ANÁLISIS POLÍTICO Y SOCIAL, MANEJO DE CRISIS, MARKETING, COMUNICACIÓN Y ALTA DIRECCIÓN

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lunes, 16 de agosto de 2010

MEJORAMIENTO DE LA COMUNICACIÓN PERSONAL


CÓMO MEJORAR LA COMUNICACIÓN PERSONAL
Por Baltasar Hernández Gómez


La comunicación personal no se limita a encuentros puramente intrascendentes, sino que abarca todas las expresiones de contacto directo que desarrollan las personas al relacionarse en sociedad (en los ámbitos personales, familiares, profesionales, laborales, educativos y humanísticos). Si las conductas comunicativas se mejoran pueden apoyar a la resolución de las distintas problemáticas que se vayan dando en cada uno de los ambientes de interacción cotidiana. De no ser así, en lugar de que se geste una dinámica de manejar conflictos, éstos se agravarán.

A través de la presente síntesis trataré de brindar algunos aportes para el mejoramiento de la comunicación personal. Inicio con los siguientes elementos:

• Al iniciar una conversación debe desenvolverse con naturalidad, interés y empatía.
No inicie ningún tipo de comunicación con actitudes negativas o cerradas. Al contrario, súmese al ritmo del encuentro. No exagere ni disimule utilizando poses fuera de lugar. Actúe con extrema naturalidad.

• Al mantener una conversación tiene que hacer uso de proactividad en el habla, saber escuchar y estar en un estado de relajación.

No rebase los límites: guarde el justo medio en el proceso de hablar y escuchar. Ponga mucha atención a sus interlocutores y otórguese el tiempo suficiente para transmitir sus inquietudes. Relájese y no mantenga posturas rígidas que lo hagan sentir o parecer incómodo. Hable y espere la respuesta, manteniendo una dinámica fluida, para no abrumar a sus interlocutores.

• Al pedir algún “apoyo” debe desprenderse de cualquier tipo de temor.

Quienes interactúan eficazmente saben lo que necesita o desea alguien en un momento determinado, sin embargo esto no siempre es lineal. Por eso es conveniente emitir indicios de los requerimientos que se quieran de las otras personas, y si se da el caso, pedir directamente “apoyos”. Resulta imprescindible asumir que se tiene “derecho” a pedir “favores”, ya que a la otra persona siempre le queda la libertad para dar o negarlos. Hay que evadir el temor a recabar una negativa sobre lo solicitado o a deber favores si hay una respuesta positiva. Inténtelo siempre y punto.

• Al rehusar peticiones se tienen que ofrecer explicaciones suficientes sin titubeos o engaños.

Al rehusar un “favor” se deben dar ciertas explicaciones. Si resulta imperativo dar una contestación negativa a una “ayuda” pedida por otra persona, tiene que ofrecer explicaciones escuetas, pero bien fundamentadas. Ofrezca un argumento sólido que demuestre que estuvo atento de la inquietud que generó la petición.

Hay que estar alerta ante manipulaciones desplegadas en tales situaciones, como por ejemplo, los halagos indirectos ("como eres tan buena persona pensé que me ibas a ayudar"); la crítica ("nunca más volveré a pedir nada") o los sentimientos de culpa ("me dejas solo y con las manos atadas"). Aunque hay comprensión y preocupación de las razones del demandante, tiene que mantenerse firme en su postura o flexibilizarse ante un posible cambio de último momento.


• Al responder a las críticas se debe hacer uso del raciocinio y la ponderación.

Cuando se reciben críticas se perciben ataques, creyendo que hay una generación de ofensas hacia su persona. Evite permanecer en estado defensivo o devolviendo las supuestas “agresiones” sin mediar inteligencia y calma. Es mejor que identifique los aspectos objetivos de la crítica y hable sobre ellos, desterrando la contraofensiva sistemática de “agredir” sin ton ni son.

• Al aceptar o rechazar a otras personas tiene que actuar con firmeza sin exageraciones ni altanería.

En las relaciones sociales se dan situaciones paradójicas: se “aguanta” a quienes caen mal y se espanta a quienes se aprecia. Si se desea evitar una compañía o establecer una comunicación y mantenerla, se debe adoptar una actitud de seguridad/firmeza. Para ello, debe utilizar protocolos de acercamiento (sonreír, sostener la mirada, orientar el cuerpo hacia la otra persona y demostrar con palabras y hechos nuestro interés por lo que permea el ambiente).

Si se opta por el “rechazo” tiene que demostrar, lo suficientemente claro, signos de desinterés o hastío, dando respuestas evasivas o monosilábicas. La despedida cortés es una salida decorosa y eficiente.


• Al admitir desconocimientos se debe asentar que no hay por qué saberlo todo.

No hay por qué saberlo todo. Es molesto toparse con personas que lo saben todo, que cuando se les va a contar algo contestan invariablemente "sí, ya lo sabía" o "qué me vienes a decir tú". Esto sólo proyecta una imagen negativa a la que todos quieren rehuir. No hay que producir pensamientos internos como "qué van a pensar si digo que no lo sé" o "yo ya tendría que saber estas cosas", pues esto sólo perjudican la relación y posicionamiento con los demás.

Escuchar y reconocer son atributos positivos para una persona que quiere ser empático y eficaz en sus cometidos.


• Al reconocer errores haga notar prestancia, pero al mismo tiempo humildad.

Todas las personas cometen equivocaciones y es de personas sensibles y responsables reconocerlo. Quienes lo admiten -en el momento preciso- gozan de prestigio social, ya que ocultar los errores es una muestra de insensatez o debilidad disfrazada. Se debe reconocer con elegancia y humildad los equívocos sin permitir que los demás se sientan superiores o hagan mal uso de tal situación. Hay que evitar pensamientos y actitudes negativas como “por qué soy tan torpe”, toda vez que esto lo sumiría en la desesperanza. Reconozca, asimile y actúe.

• Al recibir cumplidos sea ecuánime y manténgase sereno.

Cuando las personas lo reconozcan o le agradezcan un hecho específico no recurra a la falsa modestia. Cuando los cumplidos son sinceros tienen que aceptarse con serenidad y agrado, ya que son valoraciones positivas que lo proyectarán con una imagen de contundencia. Nunca devuelva el cumplido sin mediar mérito alguno ni minimice sus logros. Lo mejor es agradecer y hacer comentarios como "la verdad es que me ha costado mucho hacerlo" o “me alegro que te haya gustado lo que hice".

• Para finalizar un encuentro sea directo y vaya al grano.

Cuando desee que un encuentro concluya, debe estar convencido de que tiene el
derecho a elegir y a manifestar con claridad si se quiere estar o no con cierto tipo de personas. Evite los pensamientos que induzcan a creer que es de mala educación interrumpir a otra persona. Es suficiente con estipular: "perdone la interrupción, me tengo que retirar".


La comunicación personal está basada en una serie de conductas que expresan sentimientos, actitudes, deseos y proyecciones que, de una manera adecuada, lo situarán en el lugar deseado dentro de una relación interactiva. Algunas personas tienen ciertas habilidades sociales de forma natural, casi innata, y las aplican cotidianamente sin esfuerzo alguno. Sin embargo, los que no las tienen no deben sumirse en el desánimo, porque la capacidad de relacionarse con los demás es susceptible de ser aprendida y, por tanto, mejorada de forma continua.

Si esta premisa se adhiere a las conductas personales habrá una mayor posibilidad de obtener de los demás algo positivo para su vida (solicitar un empleo, relacionarse con compañeros de trabajo, familiares o superiores jerárquicos, así como convencer de nuestras posturas o planteamientos). Las personas con habilidades sociales, tienen más alta probabilidad de alcanzar sus objetivos y mantener una buena relación con las personas que los rodean, lo cual potencia su efectividad. Por tanto, es posible desarrollar una serie de técnicas para aprender y poner en práctica un proceso de comportamientos y competencias que permitan conseguir más y mejores instrumentos de comunicación directa.

El lenguaje no verbal juega un papel muy importante y por lo mismo uno de los elementos primarios es el “juego” de las expresiones del rostro, pues revela emociones, tales como: miedo, rabia, desprecio, alegría, tristeza, sorpresa, entre otras. Así pues, la mirada debe mantener un contacto directo con el o los interlocutores, es decir, habrá que mirar a los ojos o a la zona superior de la cara de los “otros”, ya que esto coadyuva a establecer contacto pleno y cercano.

Dependiendo cómo sean estas miradas pueden expresarse las emociones del instante con la precisión que requiere su estrategia de posicionamiento. Ha sido comprobado que se considera más cercana a las personas que miran más a su interlocutor, pero esto no es así si existe una mirada fija y dominante (intimidatoria). Por el contrario, cuando se mira poco puede significar timidez, debilidad o evasión.

La mirada acompaña siempre la emisión de mensajes: si se mira cuando se escucha o habla se establece una comunicación personal fluida e interesante. Por ejemplo, si se observa a los ojos cuando se habla o se está atento de lo que haga la otra persona, el mensaje transmitido resulta convincente. La sonrisa casi siempre denota cercanía, suaviza tensiones y facilita la comunicación, pero si el gesto sonriente expresa ironía o escepticismo puede representar rechazo, indiferencia o incredulidad. Sea fluido y abastézcase de equilibrio en la utilización de esta práctica

La postura corporal: los movimientos del cuerpo expresan cómo se siente interiormente la persona según sea la forma de sentarse, caminar, gesticular, intercambiar ideas, proponer planteamientos, etc. el desenvolvimiento kinésico puede trasmitir escepticismo (encogimiento de hombros); agresividad (apretando los puños); indiferencia (haciendo todo lo posible por ignorar cuando alguien quiere transmitir algo).

La distancia física entre personas también indica proximidad emocional: dos cuerpos cercanos expresan contigüidad afectiva; volver la espalda o mirar hacia otro lado es una manifestación de rechazo o desagrado, o por lo menos de no estar en interés común.

Un cuerpo contraído expresa decaimiento y falta de confianza. Un cuerpo expandido, todo lo contrario. Los movimientos que se producen con las manos y la cabeza acompañan y enfatizan lo que se comunica con la palabra o el silencio. La voz acompaña e influye enormemente a la palabra expresada y por ello los conceptos intercambiados con entonación diferente trasmiten sentimientos distintos, que van desde la ironía, ira, excitación, sorpresa o desinterés hasta comunicar todo lo opuesto. Una conversación que se mantiene siempre en el mismo tono resulta monótona y aburrida, suscitando poco interés.

Haciendo uso de lo anterior puedo afirmar que se puede comunicar mejor quien “ejerce” modulaciones de voz a lo largo de su charla. El tono, que se descuida normalmente, es tan importante como el mismo contenido de las palabras. Luego entonces, un volumen alto de voz expresa seguridad y dominio de la situación, pero cuando se eleva en demasía puede producir rechazo y connotar agresividad. El volumen bajo, por su parte, puede sugerir debilidad o falta de confianza en uno mismo, pero también confidencialidad y cercanía. Todo en su justo medio.

La fluidez de la palabra y el ritmo: la utilización o repetición de “muletillas”, frases hechas y/o de relleno, así como titubeos provocan impresiones de inseguridad, monotonía e incluso desconcierto. Todos estos elementos de conducta comunicacional son herramientas de nuestra forma de ser y estar en sociedad, pero bien articulados, ayudan a eficientar la comunicación personal.

¿Cómo mejorar nuestras habilidades sociales?

1.- Saludar y presentarse con naturalidad; 2.- Mirar a los ojos cuando se habla; 3.- Hacer algún cumplido sobre la otra persona a la que se le habla, sin resultar adulador ni demasiado condescendiente, tratando de transmitir imagen positiva sobre las personas que rodean y también de los ausentes; 4.- Comentar o preguntar sobre la situación común que se está tratando, que suele ser uno de los motivos principales del encuentro; 5.- Realizar algún tipo de pregunta sobre lo que se conoce de los interlocutores: sobre el trabajo, la familia, etc. No toque temas candentes (religiones, filosofía, partidos políticos, líderes, etc.) para no introducirse en un túnel sin salida.

Se debe evitar:

A.- Hablar con ironía, tocar temas “escabrosos” o de difícil manejo; B.- Pronunciarse negativamente sobre personas presentes o ausentes; C.- Ser dogmático en las apreciaciones sobre algo o alguien; D.- Arrancar la conversación con comentarios indiscretos o fuera de lugar; E.- Hablar con voz exageradamente alta o desmesuradamente baja; F.- Adoptar posturas corporales incorrectas o poco elegantes.

Hay que dar señales con palabras o actitudes que se está atendiendo a los interlocutores y preservar el contacto visual, al mismo tiempo que entablar mensajes sobre algo que esté relacionado con lo que la otra persona comenta.

Si se elige cambiar de tema, se tiene que avisar anticipadamente con elegancia, tratando de no imponer, sino sugerir tópicos distintos igualmente importantes del que ya se agotó. Nunca hay que excederse en el habla ni en la escucha. Trate de ofrecer respuestas a cuestionamientos sin rodeos. Evite las expresiones verbales monosilábicas o gestos de impaciencia y/o nerviosismo. (Síntesis de investigaciones que se encuentran en el curso de alta dirección planificado por el autor) B.H.G.

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