ANÁLISIS POLÍTICO Y SOCIAL, MANEJO DE CRISIS, MARKETING, COMUNICACIÓN Y ALTA DIRECCIÓN

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jueves, 15 de octubre de 2009

LOS DOS FRENTES DE GUERRA EN MÉXICO


DOS FRENTES DE GUERRA EN MÉXICO: NARCOTRÁFICO Y RECAUDACIÓN
Baltasar Hernández Gómez


Mambrú se fue a la guerra.

Desde hace 3 años la “Madre de todas las batallas en México” ha sido el combate al crimen organizado y hasta ahora los saldos son rojos, pues la mafia no solamente controla estupefacientes, sino que despliega su poder en todas las actividades donde haya o pueda haber ganancia económica, social y política. La estrategia de Felipe Calderón ha originado más de 14 mil bajas oficiales y otro número indeterminado de muertes/ejecuciones a lo largo y ancho del territorio nacional. El Ejército, Marina, Procuraduría General de la República y Secretaría de Seguridad Pública Federal son las dependencias que tienen carta abierta, extrayendo cifras monumentales de presupuesto público y, aún así, no se ve ningún fin inmediato que pudiera dar certeza de triunfos o menos consolidados del Estado mexicano.

Cuando Calderón Hinojosa tomó protesta como presidente de la República remarcó que sus decisiones iban a estar apoyadas por los institutos castrenses, organismos policiacos y las argucias legales que, como en el caso del decreto de desaparición de la compañía Luz y Fuerza del Centro, representan un factótum extra para el de por sí metaconstitucional poder concentrado en Los Pinos. Carente de un programa de Estado, el actual poseedor de las cinco estrellas imaginarias (como comandante formal supremo de las fuerzas armadas) emitió el mensaje de luchar contra “los malos” para captar la atención de las masas depauperadas por la crisis, vendiendo la idea de que lo más significativo es la erradicación de los cárteles. Sin embargo, el trasfondo fue la construcción de una imagen política fuerte, para alejar el fantasma de ilegitimidad que ronda su figura, sobre todo después de una contienda electoral que supuso fraude y un hartazgo social por las ineficacias de su predecesor, Vicente Fox.

Sin resultados halagüeños que permitan dar certidumbre de estar acabando con la mafia; gastando miles de millones de pesos en sueldos al personal, equipos, armas, vehículos y propaganda; siendo testigos de la desesperación social por los estragos de la violencia; confirmando que la crisis deteriora los niveles de vida de la clase media, pobres y extremo pobres, y que no existe un escenario que permita avizorar programas sustentables para generar empleo, oportunidades productivas, beneficios sociales, obras y servicios; la “guerra de Felipe” se exhibe como una táctica comunicacional, con el objetivo de desviar el ojo social y apuntalar la efigie del Ejecutivo y su partido frente a la inoperancia económica y sociopolítica.

A la mitad del sexenio, no obstante el fracaso de su cruzada antinarco, Calderón Hinojosa abrió un nuevo frente de batalla: la recaudación de impuestos, que por medio del 2% al consumo generalizado trata de justificar que con ello habrá más recursos para los pobres del país. Siguiendo el refranero foxista, el actual presidente está queriendo decir que dicha tasación se “devolverá copeteada de dinero para los más necesitados”. Esta argumentación pretende ocultar que en sus primeros tres años de gestión no ha habido planes ni acciones económicas para establecer bases de recuperación social en el corto o mediano plazo. Por el contrario, todo se ha ido en la ejecución de operativos militares y policiacos, emisión de mensajes esperanzadores para salir de la crisis global y golpeteo contra todos los organismos que no comprueban su eficacia (la filosofía neoliberal pone en la cima de realizaciones la categoría costo-beneficio).

Muchas balas, pocos logros.

La guerra contra la mafia desde su origen no tiene puerta de salida, pues la producción, transportación, distribución y limpieza de ganancias está prácticamente intacta. Todo se ha ido en detener lugartenientes, toneladas de psicotrópicos, mercancía pirata y de procedencia ilícita, pero nada más. Los dos frentes de batalla (antinarco y recaudación de impuestos) no cierran agravios ni resuelven los problemas endémicos que vive el país desde hace décadas, y que se han recrudecido desde hace 9 años. El gobierno de Felipe se desenvuelve en medio de vítores propagandísticos que ensalzan movilizaciones y retenes del aparato represivo del Estados y la “buena voluntad” para reestructurar el gasto corriente y algunas secretarías. Muchas flatulencias y ni siquiera una porción de producto fecal que pudiera dar la localización de quien está obrando.

Hasta el momento no hay resultados que puedan sentirse en los bolsillos, en el bienestar de las casas, en los trabajos y mucho menos en la realidad social ampliada. Todo se ha convertido en spots, desplegados, decretos y firmas de convenios nacionales e internacionales, que sólo fomentan la faramalla. Sobre estabilidad, desarrollo y certidumbre, todavía nada. Así pues, el panorama nacional luce sombrío: por un lado, la sociedad se siente atacada en su integridad física y moral por la ola imparable de asesinatos, robos e imágenes dantescas de decapitados, baleados, mutilados, asaltados y secuestrados; por el otro costado, hay una depreciación sensible de la calidad de vida al ser víctima de la galopante carestía y desempleo.

Las bajas producidas por la guerra calderonista son muchas y muy variadas, ya que los grupos sociales más vulnerables a los efectos de la crisis están prácticamente en estado de inanición y la clase media -en todas sus estratificaciones- vive en alerta máxima, viendo cómo se devalúan sus niveles de prosperidad. Mientras tanto, los rostros de gobernantes, legisladores, jueces que deben sus puestos a la ruleta del poder político y administrativo, muestran sonrisas amparadas por explicaciones economicistas donde la oferta y la demanda, los principios de la evolución competitiva de las especies son la moneda de cambio corriente para justificar medidas antidemocráticas y de austeridad infrahumana que sólo buscan proteger el control del Estado frente a la masa desposeída.

Los personeros de la clase dominante unas veces ajustan la toma de decisiones a decretos, privilegiando un “interés nacional” inexistente y otras más al uso selectivo de la fuerza (represiva, legal e ideológica) de las instituciones gubernamentales, milicias y medios masivos de comunicación; con la finalidad de defender sus intereses políticos, económicos y de formación cultural. La opinión pública está siendo encasillada en el seguimiento morboso de asesinatos y noticias intrascendentes, pero el rumbo real de la Nación sigue un sendero distinto, dirigido por una élite que busca la apropiación de miles de millones de pesos provenientes de los ahorros de Afores, alzas en impuestos, reducción de partidas presupuestales para programas sociales, desatención de servicios básicos, educativos y de salud, así como la supresión de empleos y la negación de un sistema digno de vida democrático.

Soldaditos de plomo.

La “guerra calderonista” tiene mariscales de campo entrenados en el doble lenguaje y el cinismo para decir mucha palabrería sin significado ni verdad, utilizando códigos semánticos incomprensibles e inverosímiles. El secretario de Hacienda y Crédito Público (Agustín Carstens) actúa de manera idéntica al titular de Gobernación federal, pues son doctores especialistas en propaganda ambigua y amoral: lo mismo dicen que no pasa nada, que todo está fundado en la ley, que el país está a punto del colapso o que no hay dinero para absolutamente nada. Hace unos meses sólo había un simple resfriado por la crisis y en estos momentos el país padece de pulmonía. Todo parecía funcionar de maravilla en las dependencias de gobierno y ahora se descubren ineficiencias en la generación de petróleo y electricidad. Lo mismo afirman que hay pandemias, para después darnos palmaditas en los hombros y un poco de gel antibacterial para continuar deambulando por las calles cada vez más solitarias de México (muy parecidas a las calles del pueblo de Comala, retratadas magistralmente por el escritor Juan Rulfo en su obra Pedro Páramo).

La gordura física de los secretarios de Hacienda y Gobernación no se compara con el exceso de volumen de sus desatinos que han hecho perder la brújula del control económico y político del país y pone entre la espada y la pared a millones de trabajadores, profesionistas y trabajadores organizados e independientes, así como también empresarios de todos los tamaños, que seguramente tendrán que pagar mayores impuestos al fisco, en el caso de aprobarse el paquete financiero propuesto por Lipe (como lo ha llamado el cómico Jesús Carranza “El Costeño” al afirmar que ya se perdió la “Fe” de su primer nombre). Los demás funcionarios de primer nivel, entre ellos los de Trabajo, Salud y Educación, expresan argumentos tecnicistas para minimizar sus acciones contra trabajadores de paraestatales, la persistencia de la pandemia viral AH1N1 y el atraso educativo.

En México todo se ha vuelto una danza de frases sin sentido, acompañadas de extractos bíblicos y una buena dosis de desparpajo irresponsable. Parafraseando al cantante José José cito una línea de canción famosa: “…que yo he sido en tu cadena de amor tan sólo un eslabón y en tu escalera un peldaño al que no te importa pisar y hacerle daño”. Así es como el gobierno neoliberal del PAN usó a la sociedad mexicana para llegar al Poder por medio de los votos, para después abandonarlo a la competencia feroz de la globalización.

Una mirada a la bola de cristal.

El presidente Calderón Hinojosa como ejecutor de los designios del Estado mexicano intensificará su labor militar-policiaca para distraer al mayor número de público y dar más “atole con el dedo”. Asimismo, provocará alzas en la tasación impositiva, inspecciones comerciales para la captación de recursos por efecto de multas, endeudamiento externo, concesiones al Poder Legislativo y Judicial, apertura a los requerimientos derivados por el Tratado de Libre Comercio con Norteamérica, maridaje profundo con militares, marinos y policías, así como un permanente golpeteo a sindicatos y organizaciones urbanas y rurales combativas.

Del mismo modo seguirá defendiendo a los organismos “charros o blancos” como el SNTE, Petroleros y afiliados a la CTM, entre otros, así como a cúpulas empresariales y transando tras bambalinas con los diferentes cárteles para que, la supuesta guerra de movimientos contra actividades ilícitas, no se desborde en ingobernabilidad.

Y caigo por último en mi estado, Guerrero, donde el gobernador y su séquito apostarán al endeudamiento para pagar nómina, prestaciones y aguinaldos, a la simulación de investigar sin llegar a resultados contundentes, a dizque hacer obra, pero sólo de relumbrón cortoplacista y atacar verbal y físicamente a todo aquello que se mueva fuera de su círculo absolutista, muy parecido al que tuvo el rey francés Luis XIV.

Seremos testigos de una fiesta de la incongruencia donde un funcionario (Consejo de Seguridad del estado) maniobra para ganarle un juicio a su exesposa; de investigaciones de asesinatos que se fundan en inferencias y dichos (PGJEG); de titulares de dependencias que utilizan su tiempo, recursos y poder para pasearse y fotografiarse con compañeras de trabajo en paños menores y desnudos (AGE y Salud); de trasladarse en helicópteros que deberían prestar servicios de urgencia y traslados en las zonas más marginadas de las siete regiones de la entidad (Oficina del Gobernador); de ver cómo se inundan las calles de la mayoría de poblaciones con permisos y placas del servicio público (Comunicación Social y Transportes) y observar que los mejores contratos en las direcciones de desarrollo urbano, economía, obras públicas, adquisición de materiales, muebles y consumibles, así como mantenimiento de equipo se los llevan los elegidos de la élite del hombre oriundo de Jalisco (Zeferino Torreblanca) que se siente mesías sanjeronimeño por el sólo hecho de haber sido vástago de comerciante abarrotero y arrendador, dejar el vicio del alcohol, acomodarse en asociaciones civiles y haber concertado con el PRD, PAN, políticos y gobernantes del otrora partido único, para llegar primero al Palacio Municipal de Acapulco y posteriormente a Casa Guerrero. B.H.G.

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