RADIORAMA ACAPULCO: LA RULETA RUSA DE PERIODISTAS
RADIORAMA ACAPULCO: LA RULETA RUSA DE PERIODISTAS
Por Baltasar Hernández Gómez
Pareciera una maldición lo que sucede desde hace pocos años a periodistas de la empresa Radiorama Acapulco, ya que con el fallecimiento de Juan Daniel Martínez Gil se incrementan las sospechas de que algo está ocurriendo en el ejercicio comunicacional y las entrañas sociales. El día de ayer este destacado periodista fue víctima de asesinato perpetrado por manos anónimas, que lo ultimaron en forma dantesca.
Con él ya suman tres atentados contra comunicadores de esta radiodifusora en menos de dos años: primero fue Amado Ramírez Dillanes, quien fue acribillado a mansalva a una cuadra de Radiorama, luego Carlos Inoriza Pomar, quien misteriosamente fue atacado en las inmediaciones de su casa y ahora el crimen de Martínez Gil. Las dos primeras transgresiones no han sido esclarecidas por las autoridades estatales, lo cual provoca una cauda de especulaciones que ponen en el centro de atención la ineficacia de la procuración de justicia en Guerrero.
La indignación llega de inmediato, el enojo y la impotencia después. Lo cierto es que dichos signos de pesadumbre y dolor permean la sensibilidad humana y hacen recordar que “no somos nada” ante la ola de impunidad y violencia en que ha sido convertido el suelo mexicano y, en especial, nuestra entidad suriana. Es obvio que por tratarse de una figura pública, el atroz asesinato de Juan Daniel Martínez Gil es y será comentado mientras dure la curva de venta de la noticia a nivel nacional e internacional, provocando -otra vez- que el dedo índice societal apunte al rostro de los detentadores del poder, lo que remarca que los discursos y las oficinas especializadas no sirven para aclarar y detener la marejada de hechos violentos que hacen sentir que vivir es una ruleta rusa.
Por el modus operandi resulta evidente que los crímenes de Amado Ramírez y Juan Daniel no son del fuero común, ya que ni las pasiones malsanas o la venganza causan este tipo de muertes. Amado Ramírez fue baleado en la calle La Paz, en pleno centro de Acapulco y Juan Daniel fue levantado, maniatado, golpeado y presumiblemente enterrado vivo en la zona sub-urbana de la ciudad. No es una cuestión literaria, sino una realidad a toda prueba que los dioses del inframundo se apoderaron de la confusión terrenal, convirtiéndose en demonios que cobran vidas para aumentar el clima de inseguridad y terror que brota -cada vez con mayor intensidad- en la cotidianeidad.
No obstante que las autoridades de los tres niveles de gobierno prometen resolver los casos y acabar con el estado de cosas negativas prevaleciente, las dudas y fobias se apoderan de la población indefensa. Así maten a un comunicador, trabajador, profesionista, estudiante o a un millar, los gobernantes están más preocupados en sus intereses políticos, en la seguridad de familiares y colaboradores, en readecuar las nóminas para incrustar a parientes directos y de subordinados consentidos, y en conservar cuotas electorales para el futuro mediato.
Y ahora qué falta. ¿Una serie imparable de muertes de diputados, funcionarios, empresarios, comunicadores o ciudadanos? Lo único casi seguro es que en los recintos privados y en los centros de culto religioso se incrementarán las plegarias para no ser testigos ni parte de crímenes, porque los asesinatos seguramente no serán aclarados ni los deudos confortados y mucho menos la sociedad tranquilizada. En esta vorágine de incertidumbre el sector periodístico aleteará un poco, porque el hambre puede más que la crítica; el burocratismo se reacomodará un poco, porque la necesidad de cargos puede más que la exigencia de devolver confianza; el sector político enarbolará banderas de paz por un instante, porque en su mira están los procesos electorales de 2011 y 2012. La sociedad se sumergirá en la incredulidad y el miedo extremo porque está focalizada en subsistir en medio de una crisis económica y moral de magnitudes no vistas desde hace 70 años.
Para Amado Ramírez y Juan Daniel mi reconocimiento por su labor periodística y su trato amigo. Para sus familias y sociedad en general el pésame que reconforta el pesar, pero que abre las heridas por perder a un ser querido, valioso e insustituible. Para las autoridades la demanda enérgica para que ahora sí hagan algo. Juan Daniel descansa en paz. B.H.G.
Etiquetas: Acapulco violento, Asesinato de comunicadores en Guerrero, crímenes en Acapulco, libertad de expresión bajo la metralla de la muerte, muerte de periodistas, Radiorama y crimenes de periodistas
1 comentarios:
Todo my bien, pero gtenmgo duda en que participen los 3 niveles de gobierno, como antes dice el análisis:
"No obstante que las autoridades de los tres niveles de gobierno prometen resolver los casos..."
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