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miércoles, 13 de enero de 2010

COMPETITIVIDAD LABORAL EN MÉXICO


CAPACITACIÓN, PRODUCTIVIDAD Y COMPETITIVIDAD
Por Baltasar Hernández Gómez


Desde principios de la década de los años ochenta, la producción de bienes y servicios en México se vio inundada de una “filosofía” de trabajo orientada a la calidad. Se crearon normatividades tendientes a regular a la fuerza productiva pública, pero sobre todo privada, para alcanzar estándares en la actitud y desempeño laboral de directivos y obreros. Por mucho tiempo la calidad fue un elemento comunicacional para transmitir los presumibles nuevos valores empresariales, que exigían entrega total de los trabajadores, que llevarán a la fuerza productiva a la productividad, entendida ésta como eje de hacer y reproducir cuotas para la economía.

La capacitación representaba el primer paso para la producción, lo cual desembocaría en una mayor presencia competitividad. El término calidad permeó las políticas estatales de hacer crecer la planta productiva, de protegerla en aras de insertarla a los cánones internacionales de la era neo-conservadora. Así entonces, capacitación era sinónimo de adquirir más y mejores destrezas/capacidades que repercutían positivamente a la patronal, pero que no significaba un reacomodo en las condiciones materiales de los propios trabajadores, sus familias y la riqueza nacional.
Ya en la segunda mitad de la década de los años noventa y lo que va del siglo XXI, localidad se volvió estándar para la gestión administrativa y productiva, haciendo prevalecer la lógica procedimental de cumplir con manuales, misiones y visiones empresariales. Con la certeza de privilegiar el aumento de la producción, de controlar los procesos operativos y administrativos y los niveles de ganancia, la calidad se volvió en la ideología del quehacer cotidiano de la clase obrera del país.

El trabajador quedó fijado en el espacio como ente que produce y reproduce la fuerza laboral para el enriquecimiento de las empresas públicas y privadas.
En la modernidad la calidad del trabajo ha estado basada en la planeación de estrategias organizacionales, que tienen como objeto incrementar la productividad y la competitividad, a través de la implementación de nuevas tecnologías, estrategias de mercado, atención al cliente, incrementar utilidades, mejorar el nivel financiero, etc. Esta visión que debiera ser un acicate para elevar las ganancias de las industrias, la riqueza nacional y el bienestar de los trabajadores muchas veces sólo ha servido para que los empresarios enfoquen sus esfuerzos para elevar las utilidades.

La situación de la capacitación en México es preocupante, ya que en las industrias predominan diferentes formas de operación empresarial, que han dejado en los límites periféricos lo relativo a la capacitación, productividad y competitividad con arreglo a fines integrales, que convengan condiciones de vida laboral y humana de calidad. Todo parece indicar que se ofrecen las “bondades” de la capacitación parar cumplir con disposiciones legales, por estar de moda, por adquirir certificaciones o simplemente para aparentar que se llevan a cabo programas de formación dirigida a los empleados, sin tener la certeza de que realmente sea efectiva dicha capacitación y que se vea reflejada en la productividad de la empresa.

En este sentido la productividad laboral debe ser reformulada como condición que garantice su permanencia competitiva en el mercado internacional, pero el rezago existente en esta materia no se podrá superar sustancialmente mientras no se incremente la normatividad que permita igualdad de circunstancias y políticas sustentables a corto y mediano plazo, así como de inversión en educación, desarrollo de capital humano e innovación tecnológica. Si el Estado mexicano no regula el ámbito laboral, teniendo en cuenta un plan maestro que concentre productividad, competencia y beneficios directos a los trabajadores no habrá una plataforma duradera para que la industria se inserte en mejores estadios productivos, tanto a nivel regional e internacional.

Esto se deriva de la concepción de una capacitación que reúna normatividad, principios, herramientas tecnológicas y conocimientos aplicados, a fin de que los trabajadores sean el facto indispensable para lograr que con el mismo esfuerzo haya mejores niveles de producción.

El desarrollo regional fundado en la innovación y productividad no solamente debe buscar la competitividad, sino el bienestar económico, social y el crecimiento personal y profesional de todos los actores que intervienen en la economía. Esta ecuación contiene dos elementos: desarrollo y crecimiento, los cuales deben ser reformulados en cómo, qué, dónde y cuándo ser productivos y competitivos. Para alcanzar ambas situaciones es preciso emplear una herramienta que sea el detonante para el desarrollo: me estoy refiriendo a la capacitación.

La capacitación debe vincularse estrechamente con la productividad y competitividad, formando una mixtura equilibrada para el aprovechamiento óptimo de los recursos humanos, materiales y tecnológicos; lo cual exige la sumatoria de esfuerzos y acciones concertadas por el Estado, instituciones gubernamentales, empresas privadas, especialistas y el ejercicio comprometido por el sector obrero mexicano.

Si bien es cierto que la productividad es un indicador que refleja qué tan bien se están utilizando los recursos de una economía en la producción de bienes y servicios. De manera más concreta se puede afirmar que es el motor de una relación entre recursos utilizados y productos obtenidos, lo que significa la eficacia con la cual los recursos humanos, capital, tecnología, experiencia, conocimientos y energía son usados para la producción de mercancías o servicios diversos. La importancia de la productividad radica en que es un ingrediente importantísimo para el crecimiento económico de México, su competitividad doméstica, regional y global, los niveles inflacionarios y los estándares de vida.

El trabajo es una relación entre la producción y el personal ocupado y refleja qué tan bien, se está empleando las habilidades teóricas y prácticas del personal ocupado en el proceso productivo. En cambio, la productividad total de los factores, es una medida simultánea de la eficiencia operativa de los recursos. En México se hace imprescindible que las instituciones del Estado, sector obrero, partidos políticos, clase empresarial y las instancias educativas y culturales eleven otro tipo de “calidad”, soportada por el beneficio colectivo, para evitar avatares que pongan en peligro la gobernabilidad y los alcances de la economía nacional.

México está clasificado dentro de un grupo de economías cuya evolución las caracteriza como “impulsadas por aumentos en eficiencia”, es decir, en etapa intermedia, por encima de aquellas “abundantes en factores” y por debajo de las economías desarrolladas, “impulsadas por aumentos en innovación”. En tal clasificación, los factores clave para mantener y mejorar la competitividad del país son a) la calidad de la educación media superior y superior, así como la capacitación continua de la fuerza laboral; b) la eficiencia (competencia efectiva) de los mercados de bienes y servicios, laboral y financiero; c) la aptitud tecnológica. Atrás queda ya la efímera ventaja que le concedía a nuestro país la mano de obra barata en el sector maquilador –si esto ayuda a ilustrar el perfil competitivo por mejorar desde ahora.

Es así que México ocupa la posición 58 entre 125 países, dentro del reporte global de competitividad del WEF. Esto lo coloca por debajo de China (en el lugar 54), de Costa Rica (en el lugar 53) de Tailandia (en el lugar 35) y notablemente debajo de Chile, que ocupa una destacada posición, en el lugar 27. No obstante, a México se le considera más competitivo que Turquía (en el lugar siguiente, el 59), Rusia (en el lugar 62) y Brasil (en el lugar 66). Cabe resaltar que México aumentó una posición, respecto del reporte del año pasado (que lo ubicaba en el lugar 59), mientras Chile se mantuvo estable, Costa Rica aumentó 3 posiciones y el resto de los países apenas referidos ha visto mermado su posicionamiento competitivo: Brasil y Rusia perdieron nueve posiciones y aparentemente China ha comenzado a mostrar un aletargamiento relativo, que le ha restado 6 posiciones.

Para que la situación mejore en todos los sentido deben lograrse niveles elevados de productividad que permitan aumentar la rentabilidad y generar ingresos crecientes, que luego se traduzcan en mejorías estructurales en los campos de renovación y progreso social y económico. Existen grandes retos para elevar la competitividad, los cuales deben ser superados en el menor tiempo posible, ya que de lo contrario se corre el riesgo de paralizar empresas en desarrollo y pérdida de proyectos productivos, perdiéndose más empleos y desperdiciándose más recursos.

Ampliar y extender la competitividad en el país no debe ser una moda gubernamental, una exigencia qué cumplirle a las necesidades del gran capital globalizado ni tampoco una presión de los liderazgos sindicales, sino una prioridad para mejorar el nivel de vida de la población. El Impulso a la competitividad y fortalecimiento del mercado interno traerá como consecuencia el fortalecimiento económico macro y micro, que se introduzca como una permanente situación de bienestar global y de los trabajadores. Esto obviamente es la vía para generar crecimiento, empleo e inversión de forma sostenida.

PROPUESTAS:

Tenemos que aceptar como válida la premisa de que el factor humano es esencial en cualquier sistema de trabajo que se quiera realizar, así entonces la capacitación es parte fundamental para delinear estrategias para la gestión de los trabajadores, ya que de ésta depende el éxito o fracaso de cualquier proceso que se ponga en funcionamiento, pues hoy en día todas las empresas públicas y privadas exigen trabajadores con mayores competencias, polivalentes y motivados. Este es el gran e ineludible reto de nuestras empresas. La calidad, como elemento determinante de la productividad de una empresa, sólo es alcanzable si existen condiciones de trabajo óptimas. La calidad, como resultado de la suma de calidades en todas las etapas de los procesos productivos y de servicios, asume también la satisfacción del trabajador como un objetivo clave, al ser éste parte intrínseca y usuario directo de las actividades internas que lleva a cabo la empresa.

Resulta impostergable que el Estado mexicano modifique su postura en apoyar al sector obrero organizado e innove y oriente la producción, es decir, una economía basada en la innovación, incrementa los niveles de productividad y, como consecuencia directa, el nivel de bienestar de la población mediante el ofrecimiento de mejores remuneraciones. El desarrollo de un entorno congruente con los objetivos de la política industrial, lo que incluye evaluar los aspectos que son responsabilidad del gobierno, en sus tres niveles y en todos sus ámbitos, así como de aquellos que corresponden al área de los organismos privados. Por ello, elevar el nivel competitivo de la región es responsabilidad del gobierno y del sector privado.
Consolidar las reformas estructurales en la legislación laboral, consejos de análisis, supervisión y evaluación, para lo cual se requiere de una adecuación de las normatividades administrativas entre el poder de las instancias gubernamentales y los empresarios, así como los puntos nodales que se refieren al ámbito laboral, energético, educativo y financiero.

El paradigma actual de la capacitación se alinea en dos vertientes: 1. La Capacitación para llegar a Ser: centrada en el desarrollo de valores a mejorar la actitud, y 2. La Capacitación para Hacer: enfocada al desarrollo de habilidades y al mejoramiento de las destrezas. Impartir capacitación es una tarea en la que participan el gobierno, sector privado, movimiento obrero y todas las instancias formativas.

Si se quiere productividad es preciso que cada sector se involucre y comprometa en el ámbito de su competencia. En el caso del sector gubernamental: formulando políticas públicas encaminadas a elevar la calidad de los recursos humanos y la productividad de los trabajadores y vincularse con los demás sectores productivos, manteniendo una estrecha colaboración que se traduzca en acciones continuas y sustentadas. Para el sector privado: comprometerse con el desarrollo socio-económico regional, mediante la creación de empresas con modelos y estructuras orientados al aprovechamiento del potencial humano de la región. Por el sector educativo (formativo): es preciso que vincule la enseñanza con el entorno y las actividades regionales; con el compromiso de formar profesionales que cubran los requerimientos de los distintos sectores productivos.

Esto requiere de principios microeconómicos, tales como: innovación tecnológica, transferencia tecnológica, uso de las tecnologías de información y comunicación, fortalecimiento de las instituciones públicas para evitar actos de corrupción, un sector obrero al pendiente de los cambios laborales y en defensa de los lineamientos y derechos de los trabajadores.

El fortalecimiento de la descentralización del sector laboral, propiciar Consejos Estatales de Productividad y Competitividad se constituyan en foros permanentes de análisis de los mercados de trabajo locales, donde los sectores productivos y los diferentes órganos de gobierno planteen propuestas concretas para mejorar las posibilidades de empleo y de bienestar de los trabajadores, así como facilitar la modernización y el aumento de la productividad en los centros de trabajo. Esto se alcanzará con la creación conjunta de instancias consultivas y de concertación para apoyar el desarrollo del mercado de trabajo, a fin de mejorar su orientación e impacto social.

Fomentar en todos los centros de trabajo, entre los trabajadores y empresarios, la revaloración del trabajo humano, otorgándole la dignidad que le corresponde como medio para la satisfacción de las necesidades materiales, sociales y culturales de los trabajadores y sus familias y como elemento fundamental en la empresa para alcanzar niveles superiores de productividad y competitividad.
Propiciar niveles de remuneración justa y equitativa que promuevan un equilibrio armónico entre los factores de la producción, fomenten el desarrollo de la productividad y la competitividad y premien el esfuerzo individual y de grupo al interior de la empresa. El trabajo que posibilita la superación personal es garantía de paz social.

Se requiere de un Instituto especializado en competencias laborales, que integre especialistas, investigadores, líderes del sector obrero, empresarial y de las instituciones del Estado, a fin de que sea un centro nacional para formalizar el conocimiento, habilidades, destrezas y capacidades de los trabajadores mexicanos, que los capacite para el mundo de la vida, en el plano técnico/profesional y humano. Este centro estaría a la vanguardia en cuanto a la impartición escolarizada, semiescolarizada y a distancia de cursos, diplomados, licenciaturas, conferencias y estudios técnicos, licenciatura y hasta posgrado, esto permitirá que los obreros además de estar capacitados y saber, formalicen sus estudios y experiencias: “ es algo así como que lo sabe hacer y además lo puede demostrar. Lo anterior le ofrece un recurso adicional que le da la oportunidad de un mejor futuro, de una mejor vida y también la oportunidad de un mejor trabajo.

Es indiscutible forjar una ética laboral en este sentido en la que los empresarios privilegien el respeto, buen trato, y dignificación de los trabajadores, en un marco de justicia y equidad; retribuyan a los trabajadores con un salario remunerador conforme a lo que establece la Ley y más en tanto se valoren sus competencias y disposición; proporcionen a sus trabajadores la capacidad adecuada y los elementos necesarios para el buen desempeño de su trabajo, procurando tecnología, equipo y materia prima de calidad, a fin de alcanzar el mejoramiento sostenido de la productividad en la empresa, así como contribuir al fomento de las actividades culturales, formativa-educativas y de entretenimiento sano; cumplimiento de las obligaciones en materia de seguridad social y de vivienda para los trabajadores, que auspicie un sentido de pertenencia, productividad y competitividad donde “todos salgan ganando”.

Asimismo, deberán observar las medidas de seguridad e higiene y propiciar el desarrollo de un ambiente de trabajo que promueva la mejor protección de la salud de los trabajadores; procuración de una administración eficiente, que permita optimizar el uso de los recursos, organizando a sus trabajadores de forma productiva y que esto se revierta en beneficios tangibles para todos; planeación de las empresas a mediano y largo plazo, de forma tal que, aún en caso de reestructuración de las mismas, se privilegie la preservación de la planta de empleo; información sobre las personas que integran o integrarán la empresa con oportunidad, claridad y veracidad la realidad del desempeño de la misma; propiciar avances y no retrocesos para la debida marcha de los procesos laborales.

Establecer como obligación que la antigüedad, la capacitación-especialización, acompañada de productividad para el desarrollo tenga el debido reconocimiento, traducido esto en mejores salarios, prestaciones económicas, vacaciones y primas, entre otros estímulos. Debe señalarse que la promoción a puestos de categoría superior tendrá que realizarse con base en la capacidad del individuo, y en caso de que los trabajadores demuestren estar igualmente capacitados, en términos de aptitudes y eficiencia, habrá de promoverse, en igualdad de circunstancias, a quien goce de mayor antigüedad y actitud.

Elaborar un estudio fundamentado que se convierta en ley o decreto formal, pero sobre todo real para que los empresarios y el gobierno conformen un instituto de actualización laboral, que funcione no como moda sexenal, sino como organismo permanente que integre en su consejo directivo y órganos decisorios y de administración al sector obrero. Esto puede hacerse realidad si el gobierno promueve una incentivación fiscal que vaya canalizada a la creación y mantenimiento de dicho centro nacional con sedes en las principales ciudades del país, a fin de que los trabajadores obtengan capacitación avalada por las instancias educativas a nivel interno y externo, con base en acuerdos objetivos y realizables.

Se debe reconvertir el esquema laboral que se ha mantenido desde la estrategia oficial bajo el supuesto dogmático de que salarios baratos harán más competitivo a México y esto atraerá inversiones directas, convirtiendo al mercado laboral en un conjunto de manufactura de bajo costo. Tenemos pues que promover activamente una política laboral para que haya normas de competencia laboral, cuya estructura responda a las condiciones actuales y futuras del mundo del trabajo.

Hay que subrayar siempre los nuevos términos de negociación internas, corporativas, bajo la óptica de variar la tipología de negociación en el contexto de los usos y costumbres patronales. Insisto que es impostergable que se erija un Instituto de Capacitación, Productividad y Desarrollo Sostenido (organismo que tendrá que ser público, desconcentrado, con personalidad y patrimonio propios), así como establecer una mayor injerencia de la Cámara de Diputados en asuntos salariales y en la determinación de porcentajes de un nuevo tipo de reparto de utilidades, abre un compás de reflexión sobre concretar una experiencia hasta ahora fallida, o de aplicación unilateral, como el caso del "Acuerdo Nacional" de 1992.

Otro aspecto donde tiene que influirse es la apertura en ramas productivas que los gobiernos mantienen contraídas por una falta de planificación y legislación. Tal es el caso del acceso a la información y la comunicación, las cuales deben abrirse para generar una inversión atrayente de capitales nacionales y extranjeros, debidamente regulados por las leyes mexicanas, que incentiven el trabajo mejor remunerado, a través de la capacitación productiva. Hemos visto en los último años que si la telefonía estacionaria, móvil de de televisión ampliada se libera en forma controlada por el Estado, habrá empleos fijos para miles de trabajadores técnicos y profesionales en esta vertiente tecnológica. Esta posición debe ser estudiada a profundidad y plantear estudios sustentados para que el sector obrero proponga decididamente alternativas para ampliar o diversificar fuentes de trabajo, evitando que se contraten empresas subsidiarias que empleen a trabajadores a destajo y con casi nulas prestaciones de ley.B.H.G.

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4 comentarios:

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