ANÁLISIS POLÍTICO Y SOCIAL, MANEJO DE CRISIS, MARKETING, COMUNICACIÓN Y ALTA DIRECCIÓN

Este es un espacio para conceptualizar, analizar, efectuar crítica y proponer estudios sobre política aplicada, marketing, comunicación, educación, métodos aplicados, alta dirección y proyectos sustentables. Contacto:baltasarhernandezgomez1@hotmail.com, baltasarhg@gmail.com

domingo, 22 de noviembre de 2009

VALEMADRISMO EN MÉXICO


VALEMADRISMO POLÍTICO EN MÉXICO
Por Baltasar Hernández Gómez


La clase política en México ejercita su dominación tomando para sí el axioma ¡Me vale madre!, pues su permanencia hegemónica no tiene conexión orgánica con la sociedad. Los hombres y mujeres que ocupan cargos de elección popular o administrativos carecen de la representatividad democrática del voto y por lo mismo no tienen que rendirle cuentas a la población, sino únicamente a las instituciones de poder que los han engendrado y protegido.

La democracia procedimental impuesta por el Estado ha impedido que la democracia horizontal surja a través del pensamiento y acción igualitaria, consciente y comprometida de las clases sociales: en su lugar se posiciona la creencia, bien arraigada, de enfrentar la inmediatez cotidiana pensando en la sobrevivencia y el individualismo.

La élite que usufructúa el poder político en México se arropa en el “valemadrismo”, pues esto le significa un manto de impunidad. Este fenómeno tan arraigado en las esferas dominantes (políticos, partidos, empresarios, fuerzas armadas y aparatos ideológicos) se ha inculcado como algo natural hacia la base societal, toda vez que quiere hacerse pasar la impericia e improvisación gubernamental como una constante que deben soportar los ciudadanos: el valemadrismo es aparejado al símbolo idiosincrático del machismo, ese que está superpuesto con hierro en la mayoría de los hombres y al que se venera en una especie de suerte que establece la máxima la vida no vale nada. Y si no vale nada, luego entonces vale poco y mucho a la vez, pero a la cual hay que desdeñar porque hay otra vida más allá.

El “valemadrismo” -sin lugar a dudas- es demostración de debilidad, ilegitimidad y escasez de obligaciones materiales y morales con la sociedad por parte de quienes se autoerigieron como big brothers del sistema de vida: si las cosas no salen bien no es culpa de los gobernantes, legisladores, políticos o clase empresarial, sino resultado de las circunstancias, de las perversas intenciones de fuerzas oscuras internas y externas, de la mala suerte, de la falta de sacrificio general o simplemente porque así lo quiere alguien allá arriba o allá abajo.

Las consignas ¡Me importa madre! ¡Vale pa´pura madre! ¡Está a toda madre! y ¡Qué poca madre! no provienen de ningún bagaje filosófico, sino de una condición indolente creada y recreada por el sistema cultural dominante para seguir alimentando la apatía social. El “valemadrismo” no es una actitud exclusiva de los neoaztecas, porque en muchos países latinos se utilizan pensamientos y formas de ser y estar que sintetizan un estado de indiferencia similar. Sin embargo, en México dicha peculiaridad toca fibras muy hondas, que rayan en lo infrahumano, en virtud que amparada por un régimen presidencialista -que disfraza una dictadura imperfecta (Vargas Llosa dixit)- los futuros nacionales son construidos, destruidos y vueltos a erigir cada seis años. Este milagro de la política mexicana provee de coyunturas a la élite, para que haga y deshaga a su antojo.

Para gobernantes y políticos los mexicanos son ratones de laboratorio, que aguantan cualquier tipo de experimento social, económico y cultural. En esta visión, a los ratones no hay que ofrecerles ningún ápice de respeto o explicaciones. ¿Por qué habrían de hacerlo? La verdad es que sus cargos públicos no sobrevienen de un proceso democrático legítimo. En este sentido el alto abstencionismo es muestra de la apatía y rabia no expresada de millones de mexicanos que se han cerciorado, a través de los años, que los partidos y gobiernos son corporaciones demagógicas que sólo persiguen intereses grupales, familiares y económicos, los cuales son reacondicionados a las proyecciones a corto y largo plazo del Estado.

Cuando el 40% de la población ya votó y el 60% no, se cierra el círculo legal de las elecciones y punto: los de adelante corren mucho y los de atrás se quedarán, dice una estrofa de la conocida canción popular “A la víbora de la mar”. Sin decirlo explícitamente hay una sentencia de las instituciones: los que sufragaron padecerán las consecuencias de su aventura electoral y los que no asistieron a las urnas tendrán que aguantarse

La expresión “me vale madre” se produce y reproduce permanentemente en los mensajes de los gobiernos en turno, sean estos panistas, perredistas o priistas, pues de manera obvia o implícita hay una falsedad para hacer creer que las medidas de control social, político y económico deben hacerse a forciori por el bien de la República y sus ciudadanos. Si hay que incrementar los impuestos, pues ¡Vale madre! y a modificar la Ley de Ingresos; si hay que detener mediáticamente o a golpes las demostraciones opositoras a una medida estatal, pues también ¡Vale madre! y a sacar las tanquetas, toletes y mangueras con chorros de agua a presión; si la población no entiende que debe sacrificarse para que las cosas sigan estando igual en las altas esferas del poder, pues ¡Vale madre! y que vivan los aumentos de precios, la falta de apoyo crediticio y la carencia de trabajo.

Lo cierto es que estamos en medio de un aquelarre de cínicos y cínicas que ahora son diputados y luego senadores; que ahora son empleados y luego secretarios del gabinete o embajadores; que ahora son choferes o guaruras y luego asesores; que ahora son esposas de presidentes y luego precandidatas a gobernadoras. La desfachatez no tiene medida y encuentra siempre caldo de cultivo, debido a la inmensa desolación de sabernos y sentirnos engañados y no poder hacer nada.

Con casi el 60% de la población en situación de pobreza y extrema pobreza, que está ocupada en llevar alimentos a sus casas y no perder sus empleos o subempleos, no hay tiempo para la protesta organizada ni mucho menos para aniquilar al “valemadrismo” que, de manera creciente, gasta cantidades extraordinarias de dinero, recursos técnicos, materiales y humanos en guerras perdidas.

En los últimos 4 años las supuestas estrategias gubernamentales son elucubraciones del Ejecutivo para alcanzar un grado de legitimidad que le permita afianzar control durante su estadía en el poder. La lucha contra el narcotráfico, programas antipobreza, cruzadas por la educación con calidad, acciones para la salud popular, proyectos productivos a las pequeñas y medianas empresas, entre otras muchas políticas sexenales, no han tenido siquiera cobertura regional ni la continuidad suficiente para paliar aunque sea un poco los estragos de la crisis económica.

Si el Ejército y las policías en los tres niveles de gobierno se aprovechan de la guerra contra el narcotráfico para irrumpir arbitrariamente en propiedad privada, deteniendo a diestra y siniestra con exceso de violencia o matando, con o sin motivos, pues ¡Vale madre!, ya que para eso están los desmentidos y el manejo mediático de los hechos. Si los legisladores aprietan la soga de donde cuelgan millones de mexicanos, adicionando peso mortal por el aumento de impuestos, aprobando al mismo tiempo aumentos en la miscelánea de egresos 2010 de las dependencias del Estado, pues igualmente ¡Vale madre!

Si la sociedad civil rechaza las formas y contenidos de las acciones emprendidas por gobernantes, que sólo buscan permanencia cómoda por medio del entretejido de concertacesiones y desconocimiento de las voces críticas, pues ¡Vale madre! La orgía de la desvergüenza amplía su territorio temporal y espacial, disgregándose en cada rincón del país. Muchas personas acostumbradas a sentir el “valemadrismo” estarán confortables al simular que no oyen, ni ven ni dicen nada. Otros esconderán su cabeza como avestruz, pero lo más triste es que los muy pocos que tienen en sus manos los hilos del teatro llamado México, seguirán perfeccionando sus técnicas de control, para que haya ciertas adecuaciones sin perturbar la esencia de dominación política y social.

Si miles y miles de indígenas en Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Chihuahua se mueren de hambre, enfermedad o frío, pues ¡Vale madre! Si en los meses invernales se recrudece la influenza AH1N1 y hay una alta tasa de mortandad, ¡Vale madre! Si los índices del empleo no crecen, qué importa, pues para eso existe la economía informal ambulatoria y nuevamente…… ¡Vale madre!! En fin, si México se va al carajo ¡Vale madre!, porque ya habrá nuevas elecciones y porque estarán en guardia preventiva las fuerzas armadas, para resguardar las instituciones del Estado y sus funcionarios. ¡Vale madre si las medidas impulsadas por los poderosos afectan a las mayorías!, toda vez que seguirán contando con los medios masivos de comunicación, para moldear consciencias enajenadas.

¡Vale madre! el aquí y ahora, porque para eso hay escuelas que reformulan los modos de percibir y soportar las cosas, así como iglesias que recalcan -una y otra vez- que es mejor voltear hacia el cielo y no ser penetrados por lo “terrenal”, que sólo busca la carne y no el espíritu.

El rey del “valemadrismo” mexicano tiene una banda presidencial tricolor que le cruza el pecho y es acompañado por un séquito de panistas furibundos; por funcionarios bravucones que golpean a todo lo que parezca contrario a sus propósitos; por políticos y legisladores verdes, rojos, amarillos y naranjas que, en aras de lograr prebendas personales o grupales, ceden facultades para sumir en la ignominia al país. El rey valemadrista cuenta además con consejeros extranjeros que le van indicando cómo, dónde, cuánto y cuándo ejercer el poder de los pocos sobre los muchos. Tiene además un abundante elenco de bufones colocados en asociaciones civiles y empresariales que al obtener canonjías aplauden, patalean, hacen reír o llorar al auditorio, de acuerdo a un guión predeterminado.

El rey y los reyecitos (mandatarios estatales y municipales), así como los principitos legislativos y judiciales aprovechan cualquier hendidura para ratificar su “valemadrismo”: un ejemplo concreto es el aprovechamiento de la figura del payaso Juanito, para desviar la atención social y advertir sobre la peligrosidad de politiquillos que no están en el cuadrante sacrosanto o “nice” del PAN. Este personaje originario de Iztapalapa, D.F. es la caricatura de ellos mismos, los cuales no tienen empacho alguno en pagarse excesivos sueldos, viáticos, pasajes, préstamos a fondo perdido, contratos de servicios o adquisiciones, etc.; que no se miden cuando solicitan el sacrificio popular mientras se pasean en el extranjero o a bordo de camionetas de lujo blindadas y con una comitiva de ayudantes, guardaespaldas, acompañantes femeninas. Ninguno de estos valemadristas oficiales tiene empacho en posicionar a sus esposas, hijos(as), hermanos(as) o cuñadas(os) en cargos legislativos o promoverlos(as) como precandidatas(os) para ocupar una gubernatura (como es el caso de la cónyuge del presidente Calderón Hinojosa, que ya es promovida para buscar el poder Ejecutivo en Michoacán).

Finalmente ya encarrilado en estas lides del “valemadrismo”, mucho me complacería que vieran, discutieran, aplaudieran o criticaran este trabajo, pero pensándolo mejor……… ¡Vale madre si lo hacen o no! Entienda quien pueda y si no, pues no. B.H.G.

Etiquetas: , , , ,

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio