ANÁLISIS POLÍTICO Y SOCIAL, MANEJO DE CRISIS, MARKETING, COMUNICACIÓN Y ALTA DIRECCIÓN

Este es un espacio para conceptualizar, analizar, efectuar crítica y proponer estudios sobre política aplicada, marketing, comunicación, educación, métodos aplicados, alta dirección y proyectos sustentables. Contacto:baltasarhernandezgomez1@hotmail.com, baltasarhg@gmail.com

lunes, 19 de abril de 2010


EL REGISTRO DE TELÉFONOS CELULARES EN MÉXICO Y EL INCONSCIENTE COLECTIVO.
Por Baltasar Hernández Gómez.


No se trató solamente de saber el paradero, identificación y número exacto de teléfonos celulares en México a través del programa RENAUT [Registro Nacional de Usuarios de Telefonía], sino de observar el grado de confiabilidad que tiene la ciudadanía hacia el gobierno. Los cien millones de celulares existentes en la red de telecomunicaciones, que por mucho tiempo han andado anónimos, con datos falseados o incompletos, debieron ser registrados -por mandato legislativo- ante la secretaría de Gobernación teniendo como plazo el 10 de abril pasado, porque de acuerdo a legisladores y autoridades esto ayudará a que se supriman actos ilícitos (amenazas, secuestros, extorsiones, entre otros hechos empleados por las diferentes mafias).

Hasta el día de hoy la respuesta social alcanzó un setenta y cinco por ciento de cobertura, cifra voluminosa que no necesariamente refleja la estricta observancia a un ordenamiento legal, sino el tamaño del miedo de los propietarios de celulares a perder su número telefónico. Veinticinco millones de líneas móviles quedaron fuera del “catálogo oficial”, mismas que supuestamente serán invalidadas por las compañías que brindan este tipo de servicio (descontando momentáneamente a las personas suscritas a Telmex, debido a que ganó un amparo temporal y la negativa de Movistar a acatar la medida promovida por la administración del presidente Calderón Hinojosa).

El registro de teléfonos móviles no puede ser tomado como un parámetro para establecer virtudes sociales por el acatamiento o no de la orden gubernamental. No hay buenos o malos ciudadanos convertidos o no en puntuales consumidores del espectro hertziano concesionado a empresas monopólicas, pues dicha medida no es más que la aspiración para conformar un directorio telefónico que, de entrada, debió haber sido estructurado por las operadoras telefónicas en coordinación con las instituciones del Estado encargadas de fiscalizar las telecomunicaciones. ¿Inscribirse o no inscribirse? Este es el cuestionamiento que esconde un tejido de permisos, corruptelas, omisiones, ocultamientos, carencia de reglamentación y supervisión de las telecomunicaciones en México, actos que han sido permitidos por diferentes administraciones federales. El registro fue mandatado por el Poder Legislativo, derivado de supuestas “extorsiones” sufridas por diputados.

En medio del torbellino -como siempre- se encuentra la ciudadanía que tiene que ajustarse a los requerimientos de los gobiernos en turno. Aunque haya cierto tufo a ingenuidad en las preguntas debo plantearlas: ¿Por qué registrarse? ¿Para ser ciudadanos ejemplares en el acatamiento de las necesidades del gobierno?¿Para desterrar actividades ilícitas de organizaciones delincuenciales? ¿Para constituir un padrón de usuarios que ratifique que son muchos los propietarios de aparatos de comunicación, y que debiera ser la base para someter a análisis la eficiencia, confiabilidad y costos de la telefonía mexicana? Hasta el momento sólo se cuenta con una red colosal, cara y muy vulnerable.

El registro de aparatos celulares es un intento de “hacer que se hace, para acabar no haciendo nada":

Primero.- El gobierno debió obligar a las compañías telefónicas a vender aparatos y líneas exigiendo datos oficiales a los compradores y estableciendo un cruzamiento informativo para facilitar la filiación de los celulares.

Segundo.- El registro -por demás extemporáneo- careció de una metodología procedimental y tecnología efectivas para entrelazar -con informes fidedignos- propiedad y lugar de residencia de los teléfonos activos en el territorio nacional, pues como ahora se sabe, hay miles y miles de líneas que fueron inscritas con nombres de gobernantes, políticos, funcionarios y empresarios conocidos.

Tercero.- Quienes se registraron por temor a perder su teléfono no respondieron a una máxima patriótica, sino a una mera obligación. En el caso contrario, muchos de los que no registraron sus celulares adoptaron una postura de negligencia, pero sobre todo de hartazgo a respetar y cumplir con las ocurrencias gubernamentales, poniendo al descubierto que cada vez es menos la confianza social hacia sus autoridades. Algunos más se negaron a inscribirse en el RENAUT porque tienen la “sospecha” de que no va a pasar absolutamente nada y seguirán disfrutando de sus líneas.

“El miedo no anda en burro” reza un adagio popular mexicano, ya que una gran parte de la sociedad no reconoce en políticos, gobernantes, militares o empresarios a individuos u organizaciones dignos de credibilidad. Sólo hay que retrotraer el proyecto RENAVE, coordinado por Ricardo o Miguel Ángel Cavallo, quien ganó la licitación para operar el registro de automóviles en México y que luego resultó prófugo de la justicia argentina por su infame actuación como militar fascistoide de los regímenes dictatoriales de las décadas comprendidas entre los años setentas y noventas. Luego entonces ¿Cómo creer en el gobierno y la I.P., cuando se han vendido enormes listas de datos confidenciales de ciudadanos al mejor postor; cuando nadie conoce los destinos finales de información oficial clasificada y mucho menos el uso de recursos presupuestales?

¿Cómo creer en políticos, funcionarios y empresarios, cuando unas veces se enfrentan y otras se alían para obtener el mayor número de prerrogativas legales, políticas, y económicas en detrimento de la sociedad; cuando empresarios se convirtieron en millonarios de talla internacional por la desincorporación discrecional y venta selectiva del patrimonio nacional, como los ingenios azucareros, procesos productivos, energía, bancos, transportes y telecomunicaciones?

El inconsciente colectivo, que cada vez más se materializa en consciente actitud participativa, optó mayoritariamente por registrarse, debido al terror a perder su principal medio de comunicación, ya que los celulares son actualmente oficinas ambulatorias, casas móviles y el “otro yo socializado” que debe estar siempre disponible. Hay que estar atentos a ver en qué termina esta trama, esperando que el registro de celulares no sirva para que nos inunden de correos electrónicos publicitarios, llamadas anónimas, presiones gubernamentales y empresariales o para ser vigilados clandestinamente. Ojalá que todo concluya en un acto de orden y buena voluntad, como tanto se pregona. ¿Será? Sólo nos queda ser observadores, analíticos, críticos y escépticos. B.H.G.

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lunes, 12 de abril de 2010

REACOPLAMIENTO DE PARTIDOS POLÍTICOS EN MÉXICO.


EL REACOPLAMIENTO DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS EN MÉXICO
Movimientos en la realpolitik mexicana
Por Baltasar Hernández Gómez.


De una cosa podemos estar seguros en México: desde el año 2000 las fuerzas políticas no han permanecido en el limbo de la inactividad, para bien o para mal. A los ojos de la gran mayoría el cambio gubernamental, es decir, el que no representó el pináculo de las aspiraciones democratizadoras, pues la hegemonía priista fue desbancada por una presunta nueva clase política que impulsaría el cambio económico, social y cultural del país. No obstante este viraje en el sistema político, a lo largo de diez años de administraciones panistas la sociedad se ha dado cuenta que el “cambio” quedó en un traspaso de la estafeta presidencial sin que hubiera transformaciones de fondo en los modos y formas de hacer política.

La novedad Fox, que no fue generada estratégicamente por el mismo PAN como organismo aglutinador de voluntades, plataformas ideológicas, programas y prácticas, deslumbró al electorado mexicano, haciéndolo imaginar que después de setenta y un años de PRI y de los intentos del centrismo político aglutinado en el PRD y otros institutos satelitales, el país viviría una era de cambios sustanciales a nivel macro, lo cual se traduciría en mejores estadios de vida. La realidad ha demostrado que el cambio se dio en la periferia del círculo del Poder, pero no tocó el núcleo político. Los gobiernos panistas no han actuado a favor de la ciudadanía ni operado ninguna diferencia sustancial con respecto a los regímenes posrevolucionarios que les precedieron ni tampoco que los políticos, legisladores y gobernantes tengan una visión encaminada a trastocar las estructuras de dominación con reconversiones constitucionales que beneficien a las clases sociales menos favorecidas después de doscientos años de Independencia y cien de Revolución.

Las escaramuzas políticas entre la partidocracia y los tres poderes de la Unión se dan en la esfera cupular, limitándose a reformar el marco legal de la República, imponer una “filosofía” menos atiborrada de mensajes populistas de viejo cuño, pero eso sí sin tocar el fondo de las cosas. Mientras que los tecnócratas/conservadores blanquiazules se desviven en patrocinar los objetivos de la iniciativa privada, los priistas buscan remasterizar el halo proteccionista bajo premisas de estar más cerca de los sectores medios y bajos. Mientras que el PRD y partidos orbitantes están preocupados en explotar hasta la saciedad prácticas clientelares, para obtener más votos y situarse en posición ventajosa en todos los niveles de gobierno y el poder legislativo; el conservadurismo de la derecha e iglesias toman para sí el control en los medios masivos de comunicación y asociaciones civiles.

Los reacomodos se han dado para favorecer al capitalismo, a efecto de continuar adquiriendo concesiones en las ramas energéticas, comunicativas, mercantiles, financieras, de la construcción e industrialización. Las clases sociales más vulnerables se sumen cada vez más en el desamparo, ya que las subidas en los precios de productos y servicios, altas tasas impositivas las sumen en una desolación tan terrible, que tal parece es como caer en un pozo al cual no se le ve fin. Si a esto le aunamos las secuelas de la violencia de la presumible “guerra” contra el narcotráfico, el panorama se ve cada día más árido.

A nivel partidista diez años han servido para el reacoplamiento político -unos más y otros menos- pero con la mira de readecuación en los escenarios posmodernos y reposicionarse en el videns público como la oferta a elegir en una cada vez más cerrada competencia electoral donde abundan los colores, trazos, textos y promesas: se persigue el mismo ofrecimiento demagógico revestido con diferentes tonalidades. A continuación propongo algunas aristas para visualizar los reacomodos políticos con una visión objetiva:

CASO 1: P.R.I.
El brontosaurio siguió en la pradera mexicana: no murió en el año 2000 ni fue confinado al museo de especies extinguidas. Muchos analistas políticos, agoreros de centro, izquierda y derecha pronosticaron la desaparición del PRI del contexto político, creyendo que la baja votación en el proceso donde se encumbró Vicente Fox a la presidencia de la República era la estocada final al ente hegemónico que vivió en Los Pinos por siete décadas. Este instituto ha hecho alianzas, movimientos de piezas, modificaciones procedimentales, pero sobre todo diseñado y operado una estrategia que incorpora al viejo caciquismo con las novedades de la mercadotecnia y utiliza la fuerza de contrapeso en las cámaras legislativas frente a Ejecutivos opositores (federal y los estatales).

El PRI ha fijado una máxima: convertir las amenazas y las debilidades en fortalezas y oportunidades y por eso aprendió las lecciones de ineficacia e inoperancia del PAN y PRD, para conformar un espectro de “reconquista” popular, a través de la inyección de presupuesto focalizado en áreas de bienes y servicios, así como la creación de convenios con viejos y nuevos políticos, para montarse en el universo audiovisual que conquista atenciones sin responsabilizarse más allá de lo que se estipula en contiendas proselitistas y spots publicitarios. El resultado ha sido positivo para sus objetivos y por eso desde 2003 se reposicionó en el poder legislativo, gubernaturas y presidencias municipales.

Ante la falta de gobernabilidad generada por los clubes panistas y tribus perredistas, el PRI resurge fortalecido con una imagen reconstruida, debido a la anti-memoria social, la inserción de nuevos votantes jóvenes sin solidez ideológica o ligas con su pasado, por la excesiva intervención de los medios masivos de comunicación, que no se han visto favorecidos por los políticos del blanquiazul o del negro amarelo, así como por una táctica política que plantea la vigorización del trabajo de zapa en los sectores más desprotegidos/olvidados de la sociedad.

Es así que el PRI está aplicando con furor los manuales exitosos del marketing político; reestructurando sus comités de base; empujando una serie de acuerdos (léase alianzas de todo tipo y con caducidades distintas) para redistribuir cuotas, cargos, concesiones y potestades que eviten fisuras frente a los adversarios; posicionando a viejos y nuevos candidatos con mensajes y comportamientos que capten el interés de los diferentes extractos sociales, para luego obtener votos a favor; sacando jugo al mayoriteo y lobbysmo en el congreso de la Unión, y concertacesionando con la derecha o con la izquierda cuando así sea considerado necesario.

Desde ahora y obviamente en el 2012 su carta de lujo es Enrique Peña Nieto, quien funge ya como pre-pre-candidato presidencial y que es recibido como tlatoani en ciernes en todos y cada uno de los actos a los que asiste, como ocurrió en la fiesta de cumpleaños del obispo de Ecatepec, estado de México, Onésimo Cepeda, donde el homenajeado fue relegado a segundo término, porque hasta el hijo de Carlos Slim, gobernadores y funcionarios federales dejaron sus sitios para saludarlo y tratar de platicar con él.

Es evidente que mientras sea sostenido en la plataforma de ser un gobernador joven, de buenos bigotes, pareja de una actriz de fama televisiva, promovido por la gran mayoría de medios de comunicación, promotor de beneficios nacionales para su partido, impulsor de inversiones productivas, repartidor de ayudas en zonas rurales y citadinas, así como el precursor exitoso de tácticas para “quemar” a sus potenciales contrincantes (como cuando se dio a conocer el acuerdo secreto del PRI y el PAN para que no se aliara el PAN con el PRD en el estado de México a cambio de la aprobación del paquete fiscal 2010 propuesto por el presidente Calderón), obviamente será el abanderado tricolor para obtener la banda presidencial dentro de 2 años.
El PRI no entrará en canibalismo político, pues sus líderes nacionales, gobernadores, legisladores cederán lugares para que llegue, siempre y cuando haya una repartición que favorezca sus intereses personales y grupales. Aunado a esto, la ingeniería electoral que se está operando desde hace seis años dará frutos en varias entidades que van a aportar un número considerable de sufragios en el conteo nacional, tales como: Veracruz, Puebla, Nuevo León, Oaxaca y estado de México, entre otros más que se “han ido recuperando”.

CASO 2: P.A.N.
Este partido tuvo ganancia política por haber vendido bien su producto Vicente Fox el cual acabaría con la dominación del PRI y sus consecuencias funestas en lo concerniente a democracia, libertad y economía en el año 2000. Esta dinámica fue renovada bajo la idea de “cambio inconcluso” con Felipe Calderón, seis años después. No obstante esta ganancia generada por el concepto alternancia en dos votaciones consecutivas, la verdad es que el PAN enfrenta una pérdida de identificación y soporte, que está haciéndolo sepultar sus aspiraciones de retener el poder en el congreso y los tres órdenes de gobierno.

Tras 10 años de ocupar el Ejecutivo nacional, algunas gubernaturas, curules legislativas y presidencias municipales, el PAN agotó sus perspectivas no solamente de crecimiento, sino de mantenimiento en las preferencias públicas: la ignorancia, ineficacia, despotismo, falta de claridad política, que favorece a los grandes intereses privados domésticos y extranjeros y un olvido de causas sociales, lo han diezmado hasta un punto de quiebre.

El presidente Calderón tiene hoy en día niveles muy bajos de aceptación popular y está metido en una “guerra” contra el crimen organizado, que lo único que ha arrojado son millares de muertes, gastos excesivos de recursos públicos, desgaste y sobreexposiciones de las instituciones del Estado mexicano, así como una percepción generalizada de desesperanza, incredulidad y desconfianza. La crisis global contribuye a ampliar el abanico negativo hacia su persona y el partido blanquiazul, lo que suma negatividad.

El PAN sabe que está en la pendiente de una resbaladilla que lo hacen tener una baja política y es por esto que su estrategia se centra en hacer alianzas con el perredismo reformista, apegado al salinismo (véase el papel coordinador de Manuel Camacho Solís), a fin de garantizar presencia en los estados y municipios de la República que considera bastiones de derecha, asientos en las cámaras legislativas y cargos públicos a futuro. Sin embargo, si Felipe Calderón elucubra de último momento que puede lanzar su corcel negro en las praderas electorales, para conservar Los Pinos, sus candidatos serían tres: Alonso Lujambio, secretario de Educación; Javier Lozano, secretario del Trabajo, y José Ángel Córdova, secretario de Salud. Los otros tres mosqueteros pasaron a mejor vida: Mouriño murió físicamente y Germán Martínez y César Nava lo hicieron metafóricamente, pese a que por un tiempo “caminaron en la pasarela de lo público” como preferidos del mandatario nacional.

Pero como este partido no tiene la experiencia, plataforma organizacional, trabajo de campo ni los alcances que amalgama el PRI, es posible que renombrados panistas se vayan por la carretera libre sin pagar cuotas políticas, como pudiera ser el caso de Santiago Creel y Diego Fernández, o bien, algunos otros se monten en la ola tricolor para continuar disfrutando de prerrogativas políticas y económicas. Retomando el título de una obra del premio nobel Gabriel García Márquez, en México se divisa una crónica de una muerte anunciada, una de carácter política para el PAN.

CASO 3: P.R.D.
Este partido nació con una composición política-genética que albergaba metástasis desde su origen, toda vez que quiso aparecer como un instituto mixto, que podía fusionar orgánicamente ideas y prácticas socialistas, reformistas, priistas, es decir, funcionar como si fuera un costal permeado de autoritarismo, oportunismo, romanticismo progresista y trampolinismo discrecional, de acuerdo a las circunstancias sin salir raspado.

Una vez agotado el discurso de centro-izquierda, de saturar sus estructuras de personas non gratas en puestos de elección popular y cargos administrativos, de acusar con la mano izquierda y cobrar canonjías con la otra, así como fomentar el posicionamiento de tribus que se dedicaron a la toma de terrenos, lugares públicos para la vendimia informal, entre otras muchas cosas que rayan en lo indecible; el PRD, sus personajes protagónicos, aliados, militantes y simpatizantes son relegados al plano de “lo negativo”.

En 1988 este partido obtuvo la marca registrada de contestataria a los regímenes antidemocráticos y proyecto alternativo de Nación para las clases pobres y medias, apegada a intelectuales, estudiantes y progresistas, la cual se situó en los mejores stands del subsistema electoral, pero hoy aparece casi repudiado por tanto “cochinero” interno, concertacesiones, luchas por prebendas financieras, reelecciones de líderes, ahora como diputados, después como gobernadores, luego como senadores y así hasta el la saciedad, así como alianzas con los que por mucho tiempo fueron los enemigos del país.

Sus cartas son: 1) Andrés Manuel López Obrador, que cada vez reduce su potencial aglutinador por las estelas negativas de su pasado discurso y las cercanías con el PRD y PT, pero que le puede traer ganancias en términos de permanencia en el poder legislativo y a nivel estatal y municipal. 2) Marcelo Ebrard, quien puede “jalar” millones de votos en el D.F. y zona metropolitana, así como un importante número en entidades afines a su estilo de gobernar, pero no más.

En los estados sus gobernadores (que no pertenecen a sus ligas orgánicas, sino al grupo de Cuauhtémoc Cárdenas, o bien, promovidos por ser expriistas o miembros de la “sociedad civil” para adquirir ventajas de coyuntura) y presidentes municipales belicosos, corruptos e ineficientes han dado al traste con su presencia en plazas que se creían seguras de conservar ad infinitum: Michoacán, Zacatecas, Guerrero, Tlaxcala y hasta el Distrito Federal. Para esta entrega hasta aquí llego. B.H.G.

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