ANÁLISIS POLÍTICO Y SOCIAL, MANEJO DE CRISIS, MARKETING, COMUNICACIÓN Y ALTA DIRECCIÓN

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lunes, 13 de septiembre de 2010

ACAPULCO 2010 EN BANCARROTA



ACAPULCO EN BANCARROTA

Septiembre de 2010

Por Baltasar Hernández Gómez


Cualquier institución o persona física puede enfrentar la bancarrota cuando su estructura sufre impactos negativos por insolvencias jurídicas, administrativas, operativas o financieras que ponen en riesgo su funcionamiento. En 2010 Acapulco vive en quiebra, debido al pésimo desempeño de administraciones que, sin visión de futuro, pero sí con muchas ansias de poder político y económico, empeñaron la infraestructura y desarrollo del municipio catalogado como el más importante del estado de Guerrero por el nivel de ingresos que percibe anualmente. Hoy estamos al borde de la ignominia, pues el procedimiento democrático que estipula que el gobierno local debe ser renovado cada trienio, en cumplimiento de las normas y calendarios establecidos por los organismos electorales, estimula sólo permutas en cargos, géneros, promesas y estafetas partidistas, privilegiando el cortoplacismo e interés de grupo para operar proyectos con miras a conseguir mejores estadios en la intrincada red del sistema político.

En el periodo comprendido de 1999 a 2008 el Ayuntamiento de Acapulco fue encabezado por afiliados y miembros inscritos al Partido de la Revolución Democrática [PRD], que dieron prioridad al discurso y la acción de corte tribal (de 1999 a 2002 rodeándose de amistades pro-empresariales y los otros de 2002 a 2008 aceptando líderes sociales de ambulantes y precaristas, por citar sólo algunos), activando una política pragmática que ponderó el juego de posicionamiento en el organograma municipal. Muchos perredistas de nuevo cuño estuvieron por mucho tiempo en partidos de centro y derecha, principalmente en el Partido Revolucionario Institucional [PRI], pero al no encontrar apoyos se pusieron al servicio de los gobernantes negro-amarelo, a partir del año 2000.

El recuento de los daños provocados por las alcaldías priistas en más de siete décadas y los estragos creados en tan sólo un decenio de perredismo sometieron al municipio a un estado de emergencia. Aún cuando los errores a propósito o por omisiones pudieron ser solventados a través de reconversiones integrales (saneamiento financiero, austeridad, control de los recursos generales y principalmente el aspecto humano, deteniendo contrataciones o basificaciones), sin embargo esto prosiguió y la espiral de fracasos tocó fondo. Acapulco nunca recibió el tratamiento adecuado para alcanzar niveles aceptables de bienestar y operatividad, sino nada más paliativos que incrementaron el trastorno de Parkinson que padece en la actualidad.

En el año 2008 resurgió la figura de Manuel Añorve Baños (priista que creció bajo la protección e impulso del priismo y en específico de Ángel Aguirre Rivero) queriendo investirse del “nuevo guerrero del PRI”, a fin de de contribuir a la recuperación de la supremacía en esta región del estado, tal y como lo ha estado haciendo su partido en otras entidades federativas y el Congreso de la Unión, desde 2006. De cabo a rabo, la campaña “añorvista” usó y abusó de la propaganda audiovisual y de contacto directo, basándose en el enaltecimiento de quiméricos valores altruistas y espirituales con los que él y su esposa se acercan a la masa; en la distribución de agua potable en las colonias populares y la etiqueta de supuesta humildad y capacidad para solucionar los problemas más importantes de Acapulco.

Con el lema “Acapulco de 10” quiso darse “borrón y cuenta nueva”, así sin más, sin embargo, el día de las votaciones el abstencionismo imperó por el desencanto político hacia el subsistema electoral, PRD y otros partidos satelitales y, luego entonces, Añorve Baños se colocó la vestimenta del Cid Campeador, exhibiendo un fastuoso regreso con el emblema tricolor como estandarte victorioso a la tierra prometida de las que fueron sacadas “las fuerzas del bien” diez años atrás. Ya siendo gobierno en 2009, él, sus colaboradores de siempre, que con servilismo cumplen sus ordenamientos y caprichos, quisieron injertar la idea de que el añorvismo es la panacea para Acapulco y Guerrero. A lo largo del año y medio que estuvo al frente del gobierno municipal, Manuel Añorve puso al descubierto que lo que menos le interesaba era implementar medidas suficientes para colocar a Acapulco en el camino del desarrollo sustentable.

Resulta visible que Añorve Baños se dedicó a fomentar culto a su personalidad, utilizando con exageración el presupuesto público para exponerse como producto político vendible, a través de entrevistas arregladas para su lucimiento, spots comerciales, fotografías, espectaculares, giras de trabajo y boletines de prensa en los medios masivos de comunicación. Su rostro regordete y la conducta cuasi religiosa de su señora esposa fueron expuestos como elementos de cohesión, aderezando su táctica populista con un trabajo superfluo de remozamiento en lugares de gran afluencia de personas, con la intención de hacer creer que su gestión era de diez.

No obstante el derrame de dinero, el marketing añorvista no fue suficiente para ganarse el apoyo social, pues se generaron efectos contrarios, ya que la percepción generalizada hacia su labor es que se incrementó la corrupción, proliferó la obra pública deficiente, nepotismo, despotismo y menosprecio hacia las verdaderas causas sociales. Esto ha producido que exista un endeudamiento de 700 millones de pesos, lo cual está obligando al despido forzado a miles de trabajadores colocados por el presidente municipal anterior y por esta administración, así como la contratación de empréstitos para pagar aguinaldos, prestaciones y proveedores. Claro está, que en su defensa se echa la culpa a las pasadas administraciones, pero en la cotidianeidad se observa cada vez menos presencia para realizar obras.

La dotación de servicios públicos es deplorable: 1) El agua potable, que fue uno de los puntos centrales de su campaña todavía no llega a la mayoría de las colonias de Acapulco, lo que provoca disgustos en ciudadanos e iniciativa privada, que tienen que desembolsar cantidades elevadas de dinero para la adquisición de contenedores móviles del vital líquido, a fin de solventar las necesidades en el hogar, hoteles, restaurantes y negocios mercantiles diversos; 2) La obra pública de reparación y remodelación de avenidas es un completo desastre, pues el bacheo es de ínfima calidad: lo único que resalta es la construcción [mal planificada y no consensuada] del denominado puente elevado, que presumiblemente desahogará el tránsito en un tramo de 150 metros lineales en la segunda arteria vial del puerto (avenida Cuauhtémoc); 3) El grosor de las nóminas de personal se incrementó en 29%, lo cual abultó la nómina del Ayuntamiento, provocando un desfogue de recursos que bien podrían haberse direccionado hacia servicios de alumbrado, recolección de desechos sólidos y líquidos, agua y alcantarillado, luminarias y equipamiento urbano y rural, entre otras urgencias que exige la ciudadanía.

Manuel Añorve Baños dejó la presidencia y a todo Acapulco en bancarrota -desde finales del mes de agosto del presente año- y asumió la candidatura del PRI a la gubernatura del estado. Entró a la campaña herido de muerte, pero él y sus seguidores no lo piensan así y mucho menos lo aceptan…..sin embargo…..Guerrero lo sabe. Sus defensores estaban seguros que la ola electoral exitosa del PRI a nivel nacional impregnaría por sí sola la candidatura, pero no contaban con el rompimiento de Ángel Aguirre Rivero y su inclusión como representante de la coalición PRD, Convergencia, PT y casi por seguro Panal y PAN (sea por la vía oficial o de facto). En el inconsciente colectivizado los acapulqueños sienten que han sido tratados como resortes para que el “Chucky” (mote que se le puso a Manuel Añorve desde hace años) brinque a la gubernatura. Por esto, desde hace tres días y después de un mes de permiso, el territorio municipal está en manos de José Luis Ávila Sánchez, quien llegó al Ayuntamiento como regidor, para luego pedir licencia a un cabildo subordinado y ponerse a la cabeza de la secretaría de Finanzas. Ahora, con el aval de los diputados locales, ocupa el rol de “guardaespaldas” como presidente sustituto.

Mientras le cuidan las espaldas, Manuel Añorve Baños está jugando a conquistar el poder Ejecutivo estatal y Acapulco es apretado en un nudo de complicaciones: inundaciones, cráteres en las calles, desabasto de agua potable, aguas residuales sin tratar, recolección de desechos deficiente, abultamiento de personal de confianza y basificado sin sustento, así como inseguridad pública y nula protección civil.

¿Qué sucederá cuando regrese a la presidencia derrotado? ¿Se le creerán sus discursos cuando se ha comportado como un filibustero de la política? ¿Podrá entablar una relación sana con el próximo gobernador, tal y como lo hiciera -por vías todavía inexplicables para el entendimiento mundano- con Zeferino Torreblanca Galindo? ¿Podrá seguir gobernando con un equipo que desde ahora anda desperdigado, trabajando en dos o más bandos con lealtades muy frágiles? ¿Sabrá gobernar con funcionarios cuya soberbia ya no les cabe en el pecho, como por ejemplo José Luis Ávila Sánchez, que se puso la etiqueta de “presidente” con singular alegría y que le será muy difícil volver al redil de la obediencia cortesana?

Muchas personas ven por adelantado el retorno cabizbajo de Añorve Baños. Sus obsesiones se volcarán en miedos, en una sed imparable de enriquecimiento personal y en el blindaje excesivo para no caer en auditorías o juicios políticos. Volverá para desquitarse de sus “paisanos”, enrolar con más ahínco a mujeres guapas y aliados en la administración municipal, actuar como presbítero sanador para arrimarse un poco de legitimidad social, esa que está perdiendo por sus ansias desaforadas de poder. Allá sus colaboradores, esposa, hijos, amistades y familiares, pero ¿Qué culpabilidad tienen los acapulqueños para seguir padeciendo el “síndrome del simulador” que destroza el tejido ciudadano a mil por hora?

Setecientos millones de pesos de deuda más lo que se acumule, es la realidad con la que vive Acapulco y que seguramente será redimensionada con préstamos bancarios o devoluciones de partidas para los próximos años, lo cual postrará a sus habitantes en una situación de colapso. B.H.G.

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