lo cierto es que en el movimiento se anidaron todo tipo de activistas e ideologías, pero sin programas definidos para consolidar una democracia horizontal que se insertara en la concreción -como herencia material- de un nuevo tipo de sistema político a corto y mediano plazo.

Los jóvenes integrados de manera directa e indirecta en el 68 representaron la negación al status quo, que tenía eso sí un enemigo común determinado: el Estado y su aparato ejecutor, pero no así los alcances donde tenían que desembocar las propuestas. La masacre del 2 de octubre en la plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, Distrito Federal, México no solamente puede ser medida por el número de muertos o encarcelados, sino en la profunda certeza de comprobar -en carne propia y en escaparate público- la capacidad criminal de un gobierno aterrorizado de ser desbordado y que utilizó todos sus recursos de violencia institucionalizada.

El poder del Estado no fue demostrado únicamente con armas y calabozos, sino que movilizó al aparato ideológico para direccionar a los medios de comunicación, tejiendo redes de terror que trataron crear un síndrome de impotencia generalizada, para generar parálisis y/o neutralización de nuevos brotes insurreccionales. Después del 68 el país coexistió con la sombra del miedo a nuevas masacres y vivió simbióticamente con el monstruo de mil cabezas de la corrupción y el autoritarismo. Más sin embargo ya nada iba a ser igual. Las implicaciones del movimiento del 68, para el Estado, tuvo repercusiones en fases distintas: primero se planteó la desmovilización, luego la reubicación escolarizada para desarticular la unidad de los estudiantes. Después las reconversiones políticas y económicas que adecuaran al modelo económico en los cambios mundiales; para llegar a la incorporación -a favor- del movimiento como ícono, convirtiéndose a la larga en una historia “aceptable, nostálgica y reivindicativa.

Hay que dejar muy en claro que no todo lo que ha surgido para bien de la sociedad mexicana hasta nuestros días tuvo su punto de partida en el movimiento estudiantil, pero sí resulta incuestionable que éste contribuyó a abrir la conciencia y los ojos de las masas a la crítica, organización y respuesta más organizada de la sociedad mexicana.

No obstante de los caídos en las redes del poder, que se integraron a universidades, asesorías y puestos de dirección en el gobierno y empresa pública, que olvidaron (en una especie de amnesia acomodaticia) la toma de calles y las vociferaciones entusiastas contra la maldad, injusticia y cerrazón que seguía existiendo en el país; esto no demerita la voluntad y la valentía de haber atacado con fuerza y también con sutileza extraordinaria al sistema político y al mexican way of life. Este es un legado importante y la esencia misma de las luchas que provienen de la honestidad más combativa.

Se ganó un trastocamiento para bien de la cultura en México (entendida en su acepción más amplia), que por primera vez impulsó miradas y entendimientos distinto para sentir vívidamente la política, el arte, la música, el conocimiento y el futuro como horizonte más alcanzable. Una de las aportaciones más trascendentales del 68 fue la inconformidad: no estar a gusto con las normatividades para hacer, estar, disfrutar y pensar en mejores mañanas. En síntesis…..la inconformidad convertida en rebeldía crítica donde nace la noción de la filosofía del Hombre, que es el cuestionamiento de su propio ser.

2011: todavía no conocemos los horizontes a los que nos llevará el estado de cosas prevalecientes por la pobreza extrema de las diferentes clases sociales en los ámbitos materiales (lo económico, político y social), humanistas, espirituales, etc., pero lo que sí alcanza a vislumbrarse es que las condiciones están dadas para que se “prendan mechas” de movilización organizada desde la base societal para exigir cambio. Nadie debe obviar, minimizar y mucho menos despreciar las luchas de amas de casa, organismos civiles, trabajadores, intelectuales, familiares de asesinados por la denominada “lucha contra el crimen organizado por parte del gobierno calderonista”, estudiantes, redes sociales, medios de comunicación alternativos; pues de ellos surgirá una consciencia, pero sobre todo una acción contundente que ponga alto a la barbarie.

Nada es tan insignificante ni pequeño para no ser tomado en cuenta. “El aleteo de una mariposa en un bosque de encinos puede ser un tornado en las praderas de lavanda”. Ni más ni menos. B.H.G. Ω
NOTAS:
*El pliego petitorio constó de seis puntos, que fueron: 1) Respeto a las libertades democráticas; 2) Libertad a los estudiantes, profesores y ciudadanos que fueron aprehendidos a partir del 26 de julio; 3) Derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal; 4) Destitución de las autoridades responsables de los violentos actos ocurridos; 5) Desaparición del Cuerpo de Granaderos y la no creación en el futuro de organismos similares; y 6) Indemnización a las familias de los estudiantes agredidos.

**”México, el legado incierto de 1968” en Revista Ñ, Argentina, 17 de mayo de 2008.

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