ANÁLISIS POLÍTICO Y SOCIAL, MANEJO DE CRISIS, MARKETING, COMUNICACIÓN Y ALTA DIRECCIÓN

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lunes, 20 de junio de 2011

ANÁLISIS DE TEXTO DEL LIBRO EL ACENTO DEL CAMBIO DEL EXGOBERNADOR DEL ESTADO DE GUERRERO, MÉXICO, ZEFERINO TORREBLANCA GALINDO.



ANÁLISIS DE CONTENIDO
Libro
EL ACENTO DEL CAMBIO
escrito por
Zeferino Torreblanca Galindo

[Tercera Parte]

Por Baltasar Hernández Gómez.


“Lo que queremos promover es organización y trabajo. Y el gobierno simplemente es facilitador. Papá gobierno no va a resolver los problemas del pueblo…”. (Página 52).

A Zeferino Torreblanca se le olvidó que un gobierno emanado del voto ciudadano tiene una responsabilidad directa con las condiciones de vida que tienen sus gobernados. Un gobernante emanado del sistema democrático-legal debe anteponer los intereses públicos a los privados y actuar de manera honesta, congruente y decidida para estructurar y poner en marcha programas sociales, obra pública y servicios que tengan como meta elevar el bienestar de todas las clases sociales, sin distingos partidistas, de credo, posición socioeconómica, cultura o raza.

En el pensamiento de Torreblanca Galindo predominó la postura pro-empresarial, es decir, de experimentar a ser gobierno con el menor costo para sus intereses. En esta concepción, el zeferinismo hizo que los tecnicismos, la austeridad administrativa para las masas y la incongruencia fueran los elementos clave para ejecutar acciones públicas con fines mediáticos y paliativos.

En la oración el verbo querer en plural indica el anhelo de promoción de una organización para promover trabajo. La “querencia” viene acompañada de la sentencia: el aparato burocrático, que no gobierno sería simple y llanamente “facilitador”. Zeferino Torreblanca se limitó a “nadar de a muertito”, ya que conservó el esquema continuista de gastar los recursos públicos para el pago de nómina en las secretarías de Educación, Salud, Finanzas y dotar de apoyos exagerados a dependencias que no hicieron nada trascendental para Guerrero: los casos más visibles fueron las secretarías de la Juventud, de la Mujer, entre otras.

Nadie pensó en abril de 2005 que con la “administración zeferinista” habría paternalismo para resolver los asuntos sociales, pero en la visión de Torreblanca Galindo fue más fácil culpar al pueblo de pedigüeño, que realizar programas sustentables para el desarrollo. Haber dicho que “Papá gobierno no va a resolver los problemas del pueblo” es volcarle la responsabilidad a la sociedad sureña que, en la cosmovisión del exmandatario aparece como masa que nunca se cansa de demandar y exigir.

¿Facilitador el gobierno? Para nada. Como botón muestra sólo me permito indicar que hubo cientos y cientos de nombres en el padrón oficial de proyectos productivos inexistentes o estructurados para cumplir con requisitos y luego recibir préstamos con cargo “a fondo perdido”. Muchos nombres fueron inventados y otros pertenecieron a su círculo de amigos para abrir negocios que hoy en día están cerrados por ineficientes o que jamás se abrieron porque los recursos monetarios fueron gastados para otros menesteres. Millones de pesos provenientes del erario público se fueron a un pozo sin fondo. Nada más hay que asomarse a las listas de “empresas beneficiadas” en las secretarías de Economía y de Desarrollo Social, para comprobar el turbio manejo de las finanzas estatales por parte de ZTG y acompañantes. No lo digo yo, comunicadores, legisladores o especialistas, sino las instancias fiscalizadoras del estado y compañías auditoras externas a menos de 3 meses de que Torreblanca Galindo dejara la gubernatura.

►“Quiero ser un gobernador de peso moral, para que la sociedad respalde mis acciones”. (Página 53).

¿Gobernador con peso moral? ¿Cuál? Si las decisiones, cargos administrativos, concesiones, contratos y adquisiciones fueron decididos sin tomar en cuenta la ética política. Cuando Torreblanca Galindo habló de moralidad se refirió a la metamorfosis disfrazada que representó haberse convertido de junior a técnico; de empresario a político y de ahí a gobernante sin escrúpulos.

En el ejercicio de poder, Zeferino Torreblanca se olvidó de la moral. Gobernó para él y sus aspiraciones de formar un clan perdurable (que al final no concretó por incapacidad y soberbia). Gobernó con sus impulsos. Administró con ocurrencias y asesorías foráneas. Gobernó con perredistas denostados, como el caso de Rosario Robles y otros de índole local como Sebastián de la Rosa, que destrozaron al partido negro amarelo en facciones siempre en pugna. Gobernó sin importarle el elemento humano del estado. Las consecuencias estuvieron a flor de piel, en virtud de que su actuación pública no tuvo respaldo social. En las presentaciones y giras jamás se observaron personas que, motu proprio, fueran a respaldar al mandatario. Ni con las masas burocráticas y amistades se llenaron los lugares reservados.

¿”Peso moral”? En los seis años de administración la ética se diluyó a nivel cero: colocó amistades, amantes, familiares, aliados y enemigos sistémicos en la administración regional. Ejerció las finanzas públicas a su antojo, privilegiando los intereses de sus allegados. A 70 días de haber dejado la titularidad del Ejecutivo en Guerrero, la Contraloría del estado encontró lo que Zeferino Torreblanca había querido ocultar: malos manejos y desfalcos en las dependencias donde aseguró había transparencia y resultados contantes y sonantes. La Contraloría del gobierno de Ángel Aguirre Rivero ya tiene los dossiers donde están apuntadas las indecencias, peculado y oscuros movimientos que efectuó el gobierno anterior.

Estoy seguro que en la primera mitad del mes de julio/2011 se observarán los estragos provocados por un sexenio enviciado en prácticas truculentas, como por ejemplo, la compra del terreno donde todavía se está construyendo el supuesto edificio de delegaciones estatales en Acapulco (ubicado en el cruce de Costera Miguel Alemán y Vía Rápida); la renta de equipo computacional y de oficina a empresas propiedad de sus amigos los Bajos Valverde; la concesión de contratos a empresas inmobiliarias y constructoras que otorgaban religiosamente el “diezmo” a los ejecutivos de Desarrollo Urbano para la hechura de edificios públicos, caminos, carreteras y escuelas; la compra de medicamentos al mayoreo que nunca llegaron a las bodegas y mucho menos a los hospitales en las 7 regiones del estado de Guerrero; el traslado de recursos financieros de un ramo a otro, como el caso de helicópteros adquiridos por la secretaría de Salud para la transportación de enfermos de la región de La Montaña, pero que verdaderamente sirvió para viajes personales de Zeferino Torreblanca y como instrumento para favorecer a amigos que lo requerían (como el regidor de Acapulco, Fernando Reyna Iglesias, novio coyuntural de la conductora de televisión Galilea Montijo, quien rompió récord Guiness en ski acuático con el aparato volador destinado para las clases más desprotegidas de la entidad).

►”En Guerrero queremos ayudar a arraigar a nuestros paisanos. Pero no vamos a hacerlo con políticas asistencialistas, los vamos a arraigar con capacitación, con productividad”. (Página 56).

Zeferino Torreblanca olvidó que Guerrero ocupa el octavo lugar de las entidades federativas mexicanas que “exporta” migrantes a los Estados Unidos de Norteamérica. De acuerdo al último censo de INEGI hay 950 mil paisanos radicando en el vecino país del norte, lo cual representa una captación de divisas de 708 millones de dólares (noveno lugar nacional en este rubro). Por esto mismo el anhelo de “arraigar” suena hueco y demagógico, pues la recepción de capitales representa un respiro para las familias guerrerenses y para el gobierno.
Cada año emigran 73 mil guerrerenses a Estados Unidos de Norteamérica, situación que pone el dedo en la llaga: si las cosas en el estado estuvieran mejor habría habido anclaje en las comunidades. La emigración constante refleja el grado de pobreza y nulas oportunidades en las zonas rurales y urbanas de Guerrero. Durante el sexenio zeferinista no hubo políticas consolidadas para arraigar a indígenas, estudiantes, profesionistas y técnicos, pues la capacitación que hubo estuvo vinculada a la actualización de los cuadros administrativos del gobierno, organismos descentralizados y municipios.

¿Arraigar? Falso de toda falsedad, pues en el campo y las ciudades siguieron las vías de comunicación deterioradas, nulas oportunidades reales de trabajo, salarios de hambre, nula atención del gobierno para programas sociales y productivos, inseguridad, violencia, etc.

► “Ojalá y en Guerrero pudiéramos tener hospitales de tercer nivel, que no fuéramos un [E]stado con tanto rezago y marginación (…)”. (Página 58).

El mensaje es claro…….Ojalá (que significa “Alá quiera”) y pudiéramos (que refiere a la pretensión de poder hacer algo sin especificación de tiempo y espacio) no son razones de peso para el “empresario-político-gobernante” que se jactaba de haberse convertido en estadista progresista. La consigna representa un cúmulo de deseos, pero nada más.

Al exgobernador se le borró de la memoria que durante su sexenio no quiso asumir la responsabilidad para que funcionaran los hospitales en Zapotitlán, Atlixtac, Huamuxtitlán y Zitlala, porque supuestamente no fueron planificados por el estado, sino por la Federación. No obstante que pudo modificar la direccionalidad de recursos para apoyar a los 70 mil habitantes que iban a beneficiarse, Zeferino Torreblanca se limitó a quejarse de que no había dinero para ponerlos en operación y que era necesario que el presidente Felipe Calderón “volteara al sur y ayudara más”.

Lo mismo ocurrió con otros hospitales en la entidad, por ejemplo, el que fue edificado a la orilla de la carretera de entrada a Coyuca de Benítez, el cual hasta la fecha no funciona. Otro caso es el relativo a las obras de re-construcción del hospital de oftalmología en Acapulco, cuestionado por la turbiedad en la obra. Desde 2007 está en proceso de construcción y todavía no concluye. El oncólogo Terán Porcayo, titular de dicho nosocomio, nunca presentó la documentación requerida por el Congreso y a punto de ser relevado en abril/2011 armó escaramuzas con el apoyo de algunos subalternos para presionar al gobierno de Ángel Aguirre Rivero, a fin de permanecer como director. Hasta la fecha continúa en su oficina como flamante director.

► “Yo creo que la mejor forma de acabar con la pobreza, no es haciendo a los ricos pobres, sino sacar a los pobres de su postración y darles oportunidades”. (Página 61).

Un merolico se queda corto ante el exhorto de Zeferino Torreblanca. La profundidad de la consigna radica en la aseveración de que la pobreza va a erradicarse cuando los pobres no estén postrados. La tarea entonces hubiera sido sencilla, pues bastaba colocar barras de madera o de metal en las espaldas de los millones de pobres en Guerrero para mantenerlos en posición erguida. ¿Cómo se atrevió a afirmar que para acabar con la pobreza no era necesario transformar a los ricos en pobres? ¿Quién lo asesoró? Seguramente algún discípulo del economista Luis Pazos, quien le habló al oído al coordinador asesores, Humberto Sarmiento.

Más aún… ¿Quién le solicitó esta fórmula anarquista de cambiar la pobreza en rectitud y oportunidades? Lo que se aprecia es el uso de uno de los recursos más socorridos por los políticos en México: la demagogia. Demagogia como distractora y cortina de humo para el ocultamiento de incapacidades. En esta frase pronunciada por el exgobernador se resalta el tamaño de su osadía para atreverse a hablar con ocurrencias sin medida, que ofendieron la dignidad del cincuenta por ciento de guerrerenses que se encuentra en estado de indefensión por su precariedad económica.

En contrapartida a los amigos y compadres los dotó de concesiones y beneficios (las familias Peña Soberanis, Bajos Valverde, Pasta Muñúzuri, Trani, Zuzuarregui, Donoso, Sierra López, Salinas, Ramos, Guzmán Visairo, entre otras). A los ricos los infló con más oportunidades para replicar ganancias (las familias Olguín, Figueroa, Juárez, Torreblanca, etc.). A los pobres les arrojó dádivas, tales como: fertilizantes, utensilios, ropa y juguetes repartidos por su hermana Roxana Torreblanca, cuando fungió como presidenta del DIF estatal [dependencia con múltiples acusaciones por onerosos desvíos, de acuerdo a la información proporcionada por la Contraloría del gobierno aguirrista (2011-2015)].

► “Vamos a ir avanzando. Por eso también queremos dar instrucciones para que cada vehículo oficial, sea perfectamente identificable”. (Página 65).

Avanzando ¿Para dónde? ¿En qué rubros? ¿Medible con qué? La promesa de Torreblanca Galindo fue abarcativa y por lo mismo intangible. El verbo avanzar en gerundio fue utilizado desde 1999 como lema de campaña política y reproducida en sus discursos públicos para alimentar la “esperanza” social. Vendió las cuentas de vidrio como oro molido, pero las consecuencias en lugar de haber sido positivas para la mayoría de los guerrerenses fueron diametralmente opuestas: guerrero continúa ocupando los últimos lugares en educación, salud, vivienda, servicios públicos, nivel per-cápita, etc.

En la segunda parte del enunciado, Zeferino Torreblanca conjuga el verbo querer en plural (tratando de desviar la atención social en su persona y ubicándola en el grupo de personas que lo acompañaron) anunciando que existe la intención de girar indicaciones para que el parque vehicular gubernamental fuera identificable.

En cierta medida los automóviles oficiales fueron identificables con rótulos, calcomanías y placas, pero se siguieron usando para los intereses de choferes y funcionarios que disponían de ellos durante los siete días de la semana. Lo que hubo detrás fue el beneficio calendarizado a las distintas automotrices regionales con contratos millonarios: primero fueron Dodge y Nissan, y luego, Chevrolet y Ford. En todo el territorio estatal se observaron fuertes dotaciones de autos y camionetas adscritas para las oficinas del Ejecutivo, SEG, Salud, secretaría de Seguridad, PGJE y en menor proporción para las demás dependencias.

Sin embargo, muchos vehículos repartidos por su antecesor, René Juárez Cisneros y otros proporcionados por él y colaboradores muy cercanos siguen transitando por las calles de los 81 municipios de Guerrero sin identificación. Directores de medios de comunicación, periodistas, amistades, familiares, funcionarios de organismos descentralizados y agentes del orden siguen usufructuando el patrimonio público sin que los automóviles sean identificados y mucho menos recogidos para fines comunitarios.

► “Yo le voy a Guerrero y no tengo padrinos”. (Página 67).

Zeferino Torreblanca lanza esta frase como si fuera porrista en partido de fútbol. Le va a Guerrero, es decir, apuesta al estado y cree en él. Lo trágico fue que más allá de esta confesión de fe no existió un compromiso responsable para desarrollar el potencial de la entidad.

Cuando el exmandatario aseguró que no tenía padrinos tuvo amnesia por los desvaríos provocados por el poder: 1) Dejó de lado que, como individuo perteneciente a una familia católica, fue bautizado y confirmado. Luego entonces, sí tuvo padrinos; 2) Hizo su primera comunión y se casó. Así que siguió teniendo padrinos, y 3) Para obtener las diputaciones federales, candidaturas a la presidencia de Acapulco y posteriormente la gubernatura tuvo el padrinazgo de líderes perredistas, tales como Porfirio Muñoz Ledo, Andrés Manuel López Obrador, Cuauhtémoc Cárdenas, Rosario Robles Berlanga, entre otros políticos de “izquierda”,.

Asimismo, tuvo padrinazgos priistas que lo ayudaron a llegar a la gubernatura. Los más visibles fueron Rubén Figueroa Alcocer y René Juárez Cisneros, quienes lo apoyaron a desviar votos del PRI y allanarle el camino en todas las regiones, permitiendo la inclusión del grupo cívico zeferinista. Este proceso de [cesión de derechos] para evitar rompimientos bruscos, de acuerdo a la óptica caciquil, se conoció como “la transición de terciopelo negro”.

Así que asegurar que no tenía o no tiene padrinos es una simulación tan grande como querer tapar el sol con un dedo, pues gracias a dichos apoyos, Torreblanca Galindo pudo adquirir presencia política. Estas “personalidades” tuvieron sus recompensas con increíbles concesiones, como la distribución general de fertilizante, carreteras renovadas para el autotransporte privado, etc.

En otro cuadrante Torreblanca Galindo fue generoso con puestos públicos para los herederos del renejuarismo y omitió investigar y condenar judicialmente a funcionarios de administraciones anteriores que se enriquecieron inexplicablemente. B.H.G. Ω

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