ANÁLISIS POLÍTICO Y SOCIAL, MANEJO DE CRISIS, MARKETING, COMUNICACIÓN Y ALTA DIRECCIÓN

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domingo, 29 de noviembre de 2009

2012, APOCALIPSIS ANTICIPADO.


VISIONES CATASTROFISTAS SOBRE 2012
Por Baltasar Hernández Gómez


Moldeadas por la espectacularidad del cine norteamericano las profecías mayas sobre el fin del mundo en el año 2012 se presentan como una serie de cataclismos insorteables. La idea que quiere imponer la cultura de masas dominante es antihumana, selectiva y carente de solidaridad. Dicho vaticinio es lanzado como una potencial amenaza, la cual es una remasterización de los augurios pregonados por los Testigos de Jehová, que por muchos años intentaron que millones de personas vivieran atemorizadas por la cercanía del nuevo milenio.

Hace nueve años, cuando se anunciaron las primeras campanadas del año 2000, nada pasó. Al comprobar que los jinetes del apocalipsis no exterminaron la Tierra, recuperamos el juicio de que la vida se acaba hasta que se acaba. Sin embargo, hoy vuelve a tejerse una psicosis para infundir miedos que distraigan al imaginario colectivo de su realidad concreta.

Es una verdad irrefutable que la ineficacia e irresponsabilidad en el manejo de las industrias capitalistas han ido sumiendo lo terrenal en un pozo sin fondo, donde lo único que se observa es muerte al mayoreo. Sin embargo, la visión hollywoodense de los pronósticos mayas pretende exportar las preocupaciones específicas sobre la pobreza material y moral de la humanidad, derivadas de la crisis endémica del sistema, al olvido. La cultura dominante, como elemento inherente al aparato ideológico, engendrado para perpetuar el estado de desigualdad y explotación en la consciencia y conducta de la sociedad civil, está obligando a niños, jóvenes y adultos a repensar el futuro inmediato como una catástrofe sin remedio.

Qué triste es la proyección sobre nosotros mismos que nos están legando, pues ya no hay edenes ni tierras prometidas, sino un infierno infestado por robots asesinos, epidemias desenfrenadas, rebatinga por el agua y la comida, dolor, muerte y desolación. La intención es reforzar la dominación, ya que si la Tierra se va a acabar dentro de tres años, pues qué más da hacer que proliferen las compras compulsivas, buscar refugios en las iglesias gnósticas existentes para purgar culpas añejas y no hacer planes de transformación social, para erradicar los yugos de regímenes políticos que asfixian a las mayorías desposeídas de medios de producción y educación.

Las conjeturas sobre el 2012 están haciendo volar la imaginería a un destino final plagado de terror. La intención de inocular esta visión apocalíptica es que la población mundial no viva de la mejor manera posible, pues lo más conveniente es que esté ocupada en la inminente calamidad, olvidándose de todo lo demás.

En la película 2012 (protagonizada por Danny Glover, John Cusak, dirigida por Roland Emmerich y realizada por Sony Pictures, 2008))no sólo se muestran efectos especiales sobre la destrucción del planeta azul, sino también las entrañas del poder económico y político de las naciones: líderes políticos y magnates financieros de los países altamente desarrollados son los únicos que se salvarán al abordar las naves ultramodernas que soportarán la inundación provocada por el derretimiento de los casquetes polares y los terremotos que moverán las placas continentales. La película deja ver crudamente que los miles de millones de seres humanos que habitan la Tierra tendrán que perecer ignorando lo que está pasando a su alrededor, debido a la carencia de información, pero sobre todo a la nulidad resolutiva de sus Estados nacionales.

Las modernas réplicas del arca de Noé son incubadoras de los especímenes que tendrán la oportunidad de repoblar al planeta, teniendo como elemento selectivo la cuestión económica (los que pudieron pagar mil millones de euros por un gabinete, o bien, ser parte de la élite política y científica). Estados Unidos de América, Rusia, Francia, Italia, Alemania, Japón, China y Reino Unido, desde esta perspectiva clasista, son los únicos herederos de la humanidad. Los líderes de estas potencias decidieron reunir obras de arte, avances tecnológicos, libros y seres vivos para sembrar las nuevas semillas de la vida después del desbarajuste global.

Los espectadores del filme se concentran en los destrozos presentados a todo color en cinemascope y sonido dolby estéreo, pero muy pocos se percatan de que el guión tiene un matiz de impunidad, soberbia, inequidad y antidemocracia (contrario a lo que pregonan los discursos de los países avanzados, ONU y demás organismos que aparentemente trabajan por la paz y el desarrollo armónico de la Tierra). La película 2012 deja ver que los que tienen más saliva comerán el platillo de la sobrevivencia y los demás sucumbirán ante la fuerza de terremotos y tsunamis. En la trama no hay asomo de razonamientos críticos sobre el calentamiento de la atmósfera, provocado por las industrias; la contaminación por desechos no degradables; las secuelas nucleares de bombas y experimentos biotecnológicos, entre otros graves problemas que ha enfrentado el mundo posmoderno.

Lo que se visualiza en la película es una sucesión de acontecimientos para salvar lo poco que se pueda salvar después del holocausto masivo. El apocalipsis profetizado por los mayas resulta ser información clasificada, es decir, top secret en el lenguaje militar y de inteligencia norteamericano, que no debió filtrarse por ningún motivo, a fin de no provocar anarquías incontrolables. Faltando una hora para la hecatombe, la moral de un hombre (tuvo que ser precisamente la del presidente de los Estados Unidos en la película) fue la que finalmente produjo que se diera a conocer la noticia a un mundo que, para ese instante, estaba padeciendo la megadestrucción.

El filme y su moralina entrelíneas penetra en las nuevas generaciones: si ya es inminente el caos y la muerte de miles de millones de personas, pues no queda otro remedio que seleccionar lo más granado de la raza humana, animales, plantas, objetos de arte y otros menesteres para continuar con la vida. En una clase con alumnos de universidad, muchos coincidieron que la decisión cupular de los ochos países más poderosos del mundo fue correcta. Sin embargo, mi concepción crítica me persigue siempre y no puedo sucumbir ante el razonamiento que estipula “de lo perdido, lo que aparezca”.

Saltando los cientos de sonidos e imágenes espectaculares, el guión rescata el dogma hitleriano de escoger lo mejor del género humano para repoblar el mundo y fincar un imperio de mil años de superioridad. Parece que los hacedores de la película nos están repitiendo que si la naturaleza nos quiere extinguir es mejor preparar una élite que sobreviva y olvidarse de los años donde el Hombre acabó con su entorno ecológico, donde la injusticia fue el pan de cada día y la desigualdad dejó millones de muertos por enfermedad y hambre.

¡Ah qué sabroso modo de pensar! ¡Borrón y cuenta nueva! ¡Perdón por el daño infringido y que les vaya bien! ¡En la otra vida nos emparejamos! Durante el siglo XX nos vimos inmersos en concepciones espeluznantes del mundo futuro: algunas veces con cara de Armagedón y otras con colmillos de Chupacabras. Los ahora adultos fuimos impactados por una serie de desahucios que presentaban el mañana rodeado de máquinas inteligentes e infernales que controlan las funciones vitales de la sociedad, poniendo un panorama dantesco, lleno de mutantes que se comen a los seres humanos. Hay que recordar que el actor y director Mel Gibson se dio a conocer en los albores de la década de los ochenta con la saga “Mad Max”, donde se planteaba que los sobrevivientes de la catástrofe nuclear eran humanos despiadados que mataban por un mendrugo de pan, un chorro de agua o un galón de gasolina, para sobrevivir de la escasez.

En la primera década del siglo XXI, 2012 se ostenta como la fecha trágica para la humanidad, que embelesada por los avances tecnológicos no ha tenido tiempo para la recuperación de la sensibilidad y la espiritualidad. Roland Emmerich, quien tiene experiencia en dirigir este tipo de enfoques, ya que en su filmografía están películas como Stargate, Independence day, The day after tomorrow, entre otras del mismo corte ruinoso, repite el sonsonete de la cultura dominante que sumerge en el conformismo a los más de seis mil millones de habitantes del globo terráqueo, que temerosos, pero incrédulos, ya no se espantan tanto como hace unas décadas, por ser testigos diarios de crueles matanzas causadas por las mafias.

Si el holocausto del 2012 fuera cierto entonces nos quedarían 3 años para resolver los problemas pendientes en el plano social y personal. Muchos se refugiarán en filosofías eclécticas, otros en el consumismo hedonista para vivir lo mejor posible el resto de vida que falta y los más en “dejar hacer, dejar pasar” porque nada de lo que se haga o llegue hacer servirá para absolutamente nada. Así las cosas: si vamos a morir con calor y frío extremo, dependiendo la latitud donde se esté, ahogados o descuartizados en una falla geológica, pues ¡Que viva el ahora sin esencia!

Lo único verídico es que vamos a tener que enfrentar lo que falta del 2009 y años subsecuentes y qué mejor opción que actuar con responsabilidad, honestidad y compromiso para lograr que ahora sí el mundo sea la utopía igualitaria planteada por pensadores universales que desearon una humanidad construyendo algo similar al paraíso augurado en textos sagrados. Nada desaparece porque todo es energía que se transforma…….hacia esa transformación han ido los que se nos adelantaron y hacia allá vamos los de ahora y los que vengan detrás de nosotros. B.H.G.

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