UNA PRIMERA APROXIMACIÓN A LOS RESULTADOS ELECTORALES 2009
UNA PRIMERA APROXIMACIÓN A LOS RESULTADOS ELECTORALES 2009
Por Baltasar Hernández Gómez
No es que me haya sometido a sesiones intensivas para alcanzar el grado de pitoniso en el oráculo de Delfos y así adquirir visión metafísica sobre el proceso electoral 2009, pero lo observado antes y después de las veinte horas del domingo 5 de julio fue la derivación de lo que estuvo ocurriendo en el ambiente social, económico y político del país. Desde hacía muchos meses la realidad mexicana tintineaba sus campañillas de alarma que presagiaban baja participación, hartazgo ciudadano y reacomodo de las fuerzas políticas a nivel federal. La elección in situ fue algo así como la crónica de una votación anunciada donde lo menos interesante era la captura y procesamiento de los sufragios.
La crisis de la economía global, la carencia de una estrategia gubernamental para devolver gobernabilidad y crecimiento, el gasto excesivo en la lucha contra el crimen organizado (algunos organismos dicen que es de alrededor de 102 mil millones de pesos anuales), las pugnas metastásicas del PRD, el tono fascistoide del PAN y el estado de quiebra del subsistema electoral hicieron suponer lo que ahora vemos reflejado como resultados:
1.- Recuperación de la supremacía electoral, traducida en la mayoría absoluta de la Cámara de Diputados por parte del PRI.
2.- Pérdida de credibilidad del presidente de la República y su partido.
3.- El resquebrajamiento del PRD como partido de oposición y “esperanza” de gobierno que enarbole un proyecto de Nación distinto a la vertiente neoliberal.
4.- Descrédito del IFE y del subsistema electoral ante la ciudadanía.
5.- Fijación de que la cultura democrática procedimental no representa ni legitima las verdaderas aspiraciones y exigencias sociales.
En pleno conteo de sufragios se fijó en la mente de la ciudadanía dos preguntas: ¿Qué viene después? ¿Hacia dónde irán los destinos de México? En el imaginario político colectivizado vinieron las escenas de una legislatura tricolor que va a ser contrapeso del gobierno panista de Felipe Calderón Hinojosa, o bien, fiel de la balanza imponiendo la táctica de concertacesión. Asimismo, se apareció la figura presidencial que, concentrado compulsivamente en combatir a la mafia, no podrá maniobrar para hacer frente al desempleo y la pobreza que avizora la permanencia de la crisis económica, lo cual provocará una perspectiva bastante negativa para el PAN y su gobierno. Una administración sustentada en el apoyo de las fuerzas militares y policiacas, disimulo para incumplir con promesas sociales y una serie de movimientos interpartidistas para conservar aunque sea un poco gobernabilidad.
No resulta en vano señalar que el PRI no obtuvo la mayoría de las curules por ser el partido que renació como ave fénix o porque se hayan borrado las múltiples fallas cometidas a lo largo de sus 71 años de ejercicio político como partido hegemónico, sino más bien por aprovechar la coyuntura de un panismo fundamentalista y soberbio, que está apuntalado en las técnicas del marketing político e institucional que quieren hacer creer que estamos en medio de una campaña comercial al estilo Coca Cola o McDonald´s.
El PRI ganó por la disciplina de sus grupos, que lograron unificar criterios de reparto político, por la revitalización de sus comités de base social, por el planteamiento de consignas amplias sin comprometerse a nada profundo y al supuesto de que la colectividad iba a pensar que sí sabe gobernar a diferencia de los descalabros foxistas y ahora calderonistas. El PRI fue práctico y no se enfrascó en una lucha directa contra el Ejecutivo Federal ni contra las peroratas incendiarias del hasta hace 4 días presidente del blanquiazul, Germán Martínez Cázares.
No solamente el PAN perdió, pues con su baja votación se fue a la lona la investidura del segundo presidente de la República proveniente de sus filas. Germán Martínez y Josefina Vázquez Mota quisieron desviar la atención mostrando un PAN rijoso, que atacaba a diestra y siniestra al PRI y al PRD, pero que al final -sin desearlo- puso en el centro de la discusión las impericias de Calderón Hinojosa. La belicosidad foxista quiso repetirse en forma indirecta, pero ahora no tuvo saldos a favor como hace 9 años, sino todo lo contrario. El mensaje de la campaña panista fue sórdido y siempre estuvo acompañado de una guerra que mixturó alta y baja intensidad, lo cual lo hizo ver como un partido urgido de sufragios, mientras el Ejecutivo Federal quería impulsar una política de miedo, a través de pandemias controladas y de acciones contra el narcotráfico, pero no más.
La elección 2009 no pretendía ganar mayores espacios territoriales (diputaciones y gubernaturas), sino que significó la apuesta para que Felipe Calderón Hinojosa fuera el eje de su esencia política: el panismo jugó a imponer un referéndum oculto para favorecer al presidente, pero le salió el tiro por la culata. PAN y Calderón hoy están en gradas y no como conjeturaban en primera fila.
El PRD simple y sencillamente se desinfló debido a una dirigencia sin poder de convocatoria y movilización (comprobada en la pérdida de votos a nivel nacional, ligero repunte del PT y Convergencia a razón de Andrés Manuel López Obrador y por el triunfo de “Juanito” [Rafael Acosta] en la delegación Iztapalapa). Este partido dejó ver una estructura fraccionada y en constante pugna de unos contra otros; la amenaza constante de que el caudillo tabasqueño está a punto de partir a nuevos destinos políticos, pero que va dejando una estela de abandono y diáspora; cero capacidad de unidad y estrategia conjunta a corto y mediano plazo. Como botón muestra del estado de cosas del PRD está Guerrero, que apenas 6 años atrás tenía los 9 distritos electorales federales y ahora sólo conservó uno en la región denominada Costa Grande.
Entre llamados de la niña “cocinerita” que alentaban a ver un partido que ahora sí iba a gobernar y legislar bien; confusiones por la convocatoria de López Obrador a seguir siendo perredistas, pero invitando a votar por los partidos del Trabajo y Convergencia, y la imposición de candidatos por las tribus regionales y gobernadores, el PRD cayó estrepitosamente, percibiéndose que ni para el 2012 tendrá posibilidades para cerrar heridas o tener capacidad competitiva.
Por otro lado, el alto abstencionismo que osciló entre el 63 y el 70%, así como el aumento del voto nulo (que se situó entre el 6 y el 11%) dan muestra de que el subsistema electoral comandado por la partidocracia tocó fondo. La ilegitimidad con la que llegan los detentadores del mandato social no se puede ocultar por más que insistan los spots institucionales del IFE, partidos políticos y los tres niveles de gobierno en ver a la abstención como apatía culposa de los ciudadanos. Esto es uno de los factores más peligrosos para que el país pueda caminar hacia el desarrollo, pues si la sociedad no cree ni siente que sus gobernantes y legisladores son legítimos habrá turbulencias y faltas de apoyo a sus funciones.
El PRI no debe festejar su triunfo electoral con bombo y platillo como tampoco el PAN y el PRD tienen que llorar sus derrotas postrados en la banca del suicidio. Lo que viene a partir de ahora es lo verdaderamente trascendental, porque habrán de definirse los nuevos rumbos legislativos, la reformulación del subsistema electoral, el rediseño de una “cultura política” más participativa y preocupada de la realidad nacional, así como la aplicación de programas gubernamentales para no morir en el intento de salir de la crisis económica. En sus marcas, listos………B.H.G.
Etiquetas: Barak Obama y Felipe Calderón, Elecciones federales 2009 en México, Ilegitimidad elecciones en México, Partidos políticos en México 2009
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