ANÁLISIS POLÍTICO Y SOCIAL, MANEJO DE CRISIS, MARKETING, COMUNICACIÓN Y ALTA DIRECCIÓN

Este es un espacio para conceptualizar, analizar, efectuar crítica y proponer estudios sobre política aplicada, marketing, comunicación, educación, métodos aplicados, alta dirección y proyectos sustentables. Contacto:baltasarhernandezgomez1@hotmail.com, baltasarhg@gmail.com

miércoles, 27 de enero de 2010

NO SER BLANCO FÁCIL EN POLÍTICA


NO SER BLANCO FÁCIL
Por Baltasar Hernández Gómez

** Extracto de mi libro Tácticas de Poder. Cómo ser hegemónico sin morir en el intento. Editorial Pretextos, México, 2009, pp 117.**


El ser humano es un animal de hábitos, que va creando y recreando sus necesidades a partir de rituales que le permitan tener control de la cotidianeidad. Así pues construye rutinas que van desde levantarse de la cama, arreglarse, preparar comidas, saludar a familiares y vecinos, tomar rutas al trabajo, tener arreglado su escritorio; hasta el modo de convivir con amigos, coexistir con enemigos y enfrentar situaciones caóticas.

El zon politikon de la polis griega se convierte en un zon hábitat, que para vivir con comodidad deja una estela predecible de actos. Cuando las personas se constituyen en blancos fáciles, las personas que lo rodean tienen la sensación de tener el control.

Ω Ser parte del juego del PODER implica asumir una táctica de impredecibilidad, que refunde a sus adversarios a una zona desconocida, porque al ignorar sus métodos entran en un ambiente de inseguridad. No ser blanco fácil es una forma de imponer temor, que le permite variar patrones de conducta.

Si usted se envuelve en un aura de misterio no pasará como una persona detestable, sino atractiva, pero sobre todo peligrosa para quienes quieran dominarlo. Ser una persona cambiante es tener PODER para modificar a voluntad los procedimientos para alcanzar un fin. El factor sorpresa juega un papel importante en la sumatoria de puntos a favor, toda vez que al ser un ser mutante en sus formas de comportamiento atrae el interés de los demás, convirtiéndose en un enigma, lo cual exaspera a los contrarios, poniéndolos en una posición exasperante.

Cuando sólo deja ver algunas cualidades, métodos de ataque y capacidades de dirección, pero no el mapa completo, hace que en su contrincante se generen dudas sobre el próximo paso. Cuestionados por su conducta no delineada, perderán mucho tiempo en encontrar explicaciones sobre sus comportamientos. Si por el contrario usted está cayendo en esta posición frente a su adversario, lance preguntas directas sobre los por qué de sus actos, recuperando la compostura racional, a fin de evitar estados de shock y subjetividades. Ser impredecible no significa abandonar la estrategia ni la disciplina, que es virtud de la gente de PODER, sino que es una táctica para desbalancear a los rivales.

Aplique esta técnica: varíe la agenda de trabajo a horarios y sitios más convenientes para usted. Cambie sus rutas de traslado a los lugares que más frecuente. Cuando se esté hablando sobre asunto específico, saque a colación noticias del día o cosas triviales, que desconcierten a quien tiene enfrente. Levántese de su asiento cuando todos piensen que es preciso determinar una solución inmediata. Pida anuencia para levantarse a tomar un refrigerio. Discúlpese para tomar o realizar una llamada telefónica. Planifique que personas de su equipo constantemente le pase tarjetas informativas, aunque éstas no contengan datos importantes. Cambie constantemente sus actitudes, gestos y formas de vestir. Cuando el momento lo requiera hable con fluidez y cambie el ritmo de la charla. Decida conversar por tiempos en forma coloquial y técnicas.

No ser blanco fácil es actuar en su justo medio, ya que se corre el riesgo de que al tratar de ser impredecible, las personas piensen que hay enfermedades de tipo psicológico, lo cual resta PODER. En ocasiones ser predecible puede indicar todo lo contrario: cuando queramos concluir un trato es preferible dar al adversario la pauta para que él mismo finalice la reunión, con el simple gesto de ver el reloj, en señal de preocupación, o bien, de asentir que tome la iniciativa para proponer una solución inmediata. Cuando aplicamos la antítesis puede resultar tan eficaz como parecer inexpugnable. Todo con prudencia, nada con exceso.

En este sentido es trascendental la adopción de mecanismos que le permitan tener movimiento, como si fuera un péndulo, pero girado en infinidad de ejes. No estar estático es una forma de adaptación al medio, lo cual le producirá ventajas al momento de ratificar o rectificar una acción de PODER. No ser blanco fácil es adentrarse a la sincronía: usted, su estrategia, la estrategia del otro y la coyuntura. Los cambios que haga sobre la marcha más las tácticas de ocultamiento le dotarán de un sigilo altamente peligroso.

Ω Sea audaz y en momentos precisos muévase con cierta “timidez”; ataque con rapidez y fiereza, pero dé la impresión de estar esperando una acción más potente; rodee a su oponente, dándole salidas momentáneas para que respire y, ofrezca varios frentes para que su adversario lo persiga en una posición de división de atenciones. Esto requiere una dosis de creatividad y metamorfosis, para eludir ataques y llevar al enemigo a un sitio de control absoluto.

Si usted actúa sin emociones, bajo la etiqueta de impenetrable, con actitudes cambiantes y tácticas de persuasión, su adversario perecerá tratando de encontrar explicaciones o desentrañando posibles respuestas para dar solución a un conflicto. No ser blanco fácil es construir nuevas reglas que le sean vitales para conseguir y mantener PODER. Muchas veces es preferible dejarse llevar por la forma particular de apreciar el entorno, que en los cientos de consejos de su círculo cercano. Recuerde que estará usted frente a otro igual, peor o mejor que usted.

Ω No ser blanco fácil necesita de la disimulación de intenciones y debilidades, pues al evidenciar fisuras en nuestro comportamiento, se entra a un campo de batalla oscuro donde el único que tiene binoculares de visión nocturna es el adversario. Tenga su entorno ordenado. No demuestre nerviosismo en rostro, manos y posturas visibles. No desvíe la mirada cuando se habla. No pierda compostura con sus accesorios (bolígrafo, cuaderno, computadora, lentes, corbata, cuello de la camisa, reloj, etc. No haga gestos que pronostiquen insatisfacción o gusto por estar llevando las cosas a feliz término.

Sitúese en una posición más allá del entorno donde se desenvuelve, es decir, su mirada debe ser periférica aún cuando esté observando a su oponente a la cara. Si percibe que su estrategia lleva ventaja no lo demuestre, sino que prosiga con el ritmo de su discurso o presentación de argumentos. Cuando el adversario dé la salida que usted necesita, brinde la oportunidad que sea el mismo quien crea que lo está llevando por su planeación. No exagere al sentirse seguro, ya que es como presumir de adquisiciones nuevas y caras a los familiares o amigos que acaban de perder el trabajo o una inversión, que los tiene en ruina.

Es preciso readecuarse constantemente, aplicando el ataque directo o indirecto para desviar atención hacia su persona: cuando usted conozca una debilidad mental, física o profesional de su adversario es preciso hacérselo sentir, a fin de que se envuelva en el temor a ser descubierto públicamente. Su contrincante estará ensimismado en resolver quién de su familia, amigos o equipo cercano lo desenmascaró. Haga hincapié de que usted conoce más de lo que él supone, haciéndole ver que tiene una red de información muy fuerte, que ha penetrado en sus murallas.

Ω No ser blanco fácil precisa de adentrarnos en los flancos débiles del enemigo: un amigo olvidado, un jefe que tiene datos sobre actos indebidos, una amante abandonada, una esposa insatisfecha y hasta un colaborador que siente que no es tomado en cuenta. Saber qué hace; qué, cuándo y cómo come; cuáles son sus hobbies el mecánico que repara su auto; el estilista, son armas que en el momento indicado le darán un sello de superioridad frente a su adversario.

En un escenario de PODER “normal” la gente se desenvuelve con cierto grado de apertura. Nadie piensa que es lo suficientemente transparente para dejar ver sus emociones e intenciones. La mayoría de las personas creen engañar a los demás, pero lo único que hacen es subrayar sus fallas. Los hombres y mujeres no dejan de actuar –hasta cierta medida- como infantes, pues descubren sus opiniones, alegrías, agravios y contratiempos a la menor oportunidad.

Quienes nos rodean se abren de par en par tratando de presumir logros, ganar adeptos o amigos, sentirse acompañados, adquirir superioridad y elevar su autoestima. Por ello es importante que usted sepa escuchar y detenga sus impulsos de decir o hacer. Esta es una clave para no ser blanco fácil de nadie: no puede ser sincero con todas las personas y menos con sus adversarios, ya que es mejor disimular sus intenciones y ajustarse al medio donde va a desarrollar su estrategia.

Anteponer un asunto, objeto u opinión como centro de la atención del oponente le dará la fortaleza suficiente de desviar su prioridad. Si hace evidente un interés todo mundo creerá que hacia allá encamina sus baterías. Cuando se den cuenta que esto era una distracción usted estará años luz adelantado en sus propósitos. Otro caso es aceptar en primer bote las sugerencias que le presenten, pues así su contrincante creerá que está en su misma frecuencia y descuidará otras coordenadas de ataque.

No ser blanco fácil enfatiza la defensa de lo indefendible, es decir, para que su enemigo no sepa sus verdaderas intenciones debe hacer suyo argumentos que maneje sin compartir. Sacar en el discurso elementos de ejemplaridad (moralidad, principios filosóficos, educativos, etc.) le permitirá reforzar una imagen de confiabilidad en su adversario. Las personas actúan muchas ocasiones a la inversa de la lógica, por ejemplo: cuando un sujeto no cuenta con suficientes recursos ostenta riqueza (auto financiado, casa de lujo rentada, joyas, ropa de marca, etc.). Cuando tiene capital se muestra sencillo para no ser llamativo. Esto sintetiza a la perfección la táctica de no ser blanco fácil.

En verdad que el león no es como lo pintan, pero tampoco lo es el ratón que pone en estado de pánico al elefante o la rana arcoiris del Amazonas que oculta en su pequeñez el veneno más mortal de todo el reino animal. No ser un blanco fácil es abrevar fluctuaciones constantes e impredecibles, que sean distractores eficaces para ocultar intenciones finales.

Ω Debe tomarse en cuenta que no ser blanco fácil es guardarse cosas ante las amistades, porque los lazos sentimentales son variables. Esto no quiere decir que no seamos amigos de los amigos, sino que en situaciones de PODER los amigos pueden ser lastres que incomodan. Una amistad se basa en la apreciación subjetiva de los años compartidos, de rasgos amorosos y de aceptar al otro tal cual es. Lo anterior, esconde emociones como la envidia, menosprecio y miedo a ser criticado. Por lo mismo, es necesario actuar pensando en cuáles son las mejores alternativas para desarrollar una estrategia de PODER con las personas capaces de cumplir los objetivos.

En una relación profesional la amistad es dejada de lado, para dar paso a la eficiencia, ya que no es compatible la irracionalidad del cariño con la lógica de conseguir a como dé lugar una meta. En su práctica deberá trabajar con personas dedicadas a emplearse por razones prácticas (dinero, ascendencia social, etc.), que tengan un compromiso real para llegar a resultados. No ser blanco fácil amerita emplear fuerzas que podrían ser catalogadas enemigas, ya que éstas tratarán de apegarse a su guión de PODER para no pasar desapercibidas y ganarse un lugar en su círculo, a través de la eficacia de su labor. B.H.G.

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miércoles, 13 de enero de 2010

COMPETITIVIDAD LABORAL EN MÉXICO


CAPACITACIÓN, PRODUCTIVIDAD Y COMPETITIVIDAD
Por Baltasar Hernández Gómez


Desde principios de la década de los años ochenta, la producción de bienes y servicios en México se vio inundada de una “filosofía” de trabajo orientada a la calidad. Se crearon normatividades tendientes a regular a la fuerza productiva pública, pero sobre todo privada, para alcanzar estándares en la actitud y desempeño laboral de directivos y obreros. Por mucho tiempo la calidad fue un elemento comunicacional para transmitir los presumibles nuevos valores empresariales, que exigían entrega total de los trabajadores, que llevarán a la fuerza productiva a la productividad, entendida ésta como eje de hacer y reproducir cuotas para la economía.

La capacitación representaba el primer paso para la producción, lo cual desembocaría en una mayor presencia competitividad. El término calidad permeó las políticas estatales de hacer crecer la planta productiva, de protegerla en aras de insertarla a los cánones internacionales de la era neo-conservadora. Así entonces, capacitación era sinónimo de adquirir más y mejores destrezas/capacidades que repercutían positivamente a la patronal, pero que no significaba un reacomodo en las condiciones materiales de los propios trabajadores, sus familias y la riqueza nacional.
Ya en la segunda mitad de la década de los años noventa y lo que va del siglo XXI, localidad se volvió estándar para la gestión administrativa y productiva, haciendo prevalecer la lógica procedimental de cumplir con manuales, misiones y visiones empresariales. Con la certeza de privilegiar el aumento de la producción, de controlar los procesos operativos y administrativos y los niveles de ganancia, la calidad se volvió en la ideología del quehacer cotidiano de la clase obrera del país.

El trabajador quedó fijado en el espacio como ente que produce y reproduce la fuerza laboral para el enriquecimiento de las empresas públicas y privadas.
En la modernidad la calidad del trabajo ha estado basada en la planeación de estrategias organizacionales, que tienen como objeto incrementar la productividad y la competitividad, a través de la implementación de nuevas tecnologías, estrategias de mercado, atención al cliente, incrementar utilidades, mejorar el nivel financiero, etc. Esta visión que debiera ser un acicate para elevar las ganancias de las industrias, la riqueza nacional y el bienestar de los trabajadores muchas veces sólo ha servido para que los empresarios enfoquen sus esfuerzos para elevar las utilidades.

La situación de la capacitación en México es preocupante, ya que en las industrias predominan diferentes formas de operación empresarial, que han dejado en los límites periféricos lo relativo a la capacitación, productividad y competitividad con arreglo a fines integrales, que convengan condiciones de vida laboral y humana de calidad. Todo parece indicar que se ofrecen las “bondades” de la capacitación parar cumplir con disposiciones legales, por estar de moda, por adquirir certificaciones o simplemente para aparentar que se llevan a cabo programas de formación dirigida a los empleados, sin tener la certeza de que realmente sea efectiva dicha capacitación y que se vea reflejada en la productividad de la empresa.

En este sentido la productividad laboral debe ser reformulada como condición que garantice su permanencia competitiva en el mercado internacional, pero el rezago existente en esta materia no se podrá superar sustancialmente mientras no se incremente la normatividad que permita igualdad de circunstancias y políticas sustentables a corto y mediano plazo, así como de inversión en educación, desarrollo de capital humano e innovación tecnológica. Si el Estado mexicano no regula el ámbito laboral, teniendo en cuenta un plan maestro que concentre productividad, competencia y beneficios directos a los trabajadores no habrá una plataforma duradera para que la industria se inserte en mejores estadios productivos, tanto a nivel regional e internacional.

Esto se deriva de la concepción de una capacitación que reúna normatividad, principios, herramientas tecnológicas y conocimientos aplicados, a fin de que los trabajadores sean el facto indispensable para lograr que con el mismo esfuerzo haya mejores niveles de producción.

El desarrollo regional fundado en la innovación y productividad no solamente debe buscar la competitividad, sino el bienestar económico, social y el crecimiento personal y profesional de todos los actores que intervienen en la economía. Esta ecuación contiene dos elementos: desarrollo y crecimiento, los cuales deben ser reformulados en cómo, qué, dónde y cuándo ser productivos y competitivos. Para alcanzar ambas situaciones es preciso emplear una herramienta que sea el detonante para el desarrollo: me estoy refiriendo a la capacitación.

La capacitación debe vincularse estrechamente con la productividad y competitividad, formando una mixtura equilibrada para el aprovechamiento óptimo de los recursos humanos, materiales y tecnológicos; lo cual exige la sumatoria de esfuerzos y acciones concertadas por el Estado, instituciones gubernamentales, empresas privadas, especialistas y el ejercicio comprometido por el sector obrero mexicano.

Si bien es cierto que la productividad es un indicador que refleja qué tan bien se están utilizando los recursos de una economía en la producción de bienes y servicios. De manera más concreta se puede afirmar que es el motor de una relación entre recursos utilizados y productos obtenidos, lo que significa la eficacia con la cual los recursos humanos, capital, tecnología, experiencia, conocimientos y energía son usados para la producción de mercancías o servicios diversos. La importancia de la productividad radica en que es un ingrediente importantísimo para el crecimiento económico de México, su competitividad doméstica, regional y global, los niveles inflacionarios y los estándares de vida.

El trabajo es una relación entre la producción y el personal ocupado y refleja qué tan bien, se está empleando las habilidades teóricas y prácticas del personal ocupado en el proceso productivo. En cambio, la productividad total de los factores, es una medida simultánea de la eficiencia operativa de los recursos. En México se hace imprescindible que las instituciones del Estado, sector obrero, partidos políticos, clase empresarial y las instancias educativas y culturales eleven otro tipo de “calidad”, soportada por el beneficio colectivo, para evitar avatares que pongan en peligro la gobernabilidad y los alcances de la economía nacional.

México está clasificado dentro de un grupo de economías cuya evolución las caracteriza como “impulsadas por aumentos en eficiencia”, es decir, en etapa intermedia, por encima de aquellas “abundantes en factores” y por debajo de las economías desarrolladas, “impulsadas por aumentos en innovación”. En tal clasificación, los factores clave para mantener y mejorar la competitividad del país son a) la calidad de la educación media superior y superior, así como la capacitación continua de la fuerza laboral; b) la eficiencia (competencia efectiva) de los mercados de bienes y servicios, laboral y financiero; c) la aptitud tecnológica. Atrás queda ya la efímera ventaja que le concedía a nuestro país la mano de obra barata en el sector maquilador –si esto ayuda a ilustrar el perfil competitivo por mejorar desde ahora.

Es así que México ocupa la posición 58 entre 125 países, dentro del reporte global de competitividad del WEF. Esto lo coloca por debajo de China (en el lugar 54), de Costa Rica (en el lugar 53) de Tailandia (en el lugar 35) y notablemente debajo de Chile, que ocupa una destacada posición, en el lugar 27. No obstante, a México se le considera más competitivo que Turquía (en el lugar siguiente, el 59), Rusia (en el lugar 62) y Brasil (en el lugar 66). Cabe resaltar que México aumentó una posición, respecto del reporte del año pasado (que lo ubicaba en el lugar 59), mientras Chile se mantuvo estable, Costa Rica aumentó 3 posiciones y el resto de los países apenas referidos ha visto mermado su posicionamiento competitivo: Brasil y Rusia perdieron nueve posiciones y aparentemente China ha comenzado a mostrar un aletargamiento relativo, que le ha restado 6 posiciones.

Para que la situación mejore en todos los sentido deben lograrse niveles elevados de productividad que permitan aumentar la rentabilidad y generar ingresos crecientes, que luego se traduzcan en mejorías estructurales en los campos de renovación y progreso social y económico. Existen grandes retos para elevar la competitividad, los cuales deben ser superados en el menor tiempo posible, ya que de lo contrario se corre el riesgo de paralizar empresas en desarrollo y pérdida de proyectos productivos, perdiéndose más empleos y desperdiciándose más recursos.

Ampliar y extender la competitividad en el país no debe ser una moda gubernamental, una exigencia qué cumplirle a las necesidades del gran capital globalizado ni tampoco una presión de los liderazgos sindicales, sino una prioridad para mejorar el nivel de vida de la población. El Impulso a la competitividad y fortalecimiento del mercado interno traerá como consecuencia el fortalecimiento económico macro y micro, que se introduzca como una permanente situación de bienestar global y de los trabajadores. Esto obviamente es la vía para generar crecimiento, empleo e inversión de forma sostenida.

PROPUESTAS:

Tenemos que aceptar como válida la premisa de que el factor humano es esencial en cualquier sistema de trabajo que se quiera realizar, así entonces la capacitación es parte fundamental para delinear estrategias para la gestión de los trabajadores, ya que de ésta depende el éxito o fracaso de cualquier proceso que se ponga en funcionamiento, pues hoy en día todas las empresas públicas y privadas exigen trabajadores con mayores competencias, polivalentes y motivados. Este es el gran e ineludible reto de nuestras empresas. La calidad, como elemento determinante de la productividad de una empresa, sólo es alcanzable si existen condiciones de trabajo óptimas. La calidad, como resultado de la suma de calidades en todas las etapas de los procesos productivos y de servicios, asume también la satisfacción del trabajador como un objetivo clave, al ser éste parte intrínseca y usuario directo de las actividades internas que lleva a cabo la empresa.

Resulta impostergable que el Estado mexicano modifique su postura en apoyar al sector obrero organizado e innove y oriente la producción, es decir, una economía basada en la innovación, incrementa los niveles de productividad y, como consecuencia directa, el nivel de bienestar de la población mediante el ofrecimiento de mejores remuneraciones. El desarrollo de un entorno congruente con los objetivos de la política industrial, lo que incluye evaluar los aspectos que son responsabilidad del gobierno, en sus tres niveles y en todos sus ámbitos, así como de aquellos que corresponden al área de los organismos privados. Por ello, elevar el nivel competitivo de la región es responsabilidad del gobierno y del sector privado.
Consolidar las reformas estructurales en la legislación laboral, consejos de análisis, supervisión y evaluación, para lo cual se requiere de una adecuación de las normatividades administrativas entre el poder de las instancias gubernamentales y los empresarios, así como los puntos nodales que se refieren al ámbito laboral, energético, educativo y financiero.

El paradigma actual de la capacitación se alinea en dos vertientes: 1. La Capacitación para llegar a Ser: centrada en el desarrollo de valores a mejorar la actitud, y 2. La Capacitación para Hacer: enfocada al desarrollo de habilidades y al mejoramiento de las destrezas. Impartir capacitación es una tarea en la que participan el gobierno, sector privado, movimiento obrero y todas las instancias formativas.

Si se quiere productividad es preciso que cada sector se involucre y comprometa en el ámbito de su competencia. En el caso del sector gubernamental: formulando políticas públicas encaminadas a elevar la calidad de los recursos humanos y la productividad de los trabajadores y vincularse con los demás sectores productivos, manteniendo una estrecha colaboración que se traduzca en acciones continuas y sustentadas. Para el sector privado: comprometerse con el desarrollo socio-económico regional, mediante la creación de empresas con modelos y estructuras orientados al aprovechamiento del potencial humano de la región. Por el sector educativo (formativo): es preciso que vincule la enseñanza con el entorno y las actividades regionales; con el compromiso de formar profesionales que cubran los requerimientos de los distintos sectores productivos.

Esto requiere de principios microeconómicos, tales como: innovación tecnológica, transferencia tecnológica, uso de las tecnologías de información y comunicación, fortalecimiento de las instituciones públicas para evitar actos de corrupción, un sector obrero al pendiente de los cambios laborales y en defensa de los lineamientos y derechos de los trabajadores.

El fortalecimiento de la descentralización del sector laboral, propiciar Consejos Estatales de Productividad y Competitividad se constituyan en foros permanentes de análisis de los mercados de trabajo locales, donde los sectores productivos y los diferentes órganos de gobierno planteen propuestas concretas para mejorar las posibilidades de empleo y de bienestar de los trabajadores, así como facilitar la modernización y el aumento de la productividad en los centros de trabajo. Esto se alcanzará con la creación conjunta de instancias consultivas y de concertación para apoyar el desarrollo del mercado de trabajo, a fin de mejorar su orientación e impacto social.

Fomentar en todos los centros de trabajo, entre los trabajadores y empresarios, la revaloración del trabajo humano, otorgándole la dignidad que le corresponde como medio para la satisfacción de las necesidades materiales, sociales y culturales de los trabajadores y sus familias y como elemento fundamental en la empresa para alcanzar niveles superiores de productividad y competitividad.
Propiciar niveles de remuneración justa y equitativa que promuevan un equilibrio armónico entre los factores de la producción, fomenten el desarrollo de la productividad y la competitividad y premien el esfuerzo individual y de grupo al interior de la empresa. El trabajo que posibilita la superación personal es garantía de paz social.

Se requiere de un Instituto especializado en competencias laborales, que integre especialistas, investigadores, líderes del sector obrero, empresarial y de las instituciones del Estado, a fin de que sea un centro nacional para formalizar el conocimiento, habilidades, destrezas y capacidades de los trabajadores mexicanos, que los capacite para el mundo de la vida, en el plano técnico/profesional y humano. Este centro estaría a la vanguardia en cuanto a la impartición escolarizada, semiescolarizada y a distancia de cursos, diplomados, licenciaturas, conferencias y estudios técnicos, licenciatura y hasta posgrado, esto permitirá que los obreros además de estar capacitados y saber, formalicen sus estudios y experiencias: “ es algo así como que lo sabe hacer y además lo puede demostrar. Lo anterior le ofrece un recurso adicional que le da la oportunidad de un mejor futuro, de una mejor vida y también la oportunidad de un mejor trabajo.

Es indiscutible forjar una ética laboral en este sentido en la que los empresarios privilegien el respeto, buen trato, y dignificación de los trabajadores, en un marco de justicia y equidad; retribuyan a los trabajadores con un salario remunerador conforme a lo que establece la Ley y más en tanto se valoren sus competencias y disposición; proporcionen a sus trabajadores la capacidad adecuada y los elementos necesarios para el buen desempeño de su trabajo, procurando tecnología, equipo y materia prima de calidad, a fin de alcanzar el mejoramiento sostenido de la productividad en la empresa, así como contribuir al fomento de las actividades culturales, formativa-educativas y de entretenimiento sano; cumplimiento de las obligaciones en materia de seguridad social y de vivienda para los trabajadores, que auspicie un sentido de pertenencia, productividad y competitividad donde “todos salgan ganando”.

Asimismo, deberán observar las medidas de seguridad e higiene y propiciar el desarrollo de un ambiente de trabajo que promueva la mejor protección de la salud de los trabajadores; procuración de una administración eficiente, que permita optimizar el uso de los recursos, organizando a sus trabajadores de forma productiva y que esto se revierta en beneficios tangibles para todos; planeación de las empresas a mediano y largo plazo, de forma tal que, aún en caso de reestructuración de las mismas, se privilegie la preservación de la planta de empleo; información sobre las personas que integran o integrarán la empresa con oportunidad, claridad y veracidad la realidad del desempeño de la misma; propiciar avances y no retrocesos para la debida marcha de los procesos laborales.

Establecer como obligación que la antigüedad, la capacitación-especialización, acompañada de productividad para el desarrollo tenga el debido reconocimiento, traducido esto en mejores salarios, prestaciones económicas, vacaciones y primas, entre otros estímulos. Debe señalarse que la promoción a puestos de categoría superior tendrá que realizarse con base en la capacidad del individuo, y en caso de que los trabajadores demuestren estar igualmente capacitados, en términos de aptitudes y eficiencia, habrá de promoverse, en igualdad de circunstancias, a quien goce de mayor antigüedad y actitud.

Elaborar un estudio fundamentado que se convierta en ley o decreto formal, pero sobre todo real para que los empresarios y el gobierno conformen un instituto de actualización laboral, que funcione no como moda sexenal, sino como organismo permanente que integre en su consejo directivo y órganos decisorios y de administración al sector obrero. Esto puede hacerse realidad si el gobierno promueve una incentivación fiscal que vaya canalizada a la creación y mantenimiento de dicho centro nacional con sedes en las principales ciudades del país, a fin de que los trabajadores obtengan capacitación avalada por las instancias educativas a nivel interno y externo, con base en acuerdos objetivos y realizables.

Se debe reconvertir el esquema laboral que se ha mantenido desde la estrategia oficial bajo el supuesto dogmático de que salarios baratos harán más competitivo a México y esto atraerá inversiones directas, convirtiendo al mercado laboral en un conjunto de manufactura de bajo costo. Tenemos pues que promover activamente una política laboral para que haya normas de competencia laboral, cuya estructura responda a las condiciones actuales y futuras del mundo del trabajo.

Hay que subrayar siempre los nuevos términos de negociación internas, corporativas, bajo la óptica de variar la tipología de negociación en el contexto de los usos y costumbres patronales. Insisto que es impostergable que se erija un Instituto de Capacitación, Productividad y Desarrollo Sostenido (organismo que tendrá que ser público, desconcentrado, con personalidad y patrimonio propios), así como establecer una mayor injerencia de la Cámara de Diputados en asuntos salariales y en la determinación de porcentajes de un nuevo tipo de reparto de utilidades, abre un compás de reflexión sobre concretar una experiencia hasta ahora fallida, o de aplicación unilateral, como el caso del "Acuerdo Nacional" de 1992.

Otro aspecto donde tiene que influirse es la apertura en ramas productivas que los gobiernos mantienen contraídas por una falta de planificación y legislación. Tal es el caso del acceso a la información y la comunicación, las cuales deben abrirse para generar una inversión atrayente de capitales nacionales y extranjeros, debidamente regulados por las leyes mexicanas, que incentiven el trabajo mejor remunerado, a través de la capacitación productiva. Hemos visto en los último años que si la telefonía estacionaria, móvil de de televisión ampliada se libera en forma controlada por el Estado, habrá empleos fijos para miles de trabajadores técnicos y profesionales en esta vertiente tecnológica. Esta posición debe ser estudiada a profundidad y plantear estudios sustentados para que el sector obrero proponga decididamente alternativas para ampliar o diversificar fuentes de trabajo, evitando que se contraten empresas subsidiarias que empleen a trabajadores a destajo y con casi nulas prestaciones de ley.B.H.G.

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