ANÁLISIS POLÍTICO Y SOCIAL, MANEJO DE CRISIS, MARKETING, COMUNICACIÓN Y ALTA DIRECCIÓN

Este es un espacio para conceptualizar, analizar, efectuar crítica y proponer estudios sobre política aplicada, marketing, comunicación, educación, métodos aplicados, alta dirección y proyectos sustentables. Contacto:baltasarhernandezgomez1@hotmail.com, baltasarhg@gmail.com

jueves, 26 de marzo de 2009

CULTURA Y DOMINACIÓN: MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN EL SIGLO XXI


CULTURA Y DOMINACIÓN: LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN EL SIGLO XXI
Conferencia dictada por M.C. Baltasar Hernández Gómez
en la Unidad Académica de Contaduría y Administración de la UAG, 25 de marzo 2009.

Los medios de comunicación modernos no son como muchos piensan, el vehículo del reflejo de la realidad, son más bien instituciones que se ponen “en medio” entre lo público y lo privado, entre lo macro y lo micro, para transmitir una serie de valores, pensamientos, principios y sobre todo una visión política, económica y cultural del mundo y de cada una de las regiones donde están asentadas.

Por eso, cuando nos referimos a los medios de comunicación en el siglo XXI estamos denominando al conjunto de empresas que tienen como meta el entretenimiento y la puesta en marcha de modelos adecuados al sistema de vida imperante. Los medios luego entonces, forman parte de los aparatos ideológicos -la supraestructura- que modela el pensar y actuar de las masas. Todo esto incide de lleno en la percepción y aceptación del Poder.

La lógica del gran capital, que ahora apreciamos en su fase de desarrollo globalizador y su ideología neoliberal se ha impuesto en todos los rincones de la vida social. Los medios de comunicación generan una millonaria suma de intereses y ganancias, que están interconectadas con los propósitos de dominación sociopolítico y económico de los Estados nacionales.

La utópica creencia de que los medios masivos de comunicación son gratuitos, limpios de ideología y hasta democráticos-plurales se ha convertido en un elemento que distorsiona el entendimiento de lo que ocurre verdaderamente en el mundo y en cada uno de los países. Más allá de esta falacia nos encontramos ante una nueva situación, que puedo describir como la “era del acceso”, que no se trata de la libre entrada al mundo informado, sino a los caminos de uniformidad cultural que hace de todos los sujetos sociales entes consumidores y reproductores del status quo y del equilibrio sin disfunciones que tanto desea la clase dominante.

La transnacionalización de los medios de comunicación y sus productos trae aparejada un conflicto de modos de pensar y ser, que afecta a las identidades nacionales, porque las homogeneiza en el eje de mantener las cosas como están o como quisieran que estén. Pareciera que los programas televisivos, radiofónicos, de internet, revistas, periódicos fueran hechos al azar, pero no. Todo está perversamente planificado para cumplir con el cometido de dominación (tangible e intangible), a efecto de llegar al punto de no oponerse al proceso hegemónico en lo político y en lo social.

La globalización de la cultura deja a un lado las tradiciones culturales, imponiéndonos lo “nice” lo ultramoderno y válido universalmente. Esto deja inexorablemente a las costumbres regionales en el vacío de ir desapareciendo, o bien, confinadas a algún museo de los recuerdos. Sin parecer catastrofista pienso que estamos contemplando el derrumbamiento de la noción humana de diversidad, para dar paso a una falsa opinión de que si todos pensamos y actuamos igual lo demás no importa. La aldea global pareciera ser la meta a alcanzar, pero no para respetar más lo nuestro y de todos al mismo tiempo, sino para que todos caminen por la misma senda de la competencia feroz en los diferentes planos de la vida.

Es mejor ser “Gaviota, Jennifer López y llegar a rico a través de programas de concursos millonarios”, que analizar la realidad donde nos encontramos. Para qué comer comida casera, si existe la Coca Cola, Mc Donald, Kentucky Fried Chicken y una variedad de hornos de microondas que todo lo hacen y todo lo pueden.

Pierre Bourdieu en su libro Lenguaje y poder simbólico dice que en cada sociedad se hallan un conjunto de personas que se adjudican la supremacía de los conocimientos e información, traducidas en palabras e imágenes, las cuales luego se imponen como creencias, opiniones y estilos de vida de los demás. Los medios de comunicación, a través de sus múltiples y variados programas se erigen como instituciones que manipulan el campo cultural, así como dan líneas para legitimar/legalizar el Poder (político y económico).

Desde esta perspectiva puedo señalar que las maneras de pensar y actuar en sociedad originan la aceptación y manutención del Poder. Y aquí radica la importancia de los medios de comunicación, porque son ellos, el instrumento transportador y afianzador de lo que sienten como suyas las personas. Quién puede oponerse a que el amor no es más que encuentros rápidos uno tras otro; que lo más importante es trabajar para vivir y no vivir para trabajar; que no vale la pena enfrentar al sistema democrático impuesto y nada más someterse a los planes electorales cada 3 ó 6 años; comprar en los supermercados comida orgánica y no en el mercado; por qué vestirse en forma diferente a los protagonistas de RBD si las otras prendas son autóctonas o pasadas de moda.

Por lo mismo, los medios de comunicación prefieren mantener su dominio informativo y cultural hasta el más mínimo detalle, utilizando a la tecnología en el montaje de imágenes, sonido, trazos y colores, aderezados de voces y cuerpos esculturales que comunican los miembros de las grandes corporaciones financieras o mercantiles de cada país y en forma global. Para ellos lo trascendental es ubicar a todos en una misma identidad cultural.

Los Estados nacionales, es decir, la estructura política y económica que posee los medios de producción y por ende, en este caso, de los medios de comunicación buscan instaurar a cómo dé lugar una zona de libre tránsito de ideas, valores y modos de ser. Ya sin fronteras que defender, la globalización se encaja como única vía para que todas y todos (diría el ex-presidente Fox Quesada en México) tengamos una misma visión del mundo, desde que nos despertamos hasta que otra vez pongamos la cabeza en la almohada.

Sin embargo, las contradicciones de la realidad ahí están y aún cuando muchos piensen que llegará el día de Yo Robot, el Mundo Feliz, El Quinto Elemento o cualquier producto que avizore futuros uniformados, robotizados y sin crítica, lo que realmente se vive representa la mayor parte de los ojos que finalmente se abrirán. La brecha entre la sociedad y sus gobernantes; entre los que no tienen nada que comer y los que poseen las mayores fortunas; la “envidia” que producen los artistas que con nuestro dinero viven con riquezas que ya quisiera tener Burundi, Ruanda u otro país subdesarrollado, es la que finalmente abrirá la mente y el corazón y luego entonces se caminará en otra dirección no fantasiosa.

Cuando más de la mitad de la población mundial vive en pobreza extrema y pobreza a secas (el 65% en nuestro país está en esta situación y poblaciones catalogadas como las más pobres de las pobres a nivel internacional, como el caso guerrerense de Metlatónoc); cuando más del 60% de las niñas y niños están destinados a morir o no crecer adecuadamente por la falta de alimento, educación, salud y amor, no habrá medios ni gobiernos que puedan contra la acción de mujeres y hombres que enarbolen lo más puro del género humano: la dignidad para vivir y ser mejores.

No basta decir no a los medios de comunicación……….se debe actuar: leyendo, conversando sobre el estado de cosas que pasan en el mundo de la vida, ser generosos con las personas que nos rodean, valorar a la educación como un elemento de conocimiento significativo, de convivir mejor y con calidad con nuestras parejas, amigos y familiares. Tenemos que ser y crear las condiciones materiales para implantar la democracia, no los domingos electorales, sino en nuestro hogar, con los hermanos, amigos, compañeros de trabajo, condiscípulos de escuela, nuestras parejas y en nuestro entorno vivencial (vecinos, pareja, etc.).

Debemos hacer frente a los medios de comunicación siendo críticos de los productos y no dejarnos embaucar como tontos por los cientos de programas que se transmiten para indicarnos cómo pensar, cómo vestir, como gesticular, qué palabras decir, cómo votar, cómo amar y hasta cómo ver al mundo en lo general.

La tarea no es fácil, pero tampoco imposible. Hay que hacerlo nada más. Gracias.B.H.G.

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lunes, 23 de marzo de 2009

LENGUAJES QUIMÉRICOS COMO MEDIO DE DOMINACIÓN


COMUNICACIÓN POLÍTICA: UN LENGUAJE QUIMÉRICO COMO MEDIO DE DOMINACIÓN.
Por: Baltasar Hernández Gómez

El verbo y la escritura son los elementos comunicacionales más sensibles, ya que las palabras dan significado abstracto de larealidad y ponen al género humano en un sitio donde es capaz de entender, analizar hasta transformar sus percepciones, sentimientos y juicios sobre lo que vive, sueña, desarrolla y aspira.

En la sociedad moderna el uso de lenguajes tecnificados tiene que ver con la especialización de las disciplinas científicas para expresar sus referentes metodológicos, teóricos y filosóficos, de acuerdo a un marco de conocimientos, que sintetice el entendimientos decategorías y fenómenos, intentando connotar la cosmovisión entre pares. Sin embargo, hay otros sectores, como el caso político, que encriptan el lenguaje con una alta dosis de sofisticación, para allegarse del control del pensamiento, interpretación y adjudicación de los quehaceres del Hombre, en un determinado espacio-tiempo de dominación.

Es muy común oír y leer una terminología especializada en los mensajes políticos y sociales (como sucede en los alegatos jurídicos, en los diagnósticos médicos, en las explicaciones de ramas de la física, astronomía, y en los discursos de la “clase política) que se transmiten para describir larealidad, lo cual produce alejamiento, desconfianza y apatía para la creación de fuertes y perdurables relaciones comunicativas y vinculatorias a través del lenguaje.

En el ámbito político, el supuesto halo de impenetrabilidad que envuelve al lenguaje (en elecciones, en funciones del Estado, en la lucha por el poder entre partidos, candidatos, sindicatos, grupos empresariales, de presión, etc.) no es una cuestión que pretenda elevar los referentes conceptuales para comprender la ciencia política o las acciones del Estado y su aparato de gobierno, toda vez que es utilizado para manipular las consciencias o por lo menos para “no hacerse entender”.

Esto ha resultado en una reducción de los horizontes proactivos para que la gente desarrolle, participación, responsabilidad y compromiso. La estrategia se funda en situar a los sujetos sociales en objetos receptores de los intereses del Estado y su clase dominante. Los conceptos han perdido su valor real de abstracción-concreción, convirtiéndose en palabras disfrazadas con las cuales se afirman consignas y pretensiones “entrelíneas” con un manejo del doble sentido. La “clase política”, verbigracia “familia politiquera mundial” usan un pseudo lenguaje hermético para ocultar sus metas personales o grupales.

El zon politikon institucionalizado fundamenta sus mensajes con textos barrocos, ya sea para enmascarar, decir que no se sabe algo, cambiar el sentido de “lo malo” por definiciones ambiguas o proferir ataques y hasta insultos que privilegian la irracionalidad de las emociones (discriminatorias, sensitivas, fóbicas, entre otras).

Hoy en día la democracia está sustentada en la capacidad comunicacional y pareciera que se ha retrocedido en el desarrollo de mejores sociedades, ya que las formas discursivas del lenguaje político son constituidas por diálogos inaccesibles. Las crisis económicas son caracterizadas por “procesos de equilibrio” donde las clases más depauperadas tienen que sufrir el embate de la pobreza. La violencia es clasificada como “un mal necesario” de las fuerzas del orden público” contra todo lo que signifique adversidad para el status quo. El pan nuestro de cada día está elaborado por ingredientes que ponen en la cima la confusión, para inhibir la comprensión y toma de decisiones racionales de los sujetos sociales. Por lo mismo, resulta vital que se empiecen a habilitar mecanismos de comunicación con un lenguaje público directo, objetivo y libre de trazos churriguerescos.

Hay un universo político circunscripto a los políticos y éstos a su vez están inmersos en lo mediático, lo cual convierte al lenguaje en un muestrario de interpretaciones puramente descriptivas para percibir al mundo de la vida. Las palabras expelidas por los políticos están inundadas de falsas aspiraciones y utopías sociales, de prejuicios, paradigmas y visiones de la humanidad que sólo buscan intereses ligados al poder político y económico.

Las actuales sociedades son torres de Babel donde se hablan diferentes idiomas para que las mayorías no entiendan su entorno y sí por el contrario, se sumerjan en el conformismo de dejar el estado de cosas imperante tal cual. La comunicación moderna está enfocada a ser transmitida por los mass media que no son -ni por asomo- reflejo de lo que pasa en lo social, sino más bien “recreadores”, que le dan estilo al lenguaje para alcanzar hegemonía e inyectar los parámetros valorativos de cómo pensar, vestir, comer, convivir, amar y actuar.

El Estado y los medios de comunicación hacen una dupla para sostener y acrecentar los niveles de dominación social, predisponiendo a las mayorías a un tipo de comportamiento adecuado a los modelos sociales, económicos y culturales. Con ello se produce y reproduce legitimidad, legalidad, ganancia material e individualismo.

Ante la cada vez mayor fragmentación de los agentes mediadores tradicionales como los partidos, sindicatos, líderes de comunidad, etc., El Estado ha construido un nuevo tipo de régimen: el mediático. ya no se requiere de sistemas dictatoriales para dominar a millones de ciudadanos; no se necesitan invasiones con fusiles ni golpes de Estado, pues basta con ocupar los medios de comunicación electrónicos para hacer valer la dominación sin “disfunciones” que pongan en peligro al poder.

Un régimen mediático que difunde lenguajes crípticos, imágenes y audiciones homogéneamente pervertidas no tiene necesidad de sancionar con penas corporales a los que están en su contra, en virtud que les aplica el exilio o el silencio (quien no se ve ni se oye no existe, parecieran decir los aduladores de los medios).

¿Cómo hacer que las personas desatiendan los discursos atiborrados de frases indescifrables? ¿Qué se debe hacer para develar que tras la comunicación audiovisual críptica se encuentran escondidas las intenciones del estado y la clase dominante, para que sea casi imposible entendernos?

La tarea es ardua, pero no imposible. Debe darse una reeducación social desde la casa, la escuela, centros de reunión y trabajo para desenmascarar el proceso de legitimación política, como son la lealtad partidista, las elecciones internas y constitucionales, subrayando que no son las únicas vías para alcanzar mejores estadios de vida.

Hay que destacar que la actividad social horizontal en la familia, calle, colonia y ciudad es un camino válido y concreto para decidir los métodos y las formas de convivencia para el desarrollo sustentable. Se tiene que Desconocer al modelo de democracia procedimental, que establece actividad sólo en tiempos de elecciones y nada más, construyendo en paralelo mecanismos de acción colectiva bajo un esquema de cumplimiento comprometido, para así acceder al equilibrio social con armonía. B.H.G.

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viernes, 20 de marzo de 2009

POLÍTICA: ¿MEDIACIÓN O MEDIATIZACIÓN?


POLÍTICA: ¿MEDIACIÓN O MEDIATIZACIÓN?
por Baltasar Hernández Gómez

Conferencia del autor en la Universidad Americana de Acapulco
19 de marzo de 2009, 18:00 horas.


La política se fundó en un entorno de ideas que convirtieron al "Bien Común" en el horizonte a alcanzar por la Polis. La política formaba parte intrínseca de las sociedades y sus individuos, para alcanzar nuevos estadios de vida. Era por así estipularlo el sumo quehacer de los sujetos sociales para convivir, relacionarse y establecer reglas más allá de sus labore cotidianas. La vida política era una concreción plena de lo público.

Es cierto que la política estaba fundamentada en lo público y con relación a la representatividad del demos, sin embargo la actividad suprema de la Polis estuvo distante de los paradigmas que hoy tenemos como utopía democrática. Recuérdese tan sólo que en para los griegos en la política no entraban las mujeres, esclavos, y la gente carente de propiedad y educación. No obstante estas limitantes, los postulados griegos dieron el cimiente para la regulación de la filosofía y las teorías sobre la política y los tipos de gobierno más adecuados para la sociedad, destacándose la democracia (*la autoridad de la mayoría*).

Para Roma la política se volvió un binomio: Leyes y Poder (el poder de las armas y de la posición socioeconómica). A partir de aquí la política se convirtió en una herramienta del poder en manos de un selecto grupo, que como aseguró Carlos Marx, es la clase dominante tratando siempre de imponer sus intereses. La política se volvió en una actividad de los propietarios de los medios de producción y luego entonces defendieron su rol preponderante a través de la legitimación y legalización de su hegemonía frente a las clases subordinadas.

Una de las frases más conocidas que nos legó este modelo de dominación es *Pan y Circo*, que tuvo la intencionalidad de circunscribir el despliegue de elementos de necesidad de la sociedad y el entretenimiento para desviar la atención sobre los asuntos de poder, para convertir lo público en un asunto “top secret” de las élites.

Así pasamos a la época oscura de la edad media donde la política se convierte en el juego cortesano de reyes e iglesia, que trasladaron el dominio de los quehaceres sociales al plano de lo ajeno, es decir, todos los vasallos debían estar adheridos y obedecer las órdenes de sus gobernantes, toda vez que sus acciones provenían directamente por linaje y voluntad divina.

Con la venida del Renacimiento y las ideas de Maquiavelo, Bodino, entre otros pensadores, que envolvieron el periodo absolutista de los siglos XVI hasta el XVIII, los Estados nacionales tuvieron que incorporar una serie de medidas para ir incorporando las voces y el sentir de la nueva clase social emergente: la burguesía, aprovechando los inmensos recursos provenientes del comercio y el intercambio financiero, para seguir gobernando. No obstante que empezaron a formarse grupos de interés y presión al interior de las cámaras de representantes, de que la iglesia católica y protestante tuvieron menos injerencia en la política y del surgimiento de grandes pensadores que moldearon las ideologías, la sociedad encontró en el cambio revolucionario “ilustrado” y los patrones económicos liberales, nuevas formas de convivencia y regulación social y política.

La fijación de las mayorías representadas, el espíritu de las leyes, la concentración del poder de los Estados, la libertad económica impuesta por los precapitalistas, fueron algunos de los factores más importantes que ofrecieron una plataforma de propulsión para la democracia como forma de vida integral para las sociedades modernas.

A esto apunta básicamente Jürgen Habermas cuando señala que la nueva realidad es fruto de una línea de separación, resultante de la escisión de la esfera pública en referencia al ámbito privado". Al hablar de ámbito público se está refiriendo al "poder público", que fundamenta mucho de su legitimación por medio de la opinión pública. Para este científico social alemán, la esfera pública burguesa puede observarse como la esfera en la que las personas privadas se reúnen en calidad de público oponiéndola al poder público mismo.

La prensa, producto de la sociedad mercantil, encuentra en el desarrollo político de las naciones modernas de Europa y América su fortalecimiento como instrumento político, en la conformación de la opinión pública. Los gobiernos encontraron este canal y en la medida en que este medio impreso les servía para dar a conocer órdenes y disposiciones, se convirtieron los destinatarios (la sociedad) en público.

Desde entonces puede hablarse de esfera pública, ya que poco a poco el interés de la esfera privada de la sociedad burguesa dejó de ser percibido exclusivamente por la autoridad política y fue tomada como algo propio por las demás clases sociales.

En las sociedades contemporáneas se debate con insistencia el rol de los medios de comunicación, dado el desplazamiento y la desarticulación de otras instancias tradicionales de mediación (como partidos, organismos gremiales, etc.) y también por el descrédito que pesa sobre muchas de las instituciones del Estado.

La importancia que adquiere la existencia de los medios como los sitios donde se magnifican los aspectos de lo que ocurre en la sociedad, permite que éstos definan lógicas sociales dentro de las que se imponen parámetros que rigen a las masas y cuyo curso será seguido por quienes saben que a través de ellos pueden posicionarse. Son los medios el escenario que buscan los políticos y los gobernantes para escenificarse de forma comunicacional bajo los géneros y las reglas impuestas por este nuevo tipo de contacto.

Esta imposición ideológica, a través de la palabra y la imagen hacen aparecer como válido que si algo es observado en los medios de comunicación es porque realmente existe. De aquí se deriva que lo que no es visto, escuchado ni oído tampoco existe o no vale la pena siquiera ponerle atención. En este contexto, la presencia y cierto tipo de presión de organizaciones civiles juega un rol de primera línea, pues en muchos casos ellas alcanzan influencia directa en la apropiación de espacios vinculados al quehacer general, llamando la atención por lo menos.

Esto pasa necesariamente de la vista, la participación al ejercicio político de manera pública, en una especie de ir y venir entre lo que desea el Estado y su clase dominante y las necesidades que se gestan al seno de los diferentes grupos sociales. El hecho de saber que existen vínculos concretos y a través de pequeñas notas en los medios de comunicación cambia la perspectiva para pasar a un estadio donde la pertenencia y la defensa de intereses son factores clave para la unión.

Si nos referimos a la sociedad civil como ente ajeno a lo político, a lo público, sería desconocer justamente la naturaleza de agrupación y alianza que hay dentro del espacio social. La sociedad civil está conformada por numerosas organizaciones y redes de organizaciones sociales que pretenden actuar en el ámbito de lo público manteniendo su autonomía respecto a los partidos, a los poderes de los aparatos del Estado.

En este sentido los medios quedan constituidos en instrumentos válidos que pueden proporcionar modos de comprensión y elementos de análisis a la opinión pública, en relación con determinados asuntos políticos. Con esto no quiero decir tajantemente que trato de justificar el actuar de los medios de comunicación, sin embargo su rol no debe obviarse, ya que dan acceso a la diversidad y acotación de lo que ciertamente pasa en la realidad de la vida, por intrascendental o subjetivada que se presente.

Lo cierto es que los medios no son el único agente de socialización política, pero son los medios quienes llevan más eficaz y rápidamente la información política a los hogares de millones de personas (recuerden nada más que en las campañas políticas hasta el tercer cuarto del siglo XX en México, se hacían hasta por 18 meses y hoy no duran más de 3 meses). Lo que los medios de comunicación difunden y la forma en que lo hacen influye de manera decidida en las concepciones y creencias (actitudes mentales y modos de actuación) del público acerca de lo que es y de lo que debería ser la política.

Esta dinámica ha llevado a que muchas estrategias políticas posmodernas se hagan desde el ámbito estrictamente comunicacional, pasando a ser el elemento central y a veces hasta único en las mismas y no solamente un aspecto técnico de complemento audiovisual. Podemos observar cómo elementos que años atrás no tenían mayor relevancia para partidos y personajes de la vida política hoy forman parte integral de sus campañas: como por ejemplo marketing electoral, ingeniería de posicionamiento político, asesoría de imagen. Lo eminentemente político ha pasado a ser técnica indispensable para todos aquellos que aspiran a ofertar un paquete político, desde la posición partidista, gubernamental, legislativa, o bien, desde la esfera privada, usando a los mass media. Esta dimensión no sólo es recurso, sino la arena donde se efectúa la acción política y la intervención en la esfera pública. Dicho en otras palabras: el diálogo entre individuos y sociedad, sociedad y políticos, políticos y gobierno, se realiza a través de los medios.

Para el investigador Martín Barbero esta dinámica no resulta extraña a la experiencia social mundial, en virtud de que presenciamos sociedades en las que actores tradicionales como el Estado, Iglesia y partidos políticos ya no pueden estructurar en su totalidad la cosmovisión social y mucho menos de dominación política. Hay una omnipotente presencia masiva de la industria de los medios de comunicación, que hace que lo público está cada día más identificado con lo que es escenificado en los medios. La proyección de lo que sucede en el mundo, vista a través de los mass media hace pensar que todo termina donde acaban los límites de lo que presentan.

Por tal razón, el resto de un mundo que sigue generando otro tipo de construcciones concretas de vida y formas de comunicación (que como siempre insisto es la actividad humana de “ponernos en común”) quedan relegadas, quedando un sabor de boca de que lo real-concreto y que la comunicación globalmente hablando es un asunto de los medios.

Ante ello en cierto modo resulta comprensible que la sociedad civil sienta realizada una de las fases más importantes de su quehacer cuando logra ocupar un espacio dentro de esa inmensidad informativa de los medios de comunicación, que es solamente una parte del conjunto de expresiones comunicativas al interior de ella misma. Pero posiblemente por ser ésta la más pública y evidente, se desdibuja el significado del resto de manifestaciones, que si bien no aparecen en la escena de lo mediático, pueden ejercer un peso importante y decisivo en la configuración de lo cotidiano.

Es común comentar que los medios masivos son sitios de encuentro, de reconocimiento, de construcción plural de la opinión. Los medios son para algunos, el lugar de la realización de las comunidades modernas o de la ciudadanía meramente nominal e incompleta. Sin lugar a dudas, independientemente de los valores que defiendan o de las posiciones que los medios de comunicación asuman, la posibilidad de hacerse presente en ellos es, al menos, garantía de acceso a un espacio donde convergen diversos sectores cuyo encuentro propicia cierto tipo de deliberaciones en torno a temas de interés colectivo. La manera en que se presentan y relacionan acontecimientos a través de los medios de comunicación determina en buena medida el privilegio con el que cuentan por encima de otras formas de expresión que se producen fuera de ellos.

Es evidente que esta cosmovisión mediática se muestra en forma por demás atractiva para la audiencia, no sólo en términos de captar su atención para garantizar el famosísimo rating, sino para lograr una identificación plena en relación con los puntos de vista que se transmiten.

El telescopio intergaláctico que representa la pantalla, el micrófono, la página del periódico o revista, además del elemento estético y llamativo de las notas, acentúan la gran posibilidad de atención sobre los medios de comunicación, relativiza preceptos establecidos y los coloca en tela de juicio frente a otros que responden a conflictos. Es la fuerza en todo su esplendor de lo que Gramsci dijo eran los aparatos ideológicos del Estado y su clase dominante. Por tal razón, el control y la responsabilidad de los medios sobre la manera en la que se jerarquiza lo que está o no en sus espacios, define también los principios inherentes a las formas sociales de organización, pues éstas saben que sólo verán reflejadas sus acciones en la medida en que se inserten dentro de la lógica de los mass media.

Desde los medios de comunicación se construye una idea de opinión pública con sondeos, que tienen cada vez menos de debate y crítica ciudadanos y más de simulacro. Estamos ante un ejercicio en el que se nos presentan resultados de dichas consultas como la opinión de la gente legítima, que en este incesante bombardeo de información y toma de posiciones la sociedad civil pierde su heterogeneidad y su cuadrante crítico y proactivo para reducirse a una posición de medianía estadística y receptiva.

Algunos autores consideran que la verdadera importancia social de la acción de los medios de comunicación no está situada en el plano más inmediato de las actitudes y opiniones individuales, en el cual su influencia es bastante relativa. Por el contrario, esta repercusión hay que buscarla en un plano más profundo, más a largo plazo, en los efectos que tienen sobre la comprensión de la realidad política por parte del público y, en consecuencia, sobre la formación de la opinión pública que forma y esculpe los modos de pensar y actuar sin capacidad analítica y activa.

El impacto de la acción de los medios de comunicación en la política ya no se ubica en la influencia directa sobre actitudes y conductas, sino que va más allá, es decir, a la creación de significados que conlleva a la conformación de una realidad social donde se desea el esquema procedimental del voto ciudadano donde los sujetos sociales activan sus derechos sí sólo sí lo requieren las instituciones del Estado para legitimar sus cuadros legislativos y burocráticos.

La construcción mediática de la política no es asunto exclusivo de México o de la particular coyuntura que vivimos. La tendencia apunta al conjunto de este quehacer en diferentes ámbitos y realidades nacionales. Ahora la política es cuestión de comunicaciones masivas, pero ante el vacío de representación en la construcción de lo que se espera sea representativo, se facilita la adhesión del discurso de quienes intervienen o pretenden intervenir en lo público al modelo de comunicación hegemónico.

Las crisis políticas que han debilitado a la institucionalidad democrática, han corrido de forma paralela al robustecimiento económico y político de los medios de comunicación, especialmente de la televisión y la internet. Esto ha colocado un poder muy importante en los medios para intervenir en la vida pública. Estamos presenciando un cambio de época en relación con la constitución de lo público, que vaciado de su razón política (de su interés precisamente público) puede quedar expresado en simple estrategia y expresión mediática.

El trazo, color, sonido y movimiento expresivo y llamativo se ha convertido en el punto clave donde la política se vende, de acuerdo a los parámetros procedimentales del entramado público. El Estado, su aparato gubernamental, partidos y organizaciones de poder, han encontrado en los mass media un terreno fértil para politizar despolitizando, impulsando al mismo tiempo una “USB” o “chip” integrado en alguna parte de la mente o el cuerpo, que produce desmovilización, apatía y desinterés para actuar en lo público sin tener siquiera que apretar controles remotos.

Cada 3 ó 6 años tratan de despertar de letargos a millones de personas al ring político de candidatos previamente clasificados para ocupar un cargo relevante en la política local, regional o nacional. En este tiempo el Estado y la clase hegemónica hacen creer a la ciudadanía sobre los derechos y obligaciones electorales como única forma de reivindicación social. Después del domingo de la votación los medios recomunicación y los sufragantes expían la carga de culpa de no hacer nada en el lapso que transcurre de votación a votación.

Luego, los medios de comunicación presentan la ensalada de resultados, los rostros, las palabras discursivas de ganadores y perdedores, dando una direccionalidad al acto de votar, pero hasta ahí. No queda otra más que seguir observando la realidad a través de los medios mismos. Adecuando el pensamiento y el actuar hacia la clase gobernante y los intereses capitalistas.

Cuál mediación entre ciudadano-ciudadano, ciudadano-grupo social, ciudadano-sociedad ampliada y ciudadano-mundo, cuando lo más fácil es sentarse a disfrutar de las bondades de receptar imágenes predigeridas y llenas de contenidos audiovisuales. Comentarios dirigidos a fines específicos. Para qué se necesita de la interlocución y la mediación de otras personas cuando se transmiten propuestas asépticas y visiones de mundos felices, a través de campañas perfectamente orquestadas de marketing político e institucional.

La mediación se ha ido perdiendo en la medida en que los mass media acaparan el sensus y la racionalidad humana en un túnel de imágenes sin opción a análisis. Cómo escoger opciones políticas claras y de impacto positivo para las mayorías, cuando los partidos. Sindicatos y los propios medios son los que subrepticiamente hicieron de antemano la selección de candidatos, programas, estrategias políticas, sociales y económicas para el todo social

Revaloremos el sentido crítico del observante, para pasar a ser actuantes en la dinámica social. No se crea en los cambios macros de largo alcance, sino en lo micro, cambiando el escenario más próximo: en la casa, en el colegio, con los amigos, en los círculos de convivencia y pertenencia social, en el partido de su militancia, en poscomentarios sobre la información que transmiten los medios, en la convivencia familiar, en la relación de pareja y también en la postura que se debe tener frente a la lectura, la cultura y los modos de vida cotidianos.

Si no lo hacemos estaremos condenados a seguir observando los sorteos Me Late viendo las notas pagadas de los gobernadores guapos, feos, chaparros, buenos o malos oradores, acompañados de sus esposas, aliados o sustituyendo todo por la propaganda comercial de partidos que creen que somos gente retrasada de nuestras facultades cognitivas. Lo único que se puede hacer mientras tanto es cambiar ahora en nuestro espacio de vida ¿O no? B.H.G.

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Entre otra bibliografía consultada, me refiero a:

*Habermas, Jürgen. Historia y crítica de la opinión pública, Barcelona, España, Editorial Gustavo Pili, 1981.

*Osorio Meléndez, Hugo "Medios de comunicación y conflicto social".
Contribuciones, (2): 11-29 (Fundación Konrad Adenauer. Buenos Aires, Argentina, 2002).

*Thompson, John. Los media y la modernidad, Barcelona, España, Editorial Paidós, 1988.

*Touraine, Alain. ¿Qué es la democracia?, México, Editorial Fondo de Cultura
Económica, 1995.

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miércoles, 18 de marzo de 2009


Los conflictos son inevitables. Algunos se pueden avizorar, pero otros -la gran mayoría- son imprevisibles. Es trascendental que tenga la capacidad, habilidad y destreza para resolver una situación de crisis, porque siempre tendrá que enfrentar presiones, demandas y riesgos.

SEMINARIO
Estrategias para Manejo de Crisis, Solución de Conflictos,
Análisis de Coyuntura y Marketing

Programa:
• Desarrollo de praxis (teoría y práctica) para diseñar, organizar y ejecutar políticas de solución de conflictos.

• Manejo comunicacional y táctico de situaciones de crisis y conflictos.

• Análisis de coyuntura para la elaboración de diagnósticos y programas que maximicen fortalezas, para alcanzar metas favorablemente, disminuyendo amenazas y debilidades.

• Estrategias y tácticas para la planificación de una campaña de marketing político e institucional.

Dirigido
a
estudiantes, académicos, profesionistas, empresarios, emprendedores, servidores públicos y personas interesadas en adquirir capacidades, habilidades y destrezas, para resolver problemas a nivel individual, organizacional e institucional.

Impartido por:
M.C. Baltasar Hernández Gómez, Maestro en Ciencia Política y diplomado en Marketing, Comunicación y Métodos Comparados. Autor de los libros: Esbozo para realizar una campaña política exitosa (editado por la Universidad Americana de Acapulco, 2000); Tácticas de poder (editorial Pretextos, 2008), y Samurai Moderno (editorial Pretextos, 2008).

Cupo limitado: 25 asistentes.
Auditorio de la Unidad Académica de la UAG, Acapulco, Gro., México
Módulos: sábados 2, 9, 16 y 23 de mayo de2009.
Horario: 15:00 a 19:00 horas.
Diploma de Reconocimiento avalado por la Academia de Ciencia Política de Acapulco, A.C. y la UAG
Manuales, Material visual e impreso
Snack-break
Ambiente plural y dinámico
INFORMES: 7441-359019 Acapulco, Gro.
INVERSIÓN: $2,000.00 con un 20% a estudiantes y catedráticos con credencial.

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jueves, 12 de marzo de 2009

SOLUCIONAR CONFLICTOS: EL YO Y EL OPONENTE


RESOLVER CONFLICTOS:
NO BASTA CONOCERSE UNO MISMO, SINO TAMBIÉN AL “OTRO”.
Por Baltasar Hernández Gómez


Cuando alguien enfrenta un conflicto hay una revisión del Yo (uno mismo y su organización, grupo, partido, empresa, etc.) y sus posibilidades. Primero hay una especie de sentimiento de culpa por no estar haciendo lo correcto o con la intensidad que se necesita y luego aparece la racionalidad de evaluar todo en su justo medio. No obstante de lo lógico que resulta plantearse fallas cometidas o presuponer estar cometiéndolas, se debe abordar el conflicto considerando al Otro, o sea, al adversario, que es el ente con quien se estará interactuando en la disputa de proyectos para alcanzar un fin determinado.

Tener un diagnóstico del Otro es prerrequisito para la operación de una táctica que vaya a la par con la estrategia a mediano y largo plazo sin olvidar el conocimiento de los probables movimientos y respuestas del rival. Es necesario saber acerca del “enemigo”, pero no sólo sus necesidades y capacidades, sino sobre todo el alcance de su intencionalidad.

Muchas veces se asumen riesgos potenciales y se desgastan recursos cuando en realidad el adversario no ha pensado en lo más mínimo atacar las fortalezas propias. Podemos percibir que el Otro tiene necesidad de permanencia, sobrevivencia o ampliación, conforme a las necesidades que subsisten en el ambiente social, pero esto no significa que lo vaya a hacer a costa del Yo.

Más allá de un estudio situacional del contrincante, es preciso tener todas las variables concernientes al Otro y no solamente determinar su plataforma programática. Esta información tiene que ver con el tratamiento de factores tales como:

A. Las intenciones:
El Otro puede estar en una situación de desarrollo, neutralidad o caída y por tanto se debe contar con los elementos (visibles y ocultos) para escudriñar cuáles van a ser los pasos que seguirá para posicionarse en el lugar que desea. Si la intención no es atacar al Yo, ni siquiera vale la pena proseguir en una dinámica de expectativa o defensa, mucho menos de ataque. La medición de la intención del contrincante debe ponerse como punto principal en la mesa para la correcta toma de decisiones, a fin de canalizar esfuerzos en otra dirección y no detenerse a elucubrar tareas que poco valdrían porque se está presuponiendo un conflicto inexistente.

B. La conducta política:
Elaborar una radiografía del adversario nos permite contar con la definición de sus actitudes. Una técnica es investigar su desempeño en procesos anteriores, ya que en ellos ha puesto al descubierto los métodos que siguió para salir avante o no, de un conflicto. El Otro no está en el escenario por generación espontánea, sino que se ha ido conformando, dejando huellas en su trayectoria, las cuales nos dan ubicaciones sobre las vías que despliega para desenvolverse en relación a los otros Otros y hacia nuestro Yo.

Cabe hacerse los siguientes cuestionamientos del Otro ¿Es visceral, temerario, negociador, diplomático, violento, conciliador? ¿Se deja llevar por las noticias del entorno o espera mejores oportunidades para la acción? ¿Es proclive a actuar los fines de semana, días festivos o en semana laboral, para distraer o concentrar la atención de los demás? ¿Recurre a los medios de comunicación o aliados para concentrar sus fuerzas en una dirección específica? ¿Es proactivo o reacciona ante la inminencia de un problema? ¿Trabaja en solitario o se rodea de los mejores profesionales y amistades para salir avante de un conflicto? ¿Habla y amenaza en demasía, pero actúa poco o viceversa? ¿Trabaja soterradamente o actúa pomposamente en público? ¿Es alguien que se precia de cumplir con su palabra o simulador para salir del paso? ¿Despliega sus recursos sin cortapisas o dosifica su uso?

C. Los medios con que cuenta:
En la medida en que hay un recuento de los recursos materiales, financieros, humanos y técnicos del adversario, se pondera la fuerza del Yo, es decir, se tasan los elementos tangibles e intangibles que se tienen. Esto permitirá dosificar el uso de recursos y procedimientos para impactar certeramente al rival. El conocimiento del potencial contrario dota al estratega de una dimensión concreta de los elementos que se tendrán que desplazar en un conflicto.

Esta información nos otorga seguridad para administrar los recursos, a fin de defender los intereses sin malgastar energías. En un conflicto vale la pena resguardar recursos y trasladar capitales de aliados contra el enemigo. Si se cortan los suministros al Otro y se acumulan los propios, luego entonces se podrá diezmar, dispersar o aniquilar las fortalezas atacantes hasta una posición donde la victoria esté asegurada.

CH. Los aliados y adversarios:
Nadie hace nada solo. Nadie es lo suficientemente autónomo para actuar en un ambiente sociopolítico y económico sin contar con aliados y su contraparte (adversarios). Realizar el conteo de quiénes son aliados y contrarios da la ocasión para regular la estrategia en tiempo, espacio y condición.

Después de este recuento se requiere el afianzamiento de las cofradías que están del lado del Yo, tratando -al unísono- que el número de adversarios disminuya o no participe en el conflicto. Primero es indispensable neutralizar ataques de adversarios coaligados al Otro, dejando en claro que es más conveniente que no se introduzcan en el conflicto, toda vez que esto les podría redituar pérdidas o más enemigos.

Si esto no se consiguiera, hay que demostrar que el conflicto puede resolverse adecuadamente sin la inclusión de elementos ajenos, porque el ataque no sólo irá dirigido al Otro, sino también hacia ellos por sumarse a la causa. El Yo empleará sus fortalezas y la de sus aliados para obtener el triunfo y es aquí donde el socio del Otro, puede perder más por lo menos, no solamente porque se convertiría en un enemigo directo, sino también de los aliados del Yo.

Estos indicadores dan certeza para estar al tanto cómo el Otro percibe y detalla al Yo. Si la fuerza opositora cree que es superior estará dispuesto a emplear todo su poder para la anulación, lo que lo vuelve poco cuidadoso en la utilización de sus propósitos y alcances. Muchas veces conviene edificar una imagen de poder extremo para espantar a los Otros, pero otras es mejor que la imagen sea sustentada en bajo perfil, para que se pongan a descubierto los enemigos y entren al círculo de control y dominio propio sin posibilidades de escapatoria.

En el caso de que el oponente aprecie la fuerza del Yo, luego entonces la respetará desde antes que inicien los ataques. Si el Otro valora la fuerza del Yo, pero siente que su poder es igual o mayor intentará como mínimo neutralizarla, olvidándose de aplicar su poderío a fondo y esto es un resquicio explotable para hacer que sucumba.

Si el Otro divisa demasiado poder en el Yo, el respeto se transmuta en temor y desvalorizará su fuerza, quedándole la táctica de infiltración para socavar desde adentro. B.H.G.

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domingo, 8 de marzo de 2009

NATURALEZA DE LOS CONFLICTOS POLÍTICOS


NATURALEZA DE LOS CONFLICTOS POLÍTICOS
Una aproximación introductoria al manejo de conflictos.
Por Baltasar Hernández Gómez.


Un conflicto político es una etapa de crisis que surge cuando actores u organizaciones requieren impulsar o defender un interés para proseguir con su estrategia de desarrollo. Los conflictos sirven para evaluar y resolver el estado de cosas prevaleciente en el ambiente social y, en el último de los casos, si no es manejado adecuadamente, para dar marcha atrás o sucumbir. Es una situación que involucra factores políticos, económicos, sociales, estructurales, organizativos y emotivos, que provocan una tensión entre las partes involucradas, generando acciones imprevistas.

Más allá de síndromes psicológicos que puedan presentar los actores, el conflicto se encarna por motivos reales y concretos, que están vinculados con la permanencia de intereses y objetivos (sean propios u opuestos) en el escenario de lucha por alcanzar hegemonía y dominación en el espacio y tiempo que se requieren.

Los intereses y sus efectos van produciendo múltiples direcciones que van a incidir en los medios para el tratamiento del conflicto. Cualquier persona u organización en conflicto va a tener que desplazar sus estrategias, tácticas y recursos a un estado de actividad, a fin de encontrar métodos para ir posicionando los fines que se persiguen, o bien, para erradicar o disminuir los estragos de un trance. Cuando dos o más intereses se encuentran en esta posición “proactiva” surge el nivel de mayor tirantez, que si es manejado correctamente se obtendrá éxito.
En esta pugna nada se puede dejar al vacío, pues los conflictos quedan resueltos cuando un interés prevalece sobre los otros, es decir, el grado de eficacia política para resolver conflictos se mide por el predominio de los asuntos que son favorables, sin que esto represente depreciación al extremo de posibilidades para continuar y seguir estando en una posición óptima.

De lo anterior, se infiere que los conflictos no son algo fuera de lo común, sino que forman parte del todo social: los conflictos se generan, desarrollan, resuelven, maximizan o desaparecen, de tal suerte que es completamente irracional pensar que en las relaciones sociales no haya conflictos. Es importante que el hombre, organizaciones e instituciones del Estado conozcan las herramientas para actuar eficazmente frente a conflictos. Si un político, empresario o persona común debe enfrentarse a una crisis, más temprano que tarde a uno, es imprescindible que lo haga teniendo las mejores condiciones para salir avante.

Hay que tener muy en claro que el conflicto no es excepción ni es ajeno a nadie, ya que todos los sujetos sociales y organizaciones públicas o privadas viven en la vorágine de conflicto-arreglo. En un gran número de ocasiones el enfrentamiento de conflictos origina pérdida de objetividad, toda vez que el desenfoque de lo “disfuncional” hace que broten fobias, incertidumbres y desconfianzas hasta niveles peligrosos: quienes no saben manejar un conflicto invierten la mayor parte de su tiempo y esfuerzos en tratar de solucionarlo, abandonando a la deriva las otras acciones importantes que sostienen los pilares de sus expectativas.

En muchos casos aparece el nudo emocional, trayendo consigo la latencia de actuar con el sensus fuera de foco y con la pretensión de encontrar salidas inmediatas para escapar del “apuro”. Esto origina angustia y desesperación, que es el peor estado anímico para actuar, tomar decisiones congruentes y resolver problemas.

Es indispensable que primero haya una percepción concreta de los conflictos, tomando muy en cuenta que estos son inherentes a la práctica política y pueden surgir en cualquier momento. Para el tratamiento de conflictos personales se multiplican los estados de cerrazón porque los estragos de la crisis hacen suya la subjetividad.

En lo que respecta a las organizaciones, el conflicto es y debe ser resuelto por el entramado humano, técnico, material y financiero con el que dispone para obtener resultados a favor. Un conflicto no lo es para el candidato, gerente, servidor público, sino para toda la estructura que lo rodea. Sólo entendiéndolo de esta forma se puede solucionar un conflicto.

La estrategia debe basarse en asimilar que el adversario no está exento de vivir en conflicto permanentemente (aparte del que pueda estar solventando con usted). El conflicto que enfrenta en alguna coyuntura no es diferente al que otros tienen que remediar. Esto significa que el conflicto en sí mismo no es ventaja o desventaja para alguna de las partes, pues es una variable más que se inserta en la red de redes de acciones para alcanzar estabilidad y supremacía, de acuerdo con las necesidades y objetivos planteados.

Luego entonces, el conflicto no es un hecho atípico, sino regla que está presente en todo individuo u organismo, pues es un componente esencial en todas las realizaciones sociales. En la política los conflictos existen y coexisten permanentemente entre los actores y por eso el quid radica en la forma en que son conceptualizados y tratados, para encontrar soluciones a favor, que no perturben la estrategia. Aquí se encuentra la clave diferenciadora de dejarse abatir o penetrar a un nivel de crecimiento y consolidación.

En el instante en que el estratega tiene las capacidades, y habilidades para enfrentar los conflictos, pensando en el “todo” y obtener ventajas comparativas con relación a sus rivales, entonces la “disfuncionalidad prevaleciente” es convertida en oportunidad para abatir las amenazas.

Basta preguntarse en esta aproximación al manejo de conflicto político, lo siguiente: ¿Se tiene la certeza del sitio dónde se quiere llegar? ¿Están todos los recursos dirigidos a conseguirlo? ¿Hay fugas en el sistema planificado que puedan someter a conflicto a los miembros o la propia organización? ¿Sabe a ciencia cierta quiénes y cuáles son las capacidades de sus oponentes? ¿Puede transmutar la emotividad por reacciones racionales? ¿Tiene el capital humano, financiero, técnico y material para afrontar y permanecer fuerte durante un conflicto? ¿Está preparado para afrontar uno o varios conflictos a la vez y en diferentes etapas? B.H.G.

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viernes, 6 de marzo de 2009

EL SIGNIFICADO DE LOS LIBROS


SIGNIFICACIÓN DE LA OBRA ESCRITA
Por Baltasar Hernández Gómez

El escritor no sólo escribe lo que quiere, pues además de que desea verter su pensamiento debe tener presente para qué, para quién y cuándo debe hacerlo. La estrategia del autor debe contemplar a los lectores como destino, para posicionar su obra en el sitio imaginado desde la formulación de la idea original.

La obra no tiene un significado establecido o inalterable en las palabras, pues el “todo” es el que verdaderamente mueve la apropiación e interpretación de los conceptos. El significado no debe ser entendido como un panorama tasado por la métrica semántica o la composición de las ideas, toda vez que la integridad del contenido es el evento que rompe el estatismo del lector. Al leer se fragmentan paradigmas y sucede lo que todo escritor requiere: la palabra dice, transporta y sugiere la imaginación del lector.

La tesis de Stanley Fish establece que la importancia del mensaje radica en el significado que asume el lector. La obra además de contar con significados explícitos en la estructuración de códigos comunicacionales, está llena de conceptos que van produciendo procesos cognitivos y emotivos en los lectores. Las frases encarnadas en los textos contienen el detonante para que “suceda algo” en la percepción de quien la lee. Es en este momento cuando se disparan los significados en una y mil direcciones.

Los términos utilizados no son símbolos denotativos, sino motores que originan interpretaciones. Es por esto que las palabras no “dicen”, sino “hacen”. Cuando un lector muestra su admiración por lo que “dice” la obra se está refiriendo realmente a lo que “hace” el contenido del escrito en él. El texto literario hace que la racionalidad y lo emotividad se proyecten, amoldándose a los referentes establecidos, pero también explorando modelos de pensamiento insospechados.

La obra literaria se convierte en un elemento que provoca un estado alterado, por medio del cual se tiene la ocasión para asomarse a nuevas ventanas de la vida, penetrando al mismo tiempo en mundos similares y diametralmente distintos a la experiencia cotidiana. En dicha posición el autor y lector se colocan en una zona que pueden comunicarse, es decir, ponerse en común, toda vez que los códigos visibles e intangibles del texto pasan a ser ideas y sentimientos compartidos, ya sea por reflejo de su modo de vida, o bien, por proyección.

El ser y el deber ser se fusionan en una fórmula de identificación donde el escritor captura al lector y éste último hace suya la obra. He aquí la significación de los mensajes que deseó transmitir el autor y los que quiso encontrar el lector al adquirir la obra. Luego entonces: ¿Qué es la significación en la obra? Sencillamente lo que tiene sentido vital para quien lee.

Algo es significativo cuando representa un motivo real o potencial para seguir viviendo: vivir en equilibrio; vivir con más y mejores habilidades; vivir con sentido abierto y crítico, vivir feliz, etc. Vivir, no sobrevivir. B.H.G.

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domingo, 1 de marzo de 2009

POLÍTICA Y GUERRA


AYER Y HOY: POLÍTICA Y GUERRA
Por Baltasar Hernández Gómez


En la antigüedad la política y la guerra eran cuestiones de honorabilidad donde lo importante radicaba en desarrollar valentía al extremo. Los hombres requerían de bloquear la sinrazón del miedo y entregarse íntegramente en cada combate. Muchos hombres fueron literalmente empujados a la guerra por voluntad del mandatario en turno, que era disimulada por el grito del bienestar común, fuera éste de tipo territorial, económico o simplemente por “deseo divino”.

Vencer o morir era la frase más utilizada por el código de “ética” de guerra, que enaltecía el supremo sacrificio. El hombre era antes que nada un sujeto que se debía a la comunidad y si ésta requería de su entrega, tenía que abandonar propiedades, familia e intereses, para ir a la batalla. Más allá de los épicos recuentos literarios, cantares, leyendas de boca en boca, programas televisivos y películas, que subrayan el arrojo de los héroes; lo cierto es que los combatientes perdían la vida o la capacidad para continuar la vida al ciento por ciento.

La concepción política al igual que la guerra estaba basada en códigos de integridad donde lo más trascendental era la entrega. No había justos medios ni capitulaciones: era ganar o perder. Así pues el “ciudadano” valía en razón de su pertenencia incondicional a las exigencias del soberano y de su sociedad. El todo era la suma multiplicada de las acciones de cada uno de sus miembros, en una especie de engranaje sinfín que se renovaba o se extinguía.

Como es posible imaginar, las historias que nos llegan hasta nuestros días no relatan la dimensión de horror de los hombres y sus familias ante la dinámica de guerras. La mayoría de las ocasiones los hombres luchaban hasta la muerte sin saber realmente los motivos de la guerra o la lucha política entre los miembros de la clase dominante.

La hegemonía siempre forjó intereses que se hicieron pasar como válidos, entrelazando con ello la voluntad de actuar a favor de “las causas más elevadas”. Muchos guerreros de la antigüedad, soldados y militantes políticos perdieron la vida sin conocer las causas de la guerra. Fenecieron sabiendo algunos efectos, pero no el trasfondo de los asuntos privados, que les fueron inculcados como públicos.

Después de que apareció Nicolás Maquiavelo se produjo una verdadera escisión en la concepción de la guerra y la política, toda vez que el sujeto social que aspiraba a tener Poder no debía guiarse por símbolos de virilidad o estoicismo, sino por la eficacia para alcanzar fines, a través de medios concretos, que no tenían nada que ver con valores morales, religiosos o cívicos.

Desde hace aproximadamente 500 años, la política y la guerra no siguen más las pautas del honor. Ya no hay espartanos asaltando las colinas atenienses; samuráis galopando contra los shogunatos rivales, ni caballeros con armaduras resplandecientes rescatando princesas. La guerra es hoy en día un acto eminentemente político de los Estados nacionales para conseguir fines económico-expansionistas.

Los soldados van ahora al campo de batalla preparados para defender la noción de patria infundida desde su temprana edad: unas veces en tanques, otras en vehículos aéreos y hasta en forma virtual, pero con la energía que se origina de “hacer lo correcto”. Claro está que ahora el soldado también tiene un salario y un nivel socioeconómico qué cuidar.

En la política, el “todo o nada” fue exterminado para situar a la negociación como eje estratégico, para desarrollar una constante “guerra sórdida” de protocolos. Las elecciones, alternancia, transiciones, simulación en los medios de comunicación y educación y cultura de masas, fueron erigidas como las llaves para obtener legitimidad y legalidad. De tal forma que se constituyó el paradigma de actuar en política con el menor daño posible.

Todo acto político va a ser medido por el costo-beneficio: ninguna factura debe ser mayor al valor de los productos que se consiguen. La filosofía administrativa que establece que el precio por el Poder no debe generar desequilibrios ha funcionado como acicate para líderes y gobernantes, para no quedarse en el limbo en caso de no alcanzar éxito en sus cometidos, sino a lo sumo, aguardar mejores condiciones materiales.

El tradicional juego de la pirinola donde “Todos ponen” o “todos se mueren” quedó atrás, para dar paso a la estrategia de no poner todo ni morirse en el intento. La política está sujeta ahora a los cánones impuestos por la democracia: el voto, la ganancia de la legitimidad por el marketing, la lucha entre partidos, la diplomacia y el recurrente ir y venir de incursiones bélicas, son los elementos más visibles en las sociedades modernas.

El estoicismo fue cambiado por el slogan; la valentía de empuñar el arma por el micrófono que anuncia discursos proselitistas, y el honor pasó a ser la transmisión de plataformas sociales para mejorar futuros. Ya no se necesitan gladius, corazas o armaduras para ganar batallas, pues la palabra, imagen, color y movimiento de partidos y candidatos en campaña son suficientes para ganar o perder sin que ello signifique quedarse en el vacío. B.H.G.

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