ANÁLISIS POLÍTICO Y SOCIAL, MANEJO DE CRISIS, MARKETING, COMUNICACIÓN Y ALTA DIRECCIÓN

Este es un espacio para conceptualizar, analizar, efectuar crítica y proponer estudios sobre política aplicada, marketing, comunicación, educación, métodos aplicados, alta dirección y proyectos sustentables. Contacto:baltasarhernandezgomez1@hotmail.com, baltasarhg@gmail.com

lunes, 31 de mayo de 2010

PODER Y RECONSTRUCCIÓN DE LA REALIDAD: la percepción política en México.


PODER Y RECONSTRUCCIÓN DE LA REALIDAD
Un acercamiento a la percepción política
Por Baltasar Hernández Gómez


La percepción que tienen los sujetos sociales acerca de su entorno no se da en forma espontánea ni inmediata, en virtud de que ésta concentra un proceso de fases de asimilación, luego entonces, una cosa es la realidad y otra lo que se descodifica de ella. La opinión pública, que no es otra cosa que la homogeneización de las apreciaciones sociales, está supeditada cada vez más a los parámetros que imponen los aparatos ideológicos del Estado y su clase dominante, la cual presta atención a ciertos signos y señales de los mensajes transmitidos por las instituciones y personeros que intervienen en la política. La audiencia es impactada constantemente por una multiplicidad de imágenes y discursos que son enviados por la esfera del poder, adecuando, reafirmando o derrumbando paradigmas en la psique colectiva e individualizada, que si bien recepta un conjunto de mensajes, sólo asimila una parte del todo, para luego pasar a la descodificación parcial, de acuerdo a sus vivencias, nivel económico-cultural e idiosincrático.

Durante la fase de selectividad comunicativa los individuos son obligados a sesgar los códigos centrales de los mensajes políticos, a efecto de que no se produzca una generación de esfuerzos extras o desviaciones para asumir contenidos normativos y mucho menos para que se disipe la intencionalidad de la dominación. En la fase de acumulación y recuerdo de los mensajes, las personas retienen paquetes informativos previamente construidos para facilitar la [digestión socializada], logrando con ello la admisión de un número suficiente de símbolos que auxilien a reinterpretar el entorno existencial.

Desde el punto de vista de los emisores políticos la proyección de los mensajes debe evitar la sobresaturación de datos escritos, auditivos y visuales, a fin de remarcar subliminalmente los intereses que se quieren asignar, bordeando las zonas de bloqueo, rebeldía, apatía o desinterés de la masa. Hoy más que nunca, desde la perspectiva de Giovanni Sartori, el hombre socializado es homo videns que requiere sistemáticamente de altas dosis de comunicación teledirigida, que lo sitúen en el mundo de la vida sin necesidad de recurrir a análisis o confrontación con su espacio y tiempo, de decir, de sus vivencias. Por lo mismo, los políticos y gobernantes usan diferentes estrategias para propagar mensajes que contienen connotaciones de esperanza, fe religiosa o metafísica, desmemoria y resignación, que siempre van acompañadas de mosaicos audiovisuales sugerentes para acentuar contornos, pero no fondos.

Personalidades rodeadas por gente de distintas complexiones, edades y posiciones económicas; discursos que invitan al “borrón y cuenta nueva”; palabras técnicas para no ser entendidas por las víctimas de la crisis económica, política, social y de seguridad pública; himnos, giras de beneficencia, festejos centenarios y despliegues nacionalistas; acusaciones contra enemigos de la patria; investigaciones sobre corrupción, lavado de dinero y delitos contra la salud para derrotar a críticos o disidentes; imágenes con niños, indígenas, discapacitados y madres solteras; guerras contra el hampa y contra los que no comparten gustos sexuales, religiosos o políticos. Así pues, la opinión pública está colocada en medio de un colosal ataque de hunos y vikingos donde no hay un ápice de razonamiento, ya que todo pretende constreñirse al funesto juego de pasiones morbosas, consumismo, egoísmo e irresponsabilidad.

Los detentadores del poder político y económico han estado convirtiendo la realidad mexicana en una repetición de lemas: ¡Para vivir mejor! ¡Vamos ganando la guerra contra el narcotráfico y crimen organizado! ¡Ya salimos de la crisis! ¡Habrá empleos y riqueza para todos! ¡A los deudos nuestros respetos, conmiseración y apoyo moral! ¡Todo es válido cuando se trata de buscar leyes o acuerdos que salvaguarden a la nación! ¡Dale gracias a Dios, al gobierno y empresarios por tener vida y trabajo! ¡Cuídate, cuida el dinero y no salgas de noche! Si a esto le sumamos sonrisas de dignatarios extranjeros, brincos y besos de la primera dama para niñas y niños de escuelas públicas y spots que alientan un patriotismo ridículo jamás antes visto, pues el círculo se cierra para atrapar a millones de ciudadanos que no tienen opciones para confrontar lo que ven y sienten con otras personas que viven en geografías distintas, ya que los medios masivos de comunicación se erigieron -desde hace años- en los [cuidadores y/o reforzadores, que en inglés se denominan “gatekeepers”] del establishment.

Cuando se oigan y vean anuncios de reacomodos para bien de los mexicanos es mejor que haya una preparación para recibir mayores cargas impositivas, legales o de orden público. Cuando escuchemos felicitaciones y apapachos es preferible estar listos para observar cómo se despliegan miles de soldados estadounidenses en la franja fronteriza. Cuando seamos receptores de promesas de justicia, es mejor que exista una preparación para ser testigos mudos y hasta cómplices de la ineficacia, impunidad y silencio de los tres órdenes de gobierno, tal y como hemos observado en décadas: elecciones en entredicho (1988, 1994 y 2006), masacre de Aguas Blancas, Acteal, los asesinatos de Luis Donaldo Colosio, José Francisco Ruiz Massieu, Paulette Gebara o la desaparición inexplicable de Diego Fernández de Cevallos, así como otros innumerables casos que no alcanzaría a enumerar en este artículo y los que se vayan dando a la vera del camino. B.H.G.

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lunes, 24 de mayo de 2010

VERDADES MEXICANAS Mayo 2010


ESTAMPAS MEXICANAS
Flashes para apreciar la realidad política en México
Por Baltasar Hernández Gómez


Diego, pero no el del Tepeyac.

Asumo a plenitud la idea central de que la vida es el capital humano más preciado y por ello el tratamiento del caso Diego Fernández de Cevallos no tiene que ver con la morbosidad para hacer predicciones sobre su integridad física. Su persona, pues, no está en discusión. Ojalá que reaparezca pronto para regocijo de sus seres queridos, pero también para que sea catalizador de una revisión a fondo del modelo político mexicano, que ha impuesto una serie de cánones y canonjías dispares que sólo benefician a quienes están en la cúspide la pirámide del poder y lesiona a millones de ciudadanos.

Su desaparición (que se interpreta como una privación de la libertad o de la vida, según sea el emisor del mensaje) destapó el desagüe que expide un tufo a autoritarismo y secrecía, debido a la ejecución de prácticas ignominiosas que sirven para apuntalar “el modo de vida a la mexicana”. No se trata solamente de una evaporación inexplicable, como señaló el presidente Felipe Calderón en Estado Unidos, sino de un hecho que está impactando negativamente en el plano nacional e internacional, debido a los misterios del levante del controvertido abogado y político panista, que fue planificado con un cálculo matemático preciso.

No cabe duda alguna que Fernández de Cevallos es un personaje sumamente conocido, pero no por ello un mexicano V.I.P. (que por sus siglas en inglés significa gente muy importante), para generar una mega movilización de instituciones públicas y privadas para ubicarlo en un remolino de búsqueda desesperada. Hasta el momento todo se centra en la confusión, sigilo, desinformación e incapacidad técnica, ya que hay ocultamiento en la praxis investigativa para resolver su caso desde una perspectiva familiar, que no oficial. Sólo existe acumulación de sospechas que apuntan multidireccionalmente a la familia Fernández, clientes y enemigos por sus litigios, narcotráfico, guerrilla, panismo, disgustos económicos y hasta al círculo cercano del presidente de la República.

Mientras persista poca claridad en las indagatorias, camuflajes de las procuradurías, desinformación a propósito de algunos medios de comunicación, principalmente de la empresa Televisa y medios del estado de Querétaro, el proceso de reaparición de Fernández de Cevallos está concentrado en hacer creer que puede ocurrir un milagro, como el suscitado en el cerro del Tepeyac hace ciento setenta y nueve año, de acuerdo a la visión católica. El viernes veintiuno de mayo apareció una fotografía del rostro del “Jefe Diego” que hace inferir un secuestro, pero más allá de la imagen y texto no existen más datos institucionales que corroboren versiones de que aún está vivo.

El proyectil de los “francotiradores” pegó justo en el centro del panel sociopolítico: el levantón o como se quiera denominar a la desaparición de Fernández de Cevallos no fue producto del azar, toda vez que fue perpetrado horas antes de que el mandatario nacional viajara a Europa y Estados Unidos, lo cual magnificó la impresión de que México es un país ingobernable e inseguro para vivir e invertir, que se está fragmentando sin posibilidades de una recomposición equilibrada y duradera.

Desde el lugar donde se encuentre, Diego Fernández ha recibido señales concretas del mandatario federal: 1) Que sus familiares y aliados están al pendiente y preocupados por su persona; 2) Qué el gobierno abandona su potestad de investigar para no entorpecer las negociaciones que presumiblemente está llevando a cabo su primogénito; 3) Que el Estado y sus aparatos gubernamentales no saben quiénes son los responsables de su desaparición; 4) Que habrá apoyo para pagar el rescate, y 4) Que en el PAN deben terminarse las pugnas por puestos y prebendas en la administración pública y los poderes legislativo y judicial.

Calderón en la tierra de Obama.

El presidente Felipe Calderón recibió a manos llenas los honores correspondientes a su investidura. Barack Obama lo colmó de protocolos, abrazos, sonrisas y muestras de afecto como cuando es recibido un héroe de guerra. Sin embargo, más allá de los rituales diplomáticos y los signos comunicacionales que desean recalcar que el gobierno de los Estados Unidos respeta y quiere a su homólogo, la visita de Estado traerá facturas muy costosas por la cascada de recursos públicos pagados a líderes de opinión, cabilderos y reporteros.

El manejo discursivo y de imagen del mandatario nacional enfundado en smoking y su esposa recibiendo atenciones de la señora Michel, traen consigo un mal sabor de boca para los millones de espectadores que se quedaron de este lado del río Bravo. La escenografía montada estuvo llena de flashes y pronunciamientos a favor del presidente mexicano, quien estuvo rodeado de congresistas, empresarios, artistas y miembros del gabinete demócrata. En México sólo vimos un caudal de fotografías del Benjamín que regresa al cuartel general para recibir más instrucciones.

Con respecto a los cambios en política migratoria, coordinación integral en el combate contra el narcotráfico y venta de armamento no sucederán grandes cosas, toda vez que la polarización en el congreso estadounidense no permite que Obama tenga maniobrabilidad para la aprobación de iniciativas domésticas e internacionales. El gobierno de EUA galardonó, aplaudió y hasta apapachó a Calderón Hinojosa, pero no más. En contrasentido, las formalidades pusieron al descubierto que mientras el presidente de México viaja por el mundo, su país sufre la embestida de la miseria material y humana que ha acarreado la crisis endémica recrudecida en los últimos años, así como el azote de mafias reorganizadas y con la capacidad para desestabilizar a los diferentes órdenes de gobierno.

No omito señalar que Felipe Calderón fue al congreso estadounidense para solicitar enérgicamente que dejen de elaborar o permitir leyes discriminatorias, que cese la construcción de barreras limítrofes y que se detenga la venta de armas de asalto a los narcotraficantes. Las sonrisas hicieron su aparición en los círculos políticos de ambas fronteras, pero…..¿Qué pasaría si Obama llegara a México y se expresara en el mismo tono? Mínimamente algunos niños héroes posmodernos se aventarían del World Trade Center y de los recintos legislativos de San Lázaro y Xicoténcatl, para exigir la salida inmediata del presidente de EUA por entrometerse en los asuntos nacionales. No es lo mismo que lo mesmo. El paseo al vecino país fue un show business sin sentido práctico.

Televisa al descubierto (por ella misma).

El consorcio comunicacional más poderoso en México y casi puedo aseverar que de latinoamérica descubrió sus vísceras al anunciar un blindaje informativo sobre el caso Diego Fernández de Cevallos: el argumento para tomar dicha determinación fue que es más importante la integridad del connotado profesionista del derecho. En otras palabras, Televisa nos refriega en la cara que por encima de la realidad se encuentra posicionada la amistad y contubernio con los centros del poder político y económico. ¿Y la integridad y respeto para las miles de familias que han perdido a sus seres queridos y que son abordados infamemente por los reporteros y camarógrafos en velatorios, cementerios o lugares donde se cometieron los crímenes? ¿Dónde ha estado la consideración hacia soldados, marinos y policías que fueron abatidos por el crimen organizado y puestos en vitrina transparente en noticieros como si se trataran de productos comerciales ya caducados?

El anuncio de Joaquín López Dóriga no atrajo un alud de simpatías hacia la empresa que pertenece a un reducido número de familias beneficiadas por el presidencialismo mexicano, entre ellas Azcárraga, O´Farril y Slim, sino por el contrario, hizo que cayera una avalancha de críticas que ponen al descubierto la carencia de códigos éticos fundados en la razón y la verdad dentro de la comunicación. Para este consorcio primero es lo primero: el interés del poder económico y político no quiere que se ventilen sucesos que perjudiquen la imagen del Estado y las clases dominantes, menos aún cuando el emblema formal de la República estuvo viajando por España y Estados Unidos.

Entre líneas Televisa está diciendo: ¡Ya aparecerá Diego….vivo o muerto, pero volverá! La empresa azul y naranja estableció que deben dejarse en paz a las instituciones, no obstante que la opinión pública se sumerge en el tobogán de las sospechas de todos contra todos, como ha sucedido con Paulette y otros muchos casos presentados con bombo y platillos en los medios electrónicos e impresos. B.H.G.

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lunes, 17 de mayo de 2010

FRASEOLOGÍA DE POLÍTICOS EN MÉXICO


FRASEOLOGÍA DE POLÍTICOS MEXICANOS
¿Redentores, gurús o demagogos?
Por Baltasar Hernández Gómez


Frases de Felipe Calderón Hinojosa (Presidente de los Estados Unidos Mexicanos):

“La primera felicitación es para los ciudadanos, mexicanos y mexicanas, que han votado por la paz y no por la violencia.”

Esta frase fue enunciada por Felipe Calderón en 2006 cuando recibió la constancia de mayoría del IFE, convirtiéndose en saludo inicial para desviar la atención pública ante el cúmulo de críticas sobre la legitimidad de su triunfo electoral. Dicha invocación fue carta de presentación para insertar a la masa en la creencia de que su llegada a la presidencia de la República fue producto de la voluntad popular para transitar por los caminos de la seguridad. Detrás del significante se escondió subliminalmente la intencionalidad para que el PRD y el PRI fueran percibidos como partidos malditos, es decir, los “monstruos” provocadores del caos.

El presidente Calderón Hinojosa quiso hacer creer que su mandato provenía de una magna convención imaginaria de mexicanas y mexicanos que decidieron sufragar por la continuidad blanquiazul y las buenas costumbres. Con este enunciado admitió que fue la mejor opción para el país y que su banda tricolor tendría que ser homenajeada como un fetiche religioso colocado junto a un santo de iglesia al cual debe venerarse porque tiene el poder de la salvación de los “pecados gubernamentales” (los mucho que dejó su antecesor Vicente Fox y los ex-presidentes del PRI).

Esta línea contiene una declaratoria de victoria, que trata de decir a los más de cien millones de habitantes del país que deben estar felices porque obtuvo la mayoría suficiente para estar al frente del gobierno federal. La significación de sus palabras admitió que su llegada al Palacio Nacional traería paz, tranquilidad y prosperidad, sin embargo, a tres años de administración ¿Todavía tiene los arrestos suficientes para solicitar más felicitaciones? ¿Y la paz? ¿Y la no violencia?......Sólo hay que preguntar a las veintitrés mil familias que tienen finados y a la sociedad en general sobre la sensación de terror prevaleciente por la denominada guerra antinarco y los estragos de la crisis. El presidente está metido en la defensa a ultranza de su estrategia fallida, argumentando que la guerra antinarco está siendo ganada, pero que esto no se refleja en la percepción de la gente.

“Si bien hay bajas, le estamos metiendo muchos goles a la criminalidad, le hemos pegado fuerte y lo seguiremos haciendo.”

México no es solamente territorio Telcel -si es que creemos a pie y puntillas los spots publicitarios de la mayor empresa de telefonía móvil, propiedad del hombre más rico del mundo, Carlos Slim-, sino un enorme estadio de fútbol donde los políticos y gobernantes son jugadores de élite que meten goles a los demoniacos rivales del equipo narco. El mensaje trae consigo la lección maquiaveliana de “el fin justifica, a toda costa, los medios” y que lo importante son las cifras colocadas en el tablero mediático, el cual sólo muestra los goles anotados sin que haya un alto para la reflexión sobre las decenas de miles de muertes que hay en el medio tiempo del sexenio.

Si hay bajas, ¡Qué más da!, ya que en la mente de los usufructuarios del poder público persiste la idea de estar metiendo una goliza sin el menor asomo para conocer qué es lo que sienten las tribunas públicas, compuestas por personas de carne y hueso que no gozan de privilegios ni protección, sino por el contrario, están paradas en el graderío donde zumban las balas, granadas, olor a sangre, desgracias por pobreza, violaciones a derechos civiles, desinformación y dolor, un inmenso dolor que lesiona la integridad material y espiritual de millones de mexicanos.

A los ojos de los administradores de la Federación se está dando una goliza ¡qué digo! una golpiza al crimen organizado, cuando en realidad sólo hay detenciones de capos que hacen aparecer como enemigos públicos de alta peligrosidad, decomisos de drogas, dinero y propiedades. Los supuestos goles son más bien autogoles, en virtud de que las estructuras financieras, logísticas y de vinculación del narcotráfico están intactas y creciendo. La presumible paliza podría ser vista como la declaración de una víctima de pelea callejera, postrada en la sala de terapia intensiva, regodeándose porque su contrincante se encuentra en la cama contigua sufriendo los mismos dolores terminales.

“Hoy más que nunca la tarea de todos debe de ser acción, acción constante, enérgica, valerosa, contundente y debe ser nacional, una acción que, precisamente, defienda, preserve, ponga a salvo a la Nación entera.”

¿Acción sin estrategia? ¿Desde cuando la posmodernidad patriótica, comandada por “próceres tecnócratas e insensibles” debe sumirse en una acción sin rumbo y sin planes de desarrollo sustentable, para solucionar la corrupción, miseria, desempleo e incertidumbre? El ideario político-filosófico del presidente de la República, las clases hegemónicas nacionales y extranjeras y su equipo de colaboradores requiere de la acción por la acción misma, del beneficio de ventas y concesiones para la IP, de la espectacularidad de operativos policiacos y militares, de recepciones de mandatarios mundiales, de viajes y de una lista de resultados macroscópicos que no se ven ni se reflejan en el seno de las familias. Lo cierto es que existe un México plagado de mortandad y pauperización de los niveles de bienestar.

Acción, más acción y mucha más acción, pero ¿Para qué?.....Si todo se reduce al objetivo de disminuir paulatinamente los efectos del crimen organizado, salir de la crisis y aumentar raquíticamente los empleos. Las acciones para salir del sexenio, así como las buenas intenciones no bastan para detener la caída estrepitosa de la economía ni para devolver la confianza en los destinos del país.

La frase es digna de ser rescatada por el club de admiradores de Cantinflas, pues contiene treinta cuatro palabras, pero carece de significancia: la oración estipula acción, constancia, contundencia, energía, valor, nación, defensa, seguridad y la concepción de un todo; lo cual desemboca en el callejón de la nada, o sea, un bla-bla-bla interminable.

“Sabemos que son bienaventurados los limpios de corazón, bienaventurados los pacíficos, bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, bienaventurados los que por causa de lo alto son insultados y se diga toda clase de calumnias en su contra, porque su recompensa será grande.”

Ante el dolor por la muerte de su amigo y en ese entonces secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, el presidente Calderón Hinojosa se convirtió en arzobispo primado del catolicismo mexicano, parafraseando el sermón de la Montaña atribuido a Jesús Cristo. En las instalaciones del campo militar Marte de la ciudad de México, Distrito Federal, el mandatario asumió las bienaventuranzas como táctica comunicacional que puso a su gobierno en el rol de víctima por la incomprensión de las sociedades civil y política.

Las banderas religiosas al vuelo. Las balas y granadas surcando los cuatro puntos cardinales. La economía sosteniendo un modelo de acumulación de capital donde quienes poseen tendrán más y los que no, tendrán cada vez menos. La aseveración cristiana connota una justificación a la labor del gobierno y sus operadores, pues las políticas gubernamentales no se perciben por ningún lado, mucho menos en lo que concierne a los rubros de bienestar y seguridad. La recompensa a los funcionarios y políticos justos, calumniados y limpios de corazón será mayúscula ¿Y los ciudadanos comunes y corrientes qué van a obtener? Seguramente más discursos cortoplacistas, programas sociales paliativos, acciones de violencia que refuercen imágenes de muertes, secuestros y pobreza.

Frases de Zeferino Torreblanca Galindo (Gobernador del estado de Guerrero):

“Este gobierno no va a acabar el enorme rezago de Guerrero, ni lo ofrecí ni lo prometí, les dije que iba a ser difícil gobernar, el tránsito ha sido lento”.

Ahora resulta que el gobernador de Guerrero no ofreció ni prometió resolver los problemas sociales, políticos y económicos de la entidad. Los guerrerenses que votaron por él se equivocaron, pues creyeron que su campaña iba a recomponer su modo de vida, sin embargo, todo se redujo a una plataforma discursiva parapetada en el concepto cambio como abstracción de alternancia. La insistencia por diferenciarse de los gobiernos priistas que le precedieron no fue para inaugurar un régimen democrático, transparente y participativo, que buscara el desarrollo armónico en lo social y económico, sino para encumbrar un nuevo estilo personal de administración con una visión pro-empresarial. ¿Si es tan difícil gobernar, para qué se introdujo en la política? ¿Es mártir o ciudadano ejemplar que tiró a la vera del camino su pasado para servir sin reservas a todas y todos los guerrerenses? ¿O un hombre solitario que requiere de hiperactividad para seguir viviendo?

Lo único cierto en esta vorágine de palabras es que nadie fue engañado en despoblado, porque sólo hubiera bastado voltear a los orígenes del gobernador Torreblanca Galindo, para descubrir que nació en el seno de una familia de comerciantes, creció apreciando el lado mercantil de las cosas y se desarrolló como experto en contabilidad y administración empresarial ¿Qué perspectiva puede entonces tener como hombre metido en asuntos públicos? Los resultados alcanzados en el trienio 1999-2002 en Acapulco y los cinco años que lleva en Casa Guerrero lo dicen todo: automatización en materia de recaudación de impuestos, compra de predios para edificar carreteras en puntos de interés en la Costa Grande y otras regiones del estado, así como oficinas de gobierno en la principal arteria vial de Acapulco.

Muchos críticos se rompen las vestiduras y expelen bilis al observar que el mandatario guerrerense se ha conducido con posturas que muestran un perfil autoritario, cuando esto no es nada peculiar en su desenvolvimiento, pues siempre ha sido él y sólo él; su equipo cercanísimo que lo ha cubierto con efectividad administrativa y mutismo; su selectividad en medios de comunicación para transmitir spots y noticias que le favorecen, así como su táctica para entablar relaciones y concertacesiones políticas, para afianzar canonjías.

Zeferino Torreblanca nunca se promovió como demócrata ni luchador social, sino como un empresario emanado de la sociedad civil organizada, convertido por sus apologistas en político de altura, para darle orden a las finanzas públicas. A partir de esta condición su proselitismo tuvo la intención de hablar de cambio, pero sólo para dejar las cosas un poco mejor que antes. No más. La frase deja patente que él es un agente agilizador del “tránsito lento”, a fin de “crear las condiciones”, para que, -algún día- los innumerables rezagos del estado se amainen y no se acabe de despertar el tigre sureño. Ya vendrán otros sexenios para efectuar diagnósticos, planificaciones y echar a andar programas de corte socializante que ayuden a obtener mejores videos y fotografías para los políticos y sus partidos, que cada día más, basan su fuerza en el cuadrante mediático.

“No todo está hecho ni todo está resuelto. Los errores son mi responsabilidad, pero muchos errores no fueron de mala fe”.

Esto es una verdadera “perla” que desaforadamente trata de decir algo así como: cúlpenme de todo lo malo que ha ocurrido en el sexenio, porque saldré limpio, debido a que los equívocos no fueron originados por mala fe.: más vale ser idiota e ineficaz de buena fe, que inteligente y eficiente de mala fe. ¿Y los millones de guerrerenses que mueren por la miseria galopante ante una carencia de políticas públicas sustentables en materia de alimentación, salud, vivienda, educación, infraestructura y proyectos productivos? ¿Y los muertos por la inseguridad pública y la falta de investigaciones? ¿Y los perjudicados por omisiones administrativas y de procuración de justicia? ¿Y el reordenamiento del transporte público?

El pronunciamiento se parece mucho a los arrepentimientos tardíos de la jerarquía católica, que pide perdón por las arbitrariedades de sacerdotes pederastas, pero no acepta responsabilidades civiles por los abusos físicos, psicológicos y morales a niños y adolescentes. Está bien que Zeferino Torreblanca admita errores, pero esto no sirve de nada, ya que se quiere poner los errores en el escenario de lo moral ¿Por qué no tomarle la palabra y dar inicio a un juicio político si es que se encontraran fallas, contubernios o hechos ilícitos en su gubernatura? Como seguramente esto no será posible, el reconocimiento de equivocaciones se remite al plano íntimo, es decir, a la admisión de responsabilidades que quedarán en el cofre de los recuerdos, porque todo lo malo fue producto de la inocente buena fe.

"Ni quiero ni puedo ni tengo que combatir al narcotráfico".

No hay deseo ni querencia. Tampoco puede hacerlo y mucho menos tiene que realizarlo. Si la Ley dictamina que las actividades relacionadas con el narcotráfico pertenecen al ámbito federal, pues efectivamente el gobernador de Guerrero no puede combatir este cáncer social. Sin embargo, su dicho es como tirar la toalla en el primer round sin haber dado siquiera un golpe.

Jurídicamente no tiene facultades ni los recursos suficientes para combatir al crimen organizado, pero eso de anteponer el “ni quiero” descubre su parálisis ante un fenómeno que lesiona a la sociedad que lo situó al frente del poder Ejecutivo. Es así que la línea expresada por Torreblanca Galindo deja ver una torpeza del tamaño del planeta Júpiter, que le impide adoptar una postura digna como representante social.

Como botón muestra diré que en la primera balacera contra militares en las inmediaciones de la gasolinera intermedia que está en el medio del trayecto al balneario de Pie de la Cuesta, en el mes de abril pasado, la secretaría de seguridad pública estatal mandó masivamente mensajes de texto a teléfonos móviles, informando a los automovilistas que no se acercaran a esa zona porque había un problema de congestionamiento vial, escondiendo que se trataba de un hecho criminal. El texto encubría el motivo real de la petición oficial, pero a los hacedores se les escapó la palabra ¡Aléjense!, lo cual echó por la borda su propósito de desviar la atención ciudadana. Ni para engañar sirven, dijeron muchas voces.

Cuando no se habla con veracidad hasta en los pequeños mensajes hay discordancias que ponen al descubierto falsedades. Efectivamente, el gobernador no ha querido, no ha podido ni puede hacer algo contra la inseguridad: el caso de Rogaciano Alba Álvarez es una cereza en el pastel regional, ya que mientras se señalaban los vínculos del “ganadero” guerrerense con el hampa, el gobierno del estado no hizo ni siquiera un amago para coadyuvar con las instituciones de procuración de justicia y de defensa nacional. El ex líder de Petatlán tuvo el tiempo y la movilidad suficiente para desaparecer y refugiarse en Jalisco, para luego ser atrapado por la PGR y enviado a una cárcel de máxima seguridad.

Frases de Manuel Añorve Baños (Presidente municipal de Acapulco):

“Acapulco te quiero de diez”.

Para los residentes y visitantes al puerto de Acapulco la frase resulta una mentira, pues sólo basta pararse en el mercado central, colonias populares y zona rural para cerciorarse de la podredumbre en infraestructura de saneamiento básico, servicios y atención. Calles parchadas, luminarias descompuestas, carencia de agua, drenaje deslizándose a las playas, semáforos programados para funcionar a medias en determinadas horas del día, con el objeto de que decenas de elementos de tránsito de reciente ingreso hagan las veces de contenedores del tráfico citadino, así como elementos de la secretaría de protección y vialidad “asaltando” con permiso de sus superiores, es la atmósfera citadina que observan acapulqueños y visitantes.
¿Acapulco de diez?

Lo único que se ha sentido en los dieciséis meses de gestión de la presente administración es una constante campaña proselitista para ensalzar la figura del presidente municipal, que busca obtener la candidatura del PRI a la gubernatura del estado. Inserciones pagadas, fotografías de eventos populistas, saludos por doquier y movilización de grupos de choque, como el caso de un plantón opositor al “puente bicentenario de la avenida Cuauhtémoc” donde miembros del partido Convergencia, comerciantes y uno que otro ciudadano de a pie fueron amedrentados por transportistas convocados por sabe qué institución o personaje del Ayuntamiento.

Mientras persista contaminación en la bahía de Acapulco, pésima recolección de basura, hundimientos de la carpeta asfáltica, corrupción en las oficinas de trámites, uso indebido de recursos para promoción personal, subordinación inducida de regidores, reparto de prerrogativas a grupos adherentes a un solo partido y servicios públicos deficientes, no puede hablarse de una calificación de diez. El diez lo obtiene un estudiante empeñado en aprender conocimientos y prácticas. Diez tiene un empleado público o privado al cumplir puntual y eficazmente sus labores. El diez es para los ciudadanos que desempeñan con calidad sus actividades cotidianas. La calificación diez sirve de parámetro para medir la eficiencia, el compromiso y los resultados de mujeres y hombres que aspiran a tener un hogar digno y una ciudad segura, sensible y en vías de desarrollo.

Por lo anterior, el diez no puede ser firma de reconocimiento para un gobierno y mucho menos grito de identificación de un político para inducir a favor la psique social, teniendo como meta la inclusión de su persona y equipo en próximos procesos electorales. Los ojos del actual presidente municipal no están en Acapulco, sino en Casa Guerrero, que es la residencia oficial de los gobernadores en la ciudad capital, Chilpancingo. A Añorve Baños no le basta la presidencia, porque ahora anhela el Ejecutivo estatal, bajo el argumento de convertir a Guerrero de diez y recuperar el “carro político completo” para el PRI.

Manuel Añorve se pasea por el municipio, acude a las pasarelas políticas estatales y nacionales, otorga entrevistas magnificando su imagen y da banderazos a obras y servicios sin contenidos sociales. El alcalde es un meritorio representante de la mercadotecnia, pues ha sabido venderse con propios y extraños, sin embargo, la efectividad en su persona y grupo no se derrama a favor de las causas más sentidas de los ciudadanos, que siguen sufriendo por problemas que, desde hace décadas, deberían haberse erradicado, tales como: insalubridad, inseguridad y toda clase de anarquía urbana, lo cual ha fomentado deplorables usos del suelo, asentamientos irregulares, transporte público desordenado, reavivamiento del comercio ambulante y carencia de servicios públicos de calidad.

“Yo soy un político atípico pues creo en Dios porque he entendido que con fortaleza espiritual puede uno gobernar con humildad e inteligencia todos los días, poniendo en manos de Dios mi gobierno para equivocarme lo menos posible. No hay nadie perfecto y yo tampoco lo soy, por eso pido a Dios todos los días por todos los Guerrerenses para que tengan salud y fortaleza espiritual que los ayude a salir adelante en los retos de su vida diario”.

Si Fox Quesada y ahora Calderón Hinojosa han recurrido al uso de mensajes cristianos ¿Por qué no habría de hacerlo el presidente de Acapulco? Todo parece indicar que gobernar es ahora una tarea espiritual fortalecida con oraciones y alabanzas para administrar con inteligencia, bondad y sin equivocaciones. Dios es invocado como aliado de los políticos modernos, que asumen una postura ideológica de centro, pero con conceptos que rayan en el más extremo conservadurismo religioso. Por lo mismo se encomiendan a la omnipotencia de “arriba”, porque “abajo” siempre hay imperfecciones.

El Dr. Añorve Baños pide por su gobierno, por la sociedad, por su partido político y por él mismo, a fin de que no solamente a los acapulqueños nos vaya bien, sino también a los guerrerenses. Si hay salud y fortaleza en el alma lo demás es lo de menos, porque esto hace olvidar los rezagos funestos en materia de trabajo, sueldos, prestaciones económicas, seguridad pública, servicios generales, etc.

"Ganamos Acapulco y ahora vamos por Guerrero, que no quede duda, porque la ciudadanía nos dio otra oportunidad y hay que demostrar trabajo y fortaleza política".

Acapulco es visto como trampolín de diez metros para lanzarse “a la grande”. Desde 1997, cuando recibió el interinato de la administración local, Añorve Baños anheló convertirse, con el paso del tiempo y la desmemoria colectiva, en presidente constitucional y en el transcurso de doce años su posicionamiento abarcó asesorías y la colocación de sus piezas en varias instancias nacionales, alcanzando su clímax cuando apareció en primera fila en la toma de posesión de Felipe Calderón. Hoy que alcanzó la alcaldía busca la gubernatura pésele a quien le pese.

La frase refiere ganar Acapulco y luego Guerrero, en clara mención a su partido y persona. No le cabe ningún tipo de duda acerca de que su reciente triunfo electoral es un presagio metafísico, que le asigna protagonismo vencedor para las causas priistas y sociales del municipio y también del estado. La demostración de trabajo la hace a través de la mediatización y la fortaleza la obtiene por la reorganización de los grupos duros de su partido y de los numerosos contingentes de perredistas, panistas y convergencistas saltimbanquis, que ahora están aquí y luego aparecen en otros sitios.

El vaticinio que contiene la frase es cuasi místico, pues hasta le da un carisma de “mesías”, que tuvo la oportunidad de llegar nuevamente a la presidencia municipal, para el bienestar y recuperación de la “joya de la corona” guerrerense, como se le nombra a Acapulco, para luego posicionarse en el estado. Como sea que fuere todavía faltan amarres, designaciones, golpes bajos, así como alabanzas y críticas ¿Se cumplirá el augurio? Lo único verídico es que en el aquelarre político que se vive a nivel local, regional y nacional todo puede suceder. B.H.G.

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lunes, 3 de mayo de 2010

DETRÁS DE LOS DISCURSOS DE POLÍTICOS Y GOBERNANTES EN MÉXICO.


¡PUES, NI MODO!
Una muestra de lo que hay detrás del discurso político de los gobernantes en México
Por Baltasar Hernández Gómez


Las palabras como los actos sociales no son producto del azar o la espontaneidad, ya que son emitidos con intencionalidad y es por esto que en el ámbito político los discursos, poses, gestos y acciones están permeados por los objetivos e intereses de sus hacedores. En la modernidad los ciudadanos han estado sujetos a una culturización que los reconstruye como observadores epidérmicos de lo que acontece en sus comunidades sin ninguna responsabilidad para introducirse en un ejercicio de análisis y participación que “lea entrelíneas” todo cuanto los rodean.

Dicha situación hace que prevalezca las dominación de los grupos en el poder, que tratan siempre de desviar los asuntos prioritarios del consciente colectivo, anteponiendo la permanencia de banalidades para readecuar la percepción general con informaciones que en muchas de las ocasiones tocan asuntos privados de pléyades reconocidas en su entorno, y otras abordan aspectos misceláneos, tales como avances tecnológicos sin ton ni son, cataclismos naturales y sociales, datos de relleno, así como notas espectaculares para el entretenimiento de la masa.

La frase ¡Pues, ni modo! dicha por el presidente Felipe Calderón el pasado lunes diecinueve de abril, en la inauguración de la prueba Enlace, que dicho sea de paso es un elemento requisital impuesto por la OCDE [Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico], no fue una simple contestación a los niños de la escuela pública “Canadá” que exclamaron no estar preparados para este examen diseñado por la SEP, en medio de caras largas de funcionarios del gobierno federal y del SNTE, toda vez que dicha aseveración trajo aparejada, en forma velada, la filosofía del mandatario federal, su partido, grupo político, pertenencia sociocultural y económica. El Ejecutivo hubiera podido contestar “En la vida nadie está preparado para la presentación de exámenes, pero los conocimientos aprendidos son suficientes para que demuestren sus habilidades académicas”. Sin embargo, el contundente ¡Pues, ni modo! sonó como lo que es: una voz autoritaria, que quiso restarle importancia a la afirmación hecha por los estudiantes de educación primaria, los cuales fueron llevados -ex profeso- al evento oficial de lucimiento, que terminó siendo uno más de los señalamientos contra las inconsistencias de los planes gubernamentales.

¡Pues, ni modo! es la oración que reivindica la sujeción del país a las instrucciones de los organismos nacionales e internacionales de poder, con la finalidad de seguir contando con apoyos financieros, materiales y técnicos, así como el aval de los bloques hegemónicos. ¡Pues, ni modo! representa el alzamiento de brazos ante la escasa efectividad de dirección en todos y cada uno de los rubros de la vida nacional. Esta aseveración no solamente denota un lapsus que quiso hacerse pasar como expresión coloquial del presidente, sino connota un “me vale”, es decir, puso al descubierto que la preocupación formal del Estado y su gobierno no va en el sentido de encontrar mecanismos para resolver los problemas y atrasos significativos en materia de seguridad, salud, empleo, vivienda y servicios, a efecto de que México transite por vías sustentables y perdurables de desarrollo.

Si hay muertos por la guerra fallida contra el narcotráfico ¡Pues, ni modo! porque al fin y al cabo son cuestiones colaterales sin mayores implicaciones. Si los alumnos no aprenden ¡Pues, ni modo! porque ya habrán futuras fuentes de trabajo de baja ralea para los egresados. Si la economía sigue en crisis ¡Pues ni modo! porque mientras las reservas monetarias y los índices oficiales se mantengan en la línea de flotación autorizada por los organismos financieros, que la sociedad siga rodando en un tobogán de incertidumbre que la haga perder su calidad de vida. Si las cosas no salen como se predijeron en los escritorios de las secretarías ¡Pues, ni modo! ya vendrán más sexenios para volver a poner a la venta la idea falaz de recuperación y esperanza para todas y todos los mexicanos.

El presidente Calderón descubrió los hilos ultra-delgados que manipulan los titiriteros y que casi siempre permanecen ocultos, teniendo un fondo obscuro de desinformación e impunidad. No hay siquiera un ápice de interés si los controles institucionales rebasan a la realidad; si mueren decenas de miles de personas en todo el territorio nacional (hasta la fecha van veintitrés mil fallecidos a causa de la “guerra” calderonista contra las mafias) y el crimen organizado sigue en pie de lucha con rasguños menores; si la partidocracia secuestra el IFE, Trife y al Congreso de la Unión, para que predomine un círculo vicioso de prerrogativas hacia los grupos políticos regionales y federales; si la crisis endémica sigue diezmando a millones de compatriotas en las zonas rurales y urbanas; si las equivocaciones de políticos y gobernantes hacen que las arcas y recursos se vayan al caño por incapacidades, omisiones o corruptelas; si los niños, jóvenes y adultos no están educados, porque más puede el imperio del videns, que apuntala la ignorancia y la falta de compromiso.

¡Pues, ni modo! es algo así como haber dicho ¡Ahí se ven! porque de cualquier modo en la óptica del poder político no interesa lo que opine la gente o que los programas se materialicen en el corto o largo plazo. Para Calderón o cualquier otro que ocupa un sitio de autoridad en la realpolitik mexicana lo que verdaderamente importa es la imagen, el convenio en papel y las cifras macroscópicas. La fotografía con Obama y la recepción de su esposa valen más que las carencias y sufrimientos que padecen millones de mexicanos.

Vale más que los secretarios de Estado vayan a las zonas de desastre social, otorgando a diestra y siniestra piezas oratorias que a nadie convencen u ofreciendo promesas a las penurias de familias que perdieron a sus hijos en una guardería incendiada, en lugar de castigar y enfrentar la problemática de carestía, desempleo, robos, secuestros, extorsiones, bombazos y metralla, a través de alternativas sólidas, a fin de evitar que se repitan eventos de miseria y muerte.

¿A las madres, padres, hermanos y amigos que han padecido el asesinato de seres queridos les llena un ¡Pues, ni modo! o ¡Mis más sentidas condolencias! dichas por un político o gobernante frente a las cámaras, grabadoras y plumas de los medios de comunicación? ¿A los pobres y extremo pobres les basta saber que la economía va al alza, mientras sus bolsillos no surten ni en mínima cantidad las necesidades de sus hogares? Estoy convencido de que las palabras no son bálsamos para resarcir los constantes daños directos que sufre el setenta y cinco por ciento de la población en México.

¡Pues, ni modo! es la ratificación de que se continuará por el mismo sendero de “aquí no pasa absolutamente nada hasta topar con pared”. Si esto es así, dispongámonos a presenciar una sucesión interminable de reuniones del presidente de la República con personalidades que no muestren afinidad pública con sus proyectos y ocurrencias, para tratar de convencer con lisonjas mediáticas. El encuentro sostenido entre Calderón Hinojosa y el cantautor español Joaquín Sabina en Los Pinos es una clara muestra de la impericia y la carencia de sensibilidad gubernamental ante la cruenta situación que se vive. Este ágape estuvo lleno de jajajajas, tequila, comida, mariachi y canciones, el cual seguramente se repetirá con otros grupos y personas, ya que la vulnerabilidad del presidente fue puesta al descubierto por él mismo y de ahí se engancharán otras organizaciones y personas que quieren sacar provecho de la ingobernabilidad existente.

Todo parece indicar que hay que acostumbrarse a los errores del presidente y su comitiva, que unas veces dicen que los asesinados son parte de las bandas delincuenciales y otras que los desaparecidos ya pasaron a ser parte de la estadística de fallecidos, o bien, que vivimos en el país de las maravillas mientras los equilibrios se rompen en miles de fragmentos. B.H.G.

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