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lunes, 21 de junio de 2010

ES MEJOR SER TEMIDO QUE AMADO: Maquiavelo en el siglo XXI


ES MEJOR SER TEMIDO QUE AMADO.
Maquiavelo en el siglo XXI.
Por Baltasar Hernández Gómez.


Aunque las nuevas generaciones quieran arrumbar a Nicolás Maquiavelo en la valija de lo arcaico, sus enseñanzas aún tienen mucha validez para las clases hegemónicas, ya que la política como técnica de poder requiere de la aplicación de estrategias para alcanzar eficacia en su gestión. Determinar si es mejor ser temido, que amado reviste gran importancia, en virtud de que muchas personas introducidas en el ambiente de lo político no siempre cuentan con los puntos de equilibrio para realizar sus actos con efectividad: unas veces liberales, otras con carácter impositivo y las muchas con una imagen mercadológica que anuncia un producto lleno de bondades, aciertos y promesas, no alcanzan a construir una esfera consolidada, conservando a forciori vertientes ortodoxas o simplemente valorativas, que les van restando permanencia.

La consigna “Es mejor ser temido que amado” representa uno de los vértices más representativos del pensamiento maquiaveliano, pues se basa en la eficacia de la política en acción, a fin de guardar sitios de ponderación entre el amor (conseguido por la afectividad que produce el binomio sensaciones/hechos) y el temor (actos de autoridad desplegados en espacios y tiempos diferenciados). El temor no aparece visible en un primer momento, pero es indiscutible que se puede palpar en las realizaciones políticas, sociales y administrativas de los gobernantes y sus múltiples influencias en el corpus social. El temor se aloja en el inconsciente colectivo e individualizado que es incluido posteriormente en las conductas, lo cual produce un desenvolvimiento controlado debido al carácter obligatorio y consensuado hacia los cánones impuestos por la dominación política.

En contrapartida, el amor tiene un carácter interno, es decir, se origina en la relatividad de los sentimientos individuales, los cuales se insertan en las relaciones culturales, económicas y cotidianas que tienen que ver con las apreciaciones colectivizadas. El amor es un concepto espinoso de clasificar, pues abarca una y n visiones con las que se puede valorar la realidad. Ser amado tiene una implicación subjetiva, que se limita a constantes vaivenes entre lo que se piensa, se quiere y se obtiene finalmente. Por tanto, es inconstante y difícil de acotar en los parámetros de control organizacional.

Quien ofrece o acepta el amor lo hace en una temporalidad delimitada, toda vez que dicha emoción está inmersa en las evaluaciones existentes de necesidad, satisfacción, soledad, interés o conveniencia que poseen los sujetos sociales. Quien se siente amado convoca a la pasión y no a la razón, lo que se traduce en arquetipos axiológicos que distan mucho de ser verdades a toda prueba, o bien, pronosticables. Como ejemplos refiero lo concerniente a la belleza física, el cumplimiento de satisfactores, apoyos incondicionales, status, etc. Por otra parte, quien siente temor no se paraliza del todo ni tampoco origina odio hacia el hacedor de una instrucción, sino que queda supeditado al proceso de autoridad que desarrollan los detentadores del poder.

Quien teme está reconociendo la rolificación de los modelos de coexistencia y Nicolás Maquiavelo admitió que es preferible “Ser temido” porque esto se trueca en sujeción y aceptación interiorizada, así como adecuación externa. “Ser amado”, por el contrario, es volátil, ya que obedece a la percepción de las habilidades y atenciones del político, gobernante o patrón, pero nada más. Si el gobernante queda encadenado a “Ser amado” obtiene subordinación a la subjetividad, ya que esta apreciación no es controlada ad infinitum ni mucho menos otorga un rango de confiabilidad imperecedera. Si el político toma la ruta de “Ser temido” puede conseguir mayor certidumbre en la consecución de sus tareas de poder, pues impacta en los sitios de respeto a la legalidad, a la fuerza y labor culturológica de su estadía, que le da total influencia para la modificación de formas y contenidos sociales.

A simple vista el amor se presenta como el elemento más sublime de la humanidad, pero esto es relativo, toda vez que amar a alguien o algo es instalarse en arenas movedizas. El amor puede desaparecer en el momento en que el “amante” deja de poseer o sentir bienes y servicios materiales o espirituales de la otra persona. Por el otro lado, el temor hace que los sujetos sociales tengan aprensión al castigo o a la pérdida, situación que los hace permanecer siempre a la expectativa de los pasos siguientes que lleve a efecto el hacedor de las órdenes.

En la filosofía popular hay un credo que establece “hay que sumar amigos y no enemigos”, sin embargo, este juicio no aplica en los casos de la realpolitik, toda vez que no hay tasación de lo bueno, malo o feo y mucho menos de la capacidad para preservar la funcionalidad del poder basado en correlaciones sociales y personales, que resultan etéreas y modificables al menor asomo de interpretaciones erróneas o cambios bruscos en el contexto.

Cuando una persona o institución política está en la cúspide es irrelevante que opere poniendo como su principal mecanismo de dominación la proliferación del amor. Nicolás Maquiavelo no señaló que un gobernante obtendría, mantendría y aumentaría su poder por medio de querencias, sino a través de la vigencia de sus actos, poniendo en uso su imagen, marco legal y uso selectivo de la fuerza psicológica, cultural y física. Esto no significa que el gobernante deba despreciar tácticas que busquen la acumulación de afinidades, sino que debe actuar teniendo en consideración el control permanente del todo social y sus partes.

Maquiavelo enseñó que tiene que construirse -al unísono- un método estructural y flexible que se adecue a las circunstancias prevalecientes en la dominación política, ya que los subordinados optan por desenvolverse en el juego de pasiones y aspectos valorativos (sentirse importantes, amados, satisfechos, bien tratados, etc.). por lo mismo resulta intrascendente que los gobernantes se sometan al imperio de la pasión, o sea, de sentirse amados por las mayorías, en cualquier sitio o temporalidad, pues es más relevante que actúe con programas y acciones que resalten el control por medio del status quo, así como el proceso de quita de aquellos grupos que presionan, cambian de opinión, se rebelan o abstienen.

El amor es una sensación factible de cambios, por lo tanto se puede quedar a expensas de la ingobernabilidad o desgaste de poder. La reprimenda verbal y corporal, que cuenta con el respaldo de las normas legales contra quienes no acatan disposiciones, ofrece la suficiente confiabilidad para erradicar cualquier tipo de valoración sobre las condiciones de perdón u olvido, que a la larga pueden convertirse en una cadena de escenarios inestables.

Los detentadores de poder deben tener presente cuáles son los instrumentos más efectivos para la dominación: cuando sea necesario abrir los espectros de bondad, tendrán que ser visibles y emotivos, pero cuando haya situaciones especiales deberán ser capaces de asestar impactos contundentes que traigan respeto y sujeción a lo determinado. Desde este cuadrante de poder, Maquiavelo asumió que hay personas que asumen estar bien con lo ya dado y sólo basta perpetuar el establishment, para tenerlos organizados. Otras personas tienen que ser sometidas a la reforma de sus paradigmas cognitivos y de conducta para legitimar y luego reproducir el ambiente imperante. Y otras que no entienden por ninguna de las vías antes descritas, a las que se hace imprescindible aplicar medidas de fuerza (Althusser los denomina aparatos represivos del Estado), la homogeneización de la cultura de masas y el bombardeo propagandístico de acciones que benefician a la clase dominante, pero que se hacen sentir como intereses generales.

Medidas dolorosas ¿Para quién? Amor al político o gobernante ¿Por cuánto tiempo? Maquiavelo subrayó que es mejor ser temido que amado en su justo medio y no alardear cuando se trate de imponer un programa, sino realizarlo aplicando las acciones necesarias y sin conmiseraciones, a efecto de no retrasar o impedir su cumplimiento. La historia de la humanidad nos da prueba de ello, ya que los estadistas -en diferentes tiempos- han aplicado esta consigna maquiaveliana y no se sostuvieron por ser depositarios del amor de sus pueblos, sino por el engrandecimiento de su capacidad para generar obediencia, tanto en aliados como enemigos. B.H.G.

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2 comentarios:

A las 21 de junio de 2010, 15:54 , Blogger Arte y Cultura zaarxx ha dicho...

Orale, yo al respecto acabo de desarrollar una teoría, que mas o menos tiene que ver con el tema. Se trata de que el mundo se divide en tres clases de personas: los listos, los justos y los tontos. Los listos son gente de éxito, como los políticos y gobernantes, por mencionar algunos, pero también entran empresarios y demás gente rica que gusta de vivir muy bien (lujosamente) y para esto aplican la de Maquiavelo. "el fin justifica los medios". Pero los buenos listos la aplican al extremo, y por tanto siempre andan chingando a los tontos, que son esos que no saben que onda con su vida, que no saben lo que quieren, que no les late estudiar ni cultivarse ni nada, que viven a lo pendejo, los que se dejan, a los que les vale, esos que son felices estando jodidos (que es la mayoría de la población mundial, me temo). Y por ultimo entran los justos, que son el lado bueno de los listos. Toda esa gente que simplemente quiere vivir cómodamente haciendo lo que mas les gusta, de los que dedican su vida a una causa, a cambiar el mundo a su manera, muchos defendiendo a algunos tontos e intentando abrirles los ojos. Creo que en el mundo se debate la eterna lucha entre listos y justos, pero los primeros siempre ganan, por que a los justos los detiene su conciencia moral y tienen bien presente que el respeto al derecho ajeno es la paz, en cambio a los listos, no les cuesta trabajo matar a un montón de justos cuando les hacen estorbo para lograr sus objetivos.

Usted menciona: "El bombardeo propagandístico de acciones que benefician a la clase dominante, pero que se hacen sentir como intereses generales", otra razón por la que los listos ganan, por que viven haciendo al pendejo mas pendejo, y lo hacen estar feliz con su infelicidad, haciendo torneos de fut bol, por ejemplo, que enriquecen a unos cuantos, empobrecen a otros, pero que lo pintan como si fueran épocas de éxtasis y orgullo nacional. Nacionalismo representado en 12 pendejitos que aveces ni siquiera juegan bien, pero que ganan mas que alguien que deberás hace algo por la nación y la humanidad, como científicos y filósofos, que piden a gritos el apoyo federal (lo sieto, pero en estas fechas mas que nunca, me choca la industria del fut)

Y bueno, en general esa es mi teoría, podría escribir todo un libro sobre eso, y de hecho ya lo estoy haciendo. Definitivamente creo que Maquiavelo era un listo y todos los que a lo largo de la historia han aplicado sus consejos también. Por desgracia el mundo esta lleno de listos y atascado de tontos, pero hay muy pocos justos.

Le mando un cordial saludo, lamento nunca antes haber comentado, pero es que tengo que admitir que su narrativa se me hace algo compleja y difícil de entender, y no me gusta comentar cuando no acabo de entender lo que me están diciendo, pero esta vez tenía que ver con esta idea que se me ocurrió mientras leía sobre historia de México y ahora si que lo entendí, bueno no del todo, pero basto para que expusiera mi teoría.

Me despido y lo invito a visitar mi blog, que ahí poco a poco voy armando, http://kabalternativo.blogspot.com/
que tenga buen día (o noche)...

 
A las 28 de octubre de 2012, 12:04 , Anonymous Anónimo ha dicho...

chada

 

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